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miércoles, 16 de junio de 2021

Emilia Pardo Bazán: Gran escritora y periodista gallega

 


Emilia Pardo Bazán y de la Rúa nació el 16 de septiembre de 1851 en A Coruña. Fue hija única de José Pardo Bazán y Mosquera y de Amalia de la Rúa Figueroa y Somoza, un matrimonio noble de talante liberal, propietario de un caserío en Sanxenxo y del pazo de Meirás. Aleccionada por sus padres, Emilia se aficionó a la lectura desde muy pequeña gracias a la imponente biblioteca familiar. A los 8 años, escribió sus primeros versos y, a los 15, su primer cuento, "Un matrimonio del siglo XIX", que sería el primero de los 600 que publicaría a lo largo de su vida.

Don José Pardo Bazán era abogado y político, por lo que pasaban los inviernos en Madrid, donde Emilia completó su educación en un elegante colegio francés. Su carácter rebelde y feminista empezó a mostrarse a los 12 años cuando jugaba indistintamente con juguetes de niño o de niña y se negaba a recibir las típicas clases de música y piano.

Tenía solo 16 años cuando se casó con José Quiroga, un estudiante de Derecho cuatro años mayor que ella y perteneciente a una familia pudiente venida a menos de Carballino (Ourense). La boda se celebró en la capilla del pazo de Meirás el 10 de julio de 1868, un año que Emilia definió como clave en su vida: "Me vestí de largo, me casé y estalló la Revolución". Tras el enlace, la pareja se instaló en Madrid, donde también vivía su padre. Pero éste, que había sido carlista, tuvo graves discrepancias con los nuevos gobernantes de la Revolución Liberal y, en 1873 decidió abandonar España junto al joven matrimonio. En aquel viaje a caballo entre el autoexilio y el turismo cultural pasaron largas temporadas en Francia, Gran Bretaña, Italia y Alemania. Emilia aprendió inglés y alemán, sin profesor, para poder leer en el idioma original a los principales autores de cada país que recorría.

Madre de tres hijos: Jaime, Blanca y Carmen

En 1876, nació su primer hijo, Jaime, a quien le dedicaría su único libro de poemas. En 1879, llegó Blanca, su segunda hija, justo antes de publicar su primera novela, "Pascual López, autobiografía de un estudiante de medicina", que no era su género preferido. En 1881 nació su tercer hijo, Carmen. Enérgica, poco femenina al uso y amante de la polémica, al año siguiente empezó a escribir una serie de artículos que se reunieron posteriormente en un libro titulado "La cuestión palpitante". Trataba temas tabú como el alcoholismo, la prostitución, el incesto, la defensa del amor libre o la educación como camino para la liberación de la mujer. Su publicación fue un escándalo de tal magnitud que su marido le exigió que se retractara de sus ideas y dejara de escribir. La respuesta de Emilia fue enviar a su esposo a freír espárragos y, dos años después se separó de él. Nunca llegó a divorciarse por sus convicciones católicas, pero, por si a alguien le había quedado dudas de las causas de la ruptura, aquel mismo año publicó "La ama joven", libro sobre las crisis matrimoniales. Sus hijos se quedaron con ella, viviendo a caballo entre Madrid y A Coruña.

"Los pazos de Ulloa", su obra maestra

"Los pazos de Ulloa", su obra maestra, se publicó en 1886. Era su quinta novela y en ella describió con toda rudeza la decadencia de la aristocracia gallega. Empeñada en "vivir de mi trabajo", lo lograría con creces. Prácticamente, escribiría un libro por año además de dirigir y colaborar en diferentes revistas y periódicos de la época con artículos de viajes, ensayos y cuentos. También escribió obras de teatro y, en 1906, estrenó en Madrid la obra "Verdad y cuesta abajo", aunque con poco éxito.

Emilia nunca había estado realmente enamorada de su marido y el suyo había sido un matrimonio de conveniencia. Viajaba mucho sola, estuvo de corresponsal en Roma y París para el periódico "El Imparcial" y pronto empezó a tener relaciones extramatrimoniales con otros escritores populares de la época. Por su lecho pasaron desde Blasco Ibáñez a los, por entonces jóvenes, Lázaro Galdiano y Narcís Oller. Emilia, que no era agraciada físicamente, estaba en boca de toda la sociedad coruñesa con comentarios "a veces muy descarnados y, en más de una ocasión, llegarían al marido miradas burlonas y conmiserativas, comentarios en voz baja que cuestionaban su honor y hasta su virilidad", escribe Eva Acosta en su libro "La luz de la batalla" (Ed. Lumen), una reciente biografía sobre la autora gallega. José Quiroga se dedicó a la política y llegó a ser presidente del Círculo de Artesanos, pero nunca pasó de ser el marido consorte de esa mujer de personalidad arrolladora. Murió en 1912 en su pueblo natal.

Benito Pérez Galdós, el gran amor de su vida


El gran y verdadero amor de Emilia fue Benito Pérez Galdós, nueve años mayor que ella y que nunca se llegó a casar. Ambos se convirtieron en ardorosos amantes, primero en encuentros clandestinos, después en un viaje secreto por media Europa que acabaría reflejándose en sus respectivas obras literarias. Su relación, basada en la mutua admiración, duró 20 años, aunque durante este tiempo ambos tuvieron otros amantes esporádicos.


Condesa, asesora de educación y catedrática


En 1890, murió el padre de Emilia, al que ella adoraba y del que heredó el título de condesa de Pardo Bazán si bien no lo usaría hasta 1908, cuando el rey Alfonso XII se lo entregó por su méritos literarios y su reconocida labor cultural y social. En 1910, fue nombrada consejera del Ministerio de Instrucción Pública y, posteriormente, catedrática de Literatura Contemporánea en la Universidad Central, siendo la primera mujer en ocupar estos cargos aunque, tal y como era la sociedad de aquella época, acabó dando clases a un solo alumno. Otra de sus muchas espinas clavadas fue que nunca consiguió entrar en la Real Academia Española. Sus colegas de profesión se negaron, hasta en tres ocasiones, a admitir a una mujer en la institución y, menos aún, con su feminismo militante: "No sirven para nada unas leyes que permiten a la mujer estudiar una carrera y luego no ejercerla", argumentó ella con toda la razón. De hechono sería hasta 1978 cuando una mujer pudiera sentarse en un sillón de la academia encargada de "fijar y dar esplendor" a la lengua castellana. Y ello, pese a que fue, junto a Benito Pérez Galdós, José María de Pereda y Leopoldo Alas "Clarín", la escritora más leída de la época. Los dos últimos la despreciaban. Clarín no podía soportar que le compararan intelectualmente con una mujer -y que ella vendiera más libros que él- y la llegó a llamar "esa puta" en una carta a Galdós. También Pereda se refería a la obra de Emilia como "pornográfica", y tanto los partidos políticos como la Iglesia se escandalizaban por sus obras y por su conducta ante los hombres, que calificaban de inmoral y promiscua.


Enterrada en la cripta de la Concepción de Madrid


Su madre, doña Amalia, falleció en 1915. Ella se había encargado siempre de la administración y gestión de la casa para que su hija se dedicara en cuerpo y alma a la literatura. Emilia no le sobrevivió mucho. Padecía diabetes y una complicación acabó con su vida el 12 de mayo de 1921 cuando, a los 70 años, seguía escribiendo con el mismo ímpetu que puso en sus primeros poemas de adolescente. El día fue considerado "duelo de estado", siendo enterrada en la cripta de la iglesia de la Concepción de Madrid. Dejó 41 novelas, siete dramas, cientos de ensayos, casi 600 cuentos... y dos libros de cocina.