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martes, 4 de enero de 2022

Chicho Ibáñez Serrador: El creador del mítico "Un, dos, tres"

 


Narciso Ibañez Serrador nació el 4 de julio de 1935 en Montevideo (Uruguay), ciudad donde sus padres -los actores Narciso Ibáñez Menta y Pepita Serrador- actuaban en el transcurso de una gira artística. Cinco generaciones de artistas precedieron su nacimiento. Su madre volvió a escena al poco del parto por lo que, casi desde recién nacido, Chicho quedó al cuidado de Antonia de Forno, mujer que siguió a las órdenes de Pepita Serrador cuando se separó de su marido. Chicho tenía entonces 4 años. También le cuidó su abuelo paterno, un personaje ingenioso, divertido e imaginativo.

Creció en un entorno de intelectuales españoles exiliados y su infancia no fue la de un niño normal. Enfermo de púrpura hemorrágica, una especie de hemofilia, no podía jugar ni pelearse porque cualquier pequeño golpe podía provocarle una gravísima hemorragia interna. Así que desarrolló otras capacidades y encontró en la lectura un refugio privilegiado y una forma de superar sus limitaciones. A los cinco años, leía a Emilio Salgari y, a los ocho, a Edgar Allan Poe, cuyas historias de terror no le causaban miedo alguno.

Su madre, una mujer que marcó su carácter

La personalidad de Chicho estuvo marcada por la figura de su madre, una mujer hermosa, de carácter muy fuerte y duro que hizo de padre y madre para él. "Mi madre me lo dio todo. Con ella aprendí a apreciar las cosas, a saber leer, a saber volver a los sitios donde se ha estado. Era inteligente y cultísima. Sus amigos eran Jacinto Benavente, Ortega y Gasset y Baroja. Escribía para el "ABC" y para "La Nación" y "La Prensa", en Argentina", explicaba Chicho de esta mujer que falleció a los 51 años tras ser mal diagnosticada.

"Tuve muy poca infancia", decía de aquellos primeros años que transcurrieron entre tertulias, viajes e inseguridad económica. Igual disponían de mucho dinero como no tenían para comprar alimentos básicos. "La cantidad de dinero que debes tener es la que te permita decir no, es la única forma de comprar tu libertad", le decían sus padres.

En 1947, cuando tenía 12 años, se instaló con su madre en España. Para entonces era un adolescente tan tímido que tartamudeaba, pero aprendió a camuflar sus problemas de dicción hablando despacio. Por sí mismo llegó a la conclusión de que, o vencía la timidez y el miedo al mundo, o el mundo le comería a él. A los 16 años, curado de su enfermedad, se lanzó a una vida de aventuras. "En Mallorca me enamoré de una muchacha que se llamaba Magdalena Alomar, hija de diplomático que vivían en El Cairo. Fui a su cumpleaños. No le llevé ningún regalo porque le prometí que algún día le llevaría rosas a El Cairo. Fue de esos amores que ni te besas ni te coges la mano, pero dejan un recuerdo imborrable". Al poco, se enroló en un mercante turco, con el que recorrió el Mediterráneo.

Un "cuentacuentos" en El Cairo

Cuando llegó a El Cairo, se dio cuenta de que había iniciado aquella singladura más para hacer realidad sus sueños infantiles de ver mundo que por Magdalena. En la capital egipcia se convirtió en un "cuentacuentos" que explicaba historias en francés por los cabarets y, sin conocer la ciudad, ejerció de guía turístico. Luego, se fue a Tánger, donde trabajó como fotógrafo de chicas en biquini. Estas fotos para calendarios se enviaban a España por lancha con artículos de estraperlo, como camisas, medias o tabaco rubio americano.

Pasado un tiempo, regresó a España e ingresó en la compañía de su madre donde pasó por todos los puestos técnicos y artísticos: maquinista, electricista, apuntador, escenógrafo, regidor, director... Debutó como actor en 1954 con la obra "Filomena Marturano" y en los siguientes tres años representó hasta 34 títulos. Se inició como director en el teatro Windsor de Barcelona con "El zoo de cristal", de Tennessee Williams, autor al que conocía porque era amigo de su madre. También escribió novelas radiofónicas y, en 1957, estrenó su primera comedia, "Obsesión", que firmó como Luis Peñafiel, seudónimo que correspondía a su tercer nombre y su cuarto apellido.

En 1958, Chicho se fue a Buenos Aires, donde residía su padre, para representar como actor "Ornifle" de Jean Anouilh, y "El amor de los cuatro coroneles", de Peter Ustinov. En la capital argentina empezó a trabajar en televisión, un medio recién nacido que él había visto por primera vez en la ciudad brasileña de Recife.

Boda religiosa con una "miss" argentina


En Argentina escribió y dirigió programas de televisión de todo tipo, consiguiendo éxitos y premios por espacios como "Los Premios Nobel", "Obras maestras del terror", "Cuentos para mayores", "Zarzuelas de ayer y hoy" o "España y su teatro", un ciclo que supuso el debut en televisión de la actriz catalana Margarita Xirgu, gran amiga de la familia y a la que Chicho siempre consideró una figura irrepetible del teatro. En aquellos años, Ibáñez Serrador llegó a tener a su cargo hasta cuatro programas semanales. También entonces conoció a Adriana Gardiazábal, una joven "miss" argentina de la que se enamoró. Tras un cortísimo noviazgo se casaron, pero muy pronto se dieron cuenta de que había sido un error y acabaron divorciándose, en 1961, sin haber tenido hijos.


En 1963, regresó a España y volvió a los escenarios teatrales con "Aprobado en inocencia", comedia que ya había representado en Argentina y que estuvo cuatro años en cartel en el madrileño Teatro Lara. Al año siguiente de su vuelta, entró en TVE, que, en 1963, produjo sus famosas "Historias para no dormir", una espléndida serie de 13 programas que combinaba el terror efectista, el suspense, la ciencia-ficción y las referencias a los clásicos del género en la literatura y el cine. Imaginativos y excelentemente resueltos, fueron el primer gran éxito de Ibáñez. El capítulo "El asfalto", con Narciso Ibáñez Menta, Fiorella Faltoyano y Joaquín Dicenta en los principales papeles, fue uno de los mejores episodios y, en 1967, fue premiado con la Ninfa de Oro del Festival de Montecarlo, certamen en el que "El diablo sobre ruedas", de Steven Spielberg, quedó segundo.


Obsesivo, perfeccionista y adicto al trabajo

A raíz del éxito, Chicho fue nombrado, en 1968, director de Programas para el Exterior de Televisión Española y, en 1969, se estrenó como director de cine con la película "La residencia", protagonizada por Lilli Palmer. "Cuando se estrenó tenía tal incertidumbre que me escondí en un retrete", decía este hombre que se autorretrataba como un obsesivo del perfeccionismo y un adicto al trabajo. "Cuando no trabajo, pienso en hacerlo compulsivamente o empiezo a ponerme malo y a desear meterme en la cama, que es un síntoma de depresión. Soy sensible a estados depresivos, el trabajo me mantiene vivo y, cuando no tengo nada que hacer, me lo busco, porque es como si se acabara el mundo", contaba este barbudo hiperactivo que no dejaba de pensar ni un minuto.

Viajero incansable, Chicho alternó el trabajo con sus viajes: visitó la mayoría de los países europeos, recorrió el norte de Africa, India, Tailandia, Camboya y Birmania. Residió una temporada en Hong Kong, donde hizo un documental para le BBC. Entró en la China comunista y fue testigo, en Saigón, de la guerra de Vietnam. Logró llegar hasta un monasterio en la frontera de Nepal y Tíbet y convivió un tiempo con una congregación de lamas.

A principios de los 70, TVE le encargó a Chicho poner en marcha un concurso inspirándose en uno que había hecho en Argentina, Chicho creó "Un, dos, tres... responda otra vez", uno de los programas de más éxito de la historia de la televisión. Basando su estructura en combinar juegos de preguntas, de habilidad y psicológicos, en enero de 1972 se emitió el primer programa en el que todavía no había un tema central, ni actores, ni prácticamente decorado. Presentado por el peruano Kiko Ledgard, las mejores bazas del programa eran la amenaza de la calabaza, el premio gordo del coche, las minifaldas de las azafatas y Don Cicuta, un personaje contrario a los concursantes que interpretaba Valentín Tornos. En esa primera edición del "Un, dos, tres" se emitieron 83 programas con audiencias de 23 millones de personas.

Dos hijos con una azafata del "Un, dos, tres"

En el ámbito personal, el programa fue importantísimo para Chicho, ya que se enamoró de una de las azafatas (apenas duró un par de semanas como tal), la venezolana Diana Nauta, de 20 años, con la que se casó el 14 de noviembre de 1974 y tuvo dos hijos: Pepita, nacida en 1977, y Alejandro Narciso, que vino al mundo en 1980. 

Antes, en 1976, Chicho estrenó su segunda película, "¿Quién puede matar a un niño?" y volvió con la segunda entrega de "Un, dos, tres", nuevamente con Kiko Ledgard como presentador y en la que destacaba la jovencísima Victoria Abril como azafata. La enorme popularidad del programa fue un trampolín a la fama para muchos de los que participaron en esas primeras dos ediciones y en las que se sucederían en los 22 años que, con intervalos de descanso estaría el programa en antena. Fue el caso de Mayra Gómez Kemp, Bigote Arrocet, Raúl Sénder, las hermanas Hurtado (Las Tacañonas), el Dúo Sacapuntas, Juan Tamarit, Silvia Marsó, Beatriz Carvajal, Lydia Bosch, Miriam Díaz Aroca, Jordi Estadella, Fedra Lorente (La Bombi), Nina, Arévalo o María Casal, entre otros. Durante 1981 y 1982 (año en que también se emitió la segunda edición de "Historias para no dormir"), Chicho hizo "Mis terrores favoritos", programa donde presentaba con maestría películas de suspense.

Fórmula exportada a otras televisiones


Cuando el concurso estrella de TVE (que contaba con un presupuesto semanal de siete u ocho millones de pesetas) iba por su tercera temporada, se empezó a vender el formato a otras televisiones, al tiempo que llovían los premios y se introducían pequeños cambios para renovarlo sin cambiarlo. La última edición del concurso fue en 1993, con Josep María Bachs como presentador. Ese mismo año se supo que Chicho y su mujer llevaban varios años separados. Una separación en la intimidad, de la que pocos sabían, porque Diana acompañaba a su marido a muchos actos públicos. Chicho cenaba en la casa, pero trabajaba y dormía en el estudio, situado en un piso superior del inmueble del domicilio familiar.


En 1988, durante una de las épocas de descanso de "Un, dos, tres", Chicho volvió a triunfar con "Waku Waku", un programa sobre animales cuya primera edición presentó Consuelo García Berlanga y, la segunda, Nuria Roca. En el programa concursaban famosos que donaban sus ganancias a asociaciones y ONG. En 1990, Chicho puso en marcha otro programa que supuso un gran atrevimiento y marcó un hito en la historia de TVE. Presentado por la psicóloga Elena Ochoa, "Hablemos de sexo" se convirtió en el primer programa de información y divulgación sexológica de la cadena pública. El espacio consiguió tal éxito que tuvo su secuela: "Luz roja", también presentado por Elena Ochoa, con la que se rumoreó que Chicho mantenía un idilio. Nada cierto, ya que en el corazón del realizador había entrado una joven farmacéutica 30 años menor que él, Lorena Martínez, con la que se casó en 1993.


Otro de los programas que causó impacto fue "El semáforo", que presentaban Jordi Estadella y Marlene Mourreau y donde cualquier persona podía participar haciendo lo que quisiera con la única condición de someterse al juicio del público. "Resultó un experimento fascinante, desconcertante", decía Chicho de un  programa que fue antesala de otros posteriores donde la gente de a pie se convierte en protagonista.


Un regreso que no tuvo el favor del público


Con algunas incursiones en la radio y el teatro, Chicho volvió al medio televisivo en 2003 con un concurso sobre animales, "Jimanji Kanana", y con "Un, dos tres... a leer esta vez". Pero el éxito no acompañó a este notable conversador, aficionado a los puros habanos y al que no le acababan de gustar los vientos que soplaban en la televisión. Aseguraba que sus hijos "son lo mejor que he hecho en esta vida" y mantuvo una estrecha relación con ellos. Pepa es documentalista en la BBC y Alejandro trabaja como diseñador gráfico.


El 15 de mayo de 2004 fallecía su padre, a los 91 años, tras una larga enfermedad.


Enfadado con TVE por la manera en que dieron carpetazo al fracasado "Un, dos, tres... esta vez a leer", en 2005 la cadena privada Telecinco le pidió la grabación de varias películas de televisión bajo el título Películas para no dormir, para las que Chicho contó con directores como Álex de la Iglesia o Enrique Urbizu entre otros. Sin embargo, la cadena no se decidió a emitirlas hasta 2007, y el espacio fue relegado a las pocas semanas a los canales de TDT del grupo. Anteriormente, las películas habían sido publicadas en un pack de DVD.


Su última creación fue "Memoria de elefante" (2003-2008), un programa presentado por Patricia Pérez y poco conocido por haber sido emitido por la cadena autonómica Castilla-La Mancha TV. Era un concurso de 25 minutos de duración en el que los concursantes aparecían montados en un gran elefante y vestidos al estilo Las mil y una noches, teniendo que asociar imágenes ayudándose de su memoria.


En sus últimos años de vida, Ibáñez Serrador se vio afectado por una enfermedad degenerativa que le hizo perder movilidad, requiriendo de una silla de ruedas para desplazarse. Pese a haber sido una persona locuaz, la enfermedad le había dificultado el habla.


Residía en su casa de Somosaguas, una lujosa urbanización al noroeste de Madrid, donde vivía completamente retirado del trabajo. Seguía disfrutando de la lectura, pero se había refugiado en los textos que ya conocía: “Me gusta lo conocido para encontrar giros que me habían pasado inadvertidos. Estoy en una época decadente”.Las dificultades para moverse también le hacían pasar muchas horas frente al televisor.


Pese a su enfermedad, intentó acudir a los diversos premios y homenajes que se le realizaron. De este modo, en 2009 fue homenajeado en la Seminci de Valladolid, acto al que acudió personalmente, y por el Festival de Cine de Alicante por su contribución en el cine fantástico y de terror. En 2010, fue galardonado por el Ministerio de Cultura con el Premio Nacional de Televisión en reconocimiento a toda su trayectoria. En 2016 reapareció en el programa Late motiv de Andreu Buenafuente para dar una sorpresa al director de cine de terror Juan Antonio Bayona. Un año después, Ibáñez Serrador participó en el programa de TVE Imprescindibles: Historias para recordar, que giraba en torno a su trayectoria. Su último acto público tuvo lugar en febrero de 2019, al recibir el Goya de Honor que otorga la Academia de Cine, pero su estado de salud le impidió acudir a Sevilla, donde se realizaba la ceremonia, realizándose un acto especial en Madrid, que sirvió también como su despedida de la vida pública. 


El 7 de junio de 2019, falleció en un hospital de Madrid a los 83 años. Sus restos mortales descansan en Granada, enterrados junto a los de su madre.


        

        


Antonio Mercero: Director de cine y realizador de series de televisión.

 


Antonio Mercero Juldain nació el 7 de marzo de 1936 en Lasarte, Guipúzcoa. Se crió solo con su madre porque, cuando tenía apenas 6 meses, su padre fue asesinado al principio de la Guerra Civil por comandos anarquistas que consideraron un enemigo a aquel hombre que trabajaba como jefe de personal de la fábrica local de Michelín. Los trabajadores de la empresa hicieron todo lo posible para que la madre entrara a trabajar allí y pudiera sacar adelante al pequeño huérfano. Aquella tragedia no marcó su carácter, y Antxon, o Txomin, como le llamaban, fue un niño alegre, que jugó muchísimo con sus amigos. En su infancia feliz en Lasarte tiene un lugar privilegiado el recuerdo de cuando, como él explicaba en una entrevista, "nos colábamos en el hipódromo y, con los papeles de las apuestas a la espalda, corríamos como si fuéramos caballos".

A los 13 años, se fue a estudiar con los Marianistas en un colegio de San Sebastián, pero en las vacaciones volvía siempre a Lasarte. Acabado el bachillerato, optó por cursar Derecho en la Universidad de Valladolid para satisfacer la ilusión de su madre de tener un hijo notario. En aquella ciudad castellana, hospedado en el Colegio Mayor de Santa Cruz, Antonio descubrió la magia del teatro y, sobre todo, del cine. Estudió, leyó y actuó de la mano del padre Martín Descalzo, agitador cultural y organizador de la Semana de Cine de la ciudad.

Actor e imitador en los festivales de su pueblo

La interpretación le caló tan hondo que, cuando volvía en verano a su pueblo, montaba festivales y se subía al escenario para hacer sketches y parodias, imitando a quien se pusiera por delante. Tenía mucha gracia actuando, pero lo que él realmente quería era explicar historias a través del cine. "El día que le dije a mi madre que no iba a ser notario sino que quería ser director de cine, ella se llevó un disgusto monumental. Tuve muchos problemas familiares por eso", recordaba en una entrevista el director, al que un cura del pueblo intentó convencer para que siguiera por los caminos del derecho en lugar del efervescente ambiente de la farándula. Educado y respetuoso, pero firme en su decisión, Antonio Mercero no dio su brazo a torcer, y después de un tiempo, consiguió entrar en la Escuela de Cine de Madrid, donde se diplomó como realizador en 1962. Su madre no pudo evitar emocionarse el día que proyectaron en el cine "Trotín Troteras", trabajo de fin de diplomatura que fue premiado en la Bienal de Arte de París. También estaba allí su novia, Isabel, con la que se casó en 1963, con la que ha tenido 6 hijos.

Su primer largometraje fue un gran fracaso

Después de trabajar como ayudante de dirección de Jorge Grau y Herald Reinl, hizo su primer cortometraje, "Lección de arte", que ganó la Concha de Oro del prestigioso Festival de San Sebastián y el galardón del Círculo de Escritores Cinematográficos. Aquellos premios le granjearon la posibilidad de dirigir su primer largo, "Se necesita chico". "Mi primera película fue un fracaso. No fue nadie a verla, vamos que no gustó y se me cerraron las puertas. Fue una lucha tremenda. Durante seis años lo pasé muy mal. Estuve a punto de tirar la toalla y hacer las oposiciones a notarías como quería mi madre. Era tremenda la sensación de haberme equivocado", aseguraba. Tuvo la suerte de que un amigo, Horacio Valcárcel, le consiguiera trabajo en el departamento de cine y publicidad del Instituto Nacional de Consumo, donde estuvo durante dos años. Tras un tiempo dedicado a guiones y publicidad, en 1969, rodó un corto titulado "La balada de los cuatro jinetes", que le brindó la Espiga de Oro del festival de Valladolid y, al poco, entró a trabajar en Televisión Española, donde hizo primero documentales y después series. La primera de ellas fue "Crónicas de un pueblo" (1971), a la que siguieron "Verano azul" (1982), "Turno de oficio" (1986) -con Juan Echanove como su alter ego- y, con la llegada de las televisiones privadas, dirigió para Antena 3 "Farmacia de guardia" (1991), cuyo capítulo final batió récords de audiencia que ninguna otra serie de ficción española ha podido superar. "Trabajar era una fiesta, una verdadera gozada. Éramos unos críos de 14 años y, en ningún momento nos levantó la voz, rodar con él era como un juego. Tenía mucha autoridad; si te decía que había que estudiar más, te ponías las pilas. En el fondo él mismo era un actor y le veías poniendo la cara del Piraña o de Tito para dirigirlos. Yo nací como actor gracias a él. Me enseñó que éste es un mundo de sueños donde se puede crear una realidad distinta y se puede hacer jugando", aseguraba en una entrevista Juan José Artero, uno de los actores adolescentes que encarnaron a los chavales de "Verano azul", protagonizada por Antonio Ferrandis, que se ha repuesto hasta siete veces en TVE y que tuvo también una enorme difusión internacional.

"La cabina", una obra maestra con Emmy

Pero antes de los "bombazos" que supusieron sus series, Mercero rodó una verdadera pieza obra maestra. Realizada en 1972, en formato de 30 minutos e interpretada por un inconmesurable José Luis López Vázquez, "La cabina" ganó un Emmy (los oscar de la televisión), una hazaña que ningún realizador español ha repetido. En aquel inquietante y desasosegador guión trabajó José Luis Garci. "La cabina" que para Mercero ha sido "su mejor película porque, a pesar del tiempo, sigue estando vigente", fue galardonada con el Premio de la Crítica Internacional de Montecarlo, el Premio Marconi de Milán y el Quijote de Oro al Mejor Director.

Los trabajos para televisión ocupan un importante espacio en la carrera profesional de Mercero, pero sus incursiones en la pantalla grande han dejado también una marca profunda en los aficionados al Séptimo Arte. En 1977, dirigió "La guerra de papá", un largometraje inspirado en la novela "El príncipe destronado", de Miguel Delibes, uno de sus novelistas favoritos. Protagonizada por Verónica Forqué y el niño Lolo García, la película supuso un taquillazo que le permitió estrenar, al año siguiente, "Tobi" también con Lolo y que iba de un niño al que le salían alas. En 1982, tras un paréntesis ocupado por el rodaje de "Verano azul", que le hizo descubrir la localidad malagueña de Nerja, Mercero volvió al cine con "La próxima estación", una pequeña joya no suficientemente valorada y protagonizada por Lola Herrera y Alfredo landa. Al año siguiente, dirigió la película infantil "Buenas noches, señor monstruo" y, en 1987, estrenó el largometraje "Espérame en el cielo", un delicioso filme sobre el supuesto doble del dictador Francisco Franco. A "El tesoro" (1988), basada en otra obra de Delibes, le siguió "Don Juan, mi querido fantasma" (1989). Su siguiente trabajo para la pantalla grande, "La hora de los valientes" (1998), con un anarquista como protagonista, dejó bien claro que Mercero es un hombre que no conoce el rencor. Excelente conversador, optimista, amante de la buena mesa, forofo de la Real Sociedad y con un sentido del humor que le hace reírse muchas veces al día, algunos de los que han trabajado con él le describen como "el niño que se hizo genio, pero que supo seguir siendo niño". Dotado de una paciencia infinita para dirigir a niños (un elemento que, con los animales, convertía un rodaje en un infierno según Hitchcock), Mercero siempre ha dicho de sí mismo que no es "un hombre de proyectos, sino más bien de realidades". Por eso y aunque el cine es su gran pasión, pone por delante a su familia. "La familia me equilibra. Soy un poco gallina clueca y quiero tenerles a todos bajo mis alas. Mi casa siempre está llena, nos juntamos muchos", explicaba cuando ya peinaba canas y malcriaba nietos.

El alzheimer, eje central de su último trabajo

Poseedor de una fórmula magistral para combinar dolor y ternura, Mercero llevó al cine el guión que Albert Espinosa escribió sobre los 10 años que pasó enfermo de cáncer. "Antes de cada día de rodaje, Mercero hablaba con una fotografía de de John Ford que tiene en su casa. Mercero le comentaba cómo iba a rodar la secuencia y le pedía consejo al maestro", contaba Espinosa, añadiendo que en su cine "siempre hay homenajes a 'Cantando bajo la lluvia' (su película favorita) y a los sonidos hechos con la boca (él hace sinfonías con sus carretes)". Mercero demostró su gran humanidad al hacer del alzheimer, enfermedad que sufre, el tema de su último trabajo: "¿Y tú quién eres?".

El 14 de febrero de 2010 Mercero recibió el Goya de Honor por los casi 50 años que este hombre, de 73, ha pasado tras las cámaras. Demasiado enfermo para asistir a la gala, mercero recibió en su casa el galardón, que después ha agradecido públicamente su familia.


jueves, 16 de diciembre de 2021

Blake Edwards: Genio de la comedia cinematográfica

 


William Blake Crump nació el 26 de julio de 1922 en Tulsa, Oklahoma (EEUU). Fue el único hijo del escritor Donald Crump y de su esposa, Lillian, una millonaria y filántropa norteamericana que pidió el divorcio a los cuatro años del nacimiento del pequeño. Poco después, Lillian contrajo segundas nupcias con Jack Edwards, un ex actor, escritor y asistente de producción que adoptó al pequeño Blake y que fue el responsable de meterle el gusanillo del cine en el cuerpo.

De hecho, su abuelastro fue J. Gordon Edwards, un director legendario en Hollywood que trabajó para los estudios Fox en la época del cine mudo. De pequeño, Blake correteaba y jugaba entre los decorados de Hollywood y tenía como compañeros de escuela a niños que eran hijos de otras grandes estrellas del cine. Tras graduarse en el Beverly Hills High School se enroló en el ejército durante la II Guerra Mundial y, posteriormente, se matriculó en Literatura en la Universidad de Los Ángeles, carrera que nunca terminó porque probó suerte en el mundo del espectáculo.

Compañero de piso del actor Mickey Rooney

Sus comienzos se produjeron cuando una de sus novias de juventud le pidió que echara un vistazo a un guión que estaba escribiendo para la radio. Para sorpresa de la chica, Blake lo rehizo de cabo a rabo, pero el director de la emisora quedó tan contento que le propuso convertirse en su agente y Blake empezó a escribir guiones policiacos y de aventuras para la radio y la televisión. Como el dinero escaseaba, compartió durante un tiempo un apartamento con el legendario actor Mickey Rooney, pero pronto empezó a ganarse bastante bien la vida porque debutó como actor, en 1942, con la película "Diez héroes de West Point". Se dedicó a esta profesión durante seis años, trabajando a las órdenes de directores tan prestigiosos como William Wyler, Otto Preminger o John Ford, entre otros.

A finales de los años 40 empezó a escribir guiones para distintos directores hasta convertirse en la mano derecha de Richard Quine, con el que trabajó en "Mi hermana Elena" (1954). Durante el rodaje de la película se casó con la actriz Patricia Walker, con la que tuvo a sus dos hijos mayores, la actriz Jennifer Edwards (1957) y el director Geoffrey Edwards (1959).

En 1955, dirigió su primera película, "Bring your smile along", pero tendrían que pasar seis años más hasta crear una de sus obras maestras -"Desayuno con diamantes"-, que convirtió en mito a Audrey Hepburn por su papel de Holly Golightly. Entre las curiosidades del filme, cabe destacar que, al principio, Marilyn Monroe tenía que ser la protagonista por expreso deseo del autor, Truman Capote, pero el director optó por Audrey. En la novela, Holly era bisexual, pero al contratar a Hepburn se obvió ese matiz en la película. Por otra parte, la mítica canción "Moon River", compuesta por Henry Mancini, fue escrita expresamente para Audrey que no sabía cantar, de ahí que la escena de la guitarra fuera casi eliminada, pero gracias al empeño de la actriz se mantuvo en la película, convirtiéndose en una de las escenas míticas de un filme en el que aparecía José Luis de Vilallonga como el prometido brasileño de la protagonista.

La dramática "Días de vino y rosas" y la hilarante "El guateque"

"Desayuno con diamantes" catapultó a Blake Edwars como genio de la comedia elegante y sofisticada, estilo que abandonó temporalmente para adentrarse con maestría en el drama con "Días de vino y rosas" (1962), por el que ganó la Concha de Plata al mejor director en el Festival de Cine de San Sebastián, y cuyos protagonistas, Lee Remick y Jack Lemmon, obtuvieron los dos Oscar a la mejor interpretación. En 1965, dirigió la disparatada comedia "La carrera del siglo" con Tony Curtis y Nathalie Wood, y, tres años después, rescató del anonimato a Peter Sellers para protagonizar "El guateque", uno de sus trabajos más memorables. Con Sellers volvió a contar en seis ocasiones más para dar vida al disparatado inspector Clouseau en la popularísima serie de películas de "La pantera rosa" (1963).

Entre Sellers y Edwards se estableció una relación que rozaba lo patológico, tal y como el director relataría posteriormente: "Peter no era un excéntrico. Oía voces, hablaba con Dios y tenía conversaciones diarias con su madre muerta. Eso es locura". Durante su vida, Blake fue un hombre discreto, sociable, algo tímido y fiel a sus amigos como, por ejemplo, Henry Mancini, compositor con el que colaboró durante más de tres décadas y que le hizo alguna de las bandas sonoras más memorables de la historia del cine. En las múltiples fiestas a las que acudía en Hollywood conoció a Julie Andrews, la actriz inglesa que se hizo famosa por dar vida a Mary Poppins, pero la cosa no pasó de ahí porque ambos estaban entonces casados. En 1967, tras su divorcio de Patricia, Blake necesitó la ayuda de un psicoterapeuta, que se quedó lívido cuando le oyó decir que Julie era "tan dulce que debe tener violetas entre sus piernas". Aquel comentario le hizo tanta gracia a la actriz, que le envió un ramo de violetas e iniciaron un romance, que concluyó en matrimonio en 1969. Julie aportó a esta unión una hija previa, Emma Walton. Tras la boda, la actriz se convirtió en la gran musa del realizador, trabajando juntos en ocho ocasiones: "Darling Lili" (1970), "10, la mujer perfecta" (1979), "S.O.B." (1981) o "Víctor o Victoria" (1982), por la que consiguió su única candidatura al Oscar, aunque al mejor guión. Curiosamente, "10, la mujer perfecta" fue el taquillero lanzamiento que convirtió en mito sexual a Bo Derek, si bien la actriz desaprovechó esa gran oportunidad al elegir después papeles mediocres.

Durante su matrimonio con Julie Andrews la pareja no pudo tener hijos biológicos, pero adoptaron a dos niñas vietnamitas: Amy (1974) y Joanna (1975), que se convirtieron en la gran alegría de la familia. El director, que las quería mucho, llegó a comentar que, sin ellas, su vida "no tendría mucho sentido, son mi mayor apoyo, mi sentido de la vida y mis mayores críticas. Además, me han ayudado a soportar un poco mejor el síndrome de fatiga crónica", una enfermedad que Edwards padeció durante más de 15 años y que plasmó en el documental "I remember me".

Un Óscar honorífico a toda su carrera

En los 80 y los 90, dirigió productos de escasa calidad como "Cita a ciegas" (1987) o "Una rubia muy dudosa" (1991), hasta que, en el 2004, decidió poner punto final a su carrera con "El hijo de la Pantera Rosa", en la que el cómico italiano Roberto Benigni recuperó el papel de Sellers. Ese mismo año, cuando ya estaba un tanto achacoso, se le concedió un Oscar honorífico por toda su carrera. Desde entonces, apareció poquísimas veces en público. Prefería quedarse en casa, dando rienda suelta a su vena sarcástica con viejos amigos de la época dorada de Hollywood o disfrutando de la compañía de Julia Andrews, su gran amor durante algo más de 40 años.

El 15 de diciembre del 2010, Blake Edwards falleció a los 88 años por complicaciones de una neumonía en Santa Mónica (California), acompañado por sus cuatro hijos y su mujer, Julie, quien declaró: "Fue el hombre más excepcional que he conocido y fue mi compañero. Lo vamos a extrañar más de lo que se pueda decir y estará para siempre en nuestros corazones".



viernes, 26 de noviembre de 2021

George Lucas: Creador de "La guerra de las galaxias"

 


George Lucas nació el 14 de mayo de 1944 en la ciudad californiana de Modesto (Estados Unidos), a unos 100 kilómetros de San Francisco. Fue el único hijo varón de los que tuvo el humilde propietario de una tienda que vendía material de oficina y que aspiraba a que su hijo heredase el pequeño negocio. Pero los intereses de George iban por otro camino. En su adolescencia soñaba con ser piloto de carreras de Fórmula-1, pero un grave accidente de coche que sufrió cuando tenía veinte años le obligó a una larguísima convalecencia en la que tuvo mucho tiempo para leer y pensar. Como tenía mano para el dibujo decidió ser ilustrador, pero, cuando estudiaba Ciencias Sociales en el Modesto Junior College, conoció al director de fotografía Haskell Wexler, que le animó a matricularse en la Escuela de Cine de la Universidad del Sur de California (USC). Se trasladó a Los Ángeles y allí fue donde Lucas rodó sus primeros cortometrajes, entre ellos uno de ciencia ficción que, en el año 1968, obtuvo el primer premio en el National Student Film Festival. A la salida de clase, George se iba a tomar un batido con sus amigos Steven Spielberg, Brian de Palma o Martin Scorsese para discutir durante horas qué tipo de cine querían hacer. 

"THX-1138", debut cinematográfico sin éxito

Después de graduarse, trabajó como ayudante de dirección en "Llueve sobre mi corazón", de Francis Ford Coppola, amigo y compañero de estudios. Sobre esta película, Lucas, que en 1969 contrajo matrimonio con la montadora de cine Marcia Griffith, rodó un documental de 40 minutos. Instalado en la localidad de Marin County (de nuevo cerca de San Francisco) filmó en 1970 su primer largometraje. Lo tituló "THX-1138" y fue una versión más larga del corto que le premiaron siendo estudiante. Su debut en el cine no tuvo una buena aceptación comercial, pero sí una excelente crítica.

Emprendedor, perseverante y con el claro objetivo de tener control sobre su trabajo, Lucas formó en 1971 su propia productora: la Lucasfilm Limited, que estableció en San Rafael (California). Con ella produjo y dirigió "American Graffitti" (1973), cuyo guión había escrito en colaboración con Willard Huyck y Gloria Katz. Aquella película con leves toques autobiográficos, protagonizada por Richard Dreyfuss y con una banda sonora de clásicos del rock and roll de los años 60, fue su primer gran éxito comercial y de crítica. Ganó el Globo de Oro, el premio New York Film Critics y el de la National Society of Film Critics. Obtuvo, además, cinco nominaciones para los Oscar. Pero... lo mejor estaba por llegar.

Saga galáctica e inventor del merchandising

La consagración de este cineasta prometedor se dio en forma de una saga de temática futurista, proyectada y escrita por él mismo. Pero no fue fácil. Después de hablar con mucha gente y ver que los grandes estudios le cerraban las puertas porque no veían la parte comercial de su aventura interplanetaria, la Twentieth Century Fox decidió apostar por "La guerra de las galaxias". Lucas dirigió la primera parte de una serie tan amplia que pensó para nueve entregas. Protagonizada por Mark Hamill, Carrie Fisher y Harrison Ford. Lucas tardó cuatro años en acabar esta película que supuso un cataclismo en el mundo de los efectos especiales y la producción. Se convirtió en la película más taquillera de la historia y ganó siete Oscar. Supuso, además, el inicio de un nuevo concepto de cine. El negocio no estaba solo en la espectacular historia que contaba la gran pantalla, sino en todo el negocio colateral que generaba: el merchandising. Alrededor de la película surgieron todo tipo de objetos (desde muñecos a videojuegos pasando por tazas o pins) que millones de fans compraban con entusiasmo y afán coleccionista. Por no hablar, de los contratos millonarios con empresas de refrescos o alimentación.

Único beneficiario del merchandising

Con los años, se ha comprobado que los beneficios de esas ventas -que fueron íntegramente a para a las manos de Lucas- superaron a los generados por los visionados de "La guerra de las galaxias" y sus posteriores secuelas. Fueron dos. En ellas, Lucas fue guionista y productor, pero no director: "El imperio contraataca" (1980), dirigida por Irvin Kershner, y "El retorno del Jedi" (1983), realizada por Richard Marquand. Sí repitieron los tres actores protagonistas de la primera.

Multimillonario prácticamente de la noche al día, Lucas creó su propio imperio cinematográfico dedicándose de lleno a la producción y elaboración de guiones, y especializándose en grandes superproducciones del cine de aventuras. Así fue como vio la luz otra de las sagas más famosas de la historia del séptimo arte: las aventuras de Indiana Jones. En 1981, Lucas ofreció a Steven Spielberg la dirección de "En busca del arca perdida", película que narraba las peripecias de un particularísimo antropólogo y que supuso uno de los grandes éxitos comerciales de todos los tiempos. Hollywood también la premió con cinco Oscar. Lucas, productor ejecutivo y guionista de la segunda parte, "Indiana Jones y el templo maldito" (1985), fue solo productor de la tercera "Indiana Jones y la última cruzada" (1989) donde intervenía el veterano actor Sean Connery en el papel de padre de Indiana.

Sus hijos adoptivos, lo más importante

Aunque convertido en uno de los hombres más poderosos de la industria cinematográfica, Lucas había descubierto que el cine no era lo más importante en la vida. "Cuando mi hija mayor tenía 10 horas de vida  y la cogí por primera vez, tuve una sensación tan intensa que nunca la olvidaré. Fue como si un rayo de luz me golpeara en la cabeza. Tuve de pronto una experiencia espiritual que jamás había sentido antes. Simplemente con mirar aquel bebé diminuto, con abrazarlo... Desde ese momento, la niña se convirtió en mi mayor prioridad en la vida. Hasta entonces lo que más me gustaba eran las películas. A partir de ese momento, pasaron a un segundo plano. Ahora el lado protector complementa al dominante", aseguraba en una entrevista en la que se refería a su hija mayor Amanda, a la que adoptó en 1983 y cuya custodia mantuvo cuando, al poco tiempo, se divorció de su esposa. 

Una larga relación con Linda Ronstadt

Tras ese descalabro conyugal, Lucas vivió una relación amorosa de varios años con la cantante Linda Ronstadt, pero no volvió a casarse. Sí repitió la experiencia de la paternidad y adoptó, como soltero, dos hijos más: Kate (nacida en 1988) y Jet (que vino al mundo en 1993). "Los hijos lo son todo en la vida. Ya en pleno proceso de divorcio decidí que ocuparme de los chicos era lo más importante que podía hacer. Tienes que estar dispuesto a ello, pero no hay nada que produzca mayor satisfacción espiritual", dice este hombre que se define como un romántico.

Devoto padre de familia numerosa monoparental, Lucas, que posee un rancho llamado "Skywalker", ha sido productor de películas tan diversas como "Kagemusha", del director japonés Akira Kurosawa -uno de sus directores más admirados junto con Orson Welles y George Gershwin-, o "Mishima", de Paul Schrader. "Howard, un nuevo héroe" (1986), comedia inspirada en un famoso cómic norteamericano protagonizado por un pato extraterrestre, fue uno de sus pocos fraasos, pero funcionaron bien "Willow", que escribió y produjo, y "Tucker", dirigida por Coppola y coproducida por ambos. Sin embargo no sería hasta 1993, con "Parque jurásico", cuando Lucas repetiría éxito de pantalla y merchandising. Los dinosaurios trajeron dos nuevas secuelas y más dinero a sus ya repletas arcas.

A mediados de la década de los 90 este hombre sencillo que suele vestir con vaqueros, camisas de cuadros y deportivas, escribió y preparó el rodaje de una nueva trilogía de "La guerra de las galaxias".

500 millones de espectadores en todo el mundo

Así, después de tres largos años de trabajo, en 1999 se estrenó "Star War. Episodio I. La amenaza fantasma", con Liam Neeson, Ewan McGregor y Natalie Portman como protagonistas. Esta película que costó solo 10 millones de dólares y resucitó el universo galáctico creado en 1977, fue vista por unos 500 millones de espectadores en todo el mundo. En 2002, salió el segundo capítulo, "Star War. Episodio II. El ataque de los clones", rodada totalmente en tecnología digital y también escrita, dirigida y producida por Lucas, al igual que la tercera entrega: "Star War. Episodio III. La venganza de los Sith", cuyo estreno tuvo lugar en el 58 Festival de Cannes el 19 de mayo de 2005.

En enero de 2012, Lucas anunció su retiro de la producción a gran escala de películas taquilleras y que enfocara su carrera en las características más pequeñas, con un presupuesto independiente. En junio se anunció que la productora Kathleen Kennedy, una colaboradora a largo plazo con Spielberg y el productor de las películas de Indiana Jones, había sido nombrada co-presidenta de Lucasfilm. Se informó que Kennedy iba a trabajar al lado de Lucas, que se mantendría como el director ejecutivo y ella serviría como co-presidenta durante al menos un año, después de lo cual ella le sucedería como líder en solitario de la compañía.

El 30 de octubre de 2012, Lucas vendió Lucasfilm por 4050 millones de dólares a Disney12​ y confirmó que habría una tercera trilogía de Star Wars que comenzaría en 2015 y estaría formada por los episodios VII, VIII y IX.


martes, 1 de junio de 2021

Fernando Fernán Gómez: Actor, director, escritor y académico de la lengua

 


Fernando Fernández Gómez nació el 21 de agosto de 1921 en Lima (Perú), aunque fue inscrito a los siete. días en el registro civil de Buenos Aires (Argentina), nacionalidad que conservó hasta 1984, año en que consiguió la española. Fue hijo natural de la actriz Carola Fernández Gómez (aunque usaba el apellido artístico de Fernán Gómez), que se  encontraba de gira por Latinoamérica con la compañía de María Guerrero cuando dio a luz al que sería su único hijo. Con pocos meses de edad, Fernando embarcó con su abuela, Carola Gómez, rumbo a España y se instalaron en Madrid a la espera de que volviera la madre del pequeño. En los primeros, vivieron en pensiones o compartiendo habitación con otras familias hasta que la situación económica les permitió instalarse en un pequeño piso de alquiler de la calle Álvarez de Castro.

Su abuela. Carola, referente de su infancia

Allí creció Fernando, con su abuela como gran referente. "Para mí, era la ternura, el calor, la compañía", escribió el propio Fernán Gómez en su libro de memorias, "El tiempo amarillo", publicado en 1990. De la mano de su abuela aplaudió la proclamación de la República, cuando él tenía 10 años, mientras que su madre, monárquica, veía con preocupación la llegada del nuevo régimen. Estudiante en los Hermanos Maristas, este polifacético artista tuvo una infancia en la que su madre y su abuela se "esforzaban en que me pareciera natural el hecho de no tener padre y yo me esforzaba en que ellas no se dieran cuenta de que yo no me daba cuenta de que aquello no era normal", escribía. Hizo sus pinitos como actor en el colegio y, a los 16 años, cuando su abuela opinaba que tenía que tener "un oficio limpio" mientras su madre replicaba que "obrero, de ninguna manera", empezó a estudiar declamación en la Escuela de Actores de la CNT. Para entonces era un lector compulsivo, que tenía "Los Miserables", de Víctor Hugo como libro predilecto. Finalizada la guerra, y tras un breve paso por Filosofía y Letras, entró de meritorio en una compañía de teatro. Su primer actuación fue de comparsa en el teatro Pavón y, en su primera función, con una compañía de vodeviles, en el teatro Eslava, el miedo le impidió pronunciar las dos frases de su papel. Pero el dramaturgo Enrique Jardiel Poncela supo apreciar lo que valía y le dio un papel en "Los ladrones somos gente honrada". "La obra había sido un gran éxito; mi actuación mereció muchos comentarios, pero en las críticas que aparecieron al día siguiente del estreno no había ni una mención destacada para mí. (...) Más adelante sí tuve una mención elogiosa en una crítica, porque Jardiel Poncela le pidió al crítico Alfredo Marquerie el favor de que me mencionara", escribía Fernán Gómez en sus memorias. Y es que aquel pelirrojo larguirucho y delgadísimo tenía prisa por encontrarse con su destino: el de ser uno de los actores más importantes que ha habido en España. No era solo una cuestión de vanidad ni de necesidad de reconocimiento, sino que había razones sentimentales: se había enamorado de María Dolores Pradera, entonces una joven actriz que aún no había empezado cu carrera como cantante, y quería casarse.

6000 pesetas por su primer papel en cine

En 1943, estaba actuando en "Los habitantes de la casa deshabitada", de Jardiel Poncela, cuando recibió una oferta de Cifesa: 6000 pesetas por tres meses del rodaje en "Cristina Guzmán", una película de Gonzalo Delgrás. Como en el teatro ganaba 20 pesetas diarias, no dudó en aceptarlo. Aquel mismo año participó en ocho películas más, convirtiéndose en lo que se llamaba galán cómico debido a su rostro excéntrico y a su vozarrón inconfundible. Su recién iniciada carrera cinematográfica, que simultaneó con la radio y el doblaje de películas, le permitió contraer matrimonio con María Dolores el 29 de agosto de 1945. "Quiero tener 11 hijos, por lo menos, para formar un equipo de fútbol", decía entonces. Su prole, sin embargo, quedó reducida a dos hijos: Elena y Fernando. 

Celos artísticos y dos caracteres muy fuertes

En 1947, "Botón de ancla", uno de los grandes éxitos del cine español de posguerra con el Dúo Dinámico como protagonistas, le dio popularidad. El éxito llamaba a su puerta mientras su estabilidad conyugal se rompía. Al parecer, los celos profesionales y la fortísima personalidad de ambos provocaron que, doce años después de la boda, la pareja se separase.

Años antes, su papel de joven calavera en "Balarrasa" había confirmado la popularidad de este artista que, a lo largo de su carrera, participó en casi 200 películas. Actor en el Instituto Italiano de Cultura, donde se montaban obras de dramaturgos comprometidos y se organizaban las primeras proyecciones de películas del neorrealismo italiano, el cine que había entonces Fernán Gómez era más bien "alimenticio". Los productores le llamaban para personajes intrascendentes en películas insulsas, salvo honrosas excepciones como "Esa pareja feliz" (una joya del neorrealismo a la española firmada por Bardem y Berlanga), "La ironía del miedo", o "El soltero". En 1952, Fernán Gómez hizo su debut tras la cámara, codirigiendo con Luis María Delgado su primera película, "Manicomio". Al año siguiente, ya solo realizó la segunda: "El mensaje". También en aquella época se inició como director teatral con "La vida en un bloc", obra que le deparó un gran éxito. Al poco, creó su propia compañía.

En 1957, Fernán Gómez se unió sentimental y profesionalmente a la argentina Analía Gadé. Juntos obtuvieron gran popularidad protagonizando comedias producidas por José Luis Dibildos como "La vida por delante", "La vida alrededor" o "Solo para hombres", con guión y dirección de Fernando. Excelente escritor, la publicación en 1961 de su primera novela "El vendedor de naranjas", cuyo protagonista era un guionista pluriempleado, fue acogida con escaso interés por el público, lo que le llevó a aparcar esa faceta hasta los años 80, cuando resurgió con fuerza el novelista que llevaba dentro con títulos tan apreciados, entre otros, como "El viaje a ninguna parte", "El mal amor", "El ascensor de los borrachos" u "Oro y hambre", una relectura de la novela picaresca medieval. También probó suerte con la poesía y ejerció como articulista de prensa.

"El extraño viaje", su obra maestra

En 1963, firmó la carta de protesta contra las torturas a los mineros de Asturias y, a partir de entonces, quedó marcado como "rojo" con las inevitables secuelas negativas laborales. Pero, más que comunista, era un espíritu libre, bohemio y libertario. Al año siguiente, dirigió "El extraño viaje", una extraordinaria comedia negra ambientada en la sociedad rural franquista, que muchos consideran la mejor de las 25 películas de su filmografía como director. En 1968, su popularidad se afianzó con su interpretación en televisión de "El pícaro".

Fue precisamente a finales de los años 60 cuando conoció a la actriz catalana Emma Cohen, de 22 años, que ha sido la mujer de su vida y de la que ha dicho en ocasiones que le rescató del "desastre sentimental" en el que se encontraba. Así debió ser, porque el inicio de su convivencia con Cohen, en 1970, coincidió con la etapa más fructífera de su trayectoria profesional.

Numerosos premios

Requerido por excelentes directores de la época como Jaime de Armiñán, Carlos Saura, Víctor Erice, Josefina Molina, Manuel Gutiérrez Aragón, Gonzalo Suárez, Pedro Olea o Fernando Trueba, Fernán Gómez dejó su impronta de genial intérprete en películas como "Ana y los lobos", "El amor del capitán Brando", "El espíritu de la colmena", "Pim, pam, pum, fuego" o "Mamá cumple cien años", entre otras muchas. "El anacoreta", de Juan Estelrich, le permitió ganar en 1976 el Oso de Plata al mejor actor en la Berlinale. Un premio al que siguieron muchos más: siete Goyas, tres "osos" berlineses, Premio Nacional de Cinematografía, Premio Nacional de Teatro. Premio Donostia, Premio Príncipe de Asturias de las Artes y la "parte" que le corresponde del Oscar que ganó Fernando Trueba por la coral "Belle époque". En 1978, ganó el Premio Lope de Vega por "Las bicicletas son para el verano", una obra escrita y dirigida por él que fue todo un fenómeno teatral. Un mundo del que decidió retirarse en 1985, decisión que mantendría salvo contadas excepciones, como en el año 2004 cuando estrenó "Morir cuerdo y vivir loco", una aproximación melancólica al Quijote, personaje por el que sentía debilidad. Hombre de verbo rotundo, no tenía ningún empacho en proclamar que le molestaba la presencia del público en los teatros. "No me gusta que la gente me mire mientras trabajo", decía. También aseguraba que no escogía las películas en las que intervenía. Solo ponía algunas condiciones para aceptarlas: tener fechas libres, que le pagaran su sueldo, que no hubiera escenas de riesgo físico y que no tuviera que montar a caballo, cantar ni tocar un instrumento. Y nada de improvisaciones. "Y, si no, que me paguen como guionista", afirmaba. En los 80 se asomó a la tele con "Los ladrones van a la oficina", y "Mambrú se fue a la guerra", "La lengua de las mariposas" o "El abuelo" fueron algunas de las películas de los 90. De timidez casi enfermiza, le divertía cultivar la que él llamaba su "natural antipatía". Famoso se hizo el estentóreo "¡Váyase usted a la mierda!" que le soltó a un admirador pesado que intentaba conseguir un autógrafo. Pero, pese a la fama de cascarrabias malhumorado y al celo huraño con que preservaba su vida privada, sus amigos lo retratan como un excelente conversador, un pensador original y una persona tan cálida y educada que parecía salido de otro siglo. Él se definía como un hombre de pocas palabras y amante de la lectura. "Más que culto, hice un buen bachillerato", decía con sorna este hombre que copiaba a Einstein para exclamar: "No soy feliz, ni falta que hace". Polifacético en lo artístico, reconocía no saber conducir, ni nadar, ni montar en bici. Le apasionaba el whisky, el flamenco y el tango y odiaba hablar por teléfono.

Boda de un académico

En el 2000, se casó con Emma Cohen al poco de pronunciar su discurso de entrada en la Real Academia de la Lengua, donde ocupaba el sillón B. Ese mismo año. mientras rodaba "Lázaro de Tormes", le ingresaron por un cáncer. Restablecido de su enfermedad, siguió trabajando. "Mia Sarah", de Gustavo Ron, ha sido la última aparición en la pantalla grande de este actor genial e irrepetible. Galardonado con un premio otorgado por sus compañeros de profesión -para los que ha sido un maestro-, el actor fue ingresado a finales de octubre de 2007 en el hospital de La Paz, de Madrid. El 19 de noviembre fue ingresado en el área de oncología para ser tratado de una neumonía. Falleció el miércoles 21 de noviembre a los 86 años de edad, acompañado por su mujer y sus dos hijos.