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miércoles, 24 de noviembre de 2021

Dalai Lama: Líder espiritual de tibetanos y budistas

 


Lhamo Dhondrub -más tarde llamado Tenzin Gyatso- nació en la aldea de Takster el 6 de julio de 1935, pocos días después de la muerte del anterior Dalai Lama (palabras que en tibetano significan "océano de sabiduría"). Allí lo encontraron, dos años después, los monjes que, desde la muerte del anterior Dalai Lama, buscaban una casita de tejas de color turquesa junto a un monasterio budista de jade y oro. Según una visión del lama regente, el Dalai Lama se había reencarnado en un niño nacido allí. Los monjes de la comitiva se vistieron como mercaderes y Kewtsang Rinpoché, el dignatario que encabezaba la expedición, como criado. Pero el niño reconoció al sirviente, adivinó su nombre y dijo que era "un monje de de Sera". Como es costumbre, realizaron unas pruebas físicas para comprobar que el niño tenía una serie de rasgos únicos en los Dalai Lama y también exámenes como el del reconocimiento de pertenencias. El resultado fue positivo y los monjes determinaron que Lhamo era la reencarnación del 13º Dalai Lama, Thubten Gyatso. Ante la pregunta de un periodista sobre si creía ser realmente la encarnación del anterior lama, dijo: "De pequeño demostré que reconocía con gran exactitud los objetos pertenecientes a mi antecesor, pero creo que en 54 años de vida he conseguido ser de alguna utilidad a mi pueblo. ¡Eso es lo importante! Por tanto, que sea o no la auténtica reencarnación, poco importa".

Mal recuerdo del monasterio de Kumbum

Tras las pruebas, el pequeño Lhamo fue trasladado al monasterio de Kumbum, de cuya estancia no guarda un grato recuerdo, ya que lo separaron de sus padres. Más tarde, junto a un enorme séquito formado por su familia, los monjes que le habían encontrado y numerosos fieles, Lhamo fue trasladado al palacio sagrado de Potala, en Lhasa, donde fue coronado a los cinco años como Tenzin Gyatso. Según le explicó el propio Dalai Lama a su fotógrafo, el suizo Manuel Bauer, "pasé entre la multitud y los tibetanos bajaban la vista cuando yo pasaba". Y es que los budistas tienen prohibido mirar a los ojos de su líder político, al que llaman "Kundun" (la presencia) y consideran un dios en la Tierra.

Aunque venerado como la máxima autoridad religiosa del budismo, Tenzin tuvo que acudir a la escuela como los demás niños. Allí aprendió filosofía, las escrituras sagradas budistas, las plegarias y los oráculos de la tradición, así como inglés, matemáticas y geografía. Dicen sus maestros que era excepcionalmente inteligente, pero él mismo ha confesado que, de niño, era inquieto e indisciplinado y que se aburría soberanamente cuando tenía que presidir las reuniones de gobierno o con algunas de las asignaturas más pesadas. Tenzin prefería ver las películas de John Wayne o Tarzán, hacer pompas de jabón, arrancar un coche a escondidas o estudiar el mecanismo de diferentes aparatos, ya que, de no haber sido Dalai Lama, le habría gustado ser ingeniero. Apasionado por la mecánica, tiene una colección de relojes, entre los que hay uno que perteneció al presidente Roosevelt.

En 1950, la plácida vida del Dalai Lama se vio truncada por la ocupación de la China comunista de Mao Zedong. Proclamado Dios Rey del Tíbet en diciembre de ese mismo año, con sólo 15 años, Tenzin se convirtió en líder político y religioso de su pueblo. Cuatro años después viajó a Pekín para entrevistarse con Mao y pedirle que respetase al pueblo tibetano. El líder comunista le rindió grandes homenajes y le prometió que sus tropas no harían nada indebido, pero a su vuelta al Tíbet, el Dalai Lama descubrió que Mao Zedong le había mentido. Las violaciones de los derechos humanos eran continuas y la ocupación se convirtió en un genocidio que acabó con una sexta parte de la población, además de la casi total destrucción de la fauna y la flora locales y la relegación de las costumbres, la religión y el idioma tibetanos. 

Ante tanta injusticia, en 1956, apareció en el Tíbet una guerrilla de liberación a la que el Dalai Lama no pudo apoyar, ya que la religión budista prohíbe ejercer o justificar cualquier tipo de violencia. La situación se hizo insostenible. Según cuenta el propio Dalai Lama, cuatro años después, el 17 de marzo de 1958, un oráculo le ordenó que huyera de Lhasa porque lo iban a secuestrar. A su predicción también ayudó que, extrañamente, dos emisarios chinos lo habían invitado a una representación teatral en el campamento militar de Lhasa y que las revueltas eran cada vez más sangrientas. El Dalai Lama dejó inmediatamente el palacio de Potala y huyó bajo la nieve, disfrazado de soldado y junto a su familia y sus leales más cercanos, atravesando los elevados riscos que separan el Tíbet de la India. "Fue el peor día de mi vida -recuerda en un artículo de 'Time Asia'-". "Cuando llegamos a la frontera, estábamos exhaustos y enfermos de fiebre y disentería. Yo estaba tan mal que no podía ni montar a caballo".

Instalado en la ciudad india de Dharamasala

Como refugiado político, el Dalai Lama se instaló en Dharamasala, una pequeña población de la región india de Punjab que, actualmente ya es conocida como "el pequeño Tíbet". Desde allí, Tenzin Gyatso ha viajado a todo el mundo para pedir ayuda para la liberación pacífica de su tierra, pero ningún país occidental ha querido apoyarle oficialmente, ante el miedo a enemistarse con el gigante que es China. Sólo Suecia se atrevió a darle cierto apoyo al concederle el Premio Nobel de la Paz en 1989. Su vida actualmente se centra en viajar y reunirse con todos los mandatarios internacionales, para dar a conocer al mundo la situación de su país, pero no por eso rompe con su rutina de monje.

Rezos, meditación y noticias de la BBC

Se levanta a las 3:30 de la madrugada. Reza y medita durante un rato, toma una taza de agua caliente y realiza genuflexiones devotas durante 10 minutos, para luego, seguir meditando. Tras una ducha, el Dalai Lama vuelve a rezar, desayuna, pasea y oye las noticias en tibetano en "Voice of America" y la de la BBC. Luego, es el momento del estudio y de despachar los asuntos pendientes. Tras la comida -controlada por sus sirvientes más fieles, ya que alguna vez quisieron envenenarle-, el Dalai Lama vuelve a meditar, toma el té, ve la televisión si hay algún programa y, antes de acostarse a las nueve, medita, estudia o reza un poco más.

El Dalai Lama es un hombre de su tiempo, pero con ciertas particularidades. Dicen que no sabe usar un ordenador, pero su pasión es la física cuántica; cree en los antiguos oráculos de adivinación y reza mientras camina una cinta de gimnasio; en contra de lo que recomienda su religión, no es vegetariano; si hubiera elecciones en el Tíbet, votaría a los ecologistas; como el budismo no le permite hablar mal de nadie, dicen que se ha convertido en un maestro de la ironía, y, aunque asume la idea de la muerte con serenidad, tiene pánico cerval a los aviones.

Según los oráculos budistas, Tenzin Gyatso vivirá hasta los 112 años. Él, optimista incansable, cerca ya de los 80, sigue soñando con poder volver a su querido Tíbet natal regido por un gobierno democrático.