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martes, 30 de noviembre de 2021

Kathleen Turner: Mito erótico de los años 80



 

Mary Kathleen Turner nació el 19 de junio de 1954 en Springfield, Missouri (EEUU). Fue la tercera de los cuatro hijos del matrimonio formado por el diplomático Allen Richard Turner y su esposa, Patsy Magee. Apenas nació ella, su padre fue destinado a Canadá, pero, al poco, le trasladaron a La Habana y en Cuba vivió con su familia hasta que, tras el triunfo de la revolución socialista de Fidel Castro, dejaron la isla. Después de un intervalo en Washington, los Turner se instalaron en Caracas. En la capital venezolana, Kathleen aprendió castellano. El último destino diplomático de su padre fue Londres, donde aquella niña que destacaba en el Colegio Americano como gimnasta y estudiante, descubrió su pasión por el teatro, viendo los fines de semana las funciones de actores de la escena inglesa tan conocidos como Angela Lansbury y Christopher Plummer. Pese a no tener la autorización de su padre, que no veía con buenos ojos los ambientes artísticos, Kathleen se matriculó en la Central School of Speech and Drama para estudiar arte dramático. Allí se subió, por primera vez, a un escenario. En 1973, tras la muerte de su progenitor de un ataque al corazón, su madre decidió volver a Springfield.

Con el veneno del teatro ya en el cuerpo, en su ciudad natal tomó clases de voz en la Southwest Missouri State University, donde algunos de sus compañeros la veían como "una chica estirada, con un marcado acento inglés y unas piernas largas  y bonitas". Con su melena rubia, sus 1,80 metros de estatura y un ojo de cada color -uno marrón y otro azul-, la Turner se convirtió en una de las estudiantes más populares de la University of Maryland, donde en 1977 se graduó en teatro. Terminada esta etapa, ese mismo año se marchó a Nueva York y buscó trabajo como camarera. Era una joven ambiciosa, que leía con voracidad y que quería triunfar como actriz.

David Guc, su primera relación estable

Por azar conoció al agente artístico David Guc, que se convirtió en su primera relación sentimental seria. Los inicios profesionales fueron duros y, en 1978, protagonizó el culebrón televisivo "The doctors". Su nombre empezó a sonar entre el público, representó en Broadway las obras "Geminis" o "Travesties" y, en una de esas funciones, el director Lawrence Kasdan se fijó en ella y la citó al día siguiente para una audición. Su sugerente voz ronca -parecida a la de Lauren Bacall- y la sensualidad de su cuerpo le permitieron conseguir el papel de May Walker, la protagonista de "Fuego en el cuerpo" (1981). Aquel debut hollywoodiense, con William Hurt como pareja, le reportó 30.000 dólares y la ruptura con David tras cuatro años de convivencia. Después de hacer con Steve Martin "Un hombre con dos cerebros", rechazó varios guiones y, en 1982, regresó a Nueva York donde volvió a trabajar como camarera en un pub, participando de nuevo en culebrones y obras teatrales.

Boda con un millonario

El año 1984 marcaría un punto de inflexión en su vida profesional y personal. En agosto, se casó con un multimillonario promotor inmobiliario, Jay Weiss, y se estrenó "La pasión de China Blue", una película de alto contenido erótico que tuvo que ver  censuradas algunas de sus escenas para poder ser estrenada en EEUU. Muy diferente era su papel en la romántica "Tras el corazón verde", con Michael Douglas, con el que mantuvo un corto romance. Al año siguiente repitió de nuevo en las pantallas con Douglas en "La joya del Nilo", para dar vida a una escritora que vivía situaciones mucho más peligrosas que las imaginadas por ella misma en sus delirantes libros. Ese mismo año, intervino junto a Jack Nicholson, en "El honor de los Prizzi", una película de gran éxito, dirigida por John Huston, donde daba vida a una sentimental y despiadada asesina. En 1986, hizo con Nicolas Cage "Peggy Sue se casó", por la que fue nominada al Oscar a la Mejor Actriz y se convirtió en la "femme fatale" del cine de los años 80.

Una hija, Rachel Ann, y enferma de artritis

En 1987, a los tres años de casada, dio a luz a su única hija, Rachel Ann. A finales de la década volvió a trabajar con Hurt en "El turista accidental" y con Douglas en "La guerra de los Rose" y protagonizó la comedia "Interferencias" con Burt Reynolds y Christopher Reeve. Tras cosechar numerosos éxitos , los 90 no empezaron con buen pie para esta actriz que, en 1995, fue elegida por el Empire Magazine como una de las "100 estrellas más sexy". Sus fracasos en taquilla fueron continuos y, para colmo de males en 1992, le detectaron una artritis reumatoide que le impedía moverse. "Estaba condenada a vivir en una silla de ruedas, padecía dolores inmensos cada día y callé mi enfermedad porque tenía miedo de que no me dieran trabajo. En Hollywood aceptan mejor a un alcohólico o drogadicto antes que a un enfermo", confesaría años después. Para mitigar aquella pesadilla se refugió en el vodka, que le aplacó el dolor y enmascaró su pérdida de confianza, pero, junto con el consumo de esteroides, marcó su deterioro físico. "Perder el atractivo fue terrible, pero empecé a hundirme por cosas como lograr una posición sentada que no me doliera a buscar unos zapatos que no me hicieran daño", decía. En 1999, ingresó por decisión propia en una clínica de Pennsylvania para desintoxicarse del alcohol. Decidida a que la artritis no anulara su vida, probó nuevos medicamentos,  que combinó con una dieta estricta. Volvió a nadar cada día, hizo acupuntura y practicó yoga para mejorar la movilidad y la respiración. Por si esto fuera poco, la operaron también de la rodilla y le implantaron una de titanio.

La enfermedad remitió levemente y le permitió intervenir en filmes de poca calidad y volver al teatro. En el 2000, se instaló en Londres. Allí, interpretó "El graduado",en una de cuyas escenas aparecía desnuda junto a su joven amante. Volvió a EEUU, pasó por más clínicas de desintoxicación, participó en shows televisivos y triunfó con la obra "¿Quién teme a Virginia Wolf?". Se involucró en temas medioambientales y ha colaborado con el Partido Demócrata.

Un repaso a los actores con los que trabajó

A finales del 2007¡se divorció de su marido, "aunque seguimos siendo muy buenos amigos" y, en febrero del 2008 publicó su autobiografía "Send Yourself Roses:Thoughts on My Life, Love, and Leading Roles". En ella recuerda la adicción a las drogas de Anthony Perkins y, sobre Nicolas Cage, afirma que "su tío Francis Ford Coppola le enchufó en "Peggy Sue se casó", se negó a obedecerle durante el rodaje y tuvo problemas con la policía. Fue arrestado en dos ocasiones, una por conducir borracho y otra, según creo, por robar un chihuahua". El actor le ha interpuesto una querella por difamación. Sobre William Hurt explica que "era bastante salvaje, bebía de forma compulsiva, tomaba drogas y ni recuerdo la cantidad de mujeres que llegaron a pasar por el set de rodaje". Para ella, trabajar con Burt Reynolds "fue una de mis peores experiencias en el cine" y de Steve Martin asegura que "fuera de las cámaras es un ser antipático y frío que nada tiene que ver con su imagen pública". Reniega de la tiranía de Hollywood y alaba a los europeos, que "sí aprecian a las mujeres con experiencia y con una trayectoria a sus espaldas".

En 2014 vuelve a la pantalla grande, esta vez con la comedia protagonizada por Jim Carrey y Jeff Daniels, Dumb and Dumber To, en el papel de "Fraida Felcher".

En 2019 reaparece en un capítulo de la serie de comedia El Método Kominsky en el papel de una de las exesposas de "Sandy Kominsky" representado por Michael Douglas.

martes, 1 de junio de 2021

Fernando Fernán Gómez: Actor, director, escritor y académico de la lengua

 


Fernando Fernández Gómez nació el 21 de agosto de 1921 en Lima (Perú), aunque fue inscrito a los siete. días en el registro civil de Buenos Aires (Argentina), nacionalidad que conservó hasta 1984, año en que consiguió la española. Fue hijo natural de la actriz Carola Fernández Gómez (aunque usaba el apellido artístico de Fernán Gómez), que se  encontraba de gira por Latinoamérica con la compañía de María Guerrero cuando dio a luz al que sería su único hijo. Con pocos meses de edad, Fernando embarcó con su abuela, Carola Gómez, rumbo a España y se instalaron en Madrid a la espera de que volviera la madre del pequeño. En los primeros, vivieron en pensiones o compartiendo habitación con otras familias hasta que la situación económica les permitió instalarse en un pequeño piso de alquiler de la calle Álvarez de Castro.

Su abuela. Carola, referente de su infancia

Allí creció Fernando, con su abuela como gran referente. "Para mí, era la ternura, el calor, la compañía", escribió el propio Fernán Gómez en su libro de memorias, "El tiempo amarillo", publicado en 1990. De la mano de su abuela aplaudió la proclamación de la República, cuando él tenía 10 años, mientras que su madre, monárquica, veía con preocupación la llegada del nuevo régimen. Estudiante en los Hermanos Maristas, este polifacético artista tuvo una infancia en la que su madre y su abuela se "esforzaban en que me pareciera natural el hecho de no tener padre y yo me esforzaba en que ellas no se dieran cuenta de que yo no me daba cuenta de que aquello no era normal", escribía. Hizo sus pinitos como actor en el colegio y, a los 16 años, cuando su abuela opinaba que tenía que tener "un oficio limpio" mientras su madre replicaba que "obrero, de ninguna manera", empezó a estudiar declamación en la Escuela de Actores de la CNT. Para entonces era un lector compulsivo, que tenía "Los Miserables", de Víctor Hugo como libro predilecto. Finalizada la guerra, y tras un breve paso por Filosofía y Letras, entró de meritorio en una compañía de teatro. Su primer actuación fue de comparsa en el teatro Pavón y, en su primera función, con una compañía de vodeviles, en el teatro Eslava, el miedo le impidió pronunciar las dos frases de su papel. Pero el dramaturgo Enrique Jardiel Poncela supo apreciar lo que valía y le dio un papel en "Los ladrones somos gente honrada". "La obra había sido un gran éxito; mi actuación mereció muchos comentarios, pero en las críticas que aparecieron al día siguiente del estreno no había ni una mención destacada para mí. (...) Más adelante sí tuve una mención elogiosa en una crítica, porque Jardiel Poncela le pidió al crítico Alfredo Marquerie el favor de que me mencionara", escribía Fernán Gómez en sus memorias. Y es que aquel pelirrojo larguirucho y delgadísimo tenía prisa por encontrarse con su destino: el de ser uno de los actores más importantes que ha habido en España. No era solo una cuestión de vanidad ni de necesidad de reconocimiento, sino que había razones sentimentales: se había enamorado de María Dolores Pradera, entonces una joven actriz que aún no había empezado cu carrera como cantante, y quería casarse.

6000 pesetas por su primer papel en cine

En 1943, estaba actuando en "Los habitantes de la casa deshabitada", de Jardiel Poncela, cuando recibió una oferta de Cifesa: 6000 pesetas por tres meses del rodaje en "Cristina Guzmán", una película de Gonzalo Delgrás. Como en el teatro ganaba 20 pesetas diarias, no dudó en aceptarlo. Aquel mismo año participó en ocho películas más, convirtiéndose en lo que se llamaba galán cómico debido a su rostro excéntrico y a su vozarrón inconfundible. Su recién iniciada carrera cinematográfica, que simultaneó con la radio y el doblaje de películas, le permitió contraer matrimonio con María Dolores el 29 de agosto de 1945. "Quiero tener 11 hijos, por lo menos, para formar un equipo de fútbol", decía entonces. Su prole, sin embargo, quedó reducida a dos hijos: Elena y Fernando. 

Celos artísticos y dos caracteres muy fuertes

En 1947, "Botón de ancla", uno de los grandes éxitos del cine español de posguerra con el Dúo Dinámico como protagonistas, le dio popularidad. El éxito llamaba a su puerta mientras su estabilidad conyugal se rompía. Al parecer, los celos profesionales y la fortísima personalidad de ambos provocaron que, doce años después de la boda, la pareja se separase.

Años antes, su papel de joven calavera en "Balarrasa" había confirmado la popularidad de este artista que, a lo largo de su carrera, participó en casi 200 películas. Actor en el Instituto Italiano de Cultura, donde se montaban obras de dramaturgos comprometidos y se organizaban las primeras proyecciones de películas del neorrealismo italiano, el cine que había entonces Fernán Gómez era más bien "alimenticio". Los productores le llamaban para personajes intrascendentes en películas insulsas, salvo honrosas excepciones como "Esa pareja feliz" (una joya del neorrealismo a la española firmada por Bardem y Berlanga), "La ironía del miedo", o "El soltero". En 1952, Fernán Gómez hizo su debut tras la cámara, codirigiendo con Luis María Delgado su primera película, "Manicomio". Al año siguiente, ya solo realizó la segunda: "El mensaje". También en aquella época se inició como director teatral con "La vida en un bloc", obra que le deparó un gran éxito. Al poco, creó su propia compañía.

En 1957, Fernán Gómez se unió sentimental y profesionalmente a la argentina Analía Gadé. Juntos obtuvieron gran popularidad protagonizando comedias producidas por José Luis Dibildos como "La vida por delante", "La vida alrededor" o "Solo para hombres", con guión y dirección de Fernando. Excelente escritor, la publicación en 1961 de su primera novela "El vendedor de naranjas", cuyo protagonista era un guionista pluriempleado, fue acogida con escaso interés por el público, lo que le llevó a aparcar esa faceta hasta los años 80, cuando resurgió con fuerza el novelista que llevaba dentro con títulos tan apreciados, entre otros, como "El viaje a ninguna parte", "El mal amor", "El ascensor de los borrachos" u "Oro y hambre", una relectura de la novela picaresca medieval. También probó suerte con la poesía y ejerció como articulista de prensa.

"El extraño viaje", su obra maestra

En 1963, firmó la carta de protesta contra las torturas a los mineros de Asturias y, a partir de entonces, quedó marcado como "rojo" con las inevitables secuelas negativas laborales. Pero, más que comunista, era un espíritu libre, bohemio y libertario. Al año siguiente, dirigió "El extraño viaje", una extraordinaria comedia negra ambientada en la sociedad rural franquista, que muchos consideran la mejor de las 25 películas de su filmografía como director. En 1968, su popularidad se afianzó con su interpretación en televisión de "El pícaro".

Fue precisamente a finales de los años 60 cuando conoció a la actriz catalana Emma Cohen, de 22 años, que ha sido la mujer de su vida y de la que ha dicho en ocasiones que le rescató del "desastre sentimental" en el que se encontraba. Así debió ser, porque el inicio de su convivencia con Cohen, en 1970, coincidió con la etapa más fructífera de su trayectoria profesional.

Numerosos premios

Requerido por excelentes directores de la época como Jaime de Armiñán, Carlos Saura, Víctor Erice, Josefina Molina, Manuel Gutiérrez Aragón, Gonzalo Suárez, Pedro Olea o Fernando Trueba, Fernán Gómez dejó su impronta de genial intérprete en películas como "Ana y los lobos", "El amor del capitán Brando", "El espíritu de la colmena", "Pim, pam, pum, fuego" o "Mamá cumple cien años", entre otras muchas. "El anacoreta", de Juan Estelrich, le permitió ganar en 1976 el Oso de Plata al mejor actor en la Berlinale. Un premio al que siguieron muchos más: siete Goyas, tres "osos" berlineses, Premio Nacional de Cinematografía, Premio Nacional de Teatro. Premio Donostia, Premio Príncipe de Asturias de las Artes y la "parte" que le corresponde del Oscar que ganó Fernando Trueba por la coral "Belle époque". En 1978, ganó el Premio Lope de Vega por "Las bicicletas son para el verano", una obra escrita y dirigida por él que fue todo un fenómeno teatral. Un mundo del que decidió retirarse en 1985, decisión que mantendría salvo contadas excepciones, como en el año 2004 cuando estrenó "Morir cuerdo y vivir loco", una aproximación melancólica al Quijote, personaje por el que sentía debilidad. Hombre de verbo rotundo, no tenía ningún empacho en proclamar que le molestaba la presencia del público en los teatros. "No me gusta que la gente me mire mientras trabajo", decía. También aseguraba que no escogía las películas en las que intervenía. Solo ponía algunas condiciones para aceptarlas: tener fechas libres, que le pagaran su sueldo, que no hubiera escenas de riesgo físico y que no tuviera que montar a caballo, cantar ni tocar un instrumento. Y nada de improvisaciones. "Y, si no, que me paguen como guionista", afirmaba. En los 80 se asomó a la tele con "Los ladrones van a la oficina", y "Mambrú se fue a la guerra", "La lengua de las mariposas" o "El abuelo" fueron algunas de las películas de los 90. De timidez casi enfermiza, le divertía cultivar la que él llamaba su "natural antipatía". Famoso se hizo el estentóreo "¡Váyase usted a la mierda!" que le soltó a un admirador pesado que intentaba conseguir un autógrafo. Pero, pese a la fama de cascarrabias malhumorado y al celo huraño con que preservaba su vida privada, sus amigos lo retratan como un excelente conversador, un pensador original y una persona tan cálida y educada que parecía salido de otro siglo. Él se definía como un hombre de pocas palabras y amante de la lectura. "Más que culto, hice un buen bachillerato", decía con sorna este hombre que copiaba a Einstein para exclamar: "No soy feliz, ni falta que hace". Polifacético en lo artístico, reconocía no saber conducir, ni nadar, ni montar en bici. Le apasionaba el whisky, el flamenco y el tango y odiaba hablar por teléfono.

Boda de un académico

En el 2000, se casó con Emma Cohen al poco de pronunciar su discurso de entrada en la Real Academia de la Lengua, donde ocupaba el sillón B. Ese mismo año. mientras rodaba "Lázaro de Tormes", le ingresaron por un cáncer. Restablecido de su enfermedad, siguió trabajando. "Mia Sarah", de Gustavo Ron, ha sido la última aparición en la pantalla grande de este actor genial e irrepetible. Galardonado con un premio otorgado por sus compañeros de profesión -para los que ha sido un maestro-, el actor fue ingresado a finales de octubre de 2007 en el hospital de La Paz, de Madrid. El 19 de noviembre fue ingresado en el área de oncología para ser tratado de una neumonía. Falleció el miércoles 21 de noviembre a los 86 años de edad, acompañado por su mujer y sus dos hijos.