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sábado, 5 de junio de 2021

Óscar Niemeyer: El arquitecto brasileño más importante del siglo XX

 


Óscar Ribeiro de Almeida Niemeyer Soares Filho nació el 15 de diciembre de 1907 en Río de Janeiro (Brasil). Fue el segundo de los siete hijos de Óscar Niemeyer y Delfina, un matrimonio de clase acomodada y liberal, que tenía una inmensa casa en el barrio de Laranjeiras, donde convivían varias generaciones. El gran referente de su vida fue su abuelo, Antonio Augusto Ribeiro de Almeida, miembro del Tribunal Supremo Federal, del que heredó los valores que le hicieron buscar siempre la solidaridad y la justicia. "Fue un hombre útil y murió pobre, ¡Qué orgullo cuando hay tantos robando dinero público hoy!".

Estudió en el Colegio dos Barnabitas Santo Antonio, donde fue el típico adolescente alegre y despreocupado y entre los 17 y los 21 años llevó una vida bohemia. Tenía 21 años cuando contrajo matrimonio con Annita Baldo, con la que estuvo casado hasta el fallecimiento de ésta, en el 2004. Se puso a trabajar en el taller de tipografía de su padre y, en 1929, se matriculó en la Escuela de Bellas Artes para cursar Arquitectura "por el gusto de dibujar", según explicó. Dos años después, nació su única hija, Anna María, una diseñadora de interiores que le dio 5 nietos, 13 biznietos y 5 tataranietos y que falleció en junio del año 2012 a los 82 años debido a un enfisema pulmonar.

Alumno aplicado, Niemeyer estaba en tercero de carrera cuando empezó a trabajar como delineante en el estudio de Lucio Costa y Carlos Leáo, uno de los más importantes de Río. "Todo lo que sé de arquitectura lo aprendí allí", aseguraba Niemeyer, que aceptó trabajar sin cobrar con el objetivo de encontrar respuestas a sus dudas como estudiante. A los 27 años, ya licenciado, tuvo la oportunidad de conocer a Le Corbusier, arquitecto suizo que unos años antes había revolucionado los conceptos de la construcción, al que Costa había invitado para que le asesorara en el proyecto de construcción del nuevo Ministerio de Educación en Río de Janeiro, entonces capital brasileña. Los principios de Le Corbusier -planta libre, fachada libre, separación entre cerramiento y estructura, ventana corrida y cubierta ajardinada- influyeron decisivamente en Niemeyer, quien, ya como asociado del estudio de Costa, proyectó el pabellón brasileño de la feria de Nueva York de 1939. Un año más tarde, Juscelino Kubitschek, que más adelante sería presidente de Brasil, le encargó varias construcciones en Pampulha, una humilde aldea de Belo Horizonte. De los edificios que construyó llamó poderosamente la atención la capilla de San Francisco de Asís por su techo de bóvedas con forma de oleaje y que no sería consagrada hasta 1959 porque a las autoridades eclesiásticas no les gustó la sinuosidad de su diseño curvo y asimétrico.

Edificios emblemáticos en la ciudad de Brasilia

Convertido ya en un arquitecto famoso por su peculiar manera de entender las formas y no atenerse a las normas, Niemeyer colaboró con su admirado Le Corbusier en el proyecto de la sede de las Naciones Unidas en Nueva York e hizo obras tan singulares como el edificio Copan, en Sao Paulo (1950), un innovador bloque de planta ondulada. Pero el gran encargo de su carrera fue a mediados de los años 50, cuando, al poco de llegar a la presidencia, Kubitschek lo citó en su despacho y le dijo: "Voy a construir una nueva capital para este país y quiero que me ayudes. Una capital moderna, la más hermosa del mundo". El plan urbanístico de Brasilia -situada en Planalto, la zona central del país, entonces prácticamente deshabitada- se le adjudicó a Costa mientras que Niemeyer hizo los edificios, que dibujó y erigió con aire escultórico. Uno de los más vistosos fue la catedral de Brasilia, construida en hormigón y cristal con forma de granada abierta. También fueron suyos los palacios de Alborada, Planalto y la Corte Suprema de Brasilia, ciudad que fue inaugurada el 21 de abril de 1960.

Exilio forzoso en París

Concienciado con la pobreza y la desigualdad, Niemeyer era miembro del Partido Comunista desde 1945 y cayó en desgracia cuando los militares derrocaron, en 1964, el gobierno democrático. Apartado de los proyectos oficiales, perdió también muchos clientes por lo que empezó a trabajar en el extranjero y se acabó instalando en París en 1967, donde empezó una nueva etapa en su carrera. Entre sus obras europeas y africanas de ese periodo están la sede del Partido Comunista Francés en París, el Centro Cívico de Argel, la sede de la Editorial Mondadori en Milán, la universidad de Constantine en Argelia, el Centro Cultural de Le Havre, el Museo de Caracas y el palacio de Brazaville en el Congo. Pese a la distancia, no perdió su amistad con Fidel Castro, que aseguraba de ambos: "Somos los dos últimos comunistas del planeta".

En los años 80, una cierta apertura democrática en Brasil le permitió volver a su país para enseñar en la Universidad de Río de Janeiro, donde explicaba a sus alumnos la importancia de la curva en su vida: "No me atrae el ángulo recto ni la línea dura e inflexible creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que encuentro en las montañas, en el curso sinuoso de los ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer preferida y las del universo".

En 1988, se creó la Fundación Óscar Niemeyer y, entre 1991 y 1996, realizó lo que muchos expertos consideran una de sus mejores obras, el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói, muy cerca de Río de Janeiro. "La arquitectura siempre ha sido mi vida, pero también lo ha sido la familia", solía comentar, orgulloso de sus descendientes. Después de casi 80 años dedicado a su profesión, afirmaba: "La arquitectura está en mi cabeza. Soy capaz de hacer un proyecto sin utilizar un lápiz".

Hombre desenvuelto, sereno, excelente tertuliano y gran amigo de sus amigos, Niemeyer fue un ávido lector y un apasionado de la cosmología. "¡Me entusiasma apreciar el contraste entre la grandeza del cosmos y la situación del ser humano, frágil, siempre corriendo el riesgo de desaparecer!", comentó este genio de la arquitectura al que le gustaba oír samba, comer dulces y tomar café. Entre los numerosos galardones que ganó a lo largo de su dilatada carrera figuran el Premio Pritzker (1988) -equivalente al Nobel en Arquitectura-; el Príncipe de Asturias de las Artes (1989); el León de Oro de la Bienal de Venecia (1996); el Premio Imperial Japón (2004) y el de la Orden de las Artes y las Letras de España (2009).

Casado, a los 98 años, con su secretaria

En su oficina con vistas a la playa de Copacabana, a la que seguía yendo siendo centenario, diseñó la mayoría de los 700 edificios que hizo durante sus más de 70 años de carrera. Uno de sus últimos proyectos fue el Centro Niemeyer de Avilés (Asturias), visitado por celebridades como Woody Allen y Brad Pitt y su única obra en España. En el 2006, sorprendió al mundo al contraer matrimonio por segunda vez a los 98 años con Vera Lucía Cabreira, su secretaria personal 40 años más joven que él. Lo mantuvo tan en secreto que su hija se enteró un par de horas antes de oficiarse la ceremonia. Al cumplir los 100 años dijo que "lo principal es mirar hacia atrás y sentirse bien conmigo mismo". Aquejado de serios problemas de salud en los últimos años, es te genial arquitecto aseguró que le gustaría "ser recordado como un hombre que pasó más de seis décadas sobre la mesa de trabajo, preocupado por la arquitectura, pero siempre listo para contribuir a la lucha política, a la superación de este régimen de clases que creó el capitalismo y que desmerece a la humanidad".

El miércoles 5 de diciembre de 2012, falleció a los 104 años de edad en Río de Janeiro, su ciudad natal.