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viernes, 14 de enero de 2022

Frida Kahlo: Gran pintora mexicana

 


Magdalena del Carmen Frida Kahlo Calderón nació el 6 de julio de 1907 en Coyoacán, México. Tercera de las cuatro hijas del fotógrafo judío de origen húngaro-alemán Wilhelm Kahlo y de la española Matilde Calderón, su madre estaba demasiado enferma para cuidar de ella y Frida fue amamantada por una nodriza india. Sus problemas de salud empezaron a los 6 años, cuando una poliomielitis le dejó secuelas físicas en la pierna y pie derechos. En su convalecencia creó a una amiga imaginaria, de la que habló en su diario para explicar el autorretrato doble "Las dos Fridas" (1939). 

Un devastador accidente que cambió su vida

Tras cursar estudios primarios en el Colegio Alemán, donde sus compañeros la apodaron cruelmente pata de palo, fue una de las primeras 35 chicas que admitieron en la Escuela Nacional Preparatoria, el mejor instituto de enseñanza secundaria del país en el que estudiaban 2.000 alumnos. Allí se unió al grupo de izquierdas los Cachuchas, cuyo líder, Alejandro Gómez, sería su primer amor.

A los 17 años, su padre le enseñó a revelar, retocar y colorear fotografías, conocimientos que después le serían muy útiles para pintar. El talento artístico que empezaba a demostrar entonces llamó la atención de un amigo de su padre, Fernando Fernández, que la contrató como aprendiz para copiar grabados, y todo iba razonablemente bien hasta que, el 17 de septiembre de 1925, un terrible accidente cambió radicalmente su vida. Frida se dirigía a la escuela con su novio, cuando el autobús en el que viajaban fue embestido por un tranvía. Una barra de hierro que le atravesó el cuerpo quebró su columna vertebral por tres partes y la hirió en las costillas, la clavícula y el pubis. Durante los nueve meses siguientes estuvo postrada en la cama, inmovilizada por un corsé de escayola. Para mitigar el aburrimiento, empezó a pintar gracias al caballete que su madre hizo adaptar a su cama. Primero experimentó con acuarelas y luego se pasó al óleo, técnica con la que realizó su primer trabajo: "Autorretrato con traje de terciopelo". La obra fue un regalo para su novio quien, poco después, la abandonaría, asegurando que Frida le había sido infiel antes del accidente. La ruptura añadiría un nuevo dolor a los muchos que siempre le acompañarían, pero que ella supo lidiar y proyectándolos en una producción artística que la convertiría en la pintora más destacada del arte mexicano.

Diego Rivera, el gran amor de su vida

Cuatro años después del terrible accidente, cuando era militante de la Joven Liga Comunista, conoció a Diego Rivera, un pintor de murales de gran prestigio. Pese a las grandes diferencias que había entre ellos (el artista tenía 42 años, medía 1,86 y pesaba 136 kilos mientras que Frida tenía 22 años, no pasaba de 1,60 y su peso era de sólo 45 kilos), iniciaron una relación amorosa que desembocó en boda el 21 de agosto de 1929 y que convirtió a Frida en la tercera esposa de Rivera. La madre de la pintora no veía con buenos ojos aquel matrimonio, que definió como la unión de "un elefante y una paloma". Más cauto y práctico, el padre de Kahlo veía que Rivera podía aportarle a su hija la estabilidad económica necesaria para afrontar un futuro incierto por las secuelas de la treintena de operaciones quirúrgicas a las que se había sometido desde el accidente. Instalada con su marido en la casa de Coyoacán que la había visto nacer, Frida empezó a construir el personaje que iba a encandilar a millones de personas por su punto étnico, salvaje y, al mismo tiempo, refinado. Vestía las faldas largas y las enaguas con puntillas de las indias tehuanas; trenzaba su cabellera de pelo negrísimo con diferentes objetos y se adornaba con collares, anillos y aretes.

Un año después de la boda, tras haber sufrido un primer aborto, el matrimonio se trasladó a San Francisco (EEUU), donde Rivera tenía el encargo de un mural. Después se instalaron en Nueva York, convirtiéndose en centro de atracción de la intelectualidad. De allí pasarían a Detroit, donde la pintora volvió a quedarse embarazada. Supervisada por el doctor Leo Eloesser, que sería su consejero médico durante el resto de sus días, Frida perdió el bebé en el tercer mes de embarazo. En 1934, tras su tercer y último aborto, la pintora presionó a su marido para volver a México. Instalados en la casa que Rivera hizo construir en San Ángel en la periferia del DF, los Rivera se convirtieron en el pilar de la vida cultural y artística de la capital mexicana. Pero Diego, que era un hombre caprichoso y estaba gobernado por sus apetitos, convirtió la convivencia en un infierno.

La infidelidad de Diego Rivera con su hermana

Todo empeoró entre ellos cuando Frida cayó en una fuerte depresión porque tuvieron que amputarle varios dedos del pie derecho. La pintora pasaba por alto los numerosos lances amorosos de su marido (ella también los tuvo con hombres, mujeres e incluso con algunas de las amantes de Diego), pero no pudo tolerar que se hubiera acostado con su propia hermana y confidente, Cristina. Dejó el domicilio conyugal e inició una apasionada relación con el escultor americano Isamu Noguchi, con el que tuvo que romper porque Rivera los amenazó con una pistola.

En 1936, Frida reanudó sus actividades políticas, prestando apoyo a los republicanos españoles y pidiéndole al presidente mexicano, Lázaro Cárdenas, asilo político para León Trotsky, al que acogió en su casa y con el que mantuvo una relación más romántica que carnal. También fue anfitriona de André Bretón. El padre del surrealismo quiso incluirla en esa tendencia artística, pero ella decía que lo que pintaba no eran sueños, sino su propia realidad. "Pinto autorretratos porque estoy sola muy a menudo y porque soy la persona que mejor conozco", afirmaba la artista que hizo su primera exposición en Nueva York en 1939. Poco después, tuvo una muestra en París, siendo la primera mexicana que exponía en el Louvre. Para entonces, vivía sola en la casa de sus padres, en Coyoacán, y los dolores de la espalda eran más insoportables que nunca. Intentaba mitigarlos pintando a todas horas. En 1940, durante un viaje a San Diego (EEUU) se reconcilió con Rivera y se casaron por segunda vez, pero con las condiciones de Frida: no tendrían relaciones sexuales y él no la mantendría económicamente.

En 1943, cuando sus cuadros empezaban a ser muy cotizados y ella vivía una temporada muy tranquila, empezó a dar clases de pintura en el Antiguo Colegio de Escultura, donde animaba a sus estudiantes a buscar inspiración en la vida diaria mexicana y en el folclore del país, sin seguir los modelos europeos. Pasados unos meses su salud se deterioró y se vio obligada a usar un corsé de acero, pero mantuvo las clases en su casa.

Alcohol, pastillas y una silla de ruedas

A finales de los años 40, su estado empeoró mucho y tuvo que someterse a ocho complicadas operaciones de columna que la minaron física y mentalmente. Uno de sus autorretratos más famosos de esa época fue "La columna rota" (1944). Mientras ella sufría, su marido escandalizaba a todos paseándose del brazo de la gran diva del cine mexicano, María Félix. Los amantes rompieron, pero el carácter de Frida se agrió, volviéndose violenta y depresiva. Reducida en su movilidad, se desplazaba en silla de ruedas, empezó a beber mucho y se hizo adicta a las drogas y fármacos que le aliviaban los dolores. En 1953, se montó la primera exposición en solitario de sus trabajos en México, a la que llegó en ambulancia. Pocos meses después, tuvieron que amputarle la pierna derecha que se le había gangrenado.

El 13 de julio de 1954, Frida Kahlo falleció en su casa de Coyoacán, convertida años después en museo y donde reposan en un jarrón precolombino las cenizas de la pintora. Nunca se supo si murió por una embolia pulmonar o por las numerosas pastillas que, según su enfermera, faltaban de un tubo de somníferos.