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jueves, 11 de marzo de 2021

Zaha Hadid: Única mujer ganadora del Premio Pritzker

 


Zaha nacíó el 31 de octubre de 1950 en Bagdad (Irak). Su padre, Mohammed Hadid, fue un empresario que fundó una formación política de izquierdas en 1932 y que, entre 1946 y 1960, fue vicepresidente del Partido Nacional Democrático iraquí. Su madre, Wajiha al-Sabunji, que también provenía de una familia bien, le transmitió la pasión por el dibujo.

Zaha empezó a sentir gran atracción por la arquitectura cuando su tía se construyó una casa y recibían la visita del arquitecto, un amigo de su padre, que les enseñaba planos y dibujos. Poco después, a los 7 años, un viaje a España alimentó aquel incipiente interés. Estuvo en Madrid, Sevilla, Granada y Córdoba, donde visitó la mezquita, que le causó una profunda impresión. "Hay muchos otros lugares extraordinarios, pero el contraste entre la oscuridad y la iglesia central de mármol no he podido olvidarlo. Se adelantó siglos a los proyectos híbridos que construimos hoy", declaró en una entrevista.

El segundo momento de su infancia que marcó su camino hacia la construcción de edificios fue una visita a las ruinas sumerias del sur de Irak, donde se levantaron las primeras ciudades de la historia. "Mis padres me llevaron cuando era adolescente. Fuimos en barco y después recorrimos las marismas de aquella zona en una barca más pequeña hecha de cañas. La belleza del entorno, donde la arena, el agua, la vegetación, los pájaros, la gente, los edificios y las aldeas se fundían, nunca me ha abandonado. Es un paisaje que sigue inspirándome, porque me gustaría crear edificios que conecten con las ciudades contemporáneas y la vida de sus gentes".

Educada en Bagdad, Suiza, Líbano y Londres

Recibió una educación moderna en un colegio francés de Bagdad, dirigido por monjas pero multirreligioso -había alumnos judíos, católicos y musulmanes- y continuó su escolarización en un internado suizo, la Berkhamsted School for Girls. Después se matriculó en la Universidad de Beirut (Líbano) para cursar Matemáticas y, cuando acabó en 1972, se mudó a Londres para estudiar allí en la escuela de Arquitectura.

En 1977, se licenció y empezó a trabajar en el despacho de uno de sus profesores, el arquitecto Rem Koolhaas, antes de abrir en 1980 su propio estudio, Zaha Hadid Architects, que hoy emplea a 400 personas. Nunca se casó ni tuvo hijos. "Si la arquitectura no te mata es que no eres bueno. Lo digo en serio. Tienes que dedicarle todo el tiempo, no puedes permitirte el lujo de hacerlo intermitentemente", afirmaba.

Su estilo, calificado por los expertos como una mezcla de curvas sensuales y modernismo geométrico, le granjeó una sólida reputación desde que, en 1989, el dueño de la empresa alemana de mobiliario de diseño Vitra le encargó construir una estación de bomberos. A finales de los 90, Hadid se lanzó a llevar adelante proyectos poco habituales, como un intercambiador de transportes en Estrasburgo (Francia) o el trampolín para salto de esquí de Bergisel en Innsbruck (Austria). Entre sus trabajos más destacados y que le han reportado más reconocimiento se encuentran el Museo Nacional de Arte del Siglo XXI (Maxxi) de Roma; la terminal de ferris de Salerno; el Rosenthal Center de Cincinatti; la Ópera de Guangzhou, en China; el Centro Acuático de los Juegos Olímpicos de Londres y el Centro Cultural Heydar Aliyev en Bakú (Azerbaiyán).

Una obra que no verá finalizada es el Estadio de Al-Wakrah, que diseñó para el Mundial de fútbol de Qatar del 2022 y que aún está en construcción.

Varias obras en España

En España también ha dejado huella: el Pabellón Puente de Zaragoza, construido en el 2008 para la Expo del Agua, la sede central de Eusko Tren en Durango (Vizcaya), el hotel Silken Puerta América de Madrid y la ampliación de la bodega López Heredia Viña Tondonia, de Haro, en La Rioja. En contrapartida, hay dos ciudades españolas que se han quedado sin un edificio de Hadid: Sevilla, donde proyectó la Biblioteca de la Universidad, cuyas obras fueron demolidas en el 2012 por quejas de los vecinos, y Barcelona, que suspendió la construcción de la Torre Espiral en el 2011 por culpa de la crisis económica. Por toda esta obra y por su capacidad de reinventar el espacio, Hadid fue la primera mujer en recibir el Premio Pritzker, el "Nobel" de arquitectura, en el 2004. "Ms. Hadid se ha visto cada vez más reconocida mientras continuaba ganando concurso tras concurso, siempre luchando para conseguir que sus originales propuestas se construyeran. Ha usado las experiencias en esos concursos como un laboratorio para perfeccionar su talento excepcional en la creación de un lenguaje arquitectónico como ningún otro", anunció el jurado del prestigioso galardón. Además, ganó dos veces el premio más prestigioso de arquitectura del Reino Unido, el RIBA Stirling, y ostentaba la Orden de las Artes y las Letras de la República de Francia, y, desde el 2012, el de dama de la Orden del Imperio Británico.

Pero a Zaha no le resultó fácil llegar tan lejos. Convencida de que los edificios deben alimentar el alma, superó derrotas inesperadas antes de alcanzar la gloria. Por ejemplo, en 1982, se impuso a 600 colegas para hacer The Peak, un "spa" de lujo en Hong Kong que no se construyó; lo mismo ocurrió con un edificio de oficinas en Berlín y con la Ópera de Cardiff, en Gales, donde ganó el concurso pero finalmente se impuso un diseño más  conservador. "Ser mujer, inmigrante, árabe, autosuficiente y dibujar de manera extraña no me ha facilitado las cosas. Pero me ha permitido ser", decía. Y ahí radicaba su fuerza: "Los no que recibes te hacen más perseverante. Podría haber tirado la toalla, pero no lo hice porque sabía que había mucho por hacer. Cada uno ha sido un desafío", solía decir.

Aparte de ser inmune a quienes despreciaban su estilo arquitectónico tachándolo de extravagante y elitista, Zaha fue siempre crítica con el poder masculino de la arquitectura, lo que ella llamaba "el club de los chicos". Siempre les preguntaba a quienes la tachaban de diva: "¿Me llamarían diva si fuese un hombre?". Y en el 2013, en una entrevista, aseguró: "Antes se pensaba que una arquitecta no era capaz de  tomar a su cargo un gran proyecto comercial y que era más apta para las propiedades residenciales, los edificios públicos o los centros de recreo. Estoy segura de que como mujer puedo hacer un excelente rascacielos. No es algo exclusivo de los hombres". Últimamente reconocía que la situación estaba cambiando, aunque todavía no se había normalizado.

Una enamorada del cine y de la moda

Zaha era una gran amante del cine ("Visconti, me encanta, y también muchas películas de Pedro Almodóvar, como "Los abrazos rotos" con Penélope Cruz"), el hip-hop y la moda. Sentía debilidad por los diseños del japonés Issey Miyake y colaboró con Karl Lagerfeld, el director creativo de Chanel, así como con la firma Lacoste, para quien hizo unos zapatos en cuero con relieve de olas tridimensionales; también creó un bolso para Louis Vuitton y un frasco de perfume para Donna Karan, entre otras muchas incursiones en el mundo de la alta costura. "Me interesa la moda porque te da una idea de qué será lo siguiente; es mucho más rápida que la arquitectura", confesaba en una entrevista Zaha, que llegó a diseñarse su propia ropa.

La muerte le sorprendió en Miami, una de sus ciudades preferidas y donde estaba embarcada en el proyecto One-Thousand-Museum, su primer edificio residencial en el continente americano. Primero tuvo que ser ingresada aquejada de una bronquitis pero, el 31 de marzo, sufrió un repentino ataque cardiaco que acabó con su vida. No con su obra, que queda para siempre.