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viernes, 3 de diciembre de 2021

Padre Ángel: Fundador de la ONG Mensajeros de la Paz

 


Ángel García Rodríguez nació el 11 de marzo de 1937, en plena Guerra Civil española, en el barrio de la Rebolleda de la localidad asturiana de Mieres. Sus padres trabajaban en la industria metalúrgica y la minería. Desde su  más tierna infancia sintió una gran admiración por el cura de su pueblo, un hombre que se ocupaba con gran dedicación de las víctimas de la contienda, fueran de un bando o de otro. Con tan sólo 12 años de edad, Ángel ya explicaba a quien quisiera oírle: "Cuando sea mayor voy a ser como el cura de mi pueblo". También influyó mucho en su vocación religiosa la biografía de San Juan Bosco, maestro y apóstol de los chicos descarriados de finales del siglo XIX. Así, desde pequeño, tuvo muy claro que en el futuro se dedicaría a ayudar a los demás. "Recuerdo mi infancia marcada por la escasez de comida y los racionamientos", afirma este sacerdote, al que de pequeño apodaban Gelín. "Me vienen a la mente los mineros que morían en los pozos. Muchos de sus hijos y las viudas eran amigos míos y de mis padres. Aquello era una tragedia... A otros hombres los mataban en el monte o los detenían y los bajaban a mi pueblo. Fue entonces cuando conocí a don Dimas, nuestro cura, que ayudaba a todos, fueran del signo político que fuesen. Era un sacerdote grandón que me impresionó. Y yo quería ser como aquel hombre tan humanitario", recuerda.

Doce años estudiando en el seminario

Años después, Ángel cumplió su deseo y, en el año 1961, fue ordenado sacerdote en Oviedo. Había llegado al seminario con 12 años y allí permaneció otros 12 más: "Cuando estás en un internado y te faltan tus padres aprecias mucho más lo que significa la familia". Con otro sacerdote y compañero seminarista, Ángel Silva, fundó la Asociación Cruz de los Ángeles, una institución de ámbito regional y de carácter asistencial para acoger a niños y jóvenes marginados: "Éramos unos sacerdotes algo imprudentes y muy lanzados, lo que nos trajo muchos problemas con los políticos y algunos obispos de la época. Por mi forma de ser tan 'atrevida', me persiguieron y me echaron de Oviedo. Incluso intentaron lanzarnos al río al arzobispo don Gabino y a mí. A algunos no les gustaba que ayudáramos a los más débiles, a los descarriados y a los inmigrantes. Hubo un momento que hasta me tenía que custodiar la Guardia Civil. La cosa se puso tan dura y peligrosa que tuve que irme a Madrid. Ya habíamos creado algunos hogares infantiles y juveniles por tierras asturianas y llegué a la capital con la idea de extender nuestra presencia por toda España. En el año 1972, cambiamos el nombre de nuestra organización por el de Mensajeros de la paz. Y con el paso del tiempo hemos llegado a estar presentes en 47 países".

En Madrid, el padre Ángel tuvo que "batallar" con las autoridades, las marquesas y las señoronas, como él las llamaba. Iba a rezar el rosario a las casas de esas mujeres ricas con el objetivo de que le dieran dinero para su obra. Dice el protagonista que "cuando uno tiene fe es capaz de cambiar las montañas", pero él mejor que nadie sabe lo difícil que ha sido su camino para lograr sus propósitos.

Ángel tenía una idea preconcebida de los políticos importantes, pero en Madrid se dio cuenta de que "no eran como uno se los imaginaba. Pero tenía que creer en ellos, porque, si no, no hubiera podido hacer todo lo que he hecho, y desde el general Franco a Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar o Zapatero... nunca me dieron un no por respuesta. Los mandos intermedios fueron los que más me complicaron la vida".

El Papa Pablo VI fue el que más defendió al humilde sacerdote. En el Santo Padre encontró uno de sus mayores apoyos en esta "cruzada" suya tan particular. Su relación con Francisco Franco merece un capítulo aparte. "La primera vez que nos vimos me preguntó a qué me dedicaba. Se lo dije y le pedí una ayuda económica. Y me dio 2.000 pesetas. Se las devolví porque era una cantidad ridícula y luego me llamó el gobernador civil para recomendarme que las aceptara, porque, según aquel señor, le había hecho un feo al Caudillo. Me mandó un motorista con el dinero del general y con un mensaje en el que ponía: 'Acéptelas, porque Franco nos puede fusilar a usted y a mí'. Al final, las enmarqué en un cuadro junto al oficio enviado por aquel político". En esa cita con Franco, el dictador derramó unas lágrimas y le confesó al sacerdote: "¿Sabe usted que yo fui un niño parecido a los que usted ayuda?". De los políticos de la democracia, con quien mejor relación tuvo fue con el expresidente Felipe González, con el que asegura que se entendía perfectamente. Pero reconoce que con los otros presidentes también ha mantenido un buen entendimiento. Excepto en una ocasión en la que tuvo un pequeño enfrentamiento con Adolfo Suárez. Ángel, que había visto que alimentaban a los niños granadinos de un orfanato con bellotas, cogió unos puñados de éstas y las envió por correo al entonces presidente del Gobierno y al rey don Juan Carlos, acompañando el envío de un mensaje muy claro: "Alimentar a vuestros hijos con las bellotas que comen esos pobres niños". Y se armó la marimorena. A la Iglesia oficial tampoco le ha gustado que el padre se posicione en cuestiones relativas a los enfermos de sida o la posibilidad de que los curas se casen o que las mujeres puedan ordenarse sacerdotes: "Es que, aunque respeto el voto de obediencia religiosa, no me gusta comulgar con ruedas de molino", comenta.

Llegó un momento en el que el padre Ángel entendió que su organización debía salir al exterior. Los terremotos en El Salvador y en México, en la década de los 80, exigían su presencia. Y decidió llevar ayuda a los damnificados por esas catástrofes. Se crearon, así, los primeros hogares en el extranjero. Después vendría la lucha para liberar a niños esclavos en África o el apoyo a las víctimas de terremotos y desgracias naturales en países como Haití o el sudeste asiático, a los de las guerras en Palestina, Irak... Ángel presume de "tener olfato para estar con los más pobres. Hay algunos que tardan más de un mes para llevar ayudas, mientras que nosotros estamos donde sea a los pocos días de que sucedan las tragedias". Y tiene clarísimo que "hay que creer firmemente en lo que haces".

Haití, una de sus vivencias más duras

El padre Ángel sigue su lucha desigual contra las guerras y los políticos que las defienden. Si hace unos años se mostraba contrario al presidente George Bush y criticaba la intervención armada norteamericana en Irak, hoy hace lo mismo con Obama y la OTAN en Libia. Su mensaje pacifista y conciliador no admite dudas. Pero si tuviera que echar mano de los recuerdos más tristes, su mente se transporta a Haití. "Niños que morían en mis brazos. Es repugnante ver cómo pasa el tiempo y los Gobiernos no hacen nada por esa gente tan pobre. La tienen olvidada y eso me duele en el alma".

Hoy, Mensajeros de la Paz tiene unas 700 casas de acogida por todo el mundo, ayuda a más de 45.000 niños y a más de 10.000 ancianos. "Formamos una gran familia, de muchas razas, colores y religiones, y todos nos llevamos bien. En todos nosotros reina el cariño hacia los demás. Tenemos programas de atención a la infancia, de ayuda a jóvenes y adolescentes, a discapacitados, a niñas embarazadas prematuramente, a enfermos de sida, programas de protección a la mujer, a los mayores... Hemos formado la Asociación Edad Dorada para ancianos, el Teléfono Dorado (900.22.22.23) para aquellos mayores que se encuentran solos... No paramos de trabajar". Es tan atrevido, que le dejó al Papa Juan Pablo II su número de móvil, tras confesarle el Pontífice que también los Papas se sentían muchas veces solos, "pero nunca me llamó".

Premio Príncipe de Asturias de la Concordia

Una vida plagada de reconocimientos, como el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia (1994), el de la Fundación por la Paz, el de Español Universal en 2005 y uno de sus más queridos, el Asturiano Universal ese mismo año. "No presumo de los premios. Cuando tienes cierta edad, que te premien no es lo que más te satisface. Al contrario, un premio, a mí, me encoge. Es como si te dieran un funeral en cuerpo presente. Mi mayor galardón es hacer lo que más me satisface en la vida: ayudar a los demás. No hace mucho, conocí a un niño salvadoreño de 7 años, que ahora está en Madrid tratándose de una enfermedad. Le di un beso y le dije que le quería mucho. Ver que me contestaba 'y yo también a ti, papi', me emocionó profundamente. Es mi mejor premio, el regalo que Dios me ha dado al final de mi vida. Este niño es el hijo que no he tenido nunca. Por otro lado, cumplir 50 años como cura es también un gran premio, por el que solamente tengo que darle gracias a Dios. Me siento gozoso y feliz".

Admirador de Teresa de Calcuta y Vicente Ferrer

Recibe entre 700 y 800 llamadas al día, lleva encima cuatro teléfonos móviles y procura atender a todos los que se ponen en contacto con él. Es forofo del Oviedo, el club de fútbol de su tierra, y en menor medida del Real Madrid, pero tiene poco tiempo para ver a sus equipos en el campo. Admira, como si fueran santos, a la madre Teresa de Calcuta y al padre Vicente Ferrer, y elogia la humanidad de Cantinflas (de él asegura suscribir especialmente la frase que el cómico decía: "Yo no quiero que se acaben los ricos, lo que quiero es que se acaben los pobres") y de tantos personajes anónimos. Y reconoce que si pudiera canonizar a alguien, canonizaría a sus propios padres, "por lo buenas personas que siempre fueron".

Le precede su fortaleza vital, pero hay un triste episodio en su vida, que muy poca gente conoce: hace unos años se encontraba en África y empezó a sentirse mal. Al regresar a Madrid le hicieron un reconocimiento y le descubrieron un cáncer de colon. Su médico le dijo que había que operar inmediatamente, pero él, terco como siempre, pidió que le dejaran asistir a la entrega del Príncipe de Asturias de ese año, porque se había comprometido a ir y no quería faltar al acto. "Al saber que tenía un cáncer se me cayó el mundo encima. Estaba convencido de que me moría. Lloraba sin que me viera nadie y me fui despidiendo de la gente a la que quiero. Lo que más me dolía es que iba a marcharme de este mundo con muchas cosas por hacer. Entré en el quirófano con el convencimiento de que no saldría vivo de la mesa de operaciones. Pero la cosa salió bien y, a los dos días, bajé en pijama a decir misa en la capilla del hospital. Diez días después viajé a Covadonga, a darle las gracias a la Virgen por mantenerme con vida". Tenía entonces 70 años y asegura que, desde entonces, se humanizó más. Hoy, admite que le quedan muchas cosas por hacer, que en su vocabulario no tiene cabida la palabra jubilación y que allí donde haya alguien necesitado, Mensajeros de la Paz tiene trabajo. Y si en algún momento le flaquean las fuerzas, la solución es tan fácil como ésta: "rechino los dientes y miro al cielo".


martes, 3 de agosto de 2021

Pramod Karan Sethi: Médico creador del "pie de Jaipur", la prótesis de los pobres

 


Pramod Karan Sethi nació en 1927 en Varanasi, ciudad del norte de la India. Su padre era un eminente físico, discípulo del premio Nobel R. Radam del que Pramod heredó unas creencias basadas en los ideales de Gandhi, ideales de justicia que el férreo sistema de castas negaba a sus compatriotas. Perteneciente a una familia acomodada que daba mucha importancia a la educación, Sethi contó con recursos económicos para hacer Medicina, estudios que finalizó en Gran Bretaña. Tras doctorarse, volvió a su país donde empezó a trabajar como profesor  de cirugía en el Sawai Mansingh, un gran hospital de la ciudad de Jaipur, conocida entre los indios como "la ciudad de los médicos"

Sethi se convirtió en cirujano ortopédico sin buscarlo, casi por casualidad. Una inspección en el hospital obligó a la institución a crear un departamento de fisioterapia del que le hicieron responsable.

En realidad, el "departamento" era una pequeña habitación, sin apenas recursos, al que llegaban cientos de tullidos y discapacitados. La mayoría lo eran por haber estado enfermos de polio, pero también había amputados por accidentes de tráfico o en trenes, los que habían nacido sin piernas por alguna enfermedad congénita o aquellos a quienes la lepra les arranca alguna de sus extremidades. El denominador común de todas aquellas personas era su discapacidad y su extrema pobreza. "En un hospital público como éste, un taller ortopédico no era considerado una prioridad -explicó en una ocasión Sethi-, pero no tenía sentido seguir operando a mis pacientes de polio si luego no podía llegar a la meta, que era hacerlos caminar de nuevo. Solo se podían conseguir aparatos  protésicos en Bombay, y mis pacientes no tenían medios. Regresaban a sus aldeas y de nuevo adquirían malformaciones o deformidades. Mis operaciones eran un ejercicio de pura futilidad", pero el hospital público no quería destinar fondos a hacerles más fácil la vida a los parias amputados.

Ayudado por un artesano y escultor

Así fue como Sethi, un hombre serio, modesto y muy trabajador, empezó a darle vueltas y más vueltas  a cómo podía ayudar a sus pacientes, demasiado pobres para poder comprar prótesis occidentales. Su encuentro con el artesano y escultor Ramachandra Sharma, que en la década de los años sesenta se convirtió en su ayudante, fue definitivo para que pudiera conseguir su objetivo. Viendo a un hombre arreglar un neumático pinchado, Sharma tuvo la idea de utilizar caucho. El primer diseño fue una prótesis de pie demasiado pesada y rígida, así que decidieron modificarla y utilizar una pieza rígida para los dedos y un caucho esponjoso especial para el talón. Tras muchas pruebas -porque no había ningún trabajo sobre el que se pudieran basar- y momentos de desaliento en los que estuvo a punto de abandonar, en 1969, nació una prótesis a la que llamaron el "pie de Jaipur", en honor a la ciudad. Para entonces, este médico de tez cetrina y pelo prematuramente plateado, ya se había casado y era padre de cuatro hijos, un varón y tres chicas.

Ya perfeccionada, la prótesis estaba hecha a partir de diferentes tipos de goma, madera y aluminio. El invento no se patentó, era fácil de producir y su coste era de solo apenas 4 dólares por pie (poco más de 3 euros) por lo que su uso se extendió por todo el mundo, especialmente en países pobres y con muchos amputados por guerras como Afganistán, Camboya, Irak, Kenia, Bangladesh o Nicaragua, entre otros. En cada uno de esos países, los materiales utilizados se ajustaban a lo que había disponible. Por ejemplo, en Afganistán -la nación con el mayor número de mutilados en el mundo- algunos artesanos han usado restos de artillería y, en Camboya, se emplea la goma de los neumáticos viejos. Extremadamente ligero y pensado para poder utilizarlo sin zapato, "el pie de Jaipur" es una prótesis a prueba de agua y los que la usan pueden llevar una vida totalmente normal: ponerse en posición de cuclillas, correr o montar en bicicleta. "Solo bastaba con bajarse del pedestal y hablar con los amputados para darse cuenta de que hasta entonces habíamos usado una prótesis que correspondía al estilo de vida occidental. Estaba concebida para gente que usa zapatos y los indios pobres, el 90 por ciento de los habitantes de este país usan chanclas o van descalzos y viven en el suelo. Pasan mucho tiempo en cuclillas o con las piernas cruzadas o caminando sobre superficies irregulares. En definitiva, con el pie torcido. La prótesis inglesa estaba diseñada para gente cuyo pie está siempre en ángulo recto, gente que vive en lo que llamo cultura de silla", explicaba Sethi.

Aplaudido en un Congreso Ortopédico

En 1971, Sethi se sintió suficiente seguro de la eficacia de su prótesis para presentarla a un Congreso Internacional Ortopédico, celebrado en Oxford (Gran Bretaña), donde los especialistas quedaron impresionados por la eficacia y durabilidad de la prótesis, que solo tiene el inconveniente de que no puede ser aplicada a las personas amputadas por encima de la rodilla. Costó lo suyo que la Cruz Roja -desbancando las fortísimas presiones de las multinacionales occidentales ortopédicas- incorporara estas prótesis efectivas y baratas a personas amputadas en zonas de conflictos armados.

Después de que Sethi ganara un premio internacional en 1981 por el invento, su relación con Chandra se distanció hasta el extremo de que dejaron de verse. El artesano, que trabaja desde 1972 en una clínica de Jaipur que distribuye gratis cientos de prótesis, aseguró que se sentía engañado por no haber obtenido parte del dinero que correspondía al premio.

Considerado una personalidad en su país

Pramod Karan Sethi fue considerado en su país como una gran personalidad por el servicio prestado a la población más pobre, y su prótesis está disponible en más de 25 países del mundo. Falleció el día 13 de enero de 2008, a la edad de 80 años y sin haber dejado de trabajar, víctima de un ataque cardiaco.


lunes, 5 de julio de 2021

Peter O'Toole: Protagonista del filme "Lawrence de Arabia"

 


Peter Seamus O'Toole nació el 2 de agosto de 1932 en Connemara, County Galway (Irlanda). Fue hijo de Patrick Joseph, orfebre y corredor de apuestas de caballos, y Constance Jane, una enfermera escocesa. Siendo un bebé, sus progenitores viajaron durante unos cinco años por el norte de Inglaterra donde se realizaban las mejores apuestas.

Poco después de iniciarse la II Guerra Mundial fue evacuado a Leeds, donde estuvo durante seis o siete años en un colegio católico de monjas, donde le golpeaban con la regla porque era zurdo: "Aquel lugar era maravilloso, pero las monjas querían que yo hiciera todo con la derecha, no podían soportar que un niño fuera diferente".

De pequeño, soñaba con ser periodista y, tras dejar el colegio a los 14 años, ejerció como tal en el "Yorkshire Evening News". Tiempo después, se enroló en la Royal Navy como telegrafista. De regreso a Leeds, un amigo le animó a que se dedicara a la actuación y se inscribió en la Royal Academy of Dramatic Art, donde coincidió con Richard Harris, Alan Bates y Albert Finney, quien se convirtió en uno de sus amigos íntimos. O'Toole empezó su carrera en los escenarios del Bristol Old Vic Theater, donde se especializó en obras clásicas.

Boda con Sian Phillips, madre de sus dos hijas

Su debut en el prestigioso West End londinense, en 1957 con la comedia "Oh, My Papa", fue tan desastroso que se emborrachó y terminó en los juzgados. En una obra de teatro se enamoró de la actriz Sian Phillips, que se quedó embarazada estando aún casada con otro. Tras lograr un divorcio rápido en México, O'Toole se casó con ella y nació su primera hija, Kate, en 1960. Ese mismo año empezó a hacer pequeños papeles en películas como "Kidnapped", "Los dientes del diablo" y "El robo al banco de Inglaterra", hasta que el director David Lean le dio el papel protagonista de "Lawrence de Arabia", película que se convertiría en uno de los clásicos del séptimo arte. Gracias a este trabajo, el hasta entonces desconocido actor logró su primera nominación al Oscar. No lo ganó, pero se convirtió en una estrella de primera magnitud, cuya intensa mirada azul se hizo tan legendaria como la de Elizabeth Taylor y Paul Newman. O'Toole bordó la interpretación de Thomas Edward Lawrence, quie, en la vida real, había sido uno de los hijos ilegítimos de Sir Thomas Chapman, arqueólogo especializado en el Medio Oriente. Poco antes de la I Guerra Mundial, Lawrence trabajó para una compañía topográfica que, en realidad, era una tapadera del espionaje británico. Tras ser aceptado como consejero militar, se unió al príncipe Faysal -convertido posteriormente en Faysal I de Iraq- y juntos organizaron la sublevación e insurrección de los árabes contra el Imperio turco, aunque sus esfuerzos a favor de la independencia del pueblo árabe no tuvieron fruto. Falleció en 1935 en un accidente de moto tras licenciarse de las Fuerzas Aéreas Reales (RAF).

Burton y Harris, compañeros de juergas

En 1963, Peter O'Toole fue padre de otra niña, Patricia y su carrera cinematográfica avanzaba a toda máquina, ya que obtuvo su segunda nominación a la estatuilla por "Becket" (1964), donde trabajó con Richard Burton, uno de sus compañeros de juergas y borracheras. "El, Richard Harris y yo hacíamos, en público, lo que los demás hacían en privado. Bebíamos y sabíamos lo que era la maría", explicó en una ocasión.

En los años 60 rodó películas tan inolvidables como "Lord Jim" (1965); "Cómo robar un millón y..." (1966) con Audrey Hepburn; "La Biblia" (1966) y "El león en invierno" (1968), junto con Katharine Hepburn, con la que no se llevó muy bien hasta que protagonizaron la siguiente anécdota: "Decía que yo estaba medio loco y tuvimos mala relación hasta que ella dio un puñetazo a un taxista. Eso nos empató y desde entonces fuimos buenos amigos. Era una mujer divina". En 1969, protagonizó "Adiós, míster Chips" y "¿Qué tal Pussycat?", primera aparición cinematográfica de Woody Allen.

En la siguiente década, su carrera empezó a deteriorarse, siendo una excepción el filme "El hombre de la Mancha" (1972), con Sofía Loren, porque estaba más ocupado en emborracharse que en actuar. Protagonizó tantas juergas hasta altas horas de la madrugada que, en una ocasión, salió a tomar una copa en París y se despertó en Córcega. En 1975, estuvo a punto de morir por lo que fue descrito como una "irregularidad abdominal", pero la verdad fue que le tuvieron que extirpar parte del estómago y del intestino a causa de su abuso del alcohol. "No me arrepiento de una sola gota", solía repetir. Su esposa, que tiempo después manifestó que O'Toole "era un ser peligroso y perjudicial", le abandonó por otro hombre tras protagonizar numerosas broncas. El actor jamás volvió a casarse, al parecer porque su moral católica le hacía ver mal el divorcio.

En 1979, protagonizó la escandalosa "Calígula" y, tres años más tarde, conoció a la modelo Karen Brown, con la que convivió durante seis años y con la que tuvo a su tercer hijo, Lorcan, nacido en 1983 y que ha seguido sus pasos profesionales, aunque con menor éxito. La pareja se separó y, tras una agria disputa por la custodia del niño, fue finalmente el actor quien se encargó de criarle. Padre e hijo se lo pasaban muy bien, compartían confidencias en su casa de Hampstead -a las afueras de Londres- y se divertían practicando cricket, deporte favorito de O'Toole.

Oscar honorífico por toda su carrera artística

Poco a poco fue menguando su actividad en el cine. Tenía los ojos tan sensibles que los focos de los estudios y del teatro habían empeorado su visión hasta casi dejarle ciego. Sobre su estado de salud comentaba que "he tenido todas las enfermedades posibles e imaginables, salvo, para mi fortuna, el infarto de miocardio y el cáncer. Físicamente siempre he sido muy vulnerable" y así lo dejó patente en sus últimas apariciones públicas.

Durante el rodaje de "Fantasmas" (1998) se enamoró platónicamente de Rose Mcgowan, quien, años después, saltó a la fama con la serie "Embrujadas". También se comentó que había tenido un breve romance con Ursula Andress. A partir de los años 80, intervino en películas como "Masada" (1981), "El último emperador" (1987), "Los viajes de Gulliver" (1996) y "Troya" (2004). Ni las drogas ni el alcohol habían mermado su memoria y su genio interpretativo y, de hecho, se sabía de memoria los 154 sonetos de Shakespeare, a quien consideraba el escritor más importante del mundo.

Ganó cuatro Globos de Oro, un Emmy, un Bafta y estuvo nominado ocho veces a los Oscar, pero jamás lo obtuvo como mejor intérprete. La Academia intentó hacer justicia otorgándole, en el 2003, una estatuilla honorífica, que, en principio, él rechazó porque creía que aún tenía posibilidad de "ganar esa mierda de premio de forma rotunda, pero mis hijos me convencieron". Hombre amable y discreto, jamás hablaba mal de nadie y dedicaba su ocio a la lectura.

Un retiro sin lágrimas y mucho agradecimiento

En julio del 2012, anunció su retirada a través de un comunicado: "Queridos todos, me ha llegado la hora de tirar la toalla. Me retiro del cine y del teatro. Me he quedado sin aliento y no volveré", añadiendo que "uno debe decidir por sí mismo cuándo es el momento de irse. Me voy de la profesión sin una lágrima y profundamente agradecido". A partir de ese momento no concedió ninguna entrevista y se dedicó a escribir sus memorias. Con todo, no se pudo negar a aceptar un papel en "Catalina de Alejandría"´. Finalmente, un cáncer se llevó al actor, en su casa de Londres, el pasado 14 de diciembre de 2013.


miércoles, 5 de mayo de 2021

Patrick Swayze: Actor y bailarín de los años 80

 


Patrick Wayne Swayze nació el 18 de agosto de 1952 en Houston, Texas (EEUU). Fue el segundo de los cinco hijos del matrimonio de origen irlandés formado por Jessie Swayze, delineante, y Patsy Karnes, coreógrafa y profesora de baile. El ambiente artístico de su progenitora hizo que desde bien pequeño se aficionara a la música, el baile y el deporte, pero con el tiempo, Patrick reveló que su infancia no había sido tan idílica. "Mi madre no tenía piedad, siempre que todos sus hijos fuéramos perfectos. Mamá siempre nos hacía sentir que no valíamos nada y que, si hacíamos algo, debíamos ser los mejores. Tenía mucha rabia contenida porque no era feliz de la manera en que nos había criado", explicó.

Se enamoró de su mujer, Lisa, con solo 19 años

Estudió en cuatro escuelas -St. Rose of Lima Catholic School, Oak Forest Elementary School, Black Middle School y la Waltrip High School- en las que destacó en las disciplinas artísticas y deportivas, especialmente en ballet clásico, patinaje sobre hielo y fútbol. Fue una época difícil porque Patrick tuvo que soportar las pesadas bromas de amigos y vecinos que le tildaban de afeminado por practicar el baile. Aunque atractivo, nunca fue mujeriego y, con solo 19 años, se enamoró de Lisa, una chica de 15 que asistía a las clases de su madre. "Fuimos amigos mucho tiempo antes de llegar a ser amantes. Vivimos y dormimos juntos durante un año antes de que tuviéramos sexo. No fue fácil", explicaba Patrick con respecto a la que ha sido el amor de toda su vida. Una grave lesión de rodilla le obligó a abandonar una carrera como jugador de fútbol americano que se revelaba prometedora. Lejos  de deprimirse, en 1972 decidió dar un cambio radical a su vida y se mudó a Nueva York, la tierra prometida para miles de artistas que buscaban una oportunidad. Allí, Patrick completó su formación como bailarín profesional y empezó a trabajar en el Ballet Joffrey.

Debutó profesionalmente en algunos espectáculos de la Disney y, al poco, en el exitoso musical de Broadway, "Grease". Mientras su carrera avanzaba, el 12 de junio de 1975 se casó con Lisa Niemi, la preciosa chica rubia que ha sido su principal bastión en los peores momentos.

Su debut en la gran pantalla se produjo en 1979 con la película titulada "La fiebre del patín", que pasó sin pena ni gloria. Su gran oportunidad llegó en 1983 de la mano de Francis Ford Coppola con "Rebeldes", el filme que supuso también el descubrimiento de otros actores de la talla de Tom Cruise, Rob Lowe o Matt Dillon. Todo parecía sonreírle a nivel profesional, pero en lo personal estaba hundido en la miseria. Su padre había muerto poco antes del estreno de la película y Patrick empezó a beber desaforadamente. Fueron momentos muy duros para su mujer, que no conseguía convencerle para que pidiera ayuda, hasta que le dio un ultimátum: o ella o la botella. Patrick dejó la bebida y volvió al trabajo. En 1985, protagonizó la serie "Norte y Sur", que narraba la historia de la Guerra de Secesión Americana con un reparto de lujo formado por Elizabeth Taylor, David Carradine o Gene Kelly.

Un matrimonio muy unido que no tuvo hijos

En 1987, contra todo pronóstico, alcanzó la fama internacional gracias a "Dirty Dancing", en la que enamoró a millones de espectadoras de todo el mundo gracias a sus sensuales bailes con la co-protagonista del filme, Jennifer Grey. Para la película, Patrick, que fue nominado a su primer Globo de Oro por su trabajo, compuso y cantó el tema "She's like the wind", que ocupó durante varias semanas el número dos en la lista de "singles" más vendidos. "Aquel éxito fue un gran sueño. No me podía creer lo que estaba pasando porque, después de tantos sacrificios, me llegaba la recompensa", confesaría años más tarde. Fue la primera película que vendió un millón de copias en vídeo.

En el revuelto Hollywood, Patrick y Lisa siempre fueron el matrimonio perfecto al que nunca se vio en crisis. Se adoraban, se apoyaban, se amaban y se respetaban. Pero su unión no se vio bendecida con la llegada de hijos. "Lisa tuvo dos abortos, pero logramos superar aquellos momentos tan duros estando el uno al lado del otro. Luego pensamos en la adopción porque nos encantan los niños, pero no quisimos ser egoístas porque nuestros ritmos de vida eran bastante caóticos y aquello no hubiera sido justo para los pequeños".

"Dirty Dancing" y "Ghost", sus películas más taquilleras

Dispuesto a no encasillarse y pese a que le ofrecieron muchos millones de dólares para protagonizar una segunda parte de "Dirty Dancing", Patrick luchó en 1990 para conseguir el papel protagonista de "Ghost". Pero el director, Jerry Zucker, opinaba que Swayze no era el actor adecuado. Solo después de que Tom Hanks, Tom Cruise, Kevin Bacon, Bruce Willis, Harrison Ford y Alec Baldwin rechazaran el papel, Zucker accedió a que Patrick hiciera una prueba y, finalmente, le dio el papel de Sam Wheat, un alma errante que vuelve del otro mundo para seguir amando a Demi Moore. La película, que catapultó a la fama a esta actriz, fue un auténtico taquillazo y le valió al actor su segunda nominación al Globo de Oro. También lo transformó en un icono hollywoodiense. Al año siguiente, fue elegido por la revista People como el hombre vivo más sexy del mundo. Su tercera y última nominación al Globo le llegó por un papel muy alejado de sus registros habituales, el de "drag queen" en la inusual "A Wong Foo, gracias por todo, Julie Newmar". Esta película, junto con el personaje de surfero en "Le llaman Bodhi" (1991) -al lado de un debutante Keanu Reeves- y el de buen samaritano en "La ciudad de la alegría" (1992), fueron los títulos más relevantes de su carrera en los años 90, que empezó a entrar en declive por un alcoholismo con el que intentaba mitigar la presión que Hollywood ejerce sobre sus estrellas. La muerte de su hermana Vicky por sobredosis en 1994 todavía lo hundió más. Afortunadamente, su mujer consiguió convencerle para que se desintoxicara. El budismo y criar caballos en su rancho de Nuevo México acabaron de ayudarle a dejar la botella.

Una estrella con su nombre en el Paseo de la Fama

Sus actuaciones se hicieron cada vez más esporádicas y Swayze, que tiene su nombre en el Paseo de la Fama de Hollywood, volvió a la actualidad, en enero del 2008, por la noticia de que se le había detectado un cáncer de páncreas que obligó a que le extirparan parte del estómago. Muchos aseguraron que le quedaba poco de vida, pero Patrick contraatacó en una entrevista de la periodista Barbara Walters, a la que aseguró: "Pienso seguir viviendo hasta que se encuentre una cura. Tengo miedo, estoy cabreado, estoy viviendo un infierno, pero pienso seguir viviendo". Decidido a no rendirse, y pese a las sesiones de quimioterapia, Swayze aceptó un papel en la serie de televisión ·The Beast", negándose a tomar calmantes contra el dolor porque creía que afectarían a su trabajo. Veinte meses después del anuncio de su enfermedad, Patrick Swayze murió en la madrugada del 14 de septiembre en su casa de Los Ángeles en compañía de sus seres queridos.