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miércoles, 12 de enero de 2022

Doris Lessing: Una de las grandes escritoras del siglo XX

 


Doris May Tayler nació el 22 de octubre de 1919 en Kermanshash (Irán, antigua Persia), Fue la primera hija de una pareja marcada por la I Guerra Mundial, en la que el padre, Alfred Cook Tayler, perdió una pierna, y la madre, Emily Maude McVeagh, al verdadero amor de su vida. Con el paso de los años, Doris describió a sus padres como "ese tipo de ingleses que creían que Dios había designado al Imperio británico para dominar el mundo". A los seis años, ella, sus padres y su hermano Henry emigraron al sur de Rodesia (la actual Zimbabue), atraídos por la promesa de la abundancia. La realidad fue muy diferente: la tierra que consiguió el padre era poco productiva y la granja estaba en un lugar remoto. A golpe de fracasos, quiebras y enfermedades, el padre se sumió en una amargura de la que sólo salía cuando recordaba sus días en el campo de batalla. La madre, por su parte, intentaba mantener vivos los ecos de la grandiosidad de su juventud en la Inglaterra victorina.

Marcada por su madre, una mujer muy estricta

Uno de los recuerdos de infancia de Doris era la imagen de sus padres sentados delante de la casa, en medio de una nube de tabaco y de resentimiento, encadenados el uno al otro por una vida de desilusiones y escasez. "No, no seré como ellos", se repetía una y otra vez. Le encantaba caminar por el bosque, ayudar en las tareas de la granja y leer los libros que su madre se hacía traer de Londres. La aspiración de ésta. amante de la música, era que Doris aprendiera a tocar algún instrumento, pero la pasión de la niña era la escritura. "Tengo la impresión de haber escrito desde siempre", ha comentado. Hipersensible y rebelde -la apodaban "tigresa"-, Doris quedó marcada por su madre, una mujer muy estricta -tanto como luego lo ha sido la propia escritora- con la que estableció complejas relaciones de amor y odio. Su infancia en la África colonizada la puso en contacto con los crueles fenómenos sociales que se convertirían en elementos recurrentes de sus futuras novelas: la discriminación racial, la pobreza, las crudas desigualdades sociales sobre las que se sustentan los poderes que rigen el mundo y el dominio de los fuertes sobre los débiles.

A los 14 años dejó la escuela, pero ella siguió leyendo con voracidad. Dos años después, Doris se puso a trabajar en una central telefónica en Salisbury, una ciudad a cien kilómetros de la granja de sus padres. Tres años después, se casó con Frank Wisdom, un funcionario 10 años mayor que ella con el que tuvo dos hijos: John y Jean. En esa época, pasaba con facilidad del té de la tarde a las primeras copas de la noche y en ese ambiente conoció a muchos intelectuales europeos con los que adquirió conciencia política. Uno de ellos fue Gottfried Lessing, un refugiado alemán que la "convirtió" al comunismo y con el que se casó en 1945, dos años después de haberse divorciado de su primer marido. Con Lessing, del que adoptaría el apellido para su carrera artística, tuvo otro hijo: Peter. Aquel segundo matrimonio tampoco fue bien y, en 1949, firmaron el divorcio.

Dejó a su dos hijos mayores en Rodesia

Ese mismo año, antes de cumplir los 30 años, se embarcó en un buque que navegaba hacia Inglaterra. Dejaba atrás dos maridos, a sus dos hijos mayores (algo que le ha hecho sentir culpable toda la vida) y se llevó sólo al más pequeño, una maleta con libros y ropa, 100 libras esterlinas y el manuscrito de su primera novela "Canta la hierba". Aquella extraordinaria narración, ambientada en una granja de Rodesia, que mostraba la ambigua, estrecha y letal relación entre una dama blanca y su criado negro fue muy bien recibida en los ambientes literarios. El Londres de la posguerra era un lugar difícil para una madre sola, pero enseguida contactó con escritores y artistas bohemios que frecuentaban los clubs del Soho. "El ambiente era muy atractivo, con gente maravillosa e ingeniosa. Podría haber estado en estos lugares todas las tardes, pero eso me hubiera hundido. Tenía una responsabilidad ineludible: no podía salir de noche, no podía permitirme pagar una canguro. Gracias a Dios", escribió. Su siguiente novela, "Marta Quest" (1958) fue un éxito y primera de las cinco obras de la serie "los hijos de la violencia": "Un casamiento convencional", "Al final de la tormenta", "Cerco de tierra" y "La ciudad de las cuatro puertas".

"El cuaderno dorado", una "biblia" feminista

Socialmente comprometida, Lessing militó tres años en el Partido Comunista británico, del que se salió en 1956, tras la invasión de Hungría, "cayendo como los demás en una profunda desconfianza hacia el mundo". Le indignó también que un partido "revolucionario" se reprodujeran los modelos de desigualdad de sexos. El drama de las militantes comunistas fue uno de los temas de "El cuaderno dorado", libro que, en 1960, se convertiría -pese  a la propia autora- en una de las "biblias" del emergente movimiento feminista. Pero el libro que le dio fama más allá de las fronteras del Reino Unido era mucho más que un texto de convicciones feministas. Novela escrita con la estructura de un complejo diario femenino, es la reflexión de una mujer que se interroga sobre los nuevos modelos sociales y sobre las exigencias y las contradicciones del amor, El libro recibió el Premio Médicis a la mejor novela extranjera y ha sido considerado una de las obras fundamentales de la literatura inglesa de los años 60 y 70. Durante esas décadas siguió interrogándose sobre la vida y la política con novelas como "Un hombre y dos mujeres", "En busca de un inglés", "Instrucciones para un descenso al infierno" o "El último verano de Mrs. Brown". También es autora de magníficos cuentos en los que, como en sus novelas, recrea temas como el miedo, la muerte, el dolor, el amor, el odio, la solidaridad... A partir de 1975, Lessing abordó el género de la ficción científica, a través del que construyó una alegoría del mundo sometido a la amenaza de la guerra nuclear.

En los años 80, esta mujer de inteligencia privilegiada, verbo apasionado y fama de mal carácter comenzó una lenta aproximación a la secta sufí y, tres años más tarde, ya bendecida por la fama y para probar la desidia del mundo editorial, envió a su editor dos novelas con el seudónimo de Jane Somers. Tanto "El diario de una buena vecina" como "Si la vejez pudiera" fueron rechazadas y publicadas en otra editorial con absoluta indiferencia de la crítica. En 1987, publicó "La buena terrorista", descripción de la vida cotidiana de una muchacha londinense que se integra en un grupo terrorista. 

Amante de los gatos, antipática y cocinera

Autora de una cuarentena de obras, ha escrito varios trabajos sobre gatos -unos animales a los que adora-, piezas teatrales y su autobiografía: "Dentro de mí" y "Un paseo por la sombra". En el 2001, esta mujer con tanta fama de huraña como de buena cocinera recibió el Premio Príncipe de Asturias, uno de los muchos galardones que le han concedido. Eterna candidata al Nobel de Literatura, en octubre de 2007 la Academia Sueca le otorgaba el codiciado premio "por su épica narrativa de la experiencia femenina". "No sé a qué se refieren con eso. Los hombres y las mujeres no son tan diferentes", aseguró, comentando con sarcasmo que le habían dado el premio porque "estoy muy mayor". A los 87 años, con su hijo Peter inválido y abuela de dos nietas que vivían en Sudáfrica, entregó una novela a su agente sobre sus padres, "Alfred y Emily". "Podría ser la última", dijo quien necesitaba de la escritura como del aire que respiraba.

Su salud se deterioró tras sufrir varios derrames cerebrales, de forma que no pudo ya viajar, y falleció en Londres el 17 de noviembre de 2013 a los 94 años.



miércoles, 16 de junio de 2021

Emilia Pardo Bazán: Gran escritora y periodista gallega

 


Emilia Pardo Bazán y de la Rúa nació el 16 de septiembre de 1851 en A Coruña. Fue hija única de José Pardo Bazán y Mosquera y de Amalia de la Rúa Figueroa y Somoza, un matrimonio noble de talante liberal, propietario de un caserío en Sanxenxo y del pazo de Meirás. Aleccionada por sus padres, Emilia se aficionó a la lectura desde muy pequeña gracias a la imponente biblioteca familiar. A los 8 años, escribió sus primeros versos y, a los 15, su primer cuento, "Un matrimonio del siglo XIX", que sería el primero de los 600 que publicaría a lo largo de su vida.

Don José Pardo Bazán era abogado y político, por lo que pasaban los inviernos en Madrid, donde Emilia completó su educación en un elegante colegio francés. Su carácter rebelde y feminista empezó a mostrarse a los 12 años cuando jugaba indistintamente con juguetes de niño o de niña y se negaba a recibir las típicas clases de música y piano.

Tenía solo 16 años cuando se casó con José Quiroga, un estudiante de Derecho cuatro años mayor que ella y perteneciente a una familia pudiente venida a menos de Carballino (Ourense). La boda se celebró en la capilla del pazo de Meirás el 10 de julio de 1868, un año que Emilia definió como clave en su vida: "Me vestí de largo, me casé y estalló la Revolución". Tras el enlace, la pareja se instaló en Madrid, donde también vivía su padre. Pero éste, que había sido carlista, tuvo graves discrepancias con los nuevos gobernantes de la Revolución Liberal y, en 1873 decidió abandonar España junto al joven matrimonio. En aquel viaje a caballo entre el autoexilio y el turismo cultural pasaron largas temporadas en Francia, Gran Bretaña, Italia y Alemania. Emilia aprendió inglés y alemán, sin profesor, para poder leer en el idioma original a los principales autores de cada país que recorría.

Madre de tres hijos: Jaime, Blanca y Carmen

En 1876, nació su primer hijo, Jaime, a quien le dedicaría su único libro de poemas. En 1879, llegó Blanca, su segunda hija, justo antes de publicar su primera novela, "Pascual López, autobiografía de un estudiante de medicina", que no era su género preferido. En 1881 nació su tercer hijo, Carmen. Enérgica, poco femenina al uso y amante de la polémica, al año siguiente empezó a escribir una serie de artículos que se reunieron posteriormente en un libro titulado "La cuestión palpitante". Trataba temas tabú como el alcoholismo, la prostitución, el incesto, la defensa del amor libre o la educación como camino para la liberación de la mujer. Su publicación fue un escándalo de tal magnitud que su marido le exigió que se retractara de sus ideas y dejara de escribir. La respuesta de Emilia fue enviar a su esposo a freír espárragos y, dos años después se separó de él. Nunca llegó a divorciarse por sus convicciones católicas, pero, por si a alguien le había quedado dudas de las causas de la ruptura, aquel mismo año publicó "La ama joven", libro sobre las crisis matrimoniales. Sus hijos se quedaron con ella, viviendo a caballo entre Madrid y A Coruña.

"Los pazos de Ulloa", su obra maestra

"Los pazos de Ulloa", su obra maestra, se publicó en 1886. Era su quinta novela y en ella describió con toda rudeza la decadencia de la aristocracia gallega. Empeñada en "vivir de mi trabajo", lo lograría con creces. Prácticamente, escribiría un libro por año además de dirigir y colaborar en diferentes revistas y periódicos de la época con artículos de viajes, ensayos y cuentos. También escribió obras de teatro y, en 1906, estrenó en Madrid la obra "Verdad y cuesta abajo", aunque con poco éxito.

Emilia nunca había estado realmente enamorada de su marido y el suyo había sido un matrimonio de conveniencia. Viajaba mucho sola, estuvo de corresponsal en Roma y París para el periódico "El Imparcial" y pronto empezó a tener relaciones extramatrimoniales con otros escritores populares de la época. Por su lecho pasaron desde Blasco Ibáñez a los, por entonces jóvenes, Lázaro Galdiano y Narcís Oller. Emilia, que no era agraciada físicamente, estaba en boca de toda la sociedad coruñesa con comentarios "a veces muy descarnados y, en más de una ocasión, llegarían al marido miradas burlonas y conmiserativas, comentarios en voz baja que cuestionaban su honor y hasta su virilidad", escribe Eva Acosta en su libro "La luz de la batalla" (Ed. Lumen), una reciente biografía sobre la autora gallega. José Quiroga se dedicó a la política y llegó a ser presidente del Círculo de Artesanos, pero nunca pasó de ser el marido consorte de esa mujer de personalidad arrolladora. Murió en 1912 en su pueblo natal.

Benito Pérez Galdós, el gran amor de su vida


El gran y verdadero amor de Emilia fue Benito Pérez Galdós, nueve años mayor que ella y que nunca se llegó a casar. Ambos se convirtieron en ardorosos amantes, primero en encuentros clandestinos, después en un viaje secreto por media Europa que acabaría reflejándose en sus respectivas obras literarias. Su relación, basada en la mutua admiración, duró 20 años, aunque durante este tiempo ambos tuvieron otros amantes esporádicos.


Condesa, asesora de educación y catedrática


En 1890, murió el padre de Emilia, al que ella adoraba y del que heredó el título de condesa de Pardo Bazán si bien no lo usaría hasta 1908, cuando el rey Alfonso XII se lo entregó por su méritos literarios y su reconocida labor cultural y social. En 1910, fue nombrada consejera del Ministerio de Instrucción Pública y, posteriormente, catedrática de Literatura Contemporánea en la Universidad Central, siendo la primera mujer en ocupar estos cargos aunque, tal y como era la sociedad de aquella época, acabó dando clases a un solo alumno. Otra de sus muchas espinas clavadas fue que nunca consiguió entrar en la Real Academia Española. Sus colegas de profesión se negaron, hasta en tres ocasiones, a admitir a una mujer en la institución y, menos aún, con su feminismo militante: "No sirven para nada unas leyes que permiten a la mujer estudiar una carrera y luego no ejercerla", argumentó ella con toda la razón. De hechono sería hasta 1978 cuando una mujer pudiera sentarse en un sillón de la academia encargada de "fijar y dar esplendor" a la lengua castellana. Y ello, pese a que fue, junto a Benito Pérez Galdós, José María de Pereda y Leopoldo Alas "Clarín", la escritora más leída de la época. Los dos últimos la despreciaban. Clarín no podía soportar que le compararan intelectualmente con una mujer -y que ella vendiera más libros que él- y la llegó a llamar "esa puta" en una carta a Galdós. También Pereda se refería a la obra de Emilia como "pornográfica", y tanto los partidos políticos como la Iglesia se escandalizaban por sus obras y por su conducta ante los hombres, que calificaban de inmoral y promiscua.


Enterrada en la cripta de la Concepción de Madrid


Su madre, doña Amalia, falleció en 1915. Ella se había encargado siempre de la administración y gestión de la casa para que su hija se dedicara en cuerpo y alma a la literatura. Emilia no le sobrevivió mucho. Padecía diabetes y una complicación acabó con su vida el 12 de mayo de 1921 cuando, a los 70 años, seguía escribiendo con el mismo ímpetu que puso en sus primeros poemas de adolescente. El día fue considerado "duelo de estado", siendo enterrada en la cripta de la iglesia de la Concepción de Madrid. Dejó 41 novelas, siete dramas, cientos de ensayos, casi 600 cuentos... y dos libros de cocina.

        


lunes, 7 de junio de 2021

Isabel Allende: Gran dama de la literatura hispanoamericana

 


Isabel Allende Llona nació el 2 de agosto de 1942 en Lima (Perú), donde su padre, el diplomático chileno Tomás Allende Pesce -primo del presidente Salvador Allende- estaba destinado. De su matrimonio con Francisca Llona Barros "doña Panchita", nacieron dos hijos más: Juan y Francisco. En 1945, su madre se divorció y volvió a Chile con sus tres hijos, instalándose en casa de sus padres, que tendrían una influencia decisiva en la carrera literaria de Isabel. Al poco, Francisca se enamoró de Ramón Huidobro, otro diplomático, al que la escritora consideraría su verdadero padre. No vio nunca más al biológico hasta que, a los 28 años, tuvo que identificar su cuerpo en la morgue.

Expulsada de las monjas ursulinas de Santiago

En la capital de Chile, Isabel estudió en un colegio de monjas ursulinas, del que la expulsaron por montar un concurso de calcetines, aunque, según ella, "fue una excusa; me echaron porque mi madre se había separado de mi padre y mantenía una relación con el hombre que luego sería mi padrastro. Para las monjas, era un escándalo". Cuando murió su abuela espiritista -de la que ella dice que le enseñó a ver la existencia como algo mágico-, su abuelo declaró luto permanente. "Entonces terminaron la música, la alegría, los postres y las flores", escribió en una ocasión. Rebelde y bromista, el día de su Primera Comunión protagonizó una divertida anécdota: "Las monjas me dieron un listado de pecados para que confesara los que había cometido. No me acordaba de los míos y tuve la idea de confesar los más graves pensando que así me perdonarían los menores". Confesó ser adúltera, entre otros pecados de igual rango, y acabó con la boca lavada con jabón. Poco después, la familia se mudó a La Paz (Bolivia) y Líbano, donde estudió en colegios anglosajones. Para entonces ella ya había leído las procacidades del marqués de Sade, el tórrido "El amante de Lady Chaterley" y narraciones de las orgías de Calígula. En 1958, debido a la crisis del canal de Suez, ella y sus hermanos volvieron a Chile y empezó una costumbre que no ha perdido en el curso de los años: escribir cada día una carta a su madre. A los 15 años, conoció a un apuesto ingeniero llamado Miguel Frías, con el que se casó cuando tenía 19 años. En 1963, nació su primera hija, Paula.

El golpe de Pinochet


Diplomada en periodismo, trabajó para las Naciones Unidas en la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en Santiago y, durante 1964 y 1965 vivió en Bruselas y Suiza con su marido y su hija. En 1966, regresó a Chile y nació su segundo hijo, Nicolás. Autora de dos cuentos infantiles, fue redactora en la revista femenina "Paula" y tuvo un programa de entrevistas en la televisión chilena. Aquella vida perfecta se truncó el 11 de septiembre de 1973 con el golpe de estado del general Augusto Pinochet que derrocó a Salvador Allende, que salió muerto (no se sabe si lo mataron o se suicidó) de la Casa de la Moneda. Dos años después , se exilió con su familia en Venezuela, donde trabajó para el diario El Nacional de Caracas y publicó su obra teatral "La casa de de los siete espejos". Separada temporalmente de su marido, en 1978 se instaló en España, pero no se encontró bien en nuestro país porque "en aquel momento yo era una "sudaca", una palabra bien fea que te soltaban a la cara. Era pobre, no tenía dinero, ni trabajo y era difícil que me alquilaran un apartamento con un visado de turista. Me volví porque no lo podía resistir". A lo largo de los 13 años que vivió en Venezuela trabajó como administradora en un colegio y entrevistó a Pablo Neruda, poeta ligado a su infancia, que le aconsejó: "Como periodista eres demasiado imaginativa, te inventas las cosas y las engrandeces de tal manera que resulta difícil reconocerlas. Lo tuyo, niña, es la literatura. Dedícate a ella, te irá mejor". Aquellas palabras y una carta que empezó a escribir a su querido abuelo un 8 de enero de 1981, cuando le dijeron que estaba moribundo, fueron el punto de arranque de "La casa de los espíritus". Aquella primera novela se convirtió en "best-seller", ya que ha vendido más de 13 millones de ejemplares. La historia se llevó al cine con Jeremy Irons, Meryl Streep, Glenn Close y Antonio Banderas como protagonistas. Tras conocer al actor español, Allende explicó con su habitual desparpajo que había tenido con él "sueños eróticos. Una vez soñé que estaba desnudo sobre una tortilla mexicana, le echaba guacamole y salsa y lo enrollaba para comérmelo". Banderas interpretó la versión cinematográfica de "De amor y de sombra", su segunda novela. Una obra que, como todas las que ha escrito después, empezó un 8 de enero, su fecha fetiche.


La terrible experiencia de la muerte de su hija


Tras 25 años de matrimonio, se divorció de Frías, pero al poco, en la presentación de uno de sus libros en California, conoció al abogado americano Willie Gordon, con quien se casó en el verano de 1988. "Nos apoyamos el uno en el otro. He tenido mucha suerte al encontrarlo", ha dicho Isabel, que ha fijado su residencia en una bonita casa en San Rafael, con, con vistas a la bahía de San Francisco. Se separaron en 2015.


Convertida ya en una autora de éxito que viajaba por todo el mundo promocionando sus libros, Allende vivió en diciembre de 1991 una experiencia trágica y devastadora que cambiaría su vida: su hija, Paula, afectada de porfiria (una enfermedad metabólica rara e incurable que afecta al sistema nervioso y se transmite genéticamente), ingresó en un hospital de Madrid con un ataque de delirio, convulsiones y vómitos. La joven cayó en coma y, cuando éste se hizo irreversible y los pronósticos no vaticinaban nada bueno, la escritora se la llevó a su casa de California, donde Paula falleció un año después, el 6 de diciembre de 1992. "Durante su enfermedad empecé a escribir. Fue como una catarsis y, al recopilar lo que había hecho, lo estructuré y dos años después publiqué "Paula", un libro con el que hice las paces con el dolor", explicó sobre uno de sus trabajos más famosos. Al poco tiempo, ella y su marido vivieron el drama de la desaparición de una de las hijas del abogado, Jennifer, después de años enganchada a las drogas, adicción que también han sufrido los otros dos hijos de Gordon. Pese a esas duras pruebas, Allende nunca ha llegado a perder su optimismo y vitalidad: "A todos en la vida nos toca una cuota de desgracias, pero en mi caso ha sido compensada con cosas extraordinarias". Cuatro años después, creó la Fundación Isabel Allende en honor a su hija para apoyar los derechos fundamentales de las mujeres y los niños, ya que Paula había trabajado como voluntaria en comunidades marginales como psicóloga y educadora.


Hasta la fecha ha escrito algunas de las mejores novelas editadas en castellano: "Eva Luna", "Retrato en sepia", "La isla bajo el mar", "Hija de la fortuna", "El cuaderno de Maya"... Autora de 19 libros de los que se han vendido 57 millones de ejemplares y traducidos a 35 idiomas, Allende tiene 12 doctorados internacionales y más de 50 premios, como el Nacional de Literatura de Chile y el Hans Christian  Andersen.


Cirugía estética


Según los críticos, esta mujer coqueta que, dos veces al año se hace tratamientos para quitar arrugas y manchas y que periódicamente pasa por el cirujano plástico, escribe novelas en las que plasma sus propias vivencias personales y familiares, adornadas con detalles fantásticos, sentimentales, políticos o de actualidad. Su éxito radica no tanto en lo que cuenta sino en cómo lo cuenta. A sus 75 años, con la fama y el éxito intactos y rodeada de su clan familiar, al que ella adora, piensa seguir escribiendo ya que "nunca pude pensar con lógica, ni hacer un puzzle, pero si puedo armar toda una historia a partir de la nada".

 


miércoles, 14 de abril de 2021

Simone de Beauvoir: Escritora francesa y feminista

 


Simone Lucie Ernestine Marie Bertrand de Beauvoir nació en París (Francia) el 9 de enero de 1908, en el seno de una familia burguesa con aspiraciones aristocráticas. Fue la primera hija del abogado Georges de Beauvoir y de su esposa, FranÇoise de Brasseur. La familia se completó con el nacimiento de Hélène. Con ideas extremadamente conservadoras, el padre se oponía al sufragio universal y a la República. La madre defendía valores tradicionales como el puritanismo, el rechazo del materialismo y la creencia de que la fe católica era el más firme puntal de la existencia.

De Montparnasse a un barrio más humilde

Por los desafortunados negocios en que se embarcó el padre, en 1919, los Beauvoir se encontraron en la ruina y tuvieron que abandonar su cómodo domicilio en Montparnasse para instalarse en un piso oscuro, sin agua y sin ascensor de un barrio más humilde, en el que tuvieron que prescindir del servicio doméstico. El padre de Simone encontró trabajo como vendedor de publicidad de un periódico, pero su nueva -y baja- condición económica le dejó una huella de amargura, que acabó convirtiéndole en alcohólico y asiduo de los servicios de las prostitutas. Quizás para abstraerse de las cada vez más frecuentes broncas entre sus padres, Simone se convirtió en una lectora voraz y se inició en la escritura de la mano de su primo Jacques.

Conoció a Jean-Paul Sartre en la Sorbona

Hizo el bachillerato de Letras en la Institución Sainte Marie de Neuilly, donde las profesoras estaban más interesadas en enseñar a las alumnas cómo cazar un buen marido que a pensar por sí mismas. Pero Simone tenía una inteligencia tan privilegiada que le permitió superar aquellos limitados horizontes. En 1927, con solo 19 años, se licenció en Filosofía por la Sorbona, donde conoció a Jean-Paul Sartre, el hombre al que estaría unida toda su vida, aunque de una manera no convencional. "Sartre correspondía exactamente al compañero con el que yo había soñado desde los 15 años. Era el doble en quien encontraba, incandescentes, todas mis manías. Simplemente podía compartirlo todo con él", escribió en uno de sus libros autobiográficos. Éste, tras conocerla, comentó de ella: "Simpática, bonita, pero mal vestida". Era una "boutade", porque inmediatamente se rindió ante la fuerza avasalladora de la inteligencia y la capacidad de razonamiento de Beauvoir. Para entonces, Simone ya se había independizado de su familia. Se incorporó al círculo de Sartre, un intelectual extraordinario, pero sin renunciar a su independencia y a su libertad personal. "Solo enfrentándose a su soledad y a su independencia las mujeres pueden aprender a considerar el mundo como propio", escribió.

Entre 1941 y 1943, esta mujer a la que Sartre apodó "castor" dio clases en la Sorbona. Su carrera docente se vio truncada cuando se produjo la ocupación nazi de París. "Lamento que haya sido necesaria la guerra para hacerme comprender que vivía en el mundo y no fuera de él", escribió años después sobre el periodo de la ocupación alemana, años en que ella pese a considerarse una mujer "totalmente de izquierdas", no manifestó total indiferencia ante la barbarie de Hitler. Tampoco le importó la Guerra Civil española.

Ajena a la Resistencia francesa -aunque en algunas biografías se dice lo contrario- Beauvoir escribió en 1943 su primera novela, que con el título de "La invitada", abordaba la ideología existencialista de la libertad y la responsabilidad individual, dos temas que volverían a aflorar en obras como "La sangre de los otros" (1944) y "Los mandarines" (1954), que ganó el prestigioso Premio Goncourt.

"El segundo sexo", referente del feminismo

En 1945, acabada la guerra, Simone empezó a colaborar con Sartre en la revista "Les Temps Modernes", de la que el filósofo era fundador y director. Dos años después, Simone escribió el ensayo "Por una moral de la ambigüedad", en el que aseguraba que "el hombre es libre, pero su libertad solo es real y concreta en la medida en que está comprometida, es decir, solo si tiende hacia un objetivo y trata de realizar algún cambio en el mundo". Fue en la revista "Les Temps Modernes" donde esta mujer excepcional publicó los primeros capítulos de "El segundo sexo", que saldría a la venta como ensayo en 1949, convirtiéndose en piedra angular del movimiento feminista. El libro, dividido en cuatro partes, es una brillante reflexión todavía hoy vigente sobre las influencias históricas y psicológicas que determinan la condición femenina. De esta obra, que empieza con un "no se nace mujer, llega una a serlo", se vendieron 22.000 ejemplares en una semana y Simone de Beauvoir alcanzó una gran popularidad, al tiempo que se convirtió en destinataria de feroces críticas que la tildaban de neurótica, frígida, frustrada y amargada. En cualquier caso, la obra marcó un antes y un después en la historia del feminismo. Muchas de esas páginas las escribió en el Flore o el Deux Magots, sus cafés favoritos, y de los pocos lugares caldeados en París en la dura posguerra.

En 1947, Simone viajó a EEUU para dar unas conferencias y, en Chicago, conoció al escritor Nelson Algren, con el que inició una relación amorosa que duraría hasta 1964, pero que no motivó su ruptura con Sartre. Durante toda su vida, estos dos amantes que nunca vivieron juntos y se trataron siempre de usted, mantuvieron "amores contingentes" mientras consideraban que el suyo era un "amor necesario". En muchas ocasiones, Beauvoir había declarado que su idea de la vida le impedía soportar el mundo si no tenía a personas a las que admirar: Sartre lo era y, en ese sentido, le profesó una lealtad profunda que duró toda su vida. Tras la ruptura con Algren, Simone conoció al comunista Claude Lanzmann, 17 años menos que ella. Tampoco esta relación afectó a su unión con Sartre, con el que formaba pareja como embajadores intelectuales de la izquierda por todo el mundo, apoyando los regímenes comunistas frente al imperialismo norteamericano.

A los 48 años, Simone empezó a escribir su autobiografía, "Memorias de una joven formal", que tendría su continuidad con otras tres entregas: "La fuerza de la edad" (1960), "La fuerza de las cosas" (1963) y "Final de cuentas" (1972), libros que la convirtieron en referente para millones de mujeres, que veían en ella a alguien que había sabido mantener el compromiso con sus propias ideas. Sin embargo, alguno de los estudiosos de la escritora apunta ahora que no siempre mantuvo esa supuesta coherencia.

Cuidó de Sartre hasta la muerte del filósofo

En 1970, Simone de Beauvoir publicó "La vejez", un ensayo sobre cómo los ancianos se habían convertido en una nueva clase de marginados. Tras aquel libro, la escritora se dedicó a cuidar de Sartre, para entonces ya muy enfermo, hasta que el filósofo falleció el 15 de abril de 1980. Un año después, publicó "La ceremonia del adiós", homenaje a su compañero muerto, pero también una descripción pormenorizada de su decadencia física por culpa del abuso del alcohol y las drogas.

El 14 de abril de 1986, ocho horas antes de que se cumpliera el sexto aniversario del fallecimiento de Sartre, moría Simone de Beauvoir. La escritora recibió sepultura en la misma tumba del cementerio de Montparnasse donde descansaba el filósofo. Como en el caso de éste, Beauvoir es actualmente una figura mundial, más respetada en EEUU que en la propia Francia. En el aniversario del centenario de su nacimiento aparecieron diversos libros sobre ella, uno de ellos escrito por Sylvie Le Bon de Beauvoir, a la que la escritora convirtió en su hija adoptiva en el último tramo de su vida.