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martes, 4 de enero de 2022

Chicho Ibáñez Serrador: El creador del mítico "Un, dos, tres"

 


Narciso Ibañez Serrador nació el 4 de julio de 1935 en Montevideo (Uruguay), ciudad donde sus padres -los actores Narciso Ibáñez Menta y Pepita Serrador- actuaban en el transcurso de una gira artística. Cinco generaciones de artistas precedieron su nacimiento. Su madre volvió a escena al poco del parto por lo que, casi desde recién nacido, Chicho quedó al cuidado de Antonia de Forno, mujer que siguió a las órdenes de Pepita Serrador cuando se separó de su marido. Chicho tenía entonces 4 años. También le cuidó su abuelo paterno, un personaje ingenioso, divertido e imaginativo.

Creció en un entorno de intelectuales españoles exiliados y su infancia no fue la de un niño normal. Enfermo de púrpura hemorrágica, una especie de hemofilia, no podía jugar ni pelearse porque cualquier pequeño golpe podía provocarle una gravísima hemorragia interna. Así que desarrolló otras capacidades y encontró en la lectura un refugio privilegiado y una forma de superar sus limitaciones. A los cinco años, leía a Emilio Salgari y, a los ocho, a Edgar Allan Poe, cuyas historias de terror no le causaban miedo alguno.

Su madre, una mujer que marcó su carácter

La personalidad de Chicho estuvo marcada por la figura de su madre, una mujer hermosa, de carácter muy fuerte y duro que hizo de padre y madre para él. "Mi madre me lo dio todo. Con ella aprendí a apreciar las cosas, a saber leer, a saber volver a los sitios donde se ha estado. Era inteligente y cultísima. Sus amigos eran Jacinto Benavente, Ortega y Gasset y Baroja. Escribía para el "ABC" y para "La Nación" y "La Prensa", en Argentina", explicaba Chicho de esta mujer que falleció a los 51 años tras ser mal diagnosticada.

"Tuve muy poca infancia", decía de aquellos primeros años que transcurrieron entre tertulias, viajes e inseguridad económica. Igual disponían de mucho dinero como no tenían para comprar alimentos básicos. "La cantidad de dinero que debes tener es la que te permita decir no, es la única forma de comprar tu libertad", le decían sus padres.

En 1947, cuando tenía 12 años, se instaló con su madre en España. Para entonces era un adolescente tan tímido que tartamudeaba, pero aprendió a camuflar sus problemas de dicción hablando despacio. Por sí mismo llegó a la conclusión de que, o vencía la timidez y el miedo al mundo, o el mundo le comería a él. A los 16 años, curado de su enfermedad, se lanzó a una vida de aventuras. "En Mallorca me enamoré de una muchacha que se llamaba Magdalena Alomar, hija de diplomático que vivían en El Cairo. Fui a su cumpleaños. No le llevé ningún regalo porque le prometí que algún día le llevaría rosas a El Cairo. Fue de esos amores que ni te besas ni te coges la mano, pero dejan un recuerdo imborrable". Al poco, se enroló en un mercante turco, con el que recorrió el Mediterráneo.

Un "cuentacuentos" en El Cairo

Cuando llegó a El Cairo, se dio cuenta de que había iniciado aquella singladura más para hacer realidad sus sueños infantiles de ver mundo que por Magdalena. En la capital egipcia se convirtió en un "cuentacuentos" que explicaba historias en francés por los cabarets y, sin conocer la ciudad, ejerció de guía turístico. Luego, se fue a Tánger, donde trabajó como fotógrafo de chicas en biquini. Estas fotos para calendarios se enviaban a España por lancha con artículos de estraperlo, como camisas, medias o tabaco rubio americano.

Pasado un tiempo, regresó a España e ingresó en la compañía de su madre donde pasó por todos los puestos técnicos y artísticos: maquinista, electricista, apuntador, escenógrafo, regidor, director... Debutó como actor en 1954 con la obra "Filomena Marturano" y en los siguientes tres años representó hasta 34 títulos. Se inició como director en el teatro Windsor de Barcelona con "El zoo de cristal", de Tennessee Williams, autor al que conocía porque era amigo de su madre. También escribió novelas radiofónicas y, en 1957, estrenó su primera comedia, "Obsesión", que firmó como Luis Peñafiel, seudónimo que correspondía a su tercer nombre y su cuarto apellido.

En 1958, Chicho se fue a Buenos Aires, donde residía su padre, para representar como actor "Ornifle" de Jean Anouilh, y "El amor de los cuatro coroneles", de Peter Ustinov. En la capital argentina empezó a trabajar en televisión, un medio recién nacido que él había visto por primera vez en la ciudad brasileña de Recife.

Boda religiosa con una "miss" argentina


En Argentina escribió y dirigió programas de televisión de todo tipo, consiguiendo éxitos y premios por espacios como "Los Premios Nobel", "Obras maestras del terror", "Cuentos para mayores", "Zarzuelas de ayer y hoy" o "España y su teatro", un ciclo que supuso el debut en televisión de la actriz catalana Margarita Xirgu, gran amiga de la familia y a la que Chicho siempre consideró una figura irrepetible del teatro. En aquellos años, Ibáñez Serrador llegó a tener a su cargo hasta cuatro programas semanales. También entonces conoció a Adriana Gardiazábal, una joven "miss" argentina de la que se enamoró. Tras un cortísimo noviazgo se casaron, pero muy pronto se dieron cuenta de que había sido un error y acabaron divorciándose, en 1961, sin haber tenido hijos.


En 1963, regresó a España y volvió a los escenarios teatrales con "Aprobado en inocencia", comedia que ya había representado en Argentina y que estuvo cuatro años en cartel en el madrileño Teatro Lara. Al año siguiente de su vuelta, entró en TVE, que, en 1963, produjo sus famosas "Historias para no dormir", una espléndida serie de 13 programas que combinaba el terror efectista, el suspense, la ciencia-ficción y las referencias a los clásicos del género en la literatura y el cine. Imaginativos y excelentemente resueltos, fueron el primer gran éxito de Ibáñez. El capítulo "El asfalto", con Narciso Ibáñez Menta, Fiorella Faltoyano y Joaquín Dicenta en los principales papeles, fue uno de los mejores episodios y, en 1967, fue premiado con la Ninfa de Oro del Festival de Montecarlo, certamen en el que "El diablo sobre ruedas", de Steven Spielberg, quedó segundo.


Obsesivo, perfeccionista y adicto al trabajo

A raíz del éxito, Chicho fue nombrado, en 1968, director de Programas para el Exterior de Televisión Española y, en 1969, se estrenó como director de cine con la película "La residencia", protagonizada por Lilli Palmer. "Cuando se estrenó tenía tal incertidumbre que me escondí en un retrete", decía este hombre que se autorretrataba como un obsesivo del perfeccionismo y un adicto al trabajo. "Cuando no trabajo, pienso en hacerlo compulsivamente o empiezo a ponerme malo y a desear meterme en la cama, que es un síntoma de depresión. Soy sensible a estados depresivos, el trabajo me mantiene vivo y, cuando no tengo nada que hacer, me lo busco, porque es como si se acabara el mundo", contaba este barbudo hiperactivo que no dejaba de pensar ni un minuto.

Viajero incansable, Chicho alternó el trabajo con sus viajes: visitó la mayoría de los países europeos, recorrió el norte de Africa, India, Tailandia, Camboya y Birmania. Residió una temporada en Hong Kong, donde hizo un documental para le BBC. Entró en la China comunista y fue testigo, en Saigón, de la guerra de Vietnam. Logró llegar hasta un monasterio en la frontera de Nepal y Tíbet y convivió un tiempo con una congregación de lamas.

A principios de los 70, TVE le encargó a Chicho poner en marcha un concurso inspirándose en uno que había hecho en Argentina, Chicho creó "Un, dos, tres... responda otra vez", uno de los programas de más éxito de la historia de la televisión. Basando su estructura en combinar juegos de preguntas, de habilidad y psicológicos, en enero de 1972 se emitió el primer programa en el que todavía no había un tema central, ni actores, ni prácticamente decorado. Presentado por el peruano Kiko Ledgard, las mejores bazas del programa eran la amenaza de la calabaza, el premio gordo del coche, las minifaldas de las azafatas y Don Cicuta, un personaje contrario a los concursantes que interpretaba Valentín Tornos. En esa primera edición del "Un, dos, tres" se emitieron 83 programas con audiencias de 23 millones de personas.

Dos hijos con una azafata del "Un, dos, tres"

En el ámbito personal, el programa fue importantísimo para Chicho, ya que se enamoró de una de las azafatas (apenas duró un par de semanas como tal), la venezolana Diana Nauta, de 20 años, con la que se casó el 14 de noviembre de 1974 y tuvo dos hijos: Pepita, nacida en 1977, y Alejandro Narciso, que vino al mundo en 1980. 

Antes, en 1976, Chicho estrenó su segunda película, "¿Quién puede matar a un niño?" y volvió con la segunda entrega de "Un, dos, tres", nuevamente con Kiko Ledgard como presentador y en la que destacaba la jovencísima Victoria Abril como azafata. La enorme popularidad del programa fue un trampolín a la fama para muchos de los que participaron en esas primeras dos ediciones y en las que se sucederían en los 22 años que, con intervalos de descanso estaría el programa en antena. Fue el caso de Mayra Gómez Kemp, Bigote Arrocet, Raúl Sénder, las hermanas Hurtado (Las Tacañonas), el Dúo Sacapuntas, Juan Tamarit, Silvia Marsó, Beatriz Carvajal, Lydia Bosch, Miriam Díaz Aroca, Jordi Estadella, Fedra Lorente (La Bombi), Nina, Arévalo o María Casal, entre otros. Durante 1981 y 1982 (año en que también se emitió la segunda edición de "Historias para no dormir"), Chicho hizo "Mis terrores favoritos", programa donde presentaba con maestría películas de suspense.

Fórmula exportada a otras televisiones


Cuando el concurso estrella de TVE (que contaba con un presupuesto semanal de siete u ocho millones de pesetas) iba por su tercera temporada, se empezó a vender el formato a otras televisiones, al tiempo que llovían los premios y se introducían pequeños cambios para renovarlo sin cambiarlo. La última edición del concurso fue en 1993, con Josep María Bachs como presentador. Ese mismo año se supo que Chicho y su mujer llevaban varios años separados. Una separación en la intimidad, de la que pocos sabían, porque Diana acompañaba a su marido a muchos actos públicos. Chicho cenaba en la casa, pero trabajaba y dormía en el estudio, situado en un piso superior del inmueble del domicilio familiar.


En 1988, durante una de las épocas de descanso de "Un, dos, tres", Chicho volvió a triunfar con "Waku Waku", un programa sobre animales cuya primera edición presentó Consuelo García Berlanga y, la segunda, Nuria Roca. En el programa concursaban famosos que donaban sus ganancias a asociaciones y ONG. En 1990, Chicho puso en marcha otro programa que supuso un gran atrevimiento y marcó un hito en la historia de TVE. Presentado por la psicóloga Elena Ochoa, "Hablemos de sexo" se convirtió en el primer programa de información y divulgación sexológica de la cadena pública. El espacio consiguió tal éxito que tuvo su secuela: "Luz roja", también presentado por Elena Ochoa, con la que se rumoreó que Chicho mantenía un idilio. Nada cierto, ya que en el corazón del realizador había entrado una joven farmacéutica 30 años menor que él, Lorena Martínez, con la que se casó en 1993.


Otro de los programas que causó impacto fue "El semáforo", que presentaban Jordi Estadella y Marlene Mourreau y donde cualquier persona podía participar haciendo lo que quisiera con la única condición de someterse al juicio del público. "Resultó un experimento fascinante, desconcertante", decía Chicho de un  programa que fue antesala de otros posteriores donde la gente de a pie se convierte en protagonista.


Un regreso que no tuvo el favor del público


Con algunas incursiones en la radio y el teatro, Chicho volvió al medio televisivo en 2003 con un concurso sobre animales, "Jimanji Kanana", y con "Un, dos tres... a leer esta vez". Pero el éxito no acompañó a este notable conversador, aficionado a los puros habanos y al que no le acababan de gustar los vientos que soplaban en la televisión. Aseguraba que sus hijos "son lo mejor que he hecho en esta vida" y mantuvo una estrecha relación con ellos. Pepa es documentalista en la BBC y Alejandro trabaja como diseñador gráfico.


El 15 de mayo de 2004 fallecía su padre, a los 91 años, tras una larga enfermedad.


Enfadado con TVE por la manera en que dieron carpetazo al fracasado "Un, dos, tres... esta vez a leer", en 2005 la cadena privada Telecinco le pidió la grabación de varias películas de televisión bajo el título Películas para no dormir, para las que Chicho contó con directores como Álex de la Iglesia o Enrique Urbizu entre otros. Sin embargo, la cadena no se decidió a emitirlas hasta 2007, y el espacio fue relegado a las pocas semanas a los canales de TDT del grupo. Anteriormente, las películas habían sido publicadas en un pack de DVD.


Su última creación fue "Memoria de elefante" (2003-2008), un programa presentado por Patricia Pérez y poco conocido por haber sido emitido por la cadena autonómica Castilla-La Mancha TV. Era un concurso de 25 minutos de duración en el que los concursantes aparecían montados en un gran elefante y vestidos al estilo Las mil y una noches, teniendo que asociar imágenes ayudándose de su memoria.


En sus últimos años de vida, Ibáñez Serrador se vio afectado por una enfermedad degenerativa que le hizo perder movilidad, requiriendo de una silla de ruedas para desplazarse. Pese a haber sido una persona locuaz, la enfermedad le había dificultado el habla.


Residía en su casa de Somosaguas, una lujosa urbanización al noroeste de Madrid, donde vivía completamente retirado del trabajo. Seguía disfrutando de la lectura, pero se había refugiado en los textos que ya conocía: “Me gusta lo conocido para encontrar giros que me habían pasado inadvertidos. Estoy en una época decadente”.Las dificultades para moverse también le hacían pasar muchas horas frente al televisor.


Pese a su enfermedad, intentó acudir a los diversos premios y homenajes que se le realizaron. De este modo, en 2009 fue homenajeado en la Seminci de Valladolid, acto al que acudió personalmente, y por el Festival de Cine de Alicante por su contribución en el cine fantástico y de terror. En 2010, fue galardonado por el Ministerio de Cultura con el Premio Nacional de Televisión en reconocimiento a toda su trayectoria. En 2016 reapareció en el programa Late motiv de Andreu Buenafuente para dar una sorpresa al director de cine de terror Juan Antonio Bayona. Un año después, Ibáñez Serrador participó en el programa de TVE Imprescindibles: Historias para recordar, que giraba en torno a su trayectoria. Su último acto público tuvo lugar en febrero de 2019, al recibir el Goya de Honor que otorga la Academia de Cine, pero su estado de salud le impidió acudir a Sevilla, donde se realizaba la ceremonia, realizándose un acto especial en Madrid, que sirvió también como su despedida de la vida pública. 


El 7 de junio de 2019, falleció en un hospital de Madrid a los 83 años. Sus restos mortales descansan en Granada, enterrados junto a los de su madre.