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viernes, 7 de enero de 2022

Arantxa Sánchez Vicario: La única tenista española que ha sido número uno

 


Arantxa Sánchez Vicario nació el 18 de diciembre de 1971 en Barcelona, donde sus padres, el ingeniero de caminos madrileño Emilio Sánchez Benito, y la abulense Marisa Vicario Rubio, hija de militar, se habían asentado en junio del mismo año, tras residir en Valladolid, León, Madrid y Pamplona. En la capital habían nacido sus dos hijos mayores, Marisa y Emilio; el tercero, Javier, vino al mundo en Pamplona en 1967.

Encauzar a la familia por la senda del deporte

Pese a que no tenían ningún antecedente tenístico en la familia, el padre quiso encauzar a la prole por la senda del deporte y, para favorecer su integración social en Barcelona, se hicieron socios del Real Club de Tenis Barcelona. Así, mientras sus hermanos mayores entrenaban, ella, con apenas un año de edad, jugaba con la raqueta de frontón que su madre le había dejado. "El primer día que la cogió ya emplataba todas las pelotas en el centro. Siempre he creído que es la más dotada de la familia", decía su hermano Emilio años después. Algo de eso debía de haber porque las primeras palabras que aprendió a decir fueron papá, mamá y "aqueta". Con sólo 4 años, Arantxa ya dio sus primeros golpes sobre una cancha y, a los 8, peloteaba a las órdenes de Juan Ventura, su primer entrenador. Ponía tanta ilusión en su juego que su padre la inscribió en la escuela del Real Club de Tenis Barcelona. Un buen día la vio jugar el extenista Andrés Gimeno y se la llevó al Club Vilana, convirtiéndose en su preparador. "Me levanto a las siete y media. Antes de desayunar hago gimnasia durante media hora. A partir de las nueve entreno y, por la tarde, también practico. Después juego al fútbol y al baloncesto para adquirir fuerza y rapidez en las piernas", explicaba Arantxa, hablando de lo que era una de sus jornadas. Acompañada siempre por su madre y con el respaldo de su padre, que se había puesto a trabajar a media jornada para poder dirigir la carrera tenística de sus hijos, Arantxa empezó a destacar en los torneos infantiles en los que participaba, asombrando por su potencia al golpear a la pelota y por su capacidad para llegar a todas las bolas pese a su baja estatura. En 1985, se proclamó campeona de España absoluta, convirtiéndose en la tenista más joven -tenía 13 años- que lo conseguía. A esa edad tuvo sus primeros premios: un coche Panda y un reloj que le regaló Juan Antonio Samaranch. Aquel año, la familia tomó una decisión fundamental en su vida: Arantxa dejaría los estudios, excepto el inglés, para ir a vivir a Marbella, donde entrenaría a las órdenes del holandés Eric van Harpen. Pero la primera época en aquella escuela, donde sólo se hablaba alemán, fue durísima para ella, hasta el punto de que llegó a escaparse en una ocasión "cogiendo prestada" la motocicleta del cocinero.

Tenista profesional con apenas 15 años

Hasta su traslado a Marbella, la joven había estudiado en el Centro Cultural Casa Nostra, una escuela mixta de carácter religioso, donde hizo amigos que todavía conserva. En mayo de 1986, tras siete meses de intensos entrenamientos en Marbella, entró en el circuito internacional profesional y empezó a ganar dinero, de cuya administración se encargaba su padre. Pocos meses después llegó a la final del Open de Argentina, aunque perdió ante Gabriela Sabatini, y, en 1988, fue derrotada en la final de Tampa por Chris Evert, una de las tenistas a las que Arantxa más admira.

El 10 de junio de 1989, en París, se convirtió en una fecha inolvidable para la barcelonesa, ya que, con 17 años y ocupando la décima posición en el "ranking" de la WTP, dio la sorpresa al imponerse en la final a la entonces número uno, Steffi Graf, y se adjudicó su primer Roland Garros. "Ganarlo a esa edad es como tocar el cielo, pero hacerlo frente a la número uno del mundo supera todo lo que uno pueda imaginar", escribe la extenista en "Arantxa ¡Vamos!", el libro de memorias que publicó y que provocó una fuerte polémica por las acusaciones que en él vierte contra su familia. A la inmensa alegría por la victoria de entonces, se sumó un regalo muy especial para ella: un cachorro de Yorkshire, que le regaló Pastas La Familia, la primera empresa que la patrocinó, y a la que puso el nombre de Roland.

En los años siguientes, la tenista también triunfó en dobles, especialmente cuando empezó a formar pareja con la aragonesa Conchita Martínez. Juntas se alzaron con la medalla de plata en dobles femeninos en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. La rumorología aseguraba que tenían una pésima relación fuera de la pista, pero Arantxa afirma que siempre fueron buenas amigas. En 1994, la barcelonesa conquistó su segundo Roland Garros, siendo felicitada personalmente por los Reyes de España, que vieron el partido. "¡El Rey me dio dos besos fortísimos y la Reina me dio tal abrazo que parecía que yo fuera su hija! Para mí fue tan emocionante que se me puso la piel de gallina", explicó días después.

El periodista Joan Vehils, su primer marido

Aunque lo mantuvo en secreto durante más de un año, en 1994 la tenista había iniciado un noviazgo con el periodista deportivo catalán Joan Vehils, que cubría los partidos de tenis para Antena 3. Pero no todo eran cosas positivas y el año se cerró con mal sabor de boca para la deportista, ya que Hacienda inició un proceso contra ella, reclamándole impuestos impagados entre 1989 y 1993. Durante esos años, Arantxa había fijado su residencia en Andorra, pero la Agencia Tributaria española consideraba que no había pasado los 183 días anuales preceptivos en aquel país, por lo que debía tributar en España. El contencioso entre ambas partes se alargaría más de 15 años y, en el 2009, el Tribunal Supremo estableció que Arantxa debía pagar una cantidad que ascendía a más de 3 millones de euros.

En las pistas, no obstante, la pequeña de los Sánchez Vicario siguió encadenando una victoria tras otra. En 1994, ganó el Open de Estados Unidos y, un año después, llegó a las finales de Wimbledon y Roland Garros, en las que fue derrotada por Steffi Graf. Estos éxitos la llevaron, en febrero de 1995, a ocupar durante tres meses el número uno del ranking de la WTP. El mismo año, también lideró la lista en la categoría de dobles, convirtiéndose en la segunda jugadora de la historia que se encontraba al mismo tiempo en lo más alto de ambas clasificaciones. A pesar de sentirse inmensamente feliz por este hecho, la tenista confesaba que sus triunfos la habían obligado a renunciar a muchas cosas. "Siempre he echado de menos mi infancia, porque ha sido un periodo de mi vida que no he podido disfrutar como cualquier otra niña. Y ahora, la verdad es que tampoco puedo disfrutar al 100% de mi juventud, porque, si realmente quiero seguir ocupando un lugar como el que ahora tengo en el tenis, tengo que dejar de lado muchas cosas. Yo no puedo salir con mis amigos por las noches, ni dispongo de tiempo para estudiar una carrera", explicaba.

Premio Príncipe de Asturias de los Deportes

Siendo parte del equipo español de la Copa Federación (el equivalente femenino de la Copa Davis), Arantxa saboreó la victoria en cinco ocasiones: 1991, 1993, 1994, 1995 y 1998. Con 26 años, ganó por tercera vez Roland Garros, imponiéndose a Mónica Seles en la final. Por esta victoria y por la ingente cantidad de éxitos conseguidos, fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes en 1998. En julio de 1999, la tenista hizo público su compromiso matrimonial con Joan Vehils y anunció que pasarían por el altar antes de su participación en los Juegos Olímpicos de Sydney del 2000. "No quiero que la boda afecte a mi carrera. En ningún momento mi futuro en el tenis dependerá de mi matrimonio, siempre he intentado mantener al margen el tenis de mi vida privada", declaraba. La pareja se dio el "sí, quiero" el 21 de julio del 2000 en los jardines del castillo de Sant Marçal de la localidad barcelonesa de Cerdanyola del Vallès. Más de 500 invitados asistieron al enlace, al que no faltaron famosos y personalidades políticas como el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, el presidente de la Generalitat de Catalunya, Jordi Pujol, o la infanta Pilar y su hijo Bruno Gómez-Acebo en representación de la Familia Real.

Retirada del tenis en noviembre de 2002

A los 10 meses de la boda, Arantxa emitió un comunicado en el que anunciaba el fin del matrimonio. "Quiero manifestar que, después de seis años de mantener una excelente relación con Joan, he decidido estar un tiempo sola", aseguraba. Separada, la tenista compaginó el tenis con la actividad solidaria que había emprendido años antes. Colaboraba con la Fundación Enriqueta Villavecchia, que trabaja con niños enfermos de cáncer, y con la Fundación Sánchez Vicario, creada por su familia y destinada a la ayuda de jóvenes tenistas sin recursos.

En verano del 2001, se la relacionó sentimentalmente con su nuevo entrenador, Antonio Hernández, su primera pareja tras su ruptura. Aunque no lo hizo público hasta un año después, por aquel entonces en la mente de Arantxa ya rondaba la idea de dejar el tenis. Una lesión sufrida en el 2000 mermó sus condiciones físicas, y, tras meditarlo mucho, decidió abandonar la competición. Lo comunicó en una rueda de prensa el 12 de noviembre del 2002, poco antes de cumplir los 31 años. "Nadie mejor que uno mismo conoce cuando ha llegado el momento, por mucho que te den consejos", declaró entre lágrimas, remarcando que era ella quien había tomado la decisión unilateralmente. "Ha llegado el momento de decir adiós y de empezar a pensar en mí misma. A partir de hoy lucharé por ser feliz y útil a la sociedad como una ciudadana más. Ahora empieza una nueva vida para mí. Me he sentido una privilegiada en todos los sentidos. No puedo pedir más", aseguró la ya extenista.

Retirada de la competición, Arantxa incrementó sus actividades solidarias y empezó a ser imagen pública de una conocida firma de joyería y complementos. Siguió vinculada al tenis haciendo de comentarista en Televisión Española y como directora deportiva del torneo Barcelona Kia. Tras romper con Antonio Hernández, salió con otro entrenador, Javier Rius, que después sería sustituido por otro joven, Jorge, hasta que en el 2007, llegó a su vida Pep Santacana. La pareja se conoció en una cena en casa de unos amigos y el flechazo fue inmediato. Pocos meses después, se fueron a vivir juntos y, en el 2008, decidieron formalizar su relación. Tras el anuncio de la segunda boda de la tenista, empezaron a surgir rumores sobre el precario estado financiero de su futuro esposo y se temió que el enlace no se celebrara, pero la extenista aseguró conocer los problemas de su prometido y siguió adelante con la boda, que se celebró el 12 de septiembre en el Castillo de Perelada, en la provincia de Girona, con la presencia de su familia, aunque se rumoreaba que Santacana no era muy del agrado de los Sánchez Vicario.

"Ser madre, el mejor partido de mi vida"

Apenas unos meses después de la boda, Arantxa hizo público que esperaba su primer hijo. La pequeña Arantxa vino al mundo el 27 de febrero del 2009 en la Clínica del Pilar de Barcelona. "Ni Roland Garros ni Wimbledon. Nada me ha dado tanta satisfacción como ser madre. Ese sí que ha sido el mejor partido de mi vida", declaró la excampeona. Encantada con la maternidad, repitió experiencia y, el 28 de octubre del 2011, dio a luz a su segundo hijo, Leo. "Así es mi vida en la actualidad: la de una madre dichosa y la de una esposa enamorada dedicada en cuerpo y alma a los suyos, que encuentra la razón de la existencia en el día a día de una familia bien avenida y feliz", escribe Arantxa, que además es capitana del equipo español de la Copa Federación.

En febrero de 2012 publicó su autobiografía Arantxa ¡Vamos! Memorias de una lucha, una vida y una mujer, donde acusó públicamente a sus padres de controlar en exceso su vida y dinero, y de arruinarla por su mala gestión económica (incluyendo el fijar su residencia en Andorra). También acusó a sus padres de quedarse con todo el dinero que ganó, arguyendo que su hermano Javier tenía más dinero y propiedades a pesar de haber ganado mucho menos dinero durante su vida. Su madre, Marisa Vicario, calificó dichas acusaciones como "falsas", al tiempo que acogió con dolor y sufrimiento las mismas

Sin embargo, años después pidió perdón públicamente a su familia por esas acusaciones, achacándolas a manipulaciones por parte de su segundo marido.



lunes, 2 de agosto de 2021

Andre Agassi: Ídolo del tenis mundial

 


Andre Agassi nació el 29 de abril de 1970 en Las Vegas (Nevada, EEUU). Fue el cuarto y último hijo del ex boxeador iraní de origen armenio Emmanuel Agassian, que emigró a Chicago en 1952 con el propósito de hacerse un nombre en el mundo del boxeo. Sin embargo, en su debut en el Madison Square Garden recibió tal paliza que dejó ese deporte. Para ganarse la vida, trabajó como acomodador en un teatro de la ciudad y luego, en 1962, se fue a Las Vegas como empleado de un casino. Al año siguiente, el que ya se hacía llamar Mike Agassi, se casó con la norteamericana Elizabeth Williams e inició una meteórica ascensión social, convirtiéndose en promotor de espectáculos. La prosperidad le permitió poder realizar uno de sus sueños: que uno de sus hijos fuera campeón de tenis, deporte que había aprendido a jugar en Teherán. Lo intentó con los tres mayores (Rita, Tina y Phillip), pero ninguno destacaba.

Una pelota y una raqueta sobre la cuna

Con el menor, Andre, fue diferente. "En cuanto abrió los ojos sujeté al techo una raqueta de tenis y até una pelota a la raqueta, de forma que colgara directamente sobre la cuna. Cada vez que pasaba por allí golpeaba suavemente la pelota para hacerla oscilar arriba y abajo. De este modo, desarrollé su capacidad para seguir la pelota con la vista. Más tarde, cuando lo pudimos sentar en una trona, corté una paleta de pimpón a lo largo, para que fuera más ligera, y la sujeté a su mano con cinta adhesiva. Después, metí un poco de agua en un globo para que tuviera algo de peso y me dediqué a empujarlo hacia Andre para que aprendiera a relacionar tiempo y movimiento, o sea, para desarrollar su sentido del ritmo", explicaba Mike Agassi. A los dos años, cuando ya caminaba, le regaló su primera raqueta, con la que empezaron a jugar en la pista que tenían en el jardín de la casa. A los 4 años, Andre era un tenista precoz. En su cuarto aniversario jugó 15 minutos con Jimmy Connors, que entonces tenía 22 años, y, antes de cumplir los 12, se había enfrentado con media docena de profesionales, entre ellos Björn Borg, su ídolo junto a Connors y John McEnroe.

Su cuñado pulió con técnica su gran potencia

Con su hermano Phillip como inseparable compañero, la boda de su hermana Tina, en 1979, con el ex campeón tenista Pancho González fue determinante: su cuñado pulió los defectos de su tenis potente, pero sin técnica. En 1984, cuando ya estaba matriculado en la escuela Mike Bollettieri -una institución forjadora de campeones como Mónica Seles-, Agassi era el cuarto mejor jugador menor de 14 años. Ese mismo año acababa de superar el síndrome de Osgood Schlater: una dolencia que afecta a la articulación de la rodilla. Pero el camino para alcanzar la ansiada cima ha sido largo y con altibajos, quizás demasiados para el que, a los 15 años y sin haber acabado el bachillerato, debutó profesionalmente como el niño prodigio del tenis. Efectivamente, poseía unas cualidades innatas para jugar con la raqueta, pero lo verdaderamente significativo fue que su juego -atípico, agresivo y espectacular- despertó un circuito tenístico en decadencia. Agassi se movía sobre la pista como si jugase encima de una mesa de pimpón, con una única idea en su cabeza: pegarle a la bola más rápido, más fuerte y más colocada, buscando los ángulos y las diagonales que antes nadie se había atrevido a probar y que después empezaron a ser enseñadas en las academias de tenis. Caprichoso, impaciente y ávido de títulos, conmocionó las pistas. Primero se afeitó la cabeza, después se dejó crecer la melena a lo mohicano, luego se decidió por una permanente con mechas y el pelo largo hasta los hombros. Durante un torneo disputado en Florida apareció sobre la cancha vestido con vaqueros rotos, los labios pintados y raya en el ojo. La "agassimanía" prendió entre los jóvenes de todo el mundo para alegría de las multinacionales del sector tenístico. Maniático e imprevisible, seguía una dieta a base de hamburguesas y pizzas, aunque no probaba el alcohol, no fumaba y completaba su entrenamiento con la práctica del golf, el footing y el windsurf. Paralelamente a su fama, se consolidó su ascensión en el ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP): tras su entrada en el circuito profesional se clasificó en el puesto número 618. Al año siguiente, fue el 91; en 1987, alcanzó su primer éxito profesional (Itaparica-Brasil) y cerró la lista de los 25 primeros. En 1988, fue, junto con el sueco Mats Wilander y el alemán Boris Becker, el tenista que más torneos ganó, acabando en quinto lugar, con unas ganancias superiores a los 85 millones de las antiguas pesetas. Pero el número uno se le resistía y, aunque congregaba masas en sus partidos, perdió las finales   de Roland Garros (1990 y 1991) y el Open de EEUU (1990). Sin darse cuenta, se quedó descolgado del pelotón de cabeza del tenis mundial. En cinco años descendió desde el tercer puesto hasta el 32, aunque en ese período maldito conquistó su primer torneo de Grand Slam, Wimbledon (1992)

Enamorado de la actriz Brooke Shields

Decepcionado por los resultados adversos, Agassi llegó a plantearse la retirada, pero, finalmente, optó por modificar cosas de su entorno: se operó una lesión en la muñeca, cambió de entrenador y creó su propia empresa de "managering" (Agassi Enterprises), dirigida por su hermano. La relación con la actriz Brooke Shields también pareció jugar a su favor y, en agosto de 1994, ganó el Open de EEUU, su segundo Grand Slam, así como el torneo "indoor" de París. Ese año lo cerró en la segunda posición de la ATP, por detrás de Pete Sampras. La remontada había iniciado y, al año siguiente, tras lograr el Open de Australia, se alzó como el número uno. En 1996, ganó la Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Un año después, el 20 de abril de 1997, el tenista, que ya no lucía su melena sino una cabeza completamente rapada, se casó con Brooke Shields en una iglesia de California. Pero el matrimonio no funcionó y, dos años más tarde, la pareja encaró un divorcio multimillonario y difícil, ya que habían acumulado juntos una fortuna de más de 7.000 millones de euros. Aficionado a coleccionar coches deportivos de colores chillones y a ver películas de acción, Agassi se entregó en cuerpo y alma al tenis durante un año, 1999, en el que ganó el Roland Garros y el Abierto de EEUU y volvió a quedar número 1 de la ATP.

La magia se prolongó hasta enero de 2000, cuando ganó el Open de Australia, pero se rompió durante los siguientes 12 meses, en los que sus derrotas, la ausencia de títulos, su edad y la noticia de que su madre y hermana Tina sufrían cáncer de mama parecieron anunciar el principio del fin de su carrera.

Boda con Steffi Graff y padre de dos hijos

Pero Agassi, cual ave fénix, volvió a resurgir de sus cenizas. Con el australiano Darren Chaill como nuevo entrenador, sumó su octavo "grande" el 26 de enero de 2003 al derrotar en la final de Australia al alemán Rainer Schuettler. Aquel año, cortó la temporada antes de lo previsto, alegando que estaba a punto de ser padre por primera vez. Agassi se casó con la ex tenista alemana Steffi Graff (retirada de las pistas en 1999) el 23 de octubre de 2001 y, tres días después, nació el niño, Jaden Gil. El segundo hijo, una niña llamada Jaz Elle, llegó al mundo el 3 de octubre de 2003. 

El 24 de junio de 2006, tras 21 años de presencia en el tenis profesional de élite, anunció su retiro. Agassi pierde el 3 de septiembre de 2006 en la tercera ronda ante el desconocido alemán Benjamin Becker por 5-7 7-6 4-6 5-7 luego de soportar tremendos dolores de espalda durante los últimos meses que requerían de cortisona para aliviarlos. En su partido de segunda ronda venció al Nº8 del mundo Marcos Baghdatis, a pesar de sufrir dolores severos en su espalda que tras finalizado el partido lo obligaron a acostarse en el piso al no poder esperar la llegada del transporte en pie. La gente llenó el estadio Arthur Ashe en cada una de sus presentaciones y lo alentó a viva voz, generando un clima parecido al de una Copa Davis en los partidos de Agassi. Luego de su derrota ante Benjamin Becker, comenzó a llorar mientras el público lo ovacionó de pie por varios minutos. Así dijo adiós uno de los tenistas más importantes de todos los tiempos.