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lunes, 29 de noviembre de 2021

Ian Fleming: Novelista y creador de James Bond

 


Ian Lancaster Fleming nació en Londres el 28 de mayo de 1908. Era el segundo de los cuatro hijos de Evelyn Saint Croix Rose y Valentine Fleming, terrateniente de Oxfordshire, parlamentario e hijo de un banquero escocés. La familia del escritor tenía dinero y gozaba de un gran reconocimiento social, por lo que, cuando el padre de Ian murió en la I Guerra Mundial, el propio Winston Churchill escribió su obituario en "The Times". A punto de cumplir los 9 años, la figura del padre marcó a Ian toda la vida. Su madre, aunque joven, no volvió a casarse para no perder la herencia del marido.

Creció a la sombra de su hermano mayor, Peter

Su infancia estuvo condicionada por su papel de segundón, a la sombra de su "perfecto" hermano mayor, Peter, un excelente estudiante. Ian era todo lo contrario. Expulsado del exclusivo de Eton y de la academia militar de Sandhurst por sus continuos escarceos amorosos, su enérgica madre acabó mandándolo a estudiar a Kitzbuhel, un pequeño pueblo de Austria. Allí, alejado de la presión de tener que ser como su hermano, empezó a destacar por su ingenio y sociabilidad y se preparó, aunque sin éxito, para entrar en el cuerpo diplomático. Aficionado a la escritura de historias cortas y poemas, Ian siguió los pasos de su hermano Peter y se hizo periodista. Por recomendación de su madre, entró en la agencia Reuters, donde, según él, aprendió a "escribir deprisa y, sobre todo, a ser preciso". Impresionó a sus compañeros con sus crónicas sobre un juicio que se celebraba en Rusia. Sin embargo, seguía siendo el hermano de Peter Fleming, periodista de prestigio que recorría el mundo enviando sus reportajes desde los países más exóticos.

Fiestas gastronómicas

Además de no motivarle demasiado el hecho de ser siempre "el otro Fleming", Ian descubrió que el sueldo de periodista no daba para vivir holgadamente. Buscó fortuna en los negocios y comenzó a trabajar en banca. Aquel empleo no le gustaba, pero le permitía costear las fiestas gastronómicas que celebraba en su casa de Ebury Street. Con su grupo de amistades -conocido como Le Cercle-, Fleming apostaba, bebía, comía y amaba con avidez. De esa época data una frase -muy "bondiana"- dicha por una de sus amantes: "Para Ian, las mujeres eran como croquetas de pescado. Le gustaban mucho, pero nunca fingió que hubiera ninguna mística en comérselas".

En 1939, se alistó y obtuvo un empleo en el departamento de Inteligencia Naval para el que comenzó a realizar algunas misiones de poca importancia hasta convertirse en la mano derecha de uno de los mejores espías británicos, el almirante John Godfrey. Desde su cargo, llegó a idear una de las misiones más célebres -aunque nunca se llegó a realizar- de la II Guerra Mundial: la Operación Ruthless, pensada para capturar la máquina "Enigma", que los alemanes usaban para codificar su mensajes.

Su exquisita educación y su simpatía le ayudaron a desempeñar su papel de espía con gran eficacia. Por ejemplo, en 1940, él podía estar cenando en los restaurantes más lujosos y, a la vez, preparar la huida del rey Zog de Albania. Por aquella época, Fleming comenzaba a escribir regularmente. Se trataba de los informes para su departamento, pero, en ellos, ya se notaba un estilo ameno y directo. Incluso llegó a escribir un memorándum sobre cómo sentar las bases del OSS, las futura CIA, trabajó por el que fue recompensado con un revólver grabado en el que ponía "For Special Services".

Un espía invencible, sarcástico y seductor

Como mano derecha del almirante Godfrey, Fleming conoció a personajes como el famoso espía canadiense William Stephenson, en cuya figura se dice que se inspiró para crear a su personaje, James Bond, un agente secreto al servicio de Su Majestad invencible, sarcástico y seductor, conocido en el mundo entero por la combinación numérica 007, que le otorgaba licencia para matar. Le puso ese nombre "breve y poco romántico, pero masculino", copiándolo del de un famoso ornitólogo norteamericano, autor del clásico "Ave de las Indias Occidentales", al que le escribió: "A cambio de usar su nombre puede usted ponerle el mío al pájaro más feo que vea". En la última etapa de la guerra, Fleming dirigió la Unidad de Asalto 30, un grupo de comandos especiales.

En 1945, Ian Fleming viajó a Jamaica para una conferencia naval y se enamoró de la isla. Se prometió que, acabada la guerra, volvería para quedarse. Compró un terreno y diseñó una casa a la que llamó "Goldeneye", en honor a una operación que había ideado durante la guerra y que consistía en bloquear todos los puertos españoles en caso de que Hitler hubiera atacado Gibraltar. Tras la guerra, Fleming aceptó un trabajo en un periódico, pero con la condición de poder pasar el invierno en Jamaica. Durante 6 años, viajó cada invierno a la isla, donde disfrutó de todos los placeres hasta que, en 1952, su vida cambió.

Anne Rothermere, esposa de un vizconde con la que Ian había vivido un intermitente romance durante años, se quedó embarazada y él asumió la responsabilidad de casarse. No había cumplido los 44 años y, mientras esperaba en Jamaica a que el divorcio de Anne se hiciera efectivo, escribió el primer esbozo de "Casino Royale", primera novela de James Bond.

Escribió 14 libros con James Bond

No tuvo problemas para encontrar editor para un libro que fue un éxito arrollador y que, además, ayudó a Fleming a encontrar su vocación y un modo de ganar dinero que le permitía seguir pasando largas temporadas en Jamaica. Durante 12 años, escribió 14 libros de James Bond. De ellos, dos eran un compendio de relatos cortos -"Sólo para tus ojos" y "Octopussy"-, pero también publicó un libro de viajes, uno de terror y uno infantil para su hijo, Casper, que se tituló "Chitty Chitty Bang Bang" y que fue llevado al cine en 1968. Antes, Ian Fleming ya había visto a su personaje más célebre en la pantalla gracias a las adaptaciones de varias de sus aventuras, como "Dr. No", "Desde Rusia con amor" o "Goldfinger", todas ellas interpretadas por Sean Connery, Fleming vio a Roger Moore encanando a James Bond en una modesta adaptación televisiva, pero no llegó a ver la encarnación de otros 007 como Timothy Dalton, Pierce Brosnan o Daniel Craig.

Alcohol, tabaco y comidas copiosas

La intensa vida de Fleming, que incluía alcohol, tabaco y comidas copiosas, minó su salud a finales de los 50. Lejos de cuidarse, el escritor continuó con sus nocivos hábitos mientras, para colmo, su matrimonio se hundía. En 1964, un fortísimo catarro combinado con una pleuresía le dejaron muy débil durante todo el invierno. En verano, su madre falleció, dejándole una pequeña fortuna que ya no necesitaba, pues había conseguido hacerse más rico que sus padres. Los médicos le recomendaron no asistir al funeral, pero él fue, lo que no le hizo ningún bien a su salud. La única manera que el autor encontró de luchar contra la enfermedad fue escribiendo unas curiosas cartas en las que protestaba por su estado, y que, obviamente, no sirvieron de nada. Ian Fleming falleció el 12 de agosto de 1964 a los 56 años. Fue enterrado en Sevenhampton, Inglaterra. Junto a él yacen también su esposa, fallecida en 1981, y su único hijo, Casper, que murió en 1975 por sobredosis de droga.


domingo, 28 de noviembre de 2021

Jan Morris: Primera transexual de la historia

 


James Humprey Morris nació el 2 de octubre de 1926 en Clevedon, en el condado de Somerset (Inglaterra). Fue el cuarto hijo de un galés y una inglesa que educaron a sus hijos en el afecto, el sentido común, el amor a los animales y los buenos modales. Un día, cuando James tenía 3 o 4 años y escuchaba a su madre tocar a Sibelius bajo el piano de casa, "me di cuenta de que había nacido en el cuerpo equivocado, que en realidad debía ser una niña". Aquel primer recuerdo le marcó porque, aunque no lo compartió entonces con nadie, dio inicio a la voluntad que guiaría el resto de su vida: abandonar la masculinidad de su sexo para hacer aflorar la feminidad que sentía como género. Conforme fue creciendo se fue haciendo más solitario y retraído. Sentía que vivía una mentira. "Iba disfrazada: mi realidad femenina, para cuya definición no tenía palabras, se vestía fraudulentamente de hombre". A los 9 años, cantaba en el coro de la Christ Church de la Universidad de Oxford, cuyos majestuosos y antiguos edificios escondían tantos secretos que el suyo propio pasó totalmente desapercibido. James quería desvelar su verdadera identidad, pero las estrictas normas sociales de la época se lo prohibían. Estudió secundaria en el internado de Lancing College de Sussex, donde tuvo sus primeros devaneos con otros alumnos, y descubrió su pasión por el periodismo trabajando en el diario "Bristol's Western Daily News".

Acabados los estudios, ingresó en la prestigiosa academia militar de Sandhurst -allí estudiaron Alfonso XII, Winston Churchill y los príncipes Guillermo y Enrique de Inglaterra, entre otros- y, más tarde, ingresó en el 9º Regimiento Real de Lanceros de la Reina. Se graduó como oficial de Inteligencia y se incorporó al servicio activo a finales de la II Guerra Mundial. Ser militar le permitió descubrir el placer de viajar: estuvo en Oriente Medio, Austria, Malta e Italia, donde conoció la ciudad de Venecia, que influyó intensamente en su vida personal.

Casado con Elisabeth, madre de sus cinco hijos

Entre tanto hombre armado y uniformado, James tuvo la certeza definitiva de que su género era distinto al de sus compañeros y, como después escribiría, se sentía como "una espía en un amable campo enemigo". Pero su paso por la Armada no fue una experiencia traumática. Sus superiores nunca le trataron mal y aprendió técnicas de observación que luego le fueron muy útiles como escritor. Tras permanecer en el ejército hasta 1949, se matriculó en Oxford para cursar Filología inglesa y ejerció como editor de la revista de los estudiantes. Ese mismo año, se casó con Elizabeth Tuckniss, hija de un plantador de té de Ceilán, a la que había conocido cuando, al acabar la guerra, los dos alquilaron habitaciones contiguas en una casa londinense. "No le oculté nada de mi dilema y nuestra empatía fue absoluta", explicó en una ocasión Morris, que tuvo con su esposa cinco hijos -aunque uno de ellos murió a los dos meses-, uno de los cuales es el músico y poeta Twm Morys. A partir de ese momento, Elizabeth se convirtió en su principal apoyo y confidente, ayudándole en los momentos en que el desánimo por tener otro cuerpo hacía mella en él. Su compenetración y su excelente comunicación fueron tan decisivos que llegó a confesar que "el amor me salvó de la autodestrucción y le dio nobleza a mi vida".

Corresponsal en la ascensión al Everest

Por su imaginación y destreza como escritor, el diario "The Times" le designó en 1953 como corresponsal para cubrir la expedición británica de John Hunt en el primer ascenso al Everest. El 29 de mayo de ese mismo año, los escaladores Edmund Hillary y el "sherpa" Tenzing Norgay alcanzaron la cima. A pesar de las duras condiciones climatológicas, James dio una de las grandes exclusivas del siglo XX en vísperas del 2 de junio, fecha de la coronación de la reina Isabel II. Al regresar, Hillary y Tenzing se enteraron de que habían sido nombrados caballeros británicos.

Convertido en uno de los mejores periodistas de la época, James colaboró con "The Guardian", "The New York Times" y la revista "Rolling Stone" y empezó a escribir sus primeros ensayos y novelas de viajes, como "Sultan in Oman", "Coronation Everest" o "Venice", en homenaje a la ciudad de los canales donde vivió durante más de un año parte de su bonita historia de amor con Elizabeth. Ese libro le granjeó la admiración de célebres viajeros como Paul Theroux o Bruce Chatwin. En su calidad de periodista conoció a celebridades tan importantes como el Che Guevara, el actor Laurence Olivier, el cazanazis Simon Wisenthal, el presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy o el dictador etíope Haile Selassie y cubrió acontecimientos históricos como la crisis de Suez o el juicio al dirigente nazi Adolf Eichmann.

A mediados de los 60, dejó el periodismo para dedicarse exclusivamente a la literatura con libros tan genuinos como "The presence of Spain", que relata sus experiencias durante un viaje por España en una furgoneta con su mujer y uno de sus hijos. Si en lo profesional había alcanzado un elevado estatus, a finales de la década decidió reconciliarse consigo mismo y empezó un tratamiento hormonal con el objetivo de realizar el tan ansiado cambio de sexo. El proceso fue duro porque la medicación tenía efectos secundarios desagradables. Mientras se realizaba la transformación interior, empezó a escribir la magnífica trilogía "Pax Británica", un ensayo histórico sobre el auge y la caída del Imperio Británico, que se publicó en 1968, 1973 y 1978.

Operación de cambio de sexo en Casablanca

Antes de operarse, James aseguró sentirse "en tierra de nadie", ya que en ciertos sitios le exigían corbata y en otros que no se pusiera pantalones. Lo más curioso le pasó con un taxista de Fiji cuando le preguntó si era un hombre o una mujer, a lo que Jan respondió: "Soy una madura, respetable y rica viuda inglesa". El taxista puso su mano en la rodilla y añadió: "Hmmm, justo lo que buscaba". En el verano de 1972 viajó a Casablanca y, al conocer al doctor George Burou, afirmó que se sentía como si fuera a visitar a un mago. "Me veía como un personaje de cuento de hadas a punto de ser transformado. ¿De pato a cisne? ¿De sapo a príncipe? Era más mágico que cualquiera de aquellas transformaciones porque iba a pasar de hombre a mujer". La operación de cambio de sexo se hizo clandestinamente y con mucho riesgo, ya que la probabilidad de morir en el quirófano era muy alta. Tras ver que su "parafernalia" (eufemismo referido a sus atributos masculinos) había desaparecido, James, reconvertido en Jan, se sintió la mujer más feliz del mundo porque había dejado de ser un híbrido. Al regresar a Inglaterra tuvo que divorciarse de Elizabeth, ya que la ley impedía los matrimonios de personas del mismo sexo, "pero seguimos amándonos y nunca dejamos de vivir en la misma casa con nuestros hijos". Describió su transición de hombre a mujer en 1974 en "Conundrum" (en España "El enigma"), que fue el primer libro publicado con su nuevo nombre. En décadas posteriores publicó otros títulos tan conocidos como "Destinations", "Among the cities", "Stones of Empire: Buildings of the Raj" o "Hav". Hace algunos años protagonizó una curiosa anécdota con la reina Isabel II. Jan se le acercó en una reunión y le dijo: "¿Recuerda la noticia de la coronación del Everest el día antes de su coronación?"; "Desde luego, ¿por qué lo pregunta?", le replicó la reina, y la escritora, que en 1999 recibió la Orden del Imperio Británico, le contestó: "Bueno, yo fui quien dio la exclusiva", quedándose la soberana estupefacta ante aquella venerable anciana.

Segunda y definitiva boda con su mujer

Considerada como una de las mejores escritoras de viajes de la historia de la literatura inglesa, casi seis décadas después de su primera boda, Jan y Elizabeth volvieron a casarse en una ceremonia íntima en Pwllheli (Gales) tras la aprobación de las uniones homosexuales. Ese 14 de mayo del 2008 fue un día muy especial porque "por fin estamos juntas otra vez de manera oficial", afirmó Elizabeth. Jan, tan enamorada como el primer día confesó: "Cuando muramos, nos gustaría que nos enterraran cerca de la casa en la que vivimos con el epitafio: 'Aquí hay dos amigas, al final de una vida juntas".

sábado, 27 de noviembre de 2021

Hans Christian Andersen: Escritor de cuentos

 


Hans Christian Andersen nació a la una de la madrugada del 2 de abril de 1805 en un barrio marginal de Odense (Dinamarca). Su padre era zapatero y tenía, según explicaría después su hijo, una "imaginación verdaderamente poética". Su madre era una lavandera analfabeta que sabía mucho sobre el folclore danés. Al poco de dar a luz, la mujer consultó con una adivina sobre el futuro del recién nacido. "Algún día, Odense será iluminada por él", le dijo la mujer, en una profecía que aventuraba una gran fama. Quizás por aquella buenaventura, su madre siempre tuvo una gran fe en el talento del que sería su único hijo.

Un niño feo, solitario y muy acomplejado

En su autobiografía, que titularía "El cuento de hadas de mi vida", Andersen explicó que en su infancia leyó muchísimo. Imitaba a su padre, que devoraba todo lo que caía en sus manos. Los libros eran sus únicos amigos. Nunca jugaba con otros niños, por los que se sentía rechazado a causa de su gran fealdad. De carácter hipersensible, el rechazo y la miseria en que vivía marcaron los primeros años de aquel niño aquejado de unos terrores patológicos que le producían ataques de histeria con convulsiones tan violentas que un médico diagnosticó que sufría epilepsia. Al igual que su patito feo, Hans Christian era un chico desgarbado, de enorme nariz, movimientos torpes y algo afeminados del que los niños del barrio se burlaban.

Las cosas empeoraron cuando a los 11 años, murió su padre y tuvo que ponerse a trabajar. Primero lo hizo como ayudante de sastre y después en una fábrica de cigarros. Tres años después, decidió irse a Copenhague. Tenía el propósito de probar suerte en el teatro. Se enroló en el Royal Theatre, donde destacó por su hermosa voz de soprano, pero aquel brevísimo período de gloria le duró hasta que su voz cambió. Lo intentó también como bailarín, declamador y titiritero, pero no tuvo suerte. En esa época escribió obras para el Royal Theatre, así como poemas y relatos cortos que le publicaban en periódicos y revistas. En 1829, cuando tenía 24 años, Hans Christian Andersen ya había pasado por la Universidad de Copenhague y era un dramaturgo reconocido y poeta notable. Le ayudó su excelente amistad con Jonas Collin, uno de los directores del Royal, que percibió su talento literario y le respaldó siempre en sus estudios, tratándole como si fuera un hijo muy querido.

Dos grandes decepciones amorosas

Para entonces, Andersen ya había sufrido dos decepciones amorosas que marcarían el resto de su vida. Edvard Collin -hijo de su protector y del que parece ser que Hans se enamoró y con el que mantuvo una relación muy ambigua por ambas partes- le hizo saber por escrito que la amistad entre los dos era imposible porque pertenecían a clases sociales muy diferentes. "Hablarme de tú contigo me molesta tanto como cuando alguien araña la superficie de un cristal", le dijo Edvard en una mortífera carta. Después de Collin, Andersen se prendó de Riborg, hermana de su amigo Cristian Voigt. Enormemente enamoradizo, al escritor le bastó con ver pasar fugazmente a la joven por la casa de su amigo para entregarle su corazón. La relación entre Hans y Riborg, como pasaría en casi todas las relaciones del escritor danés, se centró en un apasionado intercambio de cartas y promesas. Nunca llegaron al contacto físico. Se sabe que la joven esperaba ansiosamente el momento (que nunca llegó) en que Hans la raptase porque estaba prometida a un boticario al que no amaba, pero con el que acabó casándose. Según sus biógrafos, Hans Christian Andersen nunca tuvo relaciones sexuales con nadie (hombre o mujer), pero, por su diario, se sabe que practicaba con profusión el sexo individual.

Primer volumen de cuentos para niños

A los 28 años recibió una beca y viajó a Alemania e Italia. A su vuelta, escribió la novela "El improvisador", donde abordaba su tema recurrente de un niño pobre que intenta integrarse en la sociedad. Aquel primer libro le hizo muy popular entre los lectores. En 1836, un año después, publicó una segunda novela, "Sólo un violinista", que tuvo una acogida menos entusiasta, pero engrosó su popularidad. Ese mismo año, publicó su primer volumen de "Cuentos contados para niños", en el que se incluían algunos de los más conocidos: "El patito feo", "La sirenita", "La reina de las nieves"... Estos primeros relatos tuvieron una excelente acogida. Así las cosas, la vida del escritor transcurría entre sus obras, sus viajes por Europa (visitó España en una ocasión) y una serie de incursiones a burdeles en los que nunca llegaba a consumar un acto sexual, pero que le servían de material para sus prácticas onanistas, recogidas con cruces en su diario, donde llegó a anotar: "Mi nombre empieza gradualmente a brillar, y ésa es mi única razón para vivir". En sus numerosos viajes llevaba siempre una larga cuerda por si el hotel en el que dormía se incendiaba y había que escapar descolgándose por la ventana. Nervioso y agobiado, en sus desplazamientos por otros países siempre tenía miedo de que le robaran, motivo por el cual era capaz de meter todo tipo de objetos en sus botas (reloj, navajas, cartas o papeles diversos). Una práctica que le ocasionaba dolorosas ampollas y callos.

Amigo de nobles y personajes famosos

En 1840, se enamoró de la soprano sueca Jenny Lind, una diva que triunfaba en París y Nueva York, y que le dio esperanzas de corresponderle, permitiendo que la persiguiera por los escenarios europeos, hasta que se casó con el pianista alemán Otto Goldschmidt.

Tras convertirse en un escritor famoso, Andersen conoció a grandes personajes de su tiempo, como los músicos Mendelssohn y Wagner, los escritores franceses Víctor Hugo, Balzac o Alejandro Dumas o el novelista inglés Charles Dickens, uno de los mayores admiradores de la obra del danés. La amistad con el autor de "Oliver Twist" fue muy positiva para Andersen y le ayudó a ser más realista como escritor y moderar su natural tendencia a la fantasía. En un viaje a Berlín conoció a los hermanos Grimm, otros famosos creadores de cuentos infantiles. La celebridad le permitió codearse con los nobles de su época. Con uno de ellos, Carl Alexander von Sac, Gran Duque de Weimar, mantuvo una tórrida amistad que le llevó a anotar en su diario que se besaban y se cogían de la mano. El joven bailarín Harald Scharff fue el protagonista del último fiasco sentimental de Andersen cuando el escritor tenía 55 años. Esta relación fue especialmente difícil por la diferencia de edad. En su diario, bajo dos cruces, Andersen escribió, refiriéndose al bailarín: "Lo deseo todo el día". Pero tampoco en aquella ocasión se consumó el amor.

Personajes humildes, desheredado y tristes

De los 168 cuentos que publicó y que han sido traducidos a más de cien lenguas, sólo una docena estuvieron basados en historias conocidas. El resto fueron ideas originales en las que los protagonistas eran seres humildes, desheredados o arrinconados. Seres sensibles, diferentes y excluidos del mundo, como en el caso de "El valiente soldadito de plomo" o "La pequeña cerillera". Un fiel reflejo de lo que fue su propia vida. En cuentos como "La princesa y el guisante", "El nuevo traje del emperador", "Los cisnes salvajes", "La reina de las nieves"... están muy presentes la miseria, la tristeza y la muerte. Andersen creía que había que educar a los niños para que convivieran con sentimientos y situaciones que son parte de la vida. A veces, sin embargo, sus editores alteraron algunos de sus cuentos para hacerlos políticamente correctos.

Hans Christian Andersen murió el 4 de agosto de 1875 a consecuencia de un cáncer de hígado. Tenía 70 años y murió solo, en su cama de Villa Melchior's, en la localidad danesa de Rolighed. Debajo de sus ropas se encontró, colgada del cuello, una bolsita de piel en la que el escritor guardó, durante casi 40 años, la última carta que le había escrito su amada Rigorb Voight.

jueves, 25 de noviembre de 2021

Eduard Punset: Escritor y divulgador científico

 


Eduard Punset Casals nació el 9 de noviembre de 1936 en Barcelona. Fue uno de los cuatro hijos de un médico rural que, cuando él tenía unos 3 años, se instaló con su familia en el pueblo de Vilella Baixa, en la comarca tarraconense del Priorat. Sus primeros años en esas tierras le marcaron profundamente. "En casa no había muchos besos ni demasiado contacto, pero tuve una infancia muy feliz. Recuerdo cómo trillaban los agricultores, las meriendas, los paseos por el pueblo, los atardeceres... Aprendí a vendimiar, a domesticar lechuzas y gorriones, hablaba con las perdices, me entendía con los roedores del campo y buscaba intestinos de oveja para alimentar a mis lechuzas. Fue una época muy dura porque vivimos la posguerra, pero, gracias a los animales, aprendí qué era la inteligencia emocional", ha explicado en alguna ocasión. Eduard fue un niño muy curioso, dado a hacer preguntas y que se fijaba en la conducta de la gente. Con apenas 8 años le gustaba acompañar a su padre, en las tardes del sábado, en las visitas que el médico hacía al manicomio de VilaSeca-Salou. Precisamente a esta localidad se mudaron cuando él tenía 11 años y allí vio por primera vez el mar. Emocionado con el descubrimiento, no se lo pensó dos veces a la hora de coger una barca y salir a navegar con uno de sus hermanos, lo que disparó las alarmas. "Estábamos tan alucinados con la experiencia que, al ver una barca cerca de nosotros, les saludamos entusiasmados pero, cuando se acercó, vimos que era de la guardia civil. Mi padre me dio unas buenas bofetadas", ha recordado de aquel episodio. También le dejó una fuerte impronta su paso por el colegio de salesianos de Tarragona, donde tenía que ir cada día a misa antes de empezar las clases.

Hizo bachillerato en Estados Unidos

Su padre le envió a estudiar a Madrid y, poco después, obtuvo una beca para hacer bachillerato en Estados Unidos, concretamente en el North Hollywood High School de Los Ángeles. Su experiencia americana fue muy agradable. "En España había mucha represión y allí conocí la auténtica libertad. En la biblioteca leí muchos libros sobre feminismo y contra la xenofobia". También quedó impactado por las camisas de colores, las primeras neveras que veía en su vida y los helados.

A mediados de los 50, volvió a Madrid para cursar la carrera de Derecho en la Universidad Complutense, al tiempo que se afilió al entonces ilegal Partido Comunista, en el que coincidió con Jorge Semprún. Esta militancia clandestina le llevó a pasar miedo muchas veces. Un temor justificado, porque al caer en manos de la policía de entonces no era ninguna tontería. En una ocasión estuvo a punto de ser detenido, pero se libró gracias a llevar encima el pasaporte, que le permitió huir. Desde entonces, siempre lleva ese documento encima.

Casado con la hija de unos psiquiatras

Así fue como se fue a Burdeos (Francia), donde encontró trabajo como "au pair" de un matrimonio de psiquiatras apellidados Bannel, cuya hija mayor se convertiría en su esposa y madre de sus tres hijas: Elsa (escritora y pedagoga de las emociones), Carolina (abogada penalista, especialista en cooperación al desarrollo y concejala de urbanismo en la localidad alicantina de Altea) y Nadia, quienes, a su vez, le han dado cuatro nietas.

Al poco de casarse, Punset y su mujer se marcharon a París, donde él estudió en la Escuela Práctica de Altos Estudios. Después, vivieron en Ginebra (Suiza) y, más tarde, se instalaron en Londres, donde obtuvo un máster en Ciencias Económicas. En 1966, gracias a la mediación de Alberto Oliart, entonces consejero delegado de Renfe, pudo volver a Madrid y cumplir el servicio militar como cabo segundo de Infantería de Marina.

De regreso a Londres, entre 1967 y 1969 fue redactor económico de la BBC y director de la edición para América Latina del semanario "The Economist".

Político durante la Transición española

Después de la muerte del general Franco, fallecido el 20 de noviembre de 1975, Punset volvió a España y entró en la política de la mano de Centristes de Catalunya-UCD, partido por el que fue elegido Conseller de Economía de la Generalitat preautonómica de Catalunya el 19 de octubre de 1978, tras la vuelta del president catalán  Josep Tarradellas. Un año antes, ya había sido Secretario General Técnico del Gobierno de Adolfo Suárez  salido de las primeras elecciones democráticas. El 9 de septiembre del 1980, fue nombrado Ministro de Relaciones para las Comunidades Europeas, puesto que desempeñó hasta el 27 de febrero de 1981.

Tras abandonar la UCD, se presentó como independiente en la candidatura de Convergència i Unió a las elecciones generales, en las que obtuvo un escaño, que abandonó un año después. En 1985, se sumó al partido de Adolfo Suárez, el Centro Democrático y  Social (CDS), en cuyas listas fue elegido eurodiputado en 1987 y 1989, permaneciendo en el Parlamento europeo hasta

1994. Los últimos tres años estuvo como independiente, porque en 1991 se había dado de baja del CDS tras la dimisión de Suárez. Ese mismo año 1991 había creado un nuevo partido, al que llamó Foro y con el que se presentó a las elecciones europeas de 1994. No logró ningún escaño, disolvió el partido en 1995 y dejó la política.

Autor de diversos libros sobre análisis económico, en 1996 los directivos de TVE le pidieron que hiciera un programa de economía, pero él estaba más interesado en hacer uno de ciencia. "Cuando les propuse el nombre de 'Redes', me dijeron que la gente lo confundiría con un programa de pesca. Me costó convencerles de que no había un nombre más apropiado para un programa que buscaba reflejar la inevitable fusión del conocimiento, en lugar de su especialización, a nivel planetario", explica Punset en su página web sobre el espacio que dirige y presenta con notable éxito, demostrando que hablar de ciencia puede ser algo entretenido. Excelente divulgador de temas tan variados y difíciles como el funcionamiento del cerebro, la esperanza de vida, los enigmas de las emociones o la nanotecnología, Punset es también autor de libros sobre estas temáticas, como "El viaje al poder de la mente", "El viaje al amor" o "Excusas para no pensar", de los que ha vendido más de un millón de ejemplares y que le han valido 992.000 seguidores en la red social Facebook. "La gente es infeliz porque se niega a cambiar", asegura este hombre, que también postula: "Sé bondadoso con la gente cuando subas porque los encontrarás a todos cuando bajes".

Además, ha sido colaborador en el programa de Andreu Buenafuente en La Sexta y es director de la revista "Redes para la Ciencia", presidente de la productora audiovisual Smartplanet, profesor de Ciencia, Tecnología y Sociedad en la Universidad Ramón Llull, miembro de los consejos de administración de Sol Meliá y Telvent y ha publicitado un conocido pan de molde.

Cáncer de pulmón

A finales del 2007 le detectaron un cáncer de pulmón que superó tras una operación y quimioterapia. En aquellos momentos en los que se sintió un poco desamparado, le ayudó recordar una de las frases del premio Nobel de Física Heinrich Rohrer, que asegura que "la diferencia entre la vida y la muerte es más difusa de lo que se cree". Dejó su masía ampurdanesa de Fonteta y se instaló en un apartamento con vistas al mar en Pineda de Mar (Barcelona), donde este hombre directo, enérgico y buen conversador, que contaba en su haber con numerosos premios, vivía rodeado de sus libros favoritos y ponía a punto sus ideas. Satisfecho con la vida que llevaba, Punset falleció el 22 de mayo de 2019, a causa del cáncer, a los 82 años.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Dan Brown: Escritor contemporáneo que ha batido todos los récords de ventas

 


Dan Brown llegó al mundo el 22 de junio de 1964 en Exeter (New Hampshire, Estados Unidos). Nacido en el seno de una familia episcopaliana, fue el mayor de los tres hijos que tuvieron Richard G. Brown, escritor y profesor de matemáticas, y Constance, compositora de música sacra que tocaba el órgano en la iglesia. El trabajo de su padre motivó que toda la familia fijara su residencia en el campus de la Universidad de Exeter, donde Dan estudió hasta los 14 años. De pequeño se interesó por los puzles, anagramas y crucigramas y descubrió su pasión por los códigos secretos a raíz de que su padre les montara a él y a sus hermanos -Valery y Gregory- acertijos y juegos de pistas para encontrar los regalos navideños y de cumpleaños.

Aquellos pasatiempos se convirtieron en la semilla del éxito que, años después, obtendría con la literatura, pero antes de dedicarse a ello sus inquietudes irían por otros derroteros. Tras estudiar en la Phillips Exeter Academy, se matriculó en Literatura en la Universidad de Amherst, fue miembro de la hermandad Psi Upsilon, jugaba al squash, cantaba en el club Amherst Glee y asistió a las clases de escritura que impartía el novelista Alan Lelchuk.

Estudiante en Sevilla


En 1985, abandonó temporalmente la universidad y se trasladó a Sevilla, en cuya universidad asistió durante un año como oyente a clases de Historia del Arte. En la capital hispalense aprendió a bailar sevillanas, se apasionó por las tapas y se quedó asombrado por la gran opresión religiosa que se vivía. "Nunca antes había experimentado nada parecido. Los hijos de la familia con la que residí luchaban por encontrar un equilibrio entre el mundo moderno y la antigua estructura de poder de la Iglesia en sus vidas. Los padres creían que la Iglesia tenía que dirigir sus vidas y los hijos sentían que eso era el viejo mundo y querían vivir el nuevo. De ahí que siempre existieran fricciones", afirma el autor, que utilizó aquella experiencia en su novela "La fortaleza digital".


Después de su regreso a Estados Unidos, se licenció en 1986 y, tras un tiempo como profesor de Inglés, se decantó por la música. Empezó a mezclar efectos sonoros con aparatos electrónicos, fundó su propio sello discográfico llamado Dalliance y editó "Perspective", un disco para niños en el que se imitaba los sonidos de los animales de la selva. Todas sus ilusiones se fueron al traste debido al escaso éxito de ventas, así que hizo las maletas y en 1991, se marchó a Hollywood para intentar triunfar como letrista y pianista.


Se enamoró de una mujer mayor que él


Pero las cosas no salieron como él pensaba y acabó dando clases en la Beverly Hills Preparatory School y colaborando en la Academia Nacional de Compositores, asociación que ayuda a músicos jóvenes. Allí conoció a Blythe Newton, una pintora e historiadora de arte 12 años mayor que él, con la que desde el primer momento hubo una excelente relación que se transformó en amor. Blythe le ayudó en su carrera musical montando eventos promocionales y poniéndole en contacto con personas de la industria. Editó varios discos, entre ellos "Angels & Demons" y "Dan Brown", que pasaron sin pena ni gloria. En 1993, regresó a New Hampshire acompañado de Blythe y empezó a trabajar como profesor de Literatura Inglesa al mismo tiempo que daba clases de español para niños. Todo cambió durante unas vacaciones en Tahití cuando Dan leyó la novela de Sydney Sheldon "La conspiración del juicio final". "Fue una revelación porque hasta ese momento, sólo había leído a clásicos como Shakespeare o Dostoyevsky. Ahí me di cuenta de que quería ser escritor", explicaría años más tarde. En 1997, se casó con Blythe, con la que no ha tenido hijos, y juntos escribieron bajo el seudónimo Danielle Brown un libro humorístico titulado "187 hombres a los que evitar; guía para las mujeres frustradas románticamente". Pero fue en una de sus clases cuando se dio cuenta del rumbo que iba a tomar su vida. Uno de sus alumnos fue investigado por la inteligencia estadounidense al interceptar uno de sus correos electrónicos, en el que decía que le gustaría matar a Bill Clinton. La información que Brown obtuvo sobre cómo la Agencia Nacional de Seguridad había actuado le sirvió para escribir "Fortaleza digital", su primera novela llena de acción y códigos y ambientada parcialmente en la Sevilla que había conocido en su juventud. Poco después escribió "Ángeles y demonios" y "La conspiración", donde ya aparecía el profesor de simbología Robert Langdon, inspirado en el Indiana Jones buscador de secretos y cosas perdidas. Con sus tres primeras obras sólo había conseguido vender 10.000 ejemplares, por lo que se puso a promocionarlas él mismo.


Jesucristo, un hombre casado y con hijos


Decepcionado, pero no vencido, Dan Brown se puso a escribir "El código Da Vinci" (2003), que de la noche a la mañana, se convirtió en un éxito de ventas en todo el mundo así como en uno de los mayores escándalos. El argumento del libro consiste en la teoría de que el cristianismo habría vivido conscientemente una mentira fraguada por la Iglesia católica durante los últimos dos milenios al encubrir la verdadera historia de Jesucristo y su matrimonio con María Magdalena, con la que habría tenido descendencia. Pese a la polémica, o quizás por ella, vendió 81 millones de ejemplares, la obra se tradujo a 44 idiomas y la adaptación cinematográfica interpretada por Tom Hanks y Audrey Tatou, recaudó casi 500 millones de euros. Dan se embolsó algo más de 160 millones de euros en concepto de ventas y royalties. "A pesar del éxito, mi vida no ha variado. Llevo una existencia sencilla, tengo un coche muy normalito, sigo haciendo las cosas de siempre y mi privacidad no se ha resentido. Sin embargo, la fama atrae cosas negativas, te conviertes en el centro de la diana, todo el mundo critica lo que haces y no sabes cuándo alguien se te acerca por lo que eres o por lo que tienes", asegura este escritor que es tan amado por el público como denostado por los críticos literarios. Críticas negativas que no inmutan a Brown, que sigue imperturbable con su rutina a la hora de crear: se levanta a las 4 de la mañana para escribir los siete días de la semana durante ocho horas al día, si bien en vacaciones reduce la jornada a tres o cuatro horas. Tiene un reloj de arena que le marca los descansos que aprovecha para jugar al tenis, hacer abdominales y charlar con su esposa y, si durante el proceso creativo se bloquea, se cuelga boca abajo del techo con unas botas especiales en lo que él llama "terapia de inversión".


Absuelto de una demanda de plagio


En marzo del 2006, un tribunal británico le absolvió de la demanda de plagio interpuesta por los investigadores Michael Baigent y Richard Leigh, dos de los tres autores de la obra "La sangre sagrada y el Santo Grial", publicada en 1982, que denunciaban que el célebre escritor les había copiado su argumento para escribir "El código Da Vinci".


Después de seis años sin publicar, Brown sacó al mercado su trabajo titulado "El símbolo perdido", del que vendió un millón de ejemplares en su primer día a la venta en Estados Unidos, Canadá e Inglaterra y que, en España, ha llegado a las librerías con una tirada récord de un millón  y medio de copias. Su novela retoma el personaje del profesor de simbología Robert Langdon y la trama transcurre en Washington con un trasfondo de masonería, rituales religiosos y alguna que otra muerte, que mantendrán en ascuas al lector. "Esta ciudad es el inicio de América, carece de una historia antigua, pero para nosotros es el corazón de la tradición y para los europeos será un shock lo que descubrirán". 


En el 2013 publica "Inferno" y, en el 2017, su última novela hasta el momento, titulada "Origen".





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miércoles, 7 de julio de 2021

Marqués de Sade: Escritor y filósofo francés

 


Donatien Alphonse François de Sade nació el 2 de junio de 1740. Fue el único hijo del matrimonio formado por Jean-Baptiste François Joseph de Sade, descendiente de una de las familias aristocráticas más antiguas de Francia, y de Marie Eleonore de Maille de Carman, también noble y emparentada con la dinastía Borbón. Vino al mundo en el palacio de los príncipes de Condé, en París, donde pasó los primeros años de su vida, ya que su madre era dama de compañía de la princesa. Tarea que dejó cuando el pequeño tenía 4 años para acompañar a su esposo en sus viajes diplomáticos, por lo que Donatien quedó a cargo de su abuela paterna en la Provenza. Por indicación de su progenitor, la educación del niño recayó en los monjes del monasterio benedictino de Saint-Léger d'Ebreuil, donde fue su tutor el abad Amblet. La figura de este religioso fue clave en la vida de Donatien. En 1750, el abad lo acompañó a París, ciudad en la que el menor se instaló con su padre después de que su madre decidiera ingresar en un convento. En la capital francesa, prosiguió su formación en el colegio jesuita Louis-le-Grand. Enseguida mostró gran interés por la lectura, el teatro y la pintura. El niño tenía gran facilidad para los idiomas y aprendió italiano y alemán.

Con 14 años, ingresó en la academia militar y, a los 16, entró en batalla, participando en varias batallas. Su valentía en el campo de batalla hizo que lo trasladaran al frente de Prusia. Gracias a su carrera militar, Donatien pudo viajar por toda Europa llegando hasta Constantinopla. En 1763, año del fin de la Guerra de los Siete Años, el joven regresó a París, donde su padre negoció su boda con Renèe-Pelagie Cordier de Launay de Montreuil, hija de una familia noble con gran influencia en la Corte. El joven accedió al matrimonio, que se formalizó el 17 de mayo de 1763 en la iglesia de Saint-Roch de París.

Arrestado y encarcelado por actos de libertinaje

Tras la boda, los Sade se instalaron en Normandía, en el castillo de Echauffour, propiedad de la familia de Renèe-Pelagie. Cinco meses después, Donatien realizó un viaje a París en el que acabó siendo arrestado por actos de libertinaje y pasó dos semanas en prisión. Meses después, se instaló con su esposa en la capital francesa, donde dirigió un teatro y actuó en varias obras. El joven recurrió de manera habitual al servicio de prostitutas y tuvo varias amantes, algunas compartidas con otros nobles porque no tenía suficiente dinero para pagárselas. De su licenciosa vida dio cuenta el inspector Marais, un policía encargado de investigar las intimidades menos respetables de la nobleza.

Padre de tres hijos y amante de su cuñada

En 1765, el aristócrata abandonó el domicilio conyugal para marcharse a su castillo de La Coste, en la Provenza, con una de sus amantes, la actriz Beauvoisin, a la que presentaba como su esposa. Tras la muerte de su padre, el 24 de enero de 1767, se convirtió en marqués de Sade. En agosto de ese año, nació su primer hijo, Louis-Marie. La paternidad no sólo no le hizo cambiar de costumbres, sino que aumentó su lista de amantes.

En abril de 1768, protagonizó un nuevo escándalo: contrató los servicios de una prostituta, Rose Keller, a la que ató e inflingió heridas en la espalda con un objeto cortante. El episodio, que le costó siete meses de cárcel, consternó a los franceses y fue comentado en otros países.

Al recuperar la libertad, el marqués y su esposa se instalaron en La Coste, donde nació su segundo hijo, Donatien-Claude, en junio de 1769. La familia se completó en 1771 con la llegada de una niña, Madeleine-Laure. En estos años, estuvo viviendo con ellos Anne-Prospère, hermana pequeña de Renèe-Pelagie que era monja, a la que Donatien sedujo e hizo su amante.

Durante un viaje a Marsella en 1772, el aristócrata y su criado realizaron una orgía con tres chicas, quienes, al día siguiente, presentaron un grave cuadro de vómitos. Donatien, que había huido a Italia con su cuñada, fue acusado de haberlas envenenado y sentenciado a muerte por sodomía y envenenamiento. Su suegra, cuya influencia cruzaba fronteras, logró que fuera encarcelado en tierras italianas, pero fue la esposa del marqués quien lo ayudó a escapar. Los hábitos "censurables" de su esposo eran aceptados por Renèe-Pelagie, quien, según algunos biógrafos de Sade, organizó diversas orgías para su marido en el castillo de La Coste. 

 De la Bastilla al manicomio de Charenton

Sabiendo que su madre estaba agonizando, el aristócrata viajó hasta París para visitarla en febrero de 1777. Allí, fue arrestado y confinado en la fortaleza de Vincennes, donde permaneció preso hasta 1784, año en que lo trasladaron a la Bastilla. Durante su encierro, pasó la mayor parte del tiempo escribiendo (dio forma a la novela "Las 120 jornadas de Sodoma o la escuela de libertinaje") y leyendo los libros que le pedía a su esposa.

Dos semanas antes de que la Revolución Francesa se iniciara con la toma de la Bastilla, en 1789, el marqués fue trasladado al manicomio de Charenton, del que salió en 1790 por orden de la Asamblea Revolucionaria. Tras el largo encierro, Donatien se había convertido en un hombre obeso, con dificultades para moverse, sin apenas vista y con los pulmones muy maltrechos. El aristócrata intentó reunirse con su esposa, pero, para su sorpresa, ésta había dejado París tras iniciar los trámites de separación.

Predecesor de Freud y de la psicopatología

Sin recursos económicos, sobrevivió como pudo hasta que se emparejó con la actriz Constance Quesnet. Sade participó en el proceso revolucionario, escribiendo discursos para actos muy significativos. En esos años, siguió escribiendo y consiguió que se imprimiera "Justine o los infortunios de la virtud", una novela con un alto contenido sexual y violento, motivo por el que fue encarcelado en 1801. Sus hijos lograron que lo llevaran de nuevo al manicomio de Charenton, donde siguió escribiendo piezas teatrales que representaba con otros internos. Allí murió, con 74 años, el 2 de diciembre de 1814.

Una vez fallecido, su obra fue prohibida por "infame", pero circuló clandestinamente durante el siglo XIX y la mitad del XX, influyendo en autores como Flaubert, Dostoyevsky, Rimbaud o Apollinaire, quien la rescató del ostracismo calificándolo como "el espíritu más libre que jamás ha existido". André Breton, por su parte, lo consideró "el auténtico predecesor de Freud y de toda la psicopatología moderna". La escritora Simone de Beauvoir dijo que Sade tuvo el mérito de "haber destapado lo que cada hombre oculta vergonzosamente". Su figura ha sido llevada al teatro y al cine. La última película es "Quills".

Durante años, sus descendientes se avergonzaron de su nombre, pero la actual generación -representada por los hermanos Hugues y Thibault de Sade-, reivindica el legado del noble y, a los dos siglos de su muerte, ha promovido la publicación de un libro sobre su polémico antepasado.


martes, 1 de junio de 2021

Fernando Fernán Gómez: Actor, director, escritor y académico de la lengua

 


Fernando Fernández Gómez nació el 21 de agosto de 1921 en Lima (Perú), aunque fue inscrito a los siete. días en el registro civil de Buenos Aires (Argentina), nacionalidad que conservó hasta 1984, año en que consiguió la española. Fue hijo natural de la actriz Carola Fernández Gómez (aunque usaba el apellido artístico de Fernán Gómez), que se  encontraba de gira por Latinoamérica con la compañía de María Guerrero cuando dio a luz al que sería su único hijo. Con pocos meses de edad, Fernando embarcó con su abuela, Carola Gómez, rumbo a España y se instalaron en Madrid a la espera de que volviera la madre del pequeño. En los primeros, vivieron en pensiones o compartiendo habitación con otras familias hasta que la situación económica les permitió instalarse en un pequeño piso de alquiler de la calle Álvarez de Castro.

Su abuela. Carola, referente de su infancia

Allí creció Fernando, con su abuela como gran referente. "Para mí, era la ternura, el calor, la compañía", escribió el propio Fernán Gómez en su libro de memorias, "El tiempo amarillo", publicado en 1990. De la mano de su abuela aplaudió la proclamación de la República, cuando él tenía 10 años, mientras que su madre, monárquica, veía con preocupación la llegada del nuevo régimen. Estudiante en los Hermanos Maristas, este polifacético artista tuvo una infancia en la que su madre y su abuela se "esforzaban en que me pareciera natural el hecho de no tener padre y yo me esforzaba en que ellas no se dieran cuenta de que yo no me daba cuenta de que aquello no era normal", escribía. Hizo sus pinitos como actor en el colegio y, a los 16 años, cuando su abuela opinaba que tenía que tener "un oficio limpio" mientras su madre replicaba que "obrero, de ninguna manera", empezó a estudiar declamación en la Escuela de Actores de la CNT. Para entonces era un lector compulsivo, que tenía "Los Miserables", de Víctor Hugo como libro predilecto. Finalizada la guerra, y tras un breve paso por Filosofía y Letras, entró de meritorio en una compañía de teatro. Su primer actuación fue de comparsa en el teatro Pavón y, en su primera función, con una compañía de vodeviles, en el teatro Eslava, el miedo le impidió pronunciar las dos frases de su papel. Pero el dramaturgo Enrique Jardiel Poncela supo apreciar lo que valía y le dio un papel en "Los ladrones somos gente honrada". "La obra había sido un gran éxito; mi actuación mereció muchos comentarios, pero en las críticas que aparecieron al día siguiente del estreno no había ni una mención destacada para mí. (...) Más adelante sí tuve una mención elogiosa en una crítica, porque Jardiel Poncela le pidió al crítico Alfredo Marquerie el favor de que me mencionara", escribía Fernán Gómez en sus memorias. Y es que aquel pelirrojo larguirucho y delgadísimo tenía prisa por encontrarse con su destino: el de ser uno de los actores más importantes que ha habido en España. No era solo una cuestión de vanidad ni de necesidad de reconocimiento, sino que había razones sentimentales: se había enamorado de María Dolores Pradera, entonces una joven actriz que aún no había empezado cu carrera como cantante, y quería casarse.

6000 pesetas por su primer papel en cine

En 1943, estaba actuando en "Los habitantes de la casa deshabitada", de Jardiel Poncela, cuando recibió una oferta de Cifesa: 6000 pesetas por tres meses del rodaje en "Cristina Guzmán", una película de Gonzalo Delgrás. Como en el teatro ganaba 20 pesetas diarias, no dudó en aceptarlo. Aquel mismo año participó en ocho películas más, convirtiéndose en lo que se llamaba galán cómico debido a su rostro excéntrico y a su vozarrón inconfundible. Su recién iniciada carrera cinematográfica, que simultaneó con la radio y el doblaje de películas, le permitió contraer matrimonio con María Dolores el 29 de agosto de 1945. "Quiero tener 11 hijos, por lo menos, para formar un equipo de fútbol", decía entonces. Su prole, sin embargo, quedó reducida a dos hijos: Elena y Fernando. 

Celos artísticos y dos caracteres muy fuertes

En 1947, "Botón de ancla", uno de los grandes éxitos del cine español de posguerra con el Dúo Dinámico como protagonistas, le dio popularidad. El éxito llamaba a su puerta mientras su estabilidad conyugal se rompía. Al parecer, los celos profesionales y la fortísima personalidad de ambos provocaron que, doce años después de la boda, la pareja se separase.

Años antes, su papel de joven calavera en "Balarrasa" había confirmado la popularidad de este artista que, a lo largo de su carrera, participó en casi 200 películas. Actor en el Instituto Italiano de Cultura, donde se montaban obras de dramaturgos comprometidos y se organizaban las primeras proyecciones de películas del neorrealismo italiano, el cine que había entonces Fernán Gómez era más bien "alimenticio". Los productores le llamaban para personajes intrascendentes en películas insulsas, salvo honrosas excepciones como "Esa pareja feliz" (una joya del neorrealismo a la española firmada por Bardem y Berlanga), "La ironía del miedo", o "El soltero". En 1952, Fernán Gómez hizo su debut tras la cámara, codirigiendo con Luis María Delgado su primera película, "Manicomio". Al año siguiente, ya solo realizó la segunda: "El mensaje". También en aquella época se inició como director teatral con "La vida en un bloc", obra que le deparó un gran éxito. Al poco, creó su propia compañía.

En 1957, Fernán Gómez se unió sentimental y profesionalmente a la argentina Analía Gadé. Juntos obtuvieron gran popularidad protagonizando comedias producidas por José Luis Dibildos como "La vida por delante", "La vida alrededor" o "Solo para hombres", con guión y dirección de Fernando. Excelente escritor, la publicación en 1961 de su primera novela "El vendedor de naranjas", cuyo protagonista era un guionista pluriempleado, fue acogida con escaso interés por el público, lo que le llevó a aparcar esa faceta hasta los años 80, cuando resurgió con fuerza el novelista que llevaba dentro con títulos tan apreciados, entre otros, como "El viaje a ninguna parte", "El mal amor", "El ascensor de los borrachos" u "Oro y hambre", una relectura de la novela picaresca medieval. También probó suerte con la poesía y ejerció como articulista de prensa.

"El extraño viaje", su obra maestra

En 1963, firmó la carta de protesta contra las torturas a los mineros de Asturias y, a partir de entonces, quedó marcado como "rojo" con las inevitables secuelas negativas laborales. Pero, más que comunista, era un espíritu libre, bohemio y libertario. Al año siguiente, dirigió "El extraño viaje", una extraordinaria comedia negra ambientada en la sociedad rural franquista, que muchos consideran la mejor de las 25 películas de su filmografía como director. En 1968, su popularidad se afianzó con su interpretación en televisión de "El pícaro".

Fue precisamente a finales de los años 60 cuando conoció a la actriz catalana Emma Cohen, de 22 años, que ha sido la mujer de su vida y de la que ha dicho en ocasiones que le rescató del "desastre sentimental" en el que se encontraba. Así debió ser, porque el inicio de su convivencia con Cohen, en 1970, coincidió con la etapa más fructífera de su trayectoria profesional.

Numerosos premios

Requerido por excelentes directores de la época como Jaime de Armiñán, Carlos Saura, Víctor Erice, Josefina Molina, Manuel Gutiérrez Aragón, Gonzalo Suárez, Pedro Olea o Fernando Trueba, Fernán Gómez dejó su impronta de genial intérprete en películas como "Ana y los lobos", "El amor del capitán Brando", "El espíritu de la colmena", "Pim, pam, pum, fuego" o "Mamá cumple cien años", entre otras muchas. "El anacoreta", de Juan Estelrich, le permitió ganar en 1976 el Oso de Plata al mejor actor en la Berlinale. Un premio al que siguieron muchos más: siete Goyas, tres "osos" berlineses, Premio Nacional de Cinematografía, Premio Nacional de Teatro. Premio Donostia, Premio Príncipe de Asturias de las Artes y la "parte" que le corresponde del Oscar que ganó Fernando Trueba por la coral "Belle époque". En 1978, ganó el Premio Lope de Vega por "Las bicicletas son para el verano", una obra escrita y dirigida por él que fue todo un fenómeno teatral. Un mundo del que decidió retirarse en 1985, decisión que mantendría salvo contadas excepciones, como en el año 2004 cuando estrenó "Morir cuerdo y vivir loco", una aproximación melancólica al Quijote, personaje por el que sentía debilidad. Hombre de verbo rotundo, no tenía ningún empacho en proclamar que le molestaba la presencia del público en los teatros. "No me gusta que la gente me mire mientras trabajo", decía. También aseguraba que no escogía las películas en las que intervenía. Solo ponía algunas condiciones para aceptarlas: tener fechas libres, que le pagaran su sueldo, que no hubiera escenas de riesgo físico y que no tuviera que montar a caballo, cantar ni tocar un instrumento. Y nada de improvisaciones. "Y, si no, que me paguen como guionista", afirmaba. En los 80 se asomó a la tele con "Los ladrones van a la oficina", y "Mambrú se fue a la guerra", "La lengua de las mariposas" o "El abuelo" fueron algunas de las películas de los 90. De timidez casi enfermiza, le divertía cultivar la que él llamaba su "natural antipatía". Famoso se hizo el estentóreo "¡Váyase usted a la mierda!" que le soltó a un admirador pesado que intentaba conseguir un autógrafo. Pero, pese a la fama de cascarrabias malhumorado y al celo huraño con que preservaba su vida privada, sus amigos lo retratan como un excelente conversador, un pensador original y una persona tan cálida y educada que parecía salido de otro siglo. Él se definía como un hombre de pocas palabras y amante de la lectura. "Más que culto, hice un buen bachillerato", decía con sorna este hombre que copiaba a Einstein para exclamar: "No soy feliz, ni falta que hace". Polifacético en lo artístico, reconocía no saber conducir, ni nadar, ni montar en bici. Le apasionaba el whisky, el flamenco y el tango y odiaba hablar por teléfono.

Boda de un académico

En el 2000, se casó con Emma Cohen al poco de pronunciar su discurso de entrada en la Real Academia de la Lengua, donde ocupaba el sillón B. Ese mismo año. mientras rodaba "Lázaro de Tormes", le ingresaron por un cáncer. Restablecido de su enfermedad, siguió trabajando. "Mia Sarah", de Gustavo Ron, ha sido la última aparición en la pantalla grande de este actor genial e irrepetible. Galardonado con un premio otorgado por sus compañeros de profesión -para los que ha sido un maestro-, el actor fue ingresado a finales de octubre de 2007 en el hospital de La Paz, de Madrid. El 19 de noviembre fue ingresado en el área de oncología para ser tratado de una neumonía. Falleció el miércoles 21 de noviembre a los 86 años de edad, acompañado por su mujer y sus dos hijos.