jueves, 16 de diciembre de 2021

Blake Edwards: Genio de la comedia cinematográfica

 


William Blake Crump nació el 26 de julio de 1922 en Tulsa, Oklahoma (EEUU). Fue el único hijo del escritor Donald Crump y de su esposa, Lillian, una millonaria y filántropa norteamericana que pidió el divorcio a los cuatro años del nacimiento del pequeño. Poco después, Lillian contrajo segundas nupcias con Jack Edwards, un ex actor, escritor y asistente de producción que adoptó al pequeño Blake y que fue el responsable de meterle el gusanillo del cine en el cuerpo.

De hecho, su abuelastro fue J. Gordon Edwards, un director legendario en Hollywood que trabajó para los estudios Fox en la época del cine mudo. De pequeño, Blake correteaba y jugaba entre los decorados de Hollywood y tenía como compañeros de escuela a niños que eran hijos de otras grandes estrellas del cine. Tras graduarse en el Beverly Hills High School se enroló en el ejército durante la II Guerra Mundial y, posteriormente, se matriculó en Literatura en la Universidad de Los Ángeles, carrera que nunca terminó porque probó suerte en el mundo del espectáculo.

Compañero de piso del actor Mickey Rooney

Sus comienzos se produjeron cuando una de sus novias de juventud le pidió que echara un vistazo a un guión que estaba escribiendo para la radio. Para sorpresa de la chica, Blake lo rehizo de cabo a rabo, pero el director de la emisora quedó tan contento que le propuso convertirse en su agente y Blake empezó a escribir guiones policiacos y de aventuras para la radio y la televisión. Como el dinero escaseaba, compartió durante un tiempo un apartamento con el legendario actor Mickey Rooney, pero pronto empezó a ganarse bastante bien la vida porque debutó como actor, en 1942, con la película "Diez héroes de West Point". Se dedicó a esta profesión durante seis años, trabajando a las órdenes de directores tan prestigiosos como William Wyler, Otto Preminger o John Ford, entre otros.

A finales de los años 40 empezó a escribir guiones para distintos directores hasta convertirse en la mano derecha de Richard Quine, con el que trabajó en "Mi hermana Elena" (1954). Durante el rodaje de la película se casó con la actriz Patricia Walker, con la que tuvo a sus dos hijos mayores, la actriz Jennifer Edwards (1957) y el director Geoffrey Edwards (1959).

En 1955, dirigió su primera película, "Bring your smile along", pero tendrían que pasar seis años más hasta crear una de sus obras maestras -"Desayuno con diamantes"-, que convirtió en mito a Audrey Hepburn por su papel de Holly Golightly. Entre las curiosidades del filme, cabe destacar que, al principio, Marilyn Monroe tenía que ser la protagonista por expreso deseo del autor, Truman Capote, pero el director optó por Audrey. En la novela, Holly era bisexual, pero al contratar a Hepburn se obvió ese matiz en la película. Por otra parte, la mítica canción "Moon River", compuesta por Henry Mancini, fue escrita expresamente para Audrey que no sabía cantar, de ahí que la escena de la guitarra fuera casi eliminada, pero gracias al empeño de la actriz se mantuvo en la película, convirtiéndose en una de las escenas míticas de un filme en el que aparecía José Luis de Vilallonga como el prometido brasileño de la protagonista.

La dramática "Días de vino y rosas" y la hilarante "El guateque"

"Desayuno con diamantes" catapultó a Blake Edwars como genio de la comedia elegante y sofisticada, estilo que abandonó temporalmente para adentrarse con maestría en el drama con "Días de vino y rosas" (1962), por el que ganó la Concha de Plata al mejor director en el Festival de Cine de San Sebastián, y cuyos protagonistas, Lee Remick y Jack Lemmon, obtuvieron los dos Oscar a la mejor interpretación. En 1965, dirigió la disparatada comedia "La carrera del siglo" con Tony Curtis y Nathalie Wood, y, tres años después, rescató del anonimato a Peter Sellers para protagonizar "El guateque", uno de sus trabajos más memorables. Con Sellers volvió a contar en seis ocasiones más para dar vida al disparatado inspector Clouseau en la popularísima serie de películas de "La pantera rosa" (1963).

Entre Sellers y Edwards se estableció una relación que rozaba lo patológico, tal y como el director relataría posteriormente: "Peter no era un excéntrico. Oía voces, hablaba con Dios y tenía conversaciones diarias con su madre muerta. Eso es locura". Durante su vida, Blake fue un hombre discreto, sociable, algo tímido y fiel a sus amigos como, por ejemplo, Henry Mancini, compositor con el que colaboró durante más de tres décadas y que le hizo alguna de las bandas sonoras más memorables de la historia del cine. En las múltiples fiestas a las que acudía en Hollywood conoció a Julie Andrews, la actriz inglesa que se hizo famosa por dar vida a Mary Poppins, pero la cosa no pasó de ahí porque ambos estaban entonces casados. En 1967, tras su divorcio de Patricia, Blake necesitó la ayuda de un psicoterapeuta, que se quedó lívido cuando le oyó decir que Julie era "tan dulce que debe tener violetas entre sus piernas". Aquel comentario le hizo tanta gracia a la actriz, que le envió un ramo de violetas e iniciaron un romance, que concluyó en matrimonio en 1969. Julie aportó a esta unión una hija previa, Emma Walton. Tras la boda, la actriz se convirtió en la gran musa del realizador, trabajando juntos en ocho ocasiones: "Darling Lili" (1970), "10, la mujer perfecta" (1979), "S.O.B." (1981) o "Víctor o Victoria" (1982), por la que consiguió su única candidatura al Oscar, aunque al mejor guión. Curiosamente, "10, la mujer perfecta" fue el taquillero lanzamiento que convirtió en mito sexual a Bo Derek, si bien la actriz desaprovechó esa gran oportunidad al elegir después papeles mediocres.

Durante su matrimonio con Julie Andrews la pareja no pudo tener hijos biológicos, pero adoptaron a dos niñas vietnamitas: Amy (1974) y Joanna (1975), que se convirtieron en la gran alegría de la familia. El director, que las quería mucho, llegó a comentar que, sin ellas, su vida "no tendría mucho sentido, son mi mayor apoyo, mi sentido de la vida y mis mayores críticas. Además, me han ayudado a soportar un poco mejor el síndrome de fatiga crónica", una enfermedad que Edwards padeció durante más de 15 años y que plasmó en el documental "I remember me".

Un Óscar honorífico a toda su carrera

En los 80 y los 90, dirigió productos de escasa calidad como "Cita a ciegas" (1987) o "Una rubia muy dudosa" (1991), hasta que, en el 2004, decidió poner punto final a su carrera con "El hijo de la Pantera Rosa", en la que el cómico italiano Roberto Benigni recuperó el papel de Sellers. Ese mismo año, cuando ya estaba un tanto achacoso, se le concedió un Oscar honorífico por toda su carrera. Desde entonces, apareció poquísimas veces en público. Prefería quedarse en casa, dando rienda suelta a su vena sarcástica con viejos amigos de la época dorada de Hollywood o disfrutando de la compañía de Julia Andrews, su gran amor durante algo más de 40 años.

El 15 de diciembre del 2010, Blake Edwards falleció a los 88 años por complicaciones de una neumonía en Santa Mónica (California), acompañado por sus cuatro hijos y su mujer, Julie, quien declaró: "Fue el hombre más excepcional que he conocido y fue mi compañero. Lo vamos a extrañar más de lo que se pueda decir y estará para siempre en nuestros corazones".



martes, 14 de diciembre de 2021

Antonio Ozores: Uno de los maestros del humor surrealista español

 


Antonio Ozores Puchol nació el 24 de agosto de 1928 en Burjassot (Valencia). Sus padres, Mariano Ozores y Luisa Puchol, eran descendientes de varias generaciones de actores. Se casaron en 1920 y tuvieron tres hijos varones, José Luis, "Peliche" (1922), Mariano (1926), director y guionista clave en la etapa del "destape", y Antonio, que también siguió los pasos de sus padres y debutó, a los 8 años de edad, en un teatro de barcelona haciendo, en catalán, "Els Pastorets", y pasó su infancia de pueblo en pueblo con la Compañía de Comedias Cómicas Puchol-Ozores, con la que hizo numerosas comedias. En 1950, debutó en el cine con "El último caballo", al lado de Fernando Fernán Gómez, Conchita Montes y Julia Caba Alba. Sería la primera de las 168 películas en las que intervendría. En 1958, se casó con la también actriz Elisa Montes, hermana de Emma Penella y Terele Pávez, con la que tuvo a su única hija, Emma, nacida en 1966. Al poco, la pareja se separó, aunque no consiguieron el divorcio hasta 20 años después. La relación acabó tan mal que, en una entrevista, Ozores afirmó: "Afortunadamente me separé de Elisa hace más de 40 años. Lo único que me queda hacia mi ex mujer es rencor porque se portó muy mal con Emma y eso no se me podrá olvidar nunca". Pese a los problemas personales, el actor dejaba las penas en casa y se esforzaba por hacer reír a los demás, que era lo que más le ha gustado en la vida. De ahí, que a partir de los años 50 se especializara en registros cómicos, en los que su desgarbado porte y su hablar anárquico y surrealista, así como su capacidad para la improvisación se convirtieron en su marca de identidad artística.

En 1952, junto a su padre y sus dos hermanos, había publicado chistes en la famosa revista de humor "La Codorniz", dibujos que años después recuperó para estamparlos en camisetas, bolsos y joyas, lo que le ayudaba a redondear una economía en tiempos en los que ser actor no era sinónimo de riqueza.

Presentador del primer concurso de televisión

Durante su juventud, salió a menudo de parranda con otros actores como Paco Rabal o Fernando Fernán Gómez, con los que las juergas duraban hasta altas horas de la madrugada. Con su hermano José Luis presentó en 1956 "Piense, acierte y premio", considerado el primer concurso televisivo, y protagonizó la primera serie de TVE titulada "¡Qué felices somos!". En aquellos años en que se rodaba con poco presupuesto, Ozores llegó a trabajar hasta en tres películas a la vez. "Era tan duro y estaba tan cansado que me iba a un rodaje y me dormía. Al despertarme, preguntaba: '¿Qué película es ésta?', me decían el título y ya me hacía con ella", explicaba. Ahí quedarán para siempre títulos emblemáticos como "Manolo guardia urbano" (1956), "¡Cómo está el servicio!" (1968) o "El turismo es un gran invento" (1968), en los que trabajó al lado de los más grandes como Concha Velasco, Tony Leblanc, Gracita Morales, Pepe Isbert, o Paco Martínez Soria. Ya en la segunda fase de su carrera cinematográfica, a finales de los 70, participó en casi todas las películas de su hermano Mariano, actor y productor de muchas de las películas del destape y el "landismo".

Cuando su hija cumplió 11 años, se fue a vivir con él y, desde entonces, han sido inseparables. Con tanto trabajo le costó apañárselas para cuidarla: "Lo pasé fatal porque entre función y función iba a casa a hacerle la cena, la dejaba acostada, volvía al trabajo... Desde luego mi hija tiene un estómago a prueba de bombas porque comía todas las tonterías que yo le cocinaba. Así está ella de sana, fuerte y llena de vida".

Compartió su vida con Maribel Tello durante unos años, pero la relación también se deterioró y, tras la separación, decidió anteponer la risa al sexo y al amor. "La gracia de vivir en pareja es jugar. Por ejemplo, en la cama les hablo de usted y les propongo decir mentiras. Un día una mujer aceptó y le dije: 'Tienes un culo gordísimo y la celulitis te desborda por los lados de la silla'... ¡Me dio un bofetón y se enfadó! No lo entiendo", así era su sentido del humor. En 1983, debutó en la dirección con "Los caraduros" y actuó junto a Fernando Esteso y Andrés Pajares en la comedia "Agítese antes de usarla", pero fue en 1986 cuando logró sus mayores cotas de popularidad gracias al concurso "Un, dos, tres... responda otra vez", donde daba vida a un personaje que explicaba cosas sin pies ni cabeza con una peculiar y atropellada forma de hablar y donde hizo famosa la coletilla "No, hija, no". Repitió en el concurso de Chicho Ibáñez Serrador en el 2004.

Radio, libros y la gestión del teatro Arlequín

Otra de sus facetas más conocidas fue la radio. Trabajó con Luis del Olmo desde 1985 hasta 1994 en "El Estado de la Nación", espacio del programa "Protagonistas" junto a Mingote, Tip y Coll, Gila, Forges, Chummy Chúmez o Manuel Summers. Tras aparecer  por última vez en la gran pantalla en "El pelotazo nacional" (1993), se dedicó a escribir y dirigir obras de teatro -"Achipé, achipé" o "Mientes con todos tus dientes"-, editó varios libros -"La profesión más antigua del mundo" o "Antonio Ozores. Su autobiografía"- y, gestionaba junto a su hija el teatro Arlequín de Madrid, donde estrenó "El último que apague la luz". Le gustaba decir que era "un hombre muy vago. No quiero trabajar, aunque siempre tengo que hacerlo". El dinero le servía para completar la pensión de 810 euros que percibía, aunque él, con su estrafalario sentido del humor aseguraba que "como soy un señor mayor y he ganado mucho dinero, tengo para jamón de York y pan hasta que me muera".

Durante los últimos años su hija Emma se había convertido en su principal apoyo, la persona que le acompañaba a todas partes: "Es absolutamente anormal porque tiene una bondad innata, un gran sentido del humor, es muy buena gente y quiere a todo el mundo", decía de la joven, que ha seguido sus pasos, al igual que su prima, Adriana, hija del ya fallecido José Luis. En la faceta sentimental, Ozores bromeaba diciendo que esperaba "a una chica guapa, alta, de ojos claros, inteligente y más joven que yo. Pero como no llega, me quedo con mi perra, llamada No sé, a la que considero mi señora porque la quiero muchísimo. Creo que el perro y el hombre son los únicos animales que mueven el rabo cuando están contentos".

Un homenaje al que ya no podría asistir

Consciente de lo muchos homenajes que le estaban dando en vida -el 31 de mayo del 2010 le dieron, en el VII Festival de Cine de Alicante, el Premio a Toda una Vida, que ya no pudo recibir personalmente-, solía comentar que "he trabajado muchísimo y quedamos pocos, porque todos se han muerto. Me da igual cómo vaya a ser recordado porque como no voy a estar, que piensen lo que quieran". Durante muchos años se le denominó "el Groucho Marx español" y se le comparaba con Charles Chaplin, porque actuaba, escribía y dirigía.

El actor falleció al mediodía del 12 de mayo del 2010 en la Clínica Oncológica Anderson, de Madrid, tras perder una dura batalla contra el cáncer.


jueves, 9 de diciembre de 2021

Betty Ford: Exprimera dama de EEUU

 


Elizabeth Anne Bloomer Warren Ford nació el 8 de abril de 1918 en Chicago (EEUU). Su padre, William Stephenson Bloomer, era un viajante comercial y su madre, Hortense Neahr, heredera de una familia dedicada a la fabricación de muebles. Menor de tres hermanos, cuando tenía 2 años la familia se instaló en Grand Rapids (Michigan), lugar que ella siempre consideró su hogar.

Una carrera truncada como bailarina

Con 11 años empezó a hacer de modelo -cobraba 3 dólares el pase- para pagarse las clases de ballet, y, mientras estudiaba en el instituto, abrió una escuela de danza, en la que enseñaba a bailar foxtrot y vals. Aquello le ayudó a superar la muerte de su padre por envenenamiento de monóxido de carbono cuando arreglaba el coche en el garaje, un suceso que nunca se supo si fue accidente o suicidio.

En 1940, se trasladó a Nueva York y empezó a estudiar danza con la bailarina y coreógrafa Martha Graham. Paralelamente, trabajó como modelo, desfilando para varios grandes almacenes. Llegó a bailar en el Carnegie Hall, pero su madre se opuso enérgicamente a que siguiera su carrera y la obligó a volver a casa. De regreso a Grand Rapids, fue coordinadora de modas para unos grandes almacenes y profesora de danza de niños sordomudos y ciegos. En su tiempo libre practicaba deportes como el hockey o el fútbol americano pero, tras algunos problemas de salud, se cambió al golf, el esquí y el tenis. En 1942, se casó con un amigo de la infancia, William C. Warren, un vendedor de seguros con el que se mudó en repetidas ocasiones de ciudad, pero en 1947 la pareja se rompió debido al alcoholismo de él. Unos meses antes de divorciarse, Betty había conocido a través de unos amigos comunes a un joven abogado y "marine" condecorado durante la II Guerra Mundial llamado Gerald Ford. Jerry, como lo apodaban, empezaba entonces su carrera política postulándose como republicano en la Cámara de Representantes. Betty y Jerry se acabaron enamorando, pero, al no estar seguro él de cómo reaccionarían los votantes al saber que quería casarse con una bailarina divorciada, pospuso la boda hasta que la candidatura se hizo oficial. Tras ser nominado como representante republicano, Gerald y Betty se casaron el 15 de octubre de 1948. La anécdota del enlace la protagonizó el novio al llegar tarde a la ceremonia y con los zapatos sucios porque estaba ya en plena campaña electoral.

A los dos meses de la boda, Gerald fue elegido congresista -cargo que ejercería durante 25 años consecutivos- y él y Betty se convirtieron en uno de los matrimonios más relevantes de la vida social de Washington. La familia se construyó una casa en Alexandria, a las afueras de la capital, y un apartamente en Vail (Colorado), estación de esquí en la que disfrutaban de las vacaciones de invierno con sus cuatro hijos: Michael Gerald (1950), John Gardner (1952), Steven Meigs (1956) y Susan Elizabeth (1957).

Buscó refugio en el alcohol y las pastillas

Pero no tardaron en llegar los problemas. Por motivos laborales, Jerry se pasaba la mayor parte del tiempo fuera de casa y Betty se vio desbordada por las labores domésticas y la crianza de los hijos. Como mujer de congresista, tenía además que acudir a numerosos actos sociales, cenas solidarias y eventos oficiales. Todo aquel estrés le produjo problemas musculares, que le llevaron a tomar calmantes y tranquilizantes. Pero el consumo de estos fármacos se intensificó, hasta el extremo de convertirse en adicción. Una adicción a la que se sumó el alcohol, que se convirtió en su refugio contra la soledad. Betty silenció todos aquellos problemas para no perjudicar a su marido que, en 1973, después de la renuncia de Spiro Agnew, se convirtió en vicepresidente del país. Al poco, el 9 de agosto de 1974, Nixon dimitió por el escándalo Watergate y Ford se convirtió en el 38º presidente de los EEUU y en el primero que llegaba a la Casa Blanca sin haber sido elegido en unas elecciones.

A diferencia de otras primeras damas "decorativas", durante los 896 días que Gerald Ford estuvo en las Casa Blanca, Betty se ganó el apelativo de "Primera Dama Combatiente" por su activa defensa de sus ideales, algunos contrarios al ideario del partido de su marido: firme defensora del aborto, batalló para que la Enmienda por la Igualdad de Derechos fuera incluida en la Constitución; estaba a favor de las relaciones prematrimoniales, de la legalización de la marihuana y de la defensa de los derechos civiles, en especial de los homosexuales. Sus feministas puntos de vista sacaban de quicio a los republicanos más retrógrados. Mujer abierta y divertida, en una ocasión aseguró que le habían preguntado "casi de todo, menos cuántas veces tenemos sexo el presidente y yo y, si me lo hubieran preguntado, habría contestado: 'Tan a menudo como nos es posible'". Era tan franca y directa que, cuando alguien le dijo que por qué había ocultado su anterior matrimonio, Betty exclamó: "Nunca lo he hecho. Simplemente, nadie me lo había preguntado".

Sometida a una mastectomía por un cáncer

Cuando el demócrata Jimmy Carter venció a su marido en noviembre de 1976, Betty dio a conocer el secreto mejor guardado de su vida: pocas semanas después de convertirse en primera dama se había tenido que someter a una mastectomía y, durante dos años, recibió quimioterapia. Aquella confesión pública animó a que millones de mujeres se animaran a ir a hospitales a someterse a revisiones. "Fue una experiencia dura, pero lo hice para que a otras mujeres no les ocurriera lo que a mí. Mi marido fue el primero en darme ánimos y me dijo: 'No te preocupes, cariño. Si ya no puedes llevar trajes escotados por delante, siempre puedes llevar los escotes a la espalda'. Y tenía razón".

En 1978, sus hijos y su marido le dijeron que no podían seguir contemplando, impasibles, cómo se iba destruyendo día a día a causa de sus adicciones. "Te queremos demasiado para dejarte morir de esta manera", le dijeron. Aquellas palabras obraron efecto y Betty admitió su adicción, ingresó en el Long Beach Naval Hospital y cuatro años más tarde creó la fundación Betty Ford Center, que, hasta la fecha, ha ayudado a millones de personas a desintoxicarse, entre ellos Liza Minelli, Lindsay Lohan, Robert Downey Jr. y Elizabeth Taylor, quien estando en la clínica, en 1988, conoció a Larry Fortensky, con el que se casó. "En el centro tratamos a todas las personas por igual, da lo mismo que seas famoso o no. Tienes que lavar tu ropa, limpiar tu cuarto, hacer ciertos trabajos en beneficio de la comunidad o compartir la habitación con un extraño", explicaba hace unos años.

Una activa vida pública

Tras abandonar Washington, Betty y Jerry se mudaron a California, concretamente a Rancho Mirage, una zona residencial de Palm Springs, donde Betty continuó llevando una activa vida pública. Dio numerosas conferencias, prestó su nombre a varias organizaciones de ayuda social, continuó con sus ideales feministas, apoyó los derechos de los más desvalidos, publicó libros sobre desintoxicación y una autobiografía. Humilde, siempre tuvo muy claro el papel que le tocó vivir: "He sido una mujer corriente que fue llamada a escena en una época extraordinaria. Yo no fui una mujer diferente, una vez llegué a la Casa Blanca, de lo que había sido antes. Sólo por un accidente de la historia llegué a ser una persona interesante". En diciembre del 2006, falleció Gerald Ford y, desde entonces, por su delicado estado de salud, Betty apenas salía de su casa. El 8 de julio del 2011 falleció, a los 93 años, en su casa de Rancho Mirage, siendo una de las primeras damas más longevas, por detrás de Bess Truman y Lady Bird Johnson.


lunes, 6 de diciembre de 2021

Josephine Baker: La Venus Negra

 


Freda Josephine Carson nació en St. Louis, Missouri, el 3 de junio de 1906. Siendo aún muy niña, su padre, Eddie Carson, percusionista de vaudeville, las abandonó a ella y a su madre, la lavandera Carrie McDonald.

Al poco tiempo, Carrie se volvió a casar con un hombre llamado Arthur Martin. Según contaba Josephine, Arthur era una bellísima persona, pero siempre estaba en paro, por lo que la situación de la familia, a la que, además, llegaron un niño y otras dos niñas, era precaria. Así las cosas, Josephine se vio forzada a dejar el colegio para trabajar como empleada del hogar y niñera en las casas de acomodadas familias blancas, en donde le recordaban a menudo que no besase a los niños.

Con solo 13 años, encontró un trabajo de camarera en The Old Chauffeur's Club. Trabajando allí conoció a su primer marido, Willie Wells, de quien se divorció poco después. A pesar de haberse casado, Josephine no dejó de trabajar, ya que, acostumbrada desde niña a salir adelante, nunca quiso depender económicamente de sus parejas.

En 1921, con solo 15 años, se casó de nuevo, esta vez con Willie Baker, de quién también se divorció. No obstante, conservó el apellido de su segundo marido.

Al año siguiente comenzó a trabajar como actriz cómica con The Jones Family Band y The Dixies Stepers junto a quienes recorrió los Estados Unidos. Cuando no tenía gira, la joven intentaba convencer a sus jefes de que la aceptaran como bailarina en The Dixies Steppers, pero solía ser rechazada por ser demasiado "flaca y oscura de piel", por lo que era relegada a labores de ayudante de vestuario. Eso sí, si alguna bailarina estaba enferma o faltaba, Josephine ocupaba su lugar. En el escenario, la chica explotaba su vis cómica bailando torpemente. Al público le encantaba y eso le valió el ganarse un puesto en el cuerpo de baile.

Tras una breve temporada de moderado éxito en el Plantation Club de Nueva York y en el Cotton Club de Harlem, Josephine se trasladó a Paris en 1925 para formar parte del grupo de coristas del espectáculo "La Reveu Négre". Aún no había cumplido  18 años pero, junto a su pareja de baile, Joe Alex, y ataviada simplemente con una falda de plumas, deslumbró a todo París con un baile fresco y sensual llamado "Danse Sauvage", que se representó por primera vez el 2 de octubre de 1925 en el Music-Hall de los Campos Elíseos.

Atrás quedaban ya los años de penurias en Missouri. Ahora, Josephine era una estrella que se gastaba su abultado sueldo en ropa, joyas y, sobre todo, mascotas. Según se dice, llegó a tener, a la vez, un leopardo (Chiquita) -al que ponía un collar de diamantes para salir a pasear por los Campos Elíseos-, un chimpancé (Ethel). un cerdo (Albert), una serpiente (Kiki), una cabra, un loro, varios periquitos, peces, tres gatos y siete perros.

Su gran salto al estrellato


Acabada la temporada de "La Reveu Négre" fue contratada como protagonista para "La Folie du Jour", que se representaba en el teatro Folies Bergère. Fue su salto definitivo al estrellato.


Con una voz privilegiada para el jazz y sin complejos para bailar vestida exclusivamente con una falda hecha de plumas o, la más popular, con 16 plátanos, se ganó los apelativos de "la Venus Negra", "La Diosa Criolla" o "la Perla Negra" y se convirtió en uno de los mayores iconos sexuales de los locos años 20 en Francia. Pronto abrió su propio club, Chez Josephine.


Se dice, incluso, que a ella se debió el éxito del charleston en Europa y que las pálidas parisinas comenzaron a usar productos para oscurecer su piel y parecerse a la Baker.


Su altísimo estatus le permitió, entonces, trasladar a su familia de St. Louis a Les Milandes, su finca en Castelnaud-Fayrac, Francia. Y es que, en 1927, era la artista del espectáculo mejor pagada de toda Europa y rivalizaba con Gloria Swanson y Mary Pickford por ser la mujer más fotografiada del mundo. El cine también se fijó en ella y, a principios  de los años 30, Josephine rodó dos películas "Zou-Zou" y "La princesa Tam-Tam".


Adoptó a doce niños de diferentes etnias


La vida no podía mostrarle una sonrisa mejor, pero, a su vuelta a los Estados Unidos, en 1936, la Baker descubrió que las pieles y las joyas que lucía no evitaban que los blancos siguieran sin aceptarla. Presentó un espectáculo en el Ziegfield Follies, pero las duras críticas -el New York Times hablaba de ella como "esa chica negra", cuando en Europa era una celebridad- y el rechazo del público forzaron su regreso a París, en donde adquirió la nacionalidad francesa y se casó por tercera vez con Jean Lion, de quien también acabó divorciándose.


A pesar de ser norteamericana, Josephine se implicó completamente en la causa francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Fue alférez del cuerpo auxiliar de mujeres de las Fuerzas Aéreas, llegando a ser condecorada por ello con la Cruz de Lorena en oro, y también cantó para las tropas (cuenta la leyenda que algunas de sus canciones contenían mensajes en clave para la Resistencia).


Pasada la guerra, en 1947 volvió a casarse. Esta vez se trataba del director de orquesta Jo Bouillon, con quien decidió adoptar a doce niños de diferentes etnias a los que llamaba "La Tribu del Arcoiris". Permitía a la gente entrar libremente en su finca francesa para que vieran lo felices que eran los pequeños a pesar de pertenecer a razas y religiones diferentes e, incluso, en un acto reivindicativo, llevó a todos sus hijos a Estados Unidos, haciendo gala de lo bien que vivían todos juntos.


No hay duda de que la discriminación racial a la que fue sometida desde pequeña la marcó mucho y, por eso, la integración se convirtió en su nueva lucha. Solía decir que "el odio racial no es natural, sino una emoción inventada" y, por eso, regresó a Estados Unidos, a principios de los años 50, para plantar cara a la discriminación. Exigía que en sus representaciones, el público estuviese mezclado, pero la respuesta de sus compatriotas fue desigual. En Miami consiguió un público mixto, pero en Atlanta se vio forzada a anular una actuación tras serle prohibida la entrada en un hotel. También el Strok Club de Nueva York rechazó su espectáculo y, por ello, Josephine inició una batalla periodística sin precedentes. En reconocimiento a su gran esfuerzo, la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP) eligió el 20 de mayo como día de Josephine Baker.


Volvió al escenario tras haber anunciado su retirada


A finales de los 50, la estrella anunció su retirada, pero los enormes gastos que generaba su querida "Tribu del Arcoiris" la obligaron a volver a los escenarios en más de una ocasión.


Así, en 1973, aceptó presentar un espectáculo en el Carnegie Hall de Nueva York. Aunque sus anteriores experiencias en Estados Unidos no le hacían presagiar nada bueno, esta vez el público la recibió en pie, con una calurosa ovación.¡Por fin, empezaba a ser profeta en su tierra!


Divorciada de nuevo comenzó una relación con el artista Robert Brady, con quien nunca se casó legalmente, aunque, en 1973, se intercambiaron sus votos matrimoniales en una iglesia de Acapulco, México, en la más estricta intimidad ya que Josephine temía que la ridiculizaran o que no tomaran en serio este nuevo compromiso.


Brady permaneció a su lado hasta su muerte, el 12 de abril de 1975. La actriz había superado un infarto en 1964, pero, esta vez, una hemorragia cerebral acabó con su vida. Solo cuatro días antes, la Baker se había subido al escenario del Bobino Theater de París para celebrar los 50 años de su carrera. La Princesa Grace de Mónaco o Sophia Loren fueron algunas de las personalidades que le aplaudieron entonces y, tras su muerte, más de 20.000 personas abarrotaron las calles de París porlas que pasó  el cortejo fúnebre en su camino hasta la iglesia de la Madeleine. El Gobierno francés la honró con una salva de 21 cañonazos, siendo Josephine Baker la primera mujer norteamericana que recibía honores militares en Francia. Fue enterrada en Mónaco.

 


sábado, 4 de diciembre de 2021

Quino: Creador de Mafalda

 


Joaquín Salvador Lavado Tejón nació el 17 de julio de 1932 en Mendoza (Argentina). Fue el tercer hijo de unos inmigrantes republicanos malagueños que cruzaron el Atlántico en busca de fortuna. Su padre fue encargado de un bazar y su madre, ama de casa. Para diferenciarlo de su tío Joaquín, pintor y dibujante publicitario, empezaron a llamarle Quinito y luego Quino, que sería su nombre profesional. Siendo niño estuvo muy influenciado por sus tíos maternos, todos dibujantes, y por su abuela comunista, que le inculcó la importancia de la pintura, la música y la cultura en general. Los Lavado vivían en una casita con un patio bastante grande donde Quino se pasaba las horas jugando. No salía nunca, era un niño solitario y taciturno porque debido a su acento andaluz le costaba hacer amigos. Además, no deseaba crecer porque le daba miedo el mundo exterior, de ahí que no quisiera ir a la escuela, pero su madre le obligó.

Perdió a ambos padres siendo un adolescente

Recuerda que aprendió a dibujar a los 3 años "cuando una noche mis padres se fueron al cine y llamaron a mi tío Joaquín para que nos entretuviera a mis hermanos y a mí. Como no había televisión en esa época, él no encontró mejor idea que empezar a hacernos dibujos". En 1945, falleció su mamá de cáncer y, ese mismo año, se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Cuyo, que abandonó tres años después, al morir su padre a causa de un infarto. "Recién entraba en la adolescencia y esas muertes me hicieron sentir como traicionado. Durante bastantes años viví agobiado por el luto", recuerda.

A partir de ahí quiso dedicarse al dibujo humorístico y, en 1950, vendió su primera historieta para una tienda de sedería, pero al año siguiente sufrió una gran desilusión cuando viajó a Buenos Aires pero no vendió ninguno de sus dibujos a los periódicos y revistas de la capital. "Dibujaba muy mal, tanto que hasta yo me daba cuenta. Pese a haber ido a la Escuela de Bellas Artes mi evolución fue muy lenta. Me decían que las ideas eran buenas, pero que para tener un dibujo pasable aún me faltaba mucho tiempo". Después de haber hecho la mili, en 1957, notó que su dibujo había mejorado. Decidió volver a probar suerte en Buenos Aires, pero aquellos primeros intentos no le fueron bien y su hermano mayor le tuvo que ayudar económicamente. Estaba ya casi desesperado cuando la revista de política y cultura "Esto es" le compró una primera serie de sus dibujos. Posteriormente, sus creaciones aparecieron en "Vea y Lea", "Leoplán", "Damas y Damitas", "TV Guía" y "Atlántida", entre otras publicaciones.

En 1963, editó su primer libro recopilatorio, "Mundo Quino", y su amigo Miguel Brascó le dijo que una agencia de publicidad estaba buscando a alguien que creara una historieta para Siam, una heladería muy conocida en Argentina. Los dueños querían una familia que usara unos electrodomésticos llamados Mansfield, por lo que los nombres de los personajes tenían que empezar por "M".

Una niña irreverente, antisistema y antisopa

Mientras veía la película "Dar la cara" se dio cuenta de que en una de las escenas había una bebé en la cuna: "Qué linda la niña, ¿cómo se llama? Mafalda". Así nació una de las tiras más famosas del siglo XX, protagonizada por una niña irreverente, contestona, antisistema, criticona y decididamente contestataria que odia la sopa, le encantan los Beatles y el Pájaro Loco y que hacía de las suyas junto a su hermano Guille y sus amiguitos Susanita, Miguelito, Manolito, Libertad y Felipe. "Mafalda" sigue tan joven como siempre, se ha editado en más de un centenar de países y ha sido traducida a más de 30 idiomas como el francés, italiano, chino, alemán o griego.

Para crear a estos dibujos se inspiró en figuras geométricas para que fueran más fácilmente reconocibles: Mafalda era una especie de círculo; Manolito un cuadrado; Felipe un triángulo; Susanita un óvalo... Todos ellos critican de forma ácida y cínica el abuso del poder, la obsesión del dinero o la corrupción política. Al final, la campaña no se llevó a cabo, pero Quino decidió conservar varias tiras para una posible publicación. Así, a principios de septiembre de 1964, aparecieron en "Gregorio", un suplemento de humor de la revista "Leoplán", las primeras tiras de Mafalda y, a finales de ese mismo mes, el semanario "Primera Plana" empezó a publicarlas. En 1965, el diario "El Mundo" se hizo carga de la tira, al año siguiente apareció la primera recopilación en un libro y, el 22 de diciembre de 1967, la historieta se interrumpió debido al cierre del periódico. El 2 de junio, Quino volvió a reanudar la tira en "Siete días" y viajó a Europa para promocionar a su "hijita".

Aquel contacto con el viejo continente hizo que, a partir de finales de los 70, pasara gran parte de su vida entre las ciudades de Barcelona, Milán, Madrid, Londres o París. En 1970, "Mafalda" se publicó por primera vez en España y, el 25 de junio de 1973, después de dos años meditando la idea, Quino dejó de dibujar nuevas aventuras de esta criatura inconformista. Uno de sus más grandes admiradores es el eminente escritor y filósofo italiano Umberto Eco, que define a Mafalda como "una contestataria, una verdadera heroína rebelde que rechaza al mundo tal cual es. Sólo tiene una única certeza: no está conforme". Aunque pase el tiempo y viendo cómo ha evolucionado la sociedad, Quino es consciente de una cosa: "Mafalda siempre se pregunta: ¿Por qué los adultos piden a los niños que sean buenos si ellos hacen lo contrario?"

No se ha vanagloriado de que escritores consagrados como Gabriel García Márquez o Julio Cortázar hayan hablado de él, pero se llena de orgullo cuando asegura que "lo que realmente me satisface es que una madre me cuente que su hijo le cogió gusto a leer gracias a Mafalda. Lo demás, son anécdotas". Y de éstas, tiene algunas: "Durante la elección del Papa, en el cónclave, un cardenal habló de Mafalda. ¡Lástima que saliera Ratzinger!".

Alicia, su mujer desde hace más de 50 años

A lo largo de toda su carrera ha contado con el inestimable apoyo de su mujer, Alicia Colombo, con quien se casó en 1960 y que es la encargada de administrarle el dinero "porque soy un auténtico desastre". A pesar de su felicidad estable, nunca han tenido hijos. "Lo decidimos de mutuo acuerdo. Primero, porque cuando nos casamos no teníamos dinero, mi casa era muy pequeña y no habría podido trabajar con niños corriendo alrededor. Y, además, sólo de pensar que se me podría enfermar un hijo me entraba una desesperación... Hubiera sido un desastre como padre, le hubiera malcriado y, claro, a mi esposa tampoco le interesó mucho".

Le apasiona el cine de autor como Kiarostami o Kaurismaki, es un lector acérrimo de los clásicos, seguidor de los Beatles, adora todo lo que tenga que ver con el Mediterráneo y, curiosamente, a pesar de ser argentino, detesta profundamente el fútbol.

Una escultura de Mafalda en San Telmo

Con más de 50 años de trayectoria, ha publicado numerosos libros de humor como "¡A mí no me grite!" (1972), "Bien, gracias, ¿y usted?" (1976), "Ni arte ni parte" (1981), "Gente en su sitio" (1986), "Potentes, prepotentes e impotentes" (1989), "Yo no fui" (1994) y "¿Quién anda ahí?" (2012). En los últimos años visita los festivales más famosos del mundo, acude a importantes conferencias, concede entrevistas para revivir a su criatura más famosa y se relaja viajando a países exóticos. En el 2009, inauguró en el barrio de San Telmo una escultura de Mafalda, que es una de las más visitadas de Buenos Aires. Nacionalizado español aunque sin dejar de ser argentino, Quino celebró su 80 cumpleaños con la inauguración de un museo dedicado al cómic en Buenos Aires, en el que su "hija" sopofóbica tiene lugar preferente.

Quino falleció el 30 de septiembre de 2020, tras estar internado a causa de un accidente cerebrovascular a los 88 años, un día después de haberse cumplido cincuenta y seis años de la primera publicación de su tira más emblemática, Mafalda.