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lunes, 29 de noviembre de 2021

Ian Fleming: Novelista y creador de James Bond

 


Ian Lancaster Fleming nació en Londres el 28 de mayo de 1908. Era el segundo de los cuatro hijos de Evelyn Saint Croix Rose y Valentine Fleming, terrateniente de Oxfordshire, parlamentario e hijo de un banquero escocés. La familia del escritor tenía dinero y gozaba de un gran reconocimiento social, por lo que, cuando el padre de Ian murió en la I Guerra Mundial, el propio Winston Churchill escribió su obituario en "The Times". A punto de cumplir los 9 años, la figura del padre marcó a Ian toda la vida. Su madre, aunque joven, no volvió a casarse para no perder la herencia del marido.

Creció a la sombra de su hermano mayor, Peter

Su infancia estuvo condicionada por su papel de segundón, a la sombra de su "perfecto" hermano mayor, Peter, un excelente estudiante. Ian era todo lo contrario. Expulsado del exclusivo de Eton y de la academia militar de Sandhurst por sus continuos escarceos amorosos, su enérgica madre acabó mandándolo a estudiar a Kitzbuhel, un pequeño pueblo de Austria. Allí, alejado de la presión de tener que ser como su hermano, empezó a destacar por su ingenio y sociabilidad y se preparó, aunque sin éxito, para entrar en el cuerpo diplomático. Aficionado a la escritura de historias cortas y poemas, Ian siguió los pasos de su hermano Peter y se hizo periodista. Por recomendación de su madre, entró en la agencia Reuters, donde, según él, aprendió a "escribir deprisa y, sobre todo, a ser preciso". Impresionó a sus compañeros con sus crónicas sobre un juicio que se celebraba en Rusia. Sin embargo, seguía siendo el hermano de Peter Fleming, periodista de prestigio que recorría el mundo enviando sus reportajes desde los países más exóticos.

Fiestas gastronómicas

Además de no motivarle demasiado el hecho de ser siempre "el otro Fleming", Ian descubrió que el sueldo de periodista no daba para vivir holgadamente. Buscó fortuna en los negocios y comenzó a trabajar en banca. Aquel empleo no le gustaba, pero le permitía costear las fiestas gastronómicas que celebraba en su casa de Ebury Street. Con su grupo de amistades -conocido como Le Cercle-, Fleming apostaba, bebía, comía y amaba con avidez. De esa época data una frase -muy "bondiana"- dicha por una de sus amantes: "Para Ian, las mujeres eran como croquetas de pescado. Le gustaban mucho, pero nunca fingió que hubiera ninguna mística en comérselas".

En 1939, se alistó y obtuvo un empleo en el departamento de Inteligencia Naval para el que comenzó a realizar algunas misiones de poca importancia hasta convertirse en la mano derecha de uno de los mejores espías británicos, el almirante John Godfrey. Desde su cargo, llegó a idear una de las misiones más célebres -aunque nunca se llegó a realizar- de la II Guerra Mundial: la Operación Ruthless, pensada para capturar la máquina "Enigma", que los alemanes usaban para codificar su mensajes.

Su exquisita educación y su simpatía le ayudaron a desempeñar su papel de espía con gran eficacia. Por ejemplo, en 1940, él podía estar cenando en los restaurantes más lujosos y, a la vez, preparar la huida del rey Zog de Albania. Por aquella época, Fleming comenzaba a escribir regularmente. Se trataba de los informes para su departamento, pero, en ellos, ya se notaba un estilo ameno y directo. Incluso llegó a escribir un memorándum sobre cómo sentar las bases del OSS, las futura CIA, trabajó por el que fue recompensado con un revólver grabado en el que ponía "For Special Services".

Un espía invencible, sarcástico y seductor

Como mano derecha del almirante Godfrey, Fleming conoció a personajes como el famoso espía canadiense William Stephenson, en cuya figura se dice que se inspiró para crear a su personaje, James Bond, un agente secreto al servicio de Su Majestad invencible, sarcástico y seductor, conocido en el mundo entero por la combinación numérica 007, que le otorgaba licencia para matar. Le puso ese nombre "breve y poco romántico, pero masculino", copiándolo del de un famoso ornitólogo norteamericano, autor del clásico "Ave de las Indias Occidentales", al que le escribió: "A cambio de usar su nombre puede usted ponerle el mío al pájaro más feo que vea". En la última etapa de la guerra, Fleming dirigió la Unidad de Asalto 30, un grupo de comandos especiales.

En 1945, Ian Fleming viajó a Jamaica para una conferencia naval y se enamoró de la isla. Se prometió que, acabada la guerra, volvería para quedarse. Compró un terreno y diseñó una casa a la que llamó "Goldeneye", en honor a una operación que había ideado durante la guerra y que consistía en bloquear todos los puertos españoles en caso de que Hitler hubiera atacado Gibraltar. Tras la guerra, Fleming aceptó un trabajo en un periódico, pero con la condición de poder pasar el invierno en Jamaica. Durante 6 años, viajó cada invierno a la isla, donde disfrutó de todos los placeres hasta que, en 1952, su vida cambió.

Anne Rothermere, esposa de un vizconde con la que Ian había vivido un intermitente romance durante años, se quedó embarazada y él asumió la responsabilidad de casarse. No había cumplido los 44 años y, mientras esperaba en Jamaica a que el divorcio de Anne se hiciera efectivo, escribió el primer esbozo de "Casino Royale", primera novela de James Bond.

Escribió 14 libros con James Bond

No tuvo problemas para encontrar editor para un libro que fue un éxito arrollador y que, además, ayudó a Fleming a encontrar su vocación y un modo de ganar dinero que le permitía seguir pasando largas temporadas en Jamaica. Durante 12 años, escribió 14 libros de James Bond. De ellos, dos eran un compendio de relatos cortos -"Sólo para tus ojos" y "Octopussy"-, pero también publicó un libro de viajes, uno de terror y uno infantil para su hijo, Casper, que se tituló "Chitty Chitty Bang Bang" y que fue llevado al cine en 1968. Antes, Ian Fleming ya había visto a su personaje más célebre en la pantalla gracias a las adaptaciones de varias de sus aventuras, como "Dr. No", "Desde Rusia con amor" o "Goldfinger", todas ellas interpretadas por Sean Connery, Fleming vio a Roger Moore encanando a James Bond en una modesta adaptación televisiva, pero no llegó a ver la encarnación de otros 007 como Timothy Dalton, Pierce Brosnan o Daniel Craig.

Alcohol, tabaco y comidas copiosas

La intensa vida de Fleming, que incluía alcohol, tabaco y comidas copiosas, minó su salud a finales de los 50. Lejos de cuidarse, el escritor continuó con sus nocivos hábitos mientras, para colmo, su matrimonio se hundía. En 1964, un fortísimo catarro combinado con una pleuresía le dejaron muy débil durante todo el invierno. En verano, su madre falleció, dejándole una pequeña fortuna que ya no necesitaba, pues había conseguido hacerse más rico que sus padres. Los médicos le recomendaron no asistir al funeral, pero él fue, lo que no le hizo ningún bien a su salud. La única manera que el autor encontró de luchar contra la enfermedad fue escribiendo unas curiosas cartas en las que protestaba por su estado, y que, obviamente, no sirvieron de nada. Ian Fleming falleció el 12 de agosto de 1964 a los 56 años. Fue enterrado en Sevenhampton, Inglaterra. Junto a él yacen también su esposa, fallecida en 1981, y su único hijo, Casper, que murió en 1975 por sobredosis de droga.


lunes, 7 de junio de 2021

Isabel Allende: Gran dama de la literatura hispanoamericana

 


Isabel Allende Llona nació el 2 de agosto de 1942 en Lima (Perú), donde su padre, el diplomático chileno Tomás Allende Pesce -primo del presidente Salvador Allende- estaba destinado. De su matrimonio con Francisca Llona Barros "doña Panchita", nacieron dos hijos más: Juan y Francisco. En 1945, su madre se divorció y volvió a Chile con sus tres hijos, instalándose en casa de sus padres, que tendrían una influencia decisiva en la carrera literaria de Isabel. Al poco, Francisca se enamoró de Ramón Huidobro, otro diplomático, al que la escritora consideraría su verdadero padre. No vio nunca más al biológico hasta que, a los 28 años, tuvo que identificar su cuerpo en la morgue.

Expulsada de las monjas ursulinas de Santiago

En la capital de Chile, Isabel estudió en un colegio de monjas ursulinas, del que la expulsaron por montar un concurso de calcetines, aunque, según ella, "fue una excusa; me echaron porque mi madre se había separado de mi padre y mantenía una relación con el hombre que luego sería mi padrastro. Para las monjas, era un escándalo". Cuando murió su abuela espiritista -de la que ella dice que le enseñó a ver la existencia como algo mágico-, su abuelo declaró luto permanente. "Entonces terminaron la música, la alegría, los postres y las flores", escribió en una ocasión. Rebelde y bromista, el día de su Primera Comunión protagonizó una divertida anécdota: "Las monjas me dieron un listado de pecados para que confesara los que había cometido. No me acordaba de los míos y tuve la idea de confesar los más graves pensando que así me perdonarían los menores". Confesó ser adúltera, entre otros pecados de igual rango, y acabó con la boca lavada con jabón. Poco después, la familia se mudó a La Paz (Bolivia) y Líbano, donde estudió en colegios anglosajones. Para entonces ella ya había leído las procacidades del marqués de Sade, el tórrido "El amante de Lady Chaterley" y narraciones de las orgías de Calígula. En 1958, debido a la crisis del canal de Suez, ella y sus hermanos volvieron a Chile y empezó una costumbre que no ha perdido en el curso de los años: escribir cada día una carta a su madre. A los 15 años, conoció a un apuesto ingeniero llamado Miguel Frías, con el que se casó cuando tenía 19 años. En 1963, nació su primera hija, Paula.

El golpe de Pinochet


Diplomada en periodismo, trabajó para las Naciones Unidas en la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en Santiago y, durante 1964 y 1965 vivió en Bruselas y Suiza con su marido y su hija. En 1966, regresó a Chile y nació su segundo hijo, Nicolás. Autora de dos cuentos infantiles, fue redactora en la revista femenina "Paula" y tuvo un programa de entrevistas en la televisión chilena. Aquella vida perfecta se truncó el 11 de septiembre de 1973 con el golpe de estado del general Augusto Pinochet que derrocó a Salvador Allende, que salió muerto (no se sabe si lo mataron o se suicidó) de la Casa de la Moneda. Dos años después , se exilió con su familia en Venezuela, donde trabajó para el diario El Nacional de Caracas y publicó su obra teatral "La casa de de los siete espejos". Separada temporalmente de su marido, en 1978 se instaló en España, pero no se encontró bien en nuestro país porque "en aquel momento yo era una "sudaca", una palabra bien fea que te soltaban a la cara. Era pobre, no tenía dinero, ni trabajo y era difícil que me alquilaran un apartamento con un visado de turista. Me volví porque no lo podía resistir". A lo largo de los 13 años que vivió en Venezuela trabajó como administradora en un colegio y entrevistó a Pablo Neruda, poeta ligado a su infancia, que le aconsejó: "Como periodista eres demasiado imaginativa, te inventas las cosas y las engrandeces de tal manera que resulta difícil reconocerlas. Lo tuyo, niña, es la literatura. Dedícate a ella, te irá mejor". Aquellas palabras y una carta que empezó a escribir a su querido abuelo un 8 de enero de 1981, cuando le dijeron que estaba moribundo, fueron el punto de arranque de "La casa de los espíritus". Aquella primera novela se convirtió en "best-seller", ya que ha vendido más de 13 millones de ejemplares. La historia se llevó al cine con Jeremy Irons, Meryl Streep, Glenn Close y Antonio Banderas como protagonistas. Tras conocer al actor español, Allende explicó con su habitual desparpajo que había tenido con él "sueños eróticos. Una vez soñé que estaba desnudo sobre una tortilla mexicana, le echaba guacamole y salsa y lo enrollaba para comérmelo". Banderas interpretó la versión cinematográfica de "De amor y de sombra", su segunda novela. Una obra que, como todas las que ha escrito después, empezó un 8 de enero, su fecha fetiche.


La terrible experiencia de la muerte de su hija


Tras 25 años de matrimonio, se divorció de Frías, pero al poco, en la presentación de uno de sus libros en California, conoció al abogado americano Willie Gordon, con quien se casó en el verano de 1988. "Nos apoyamos el uno en el otro. He tenido mucha suerte al encontrarlo", ha dicho Isabel, que ha fijado su residencia en una bonita casa en San Rafael, con, con vistas a la bahía de San Francisco. Se separaron en 2015.


Convertida ya en una autora de éxito que viajaba por todo el mundo promocionando sus libros, Allende vivió en diciembre de 1991 una experiencia trágica y devastadora que cambiaría su vida: su hija, Paula, afectada de porfiria (una enfermedad metabólica rara e incurable que afecta al sistema nervioso y se transmite genéticamente), ingresó en un hospital de Madrid con un ataque de delirio, convulsiones y vómitos. La joven cayó en coma y, cuando éste se hizo irreversible y los pronósticos no vaticinaban nada bueno, la escritora se la llevó a su casa de California, donde Paula falleció un año después, el 6 de diciembre de 1992. "Durante su enfermedad empecé a escribir. Fue como una catarsis y, al recopilar lo que había hecho, lo estructuré y dos años después publiqué "Paula", un libro con el que hice las paces con el dolor", explicó sobre uno de sus trabajos más famosos. Al poco tiempo, ella y su marido vivieron el drama de la desaparición de una de las hijas del abogado, Jennifer, después de años enganchada a las drogas, adicción que también han sufrido los otros dos hijos de Gordon. Pese a esas duras pruebas, Allende nunca ha llegado a perder su optimismo y vitalidad: "A todos en la vida nos toca una cuota de desgracias, pero en mi caso ha sido compensada con cosas extraordinarias". Cuatro años después, creó la Fundación Isabel Allende en honor a su hija para apoyar los derechos fundamentales de las mujeres y los niños, ya que Paula había trabajado como voluntaria en comunidades marginales como psicóloga y educadora.


Hasta la fecha ha escrito algunas de las mejores novelas editadas en castellano: "Eva Luna", "Retrato en sepia", "La isla bajo el mar", "Hija de la fortuna", "El cuaderno de Maya"... Autora de 19 libros de los que se han vendido 57 millones de ejemplares y traducidos a 35 idiomas, Allende tiene 12 doctorados internacionales y más de 50 premios, como el Nacional de Literatura de Chile y el Hans Christian  Andersen.


Cirugía estética


Según los críticos, esta mujer coqueta que, dos veces al año se hace tratamientos para quitar arrugas y manchas y que periódicamente pasa por el cirujano plástico, escribe novelas en las que plasma sus propias vivencias personales y familiares, adornadas con detalles fantásticos, sentimentales, políticos o de actualidad. Su éxito radica no tanto en lo que cuenta sino en cómo lo cuenta. A sus 75 años, con la fama y el éxito intactos y rodeada de su clan familiar, al que ella adora, piensa seguir escribiendo ya que "nunca pude pensar con lógica, ni hacer un puzzle, pero si puedo armar toda una historia a partir de la nada".

 


domingo, 11 de abril de 2021

Irena Sendler: El ángel del gueto de Varsovia

 


Irena Sendler nació el 15 de febrero de 1910 en Otworck, localidad al sur de Varsovia (Polonia), capital en la que su familia se instaló cuando ella tenía siete años. Hija única, a esa edad vio morir de tifus a su padre, un médico rural que se había contagiado de la enfermedad por atender a los enfermos pobres, los más afectados por la epidemia de fiebre tifoidea. "Aunque no sepas nadar, si ves a alguien que se ahoga, lánzate al agua a salvarlo", le había dicho su padre poco antes de morir. Educada en la religión católica, a Irena se le quedaron grabadas aquellas palabras, que guiarían su vida.

Estudió enfermería para ayudar a los demás

Llevada por el afán de ayudar a los demás, estudió enfermería. Se casó y fue madre de dos hijos, Adam (ya fallecido) y Janka. Cuando Alemania invadió Polonia en 1939, Irena trabajaba en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia, encargado de gestionar los comedores comunitarios de la ciudad. Allí trabajó incansablemente para aliviar el sufrimiento de miles de personas, tanto judías como católicas. Una de las normas de su padre era no tener en cuenta la religión de la gente a la que ayudaba.

Horrorizada por la miseria del gueto judío

Cuando, en 1940, los nazis crearon el gueto de Varsovia, Irena se quedó horrorizada por las condiciones infrahumanas en que vivían -confinados en apenas 16 manzanas- los 450.000 judíos de la capital polaca. Se dijo a sí misma que tenía que hacer algo y se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos (Zegota), organización clandestina donde tenía el nombre clave de Yolanta. "Conseguí para mí y para mi compañera, Irena Schultz, identificaciones de la oficina sanitaria, una de cuyas tareas la lucha contra las enfermedades contagiosas. Más tarde, logré pases para otras colaboradoras. Como los alemanes invasores tenían miedo de que se desatara una epidemia, toleraban que los polacos controláramos el recinto".

Cuando Irena caminaba por las calles del gueto, llevaba un brazalete con la Estrella de David, emblema que los nazis obligaban a llevar a los judíos. Ella lo hacía por solidaridad y para no llamar la atención sobre sí misma. Consciente del peligro que se avecinaba, empezó por sacar de allí a los niños que quedaban huérfanos, para después empezar a contactar con familias a las que les ofrecía llevarse a sus hijos fuera del gueto para dejarlos a cargo de familias o instituciones católicas que cuidaran de ellos. Como no les podía dar garantías de éxito, muchas madres se negaban a entregar a sus hijos. Irena las entendía perfectamente, pero sabía que aquello sería fatal para los niños. No se equivocaba. Muchas veces, cuando ella o sus colaboradoras visitaban de nuevo a las familias para intentar que cambiaran de opinión se encontraban con que todos habían sido llevados a campos de concentración.

Cestos de basura, sacos de patatas y ataúdes

La labor que llevó a cabo Irena Sendler fue muy peligrosa pero, a lo largo de año y medio, la enfermera consiguió sacar del gueto a más de 2.500 niños. Consciente del peligro que corrían, los sacaba por las vías más insospechadas: bajo las camillas de la ambulancia con la que entraba en el gueto, metidos en sacos, en cestos de basura, en cajas de herramientas, cargamentos de mercancías, sacos de patatas... e incluso en ataúdes. Los más pequeños tenían que ser sedados para evitar llamar la atención de los soldados del III Reich; los más mayores salían por las alcantarillas, por agujeros en los muros o aprovechando una iglesia que quedaba mitad en el gueto y mitad en la zona aria. A los niños se les daba una nueva identidad y los enviaban a monasterios, conventos o familias católicas. El plan era que, luego, se volverían a reunir con su padres. Para eso, Sendler llevó un pormenorizado control del paradero de todos los niños. Ese listado lo metía en un tarro de cristal, que enterraba bajo el manzano de un patio vecino.

Arrestada y torturada por la Gestapo

Arrestada por la Gestapo el 20 de octubre de 1943, Irena fue llevada a la prisión de Pawiak donde la torturaron brutalmente. Soportó la tortura sin traicionar a sus colaboradores ni revelar el destino de los niños, pero la condenaron a muerte. El día de la ejecución, un soldado alemán se la llevó para un "interrogatorio adicional", pero, en realidad, la ayudó a escapar. Al parecer , miembros de Zegota habían pagado un soborno para liberarla. Al día siguiente, se publicó que había sido ejecutada y ella pudo seguir viviendo con una identidad falsa. Al finalizar la guerra, Irena desenterró el bote con los nombres de los niños y se lo entregó personalmente al doctor Adolfo Berman, el primer presidente del Comité de Salvamento de los judíos supervivientes. Lamentablemente, la mayor parte de las familias de los niños habían muerto en los campos de concentración nazis.

En 1965, la organización judía Yad Vashem de Jerusalén le otorgó el título de "Justa entre las naciones" y nombró a la enfermera Ciudadana Honoraria de Israel. En Polonia, sin embargo, su gesta no fue debidamente reconocida, durante el régimen comunista, al que Irena se oponía con igual ferocidad que se había opuesto al nazismo. Polonia e Israel la propusieron en el 2007 como candidata para el Premio Nobel de la Paz, pero ese año el galardón lo ganó el norteamericano Al Gore por su trabajo divulgativo contra el cambio climático. Pero para esta humilde mujer los honores oficiales eran irrelevantes. "Cada niño salvado con mi ayuda y la de todos los emisarios secretos es la justificación de mi existencia sobre esta tierra y no una reivindicación de gloria", escribió Sendler en una carta al Senado de Polonia, donde, en noviembre de 2003, el presidente de la República, Aleksander Kwasniewski, le otorgó la más alta distinción civil de su país: la orden del Águila Blanca. Irena estuvo acompañada en aquel acto por sus familiares y por Elzbieta Ficowska, una de las niñas salvadas.

La historia de Irena Sendler hubiera quedado relegada al olvido si no hubiera sido porque, en 1999, tres estudiantes de un instituto de una pequeña población cerca de Pittsburgh (Kansas), que habían leído una pequeña reseña sobre lo sucedido, no hubieran empezado a investigar con el objetivo de hacer su trabajo de final de curso sobre los héroes del Holocausto.

Película sobre su vida

Cuando dieron con Irena se encontraron con una anciana que llevaba años encadenada a una silla de ruedas a consecuencia de las secuelas físicas que le habían dejado los salvajes interrogatorios de los nazis, pero que tenía la mente muy clara. "Como se plantan las semillas de comida, se plantan las semillas de bondad. Traten de hacer un círculo de bondades y éstas les rodearán y les harán crecer más y más", aseguraba esta anciana cuya biografía -"La madre de los niños del holocausto", de Anna Mieszkwoska- no está traducida al castellano. "Sólo hice lo que tenía que hacer. Tendría que haber salvado a muchos más", se lamentaba siempre Irena que, aquejada de una afección pulmonar, falleció el 12 de mayo de 2008 en Varsovia, a los 98 años de edad.

La vida de esta heroína fue llevada a la pequeña pantalla por la CBS en "The Courageous Heart of Irena Sendler", donde fue interpretada por la ganadora de un Oscar Anna Paquin. Por su trabajo en esta miniserie, la protagonista fue nominada al Globo de Oro como mejor actriz de miniserie o telefilme 2009.