lunes, 24 de mayo de 2021

Benazir Bhutto: Primera mujer dirigente de un país musulmán

 


Los Bhutto son una dinastía política familiar al estilo de los Gandhi, en la India, o los Kennedy, de EEUU. El padre de Benazir Bhutto, Zulfikar Ali Bhutto, fue primer ministro de Pakistán en los años 70. Perteneciente a una rica familia de terratenientes con un estilo de vida feudal, se casó con Begur Nusrat. Benazir nació en Karachi el 21 de junio de 1953 y fue la mayor de cuatro hermanos. Cursó sus estudios primarios en varios colegios cristianos de su ciudad natal hasta que su padre, que deseaba que su hija siguiera las enseñanzas occidentales, la envió a EEUU. Allí estuvo hasta 1973, graduándose en Ciencias Políticas por la prestigiosa Universidad de Harvard. Luego viajó a Oxford (Inglaterra), donde estudió Filosofía, Ciencias Políticas y Economía.

Por aquel entonces su padre ya era presidente y después, fue primer ministro, de la República Islámica de Pakistán. Había sido el primer dirigente elegido en unas elecciones democráticas desde la creación del país, en 1947, cuando se segregó de la India. Derrocado por un golpe militar en 1977, fue juzgado y condenado a muerte acusado de conspiración para asesinar a un oponente político. Benazir regresó a su país en 1979 para luchar por la libertad de su padre y la democracia, pero fue detenida y encarcelada. Condenada a cinco años de prisión, pasó la mayor parte de este tiempo en celdas de aislamiento en unas condiciones que ella calificó de "extremadamente duras". Se dice que el fuerte y decidido carácter de Benazir se forjó en aquellos años de prisión y después de ver como ejecutaban a su padre en la horca en la ciudad de Rawalpindi, la misma en que ella moriría, en atentado, el 27 de diciembre del 2007.

Dos de sus hermanos murieron asesinados

En 1984, ella y su familia fueron obligados a exiliarse en Londres. Allí reorganizaron el partido que lideraba su padre, el Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), de carácter socialdemócrata. Pero la saga familiar de los Bhutto estaba predestinada a morir en trágicas y misteriosas circunstancias. Durante aquel primer exilio el hermano menor de Benazir, Shahnawaz, fue hallado muerto en extrañas circunstancias, a los 27 años, en su apartamento de la Riviera francesa. El joven, también políticamente activo, era el más moderado de la familia: su asesinato nunca se aclaró, pero las crónicas de la época comentaban que había sido envenenado. Su otro hermano, Murtaza, llegó a ser uno de los líderes del partido. Tras la caída de su padre, se refugió en la por entonces comunista Afganistán desde donde lanzó una campaña, incluso armada, contra el gobierno militar de Pakistán. Murtaza se convirtió, de hecho, en rival político de su hermana y llegó a ganar las elecciones en el exilio en 1993. Volvió a su país como diputado provincial, pero, en 1996, fue asesinado a tiros en misteriosas circunstancias en una emboscada de la policía pakistaní. Actualmente, sólo sobrevive uno de los cuatro hermanos, Sanam, que no se ha dedicado a la política.

En el poder, a los 35 años


En 1985, después de que se levantara la ley marcial, Benazir pudo regresar a su país. Allí vio que las multitudes acudían en masa a sus mítines. Tres años después, el general golpista que había derrocado a su padre murió en un misterioso accidente de aviación. Se convocaron elecciones generales, que el partido de Benazir ganó justito pero lo suficiente para que ella se convirtiera, a los 35 años de edad, en la primera mujer dirigente de un país musulmán.


Benazir era una mujer inteligente y culta, autora de varios libros de carácter político. Su enérgico carácter era calificado, a veces, de arrogante. También era una mujer muy atractiva, siempre bajo el tradicional velo musulmán que llevaba con una elegancia innata y que la convirtió en un personaje glamuroso de la época. Pero su gran error, al menos desde el punto de vista político, fue casarse. El 18 de diciembre de 1987, al poco de ser nombrada primera ministra, Benazir se desposó con el hombre de negocios Asif Alí Zardari, en lo que era un matrimonio concertado. La pareja tuvo un hijo, Bilawal, y dos niñas, Bakhtar y Aseefa.


El problema surgió cuando aún no habían pasado ni dos años de su nombramiento. Su marido, que ocupaba altos cargos en la Administración pública, fue acusado de corrupción y los partidos religiosos, que no podían soportar que una mujer estuviera al frente del gobierno, aprovecharon para acusarla de despotismo e ineficacia política. Benazir dimitió de su cargo. Reelegida primera ministra en las elecciones de 1993, dejó el cargo tres años después, acusada nuevamente de corrupción, al igual que su marido, que entonces ocupaba la cartera de Inversiones.


Su marido estuvo ocho años en prisión


Pese a negar los cargos, Zardari ingresó en prisión, donde pasó ocho años. Ninguno de los 18 casos de corrupción de los que se le acusaba fue nunca probado y, finalmente, quedó libre bajo fianza en el 2004. Pero la sospecha de criminalidad y de haber acumulado una fortuna de más de mil millones de dólares fue la ruina política del matrimonio. El marido de Benazir tenía dos campos de jugar al polo, el deporte nacional, 47 caballerizas y nadie se explicaba cómo habían podido comprar una propiedad valorada en 4 millones de dólares en el Reino Unido con unos ingresos anuales de 25.000 dólares. Sin embargo, ninguna de las acusaciones contra Benazir pudo ser nunca probada. Aunque fue condenada en 1999 por no presentarse a uno de los juicios, el Tribunal Supremo de Pakistán revocó esa sentencia al demostrarse que el juez había sido presionado para condenarla por los ayudantes del entonces primer ministro, Nawaz Sharif. Tras su segunda salida del poder cayó prácticamente en el olvido, ya que se la relacionaba con malos gobiernos y casos de corrupción. Benazir se exilió voluntariamente en 1998 viviendo entre Londres y Dubai junto a sus tres hijos y pudo reencontrarse con su marido cuando fue puesto en libertad en el 2004.


El regreso de Bhutto a Pakistán en octubre del 2007 se enmarcaba dentro de un proceso de tímida democratización del país. Su carácter pro occidental pretendía establecer un cierto equilibrio de fuerzas en uno de los países más convulsos del planeta. El general presidente, Pervez Musharraf, quiso que regresara para gobernar juntos y apaciguar a los sectores que exigían el regreso a la democracia en unas elecciones que deberían celebrarse en enero.


Un atentado del que salió ilesa

Benazir aceptó, en un principio, la propuesta electoral, pero, nada más llegar, y tras sufrir un atentado del que salió ilesa el primer día de su vuelta, dejó bien claro que no sería un títere del presidente. Nadie dudaba de que iba a ser, por tercera vez, la primera ministra de Pakistán. Pero el disparo de un suicida -que luego hizo explosionar la carga que llevaba adherida a su cuerpo- acabó con la vida de esta mujer de 54 años el 27 de diciembre del 2007, después de un mitin en Rawalpindi, cerca de la capital, Islamabad. La dirigente pakistaní recibió sepultura en el mausoleo familiar de su provincia natal, mientras el país se convulsionaba por el magnicidio. "En Pakistán nací y en Pakistán moriré", había dicho en una entrevista "la predestinada", como la llamaban en su país. Bilawal, su hijo, que antepuso el apellido Bhutto al de su padre, Zardari, fue elegido su sucesor en la presidencia del partido de Benazir para que la dinastía política familiar pudiera seguir.

 


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