viernes, 3 de diciembre de 2021

Padre Ángel: Fundador de la ONG Mensajeros de la Paz

 


Ángel García Rodríguez nació el 11 de marzo de 1937, en plena Guerra Civil española, en el barrio de la Rebolleda de la localidad asturiana de Mieres. Sus padres trabajaban en la industria metalúrgica y la minería. Desde su  más tierna infancia sintió una gran admiración por el cura de su pueblo, un hombre que se ocupaba con gran dedicación de las víctimas de la contienda, fueran de un bando o de otro. Con tan sólo 12 años de edad, Ángel ya explicaba a quien quisiera oírle: "Cuando sea mayor voy a ser como el cura de mi pueblo". También influyó mucho en su vocación religiosa la biografía de San Juan Bosco, maestro y apóstol de los chicos descarriados de finales del siglo XIX. Así, desde pequeño, tuvo muy claro que en el futuro se dedicaría a ayudar a los demás. "Recuerdo mi infancia marcada por la escasez de comida y los racionamientos", afirma este sacerdote, al que de pequeño apodaban Gelín. "Me vienen a la mente los mineros que morían en los pozos. Muchos de sus hijos y las viudas eran amigos míos y de mis padres. Aquello era una tragedia... A otros hombres los mataban en el monte o los detenían y los bajaban a mi pueblo. Fue entonces cuando conocí a don Dimas, nuestro cura, que ayudaba a todos, fueran del signo político que fuesen. Era un sacerdote grandón que me impresionó. Y yo quería ser como aquel hombre tan humanitario", recuerda.

Doce años estudiando en el seminario

Años después, Ángel cumplió su deseo y, en el año 1961, fue ordenado sacerdote en Oviedo. Había llegado al seminario con 12 años y allí permaneció otros 12 más: "Cuando estás en un internado y te faltan tus padres aprecias mucho más lo que significa la familia". Con otro sacerdote y compañero seminarista, Ángel Silva, fundó la Asociación Cruz de los Ángeles, una institución de ámbito regional y de carácter asistencial para acoger a niños y jóvenes marginados: "Éramos unos sacerdotes algo imprudentes y muy lanzados, lo que nos trajo muchos problemas con los políticos y algunos obispos de la época. Por mi forma de ser tan 'atrevida', me persiguieron y me echaron de Oviedo. Incluso intentaron lanzarnos al río al arzobispo don Gabino y a mí. A algunos no les gustaba que ayudáramos a los más débiles, a los descarriados y a los inmigrantes. Hubo un momento que hasta me tenía que custodiar la Guardia Civil. La cosa se puso tan dura y peligrosa que tuve que irme a Madrid. Ya habíamos creado algunos hogares infantiles y juveniles por tierras asturianas y llegué a la capital con la idea de extender nuestra presencia por toda España. En el año 1972, cambiamos el nombre de nuestra organización por el de Mensajeros de la paz. Y con el paso del tiempo hemos llegado a estar presentes en 47 países".

En Madrid, el padre Ángel tuvo que "batallar" con las autoridades, las marquesas y las señoronas, como él las llamaba. Iba a rezar el rosario a las casas de esas mujeres ricas con el objetivo de que le dieran dinero para su obra. Dice el protagonista que "cuando uno tiene fe es capaz de cambiar las montañas", pero él mejor que nadie sabe lo difícil que ha sido su camino para lograr sus propósitos.

Ángel tenía una idea preconcebida de los políticos importantes, pero en Madrid se dio cuenta de que "no eran como uno se los imaginaba. Pero tenía que creer en ellos, porque, si no, no hubiera podido hacer todo lo que he hecho, y desde el general Franco a Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar o Zapatero... nunca me dieron un no por respuesta. Los mandos intermedios fueron los que más me complicaron la vida".

El Papa Pablo VI fue el que más defendió al humilde sacerdote. En el Santo Padre encontró uno de sus mayores apoyos en esta "cruzada" suya tan particular. Su relación con Francisco Franco merece un capítulo aparte. "La primera vez que nos vimos me preguntó a qué me dedicaba. Se lo dije y le pedí una ayuda económica. Y me dio 2.000 pesetas. Se las devolví porque era una cantidad ridícula y luego me llamó el gobernador civil para recomendarme que las aceptara, porque, según aquel señor, le había hecho un feo al Caudillo. Me mandó un motorista con el dinero del general y con un mensaje en el que ponía: 'Acéptelas, porque Franco nos puede fusilar a usted y a mí'. Al final, las enmarqué en un cuadro junto al oficio enviado por aquel político". En esa cita con Franco, el dictador derramó unas lágrimas y le confesó al sacerdote: "¿Sabe usted que yo fui un niño parecido a los que usted ayuda?". De los políticos de la democracia, con quien mejor relación tuvo fue con el expresidente Felipe González, con el que asegura que se entendía perfectamente. Pero reconoce que con los otros presidentes también ha mantenido un buen entendimiento. Excepto en una ocasión en la que tuvo un pequeño enfrentamiento con Adolfo Suárez. Ángel, que había visto que alimentaban a los niños granadinos de un orfanato con bellotas, cogió unos puñados de éstas y las envió por correo al entonces presidente del Gobierno y al rey don Juan Carlos, acompañando el envío de un mensaje muy claro: "Alimentar a vuestros hijos con las bellotas que comen esos pobres niños". Y se armó la marimorena. A la Iglesia oficial tampoco le ha gustado que el padre se posicione en cuestiones relativas a los enfermos de sida o la posibilidad de que los curas se casen o que las mujeres puedan ordenarse sacerdotes: "Es que, aunque respeto el voto de obediencia religiosa, no me gusta comulgar con ruedas de molino", comenta.

Llegó un momento en el que el padre Ángel entendió que su organización debía salir al exterior. Los terremotos en El Salvador y en México, en la década de los 80, exigían su presencia. Y decidió llevar ayuda a los damnificados por esas catástrofes. Se crearon, así, los primeros hogares en el extranjero. Después vendría la lucha para liberar a niños esclavos en África o el apoyo a las víctimas de terremotos y desgracias naturales en países como Haití o el sudeste asiático, a los de las guerras en Palestina, Irak... Ángel presume de "tener olfato para estar con los más pobres. Hay algunos que tardan más de un mes para llevar ayudas, mientras que nosotros estamos donde sea a los pocos días de que sucedan las tragedias". Y tiene clarísimo que "hay que creer firmemente en lo que haces".

Haití, una de sus vivencias más duras

El padre Ángel sigue su lucha desigual contra las guerras y los políticos que las defienden. Si hace unos años se mostraba contrario al presidente George Bush y criticaba la intervención armada norteamericana en Irak, hoy hace lo mismo con Obama y la OTAN en Libia. Su mensaje pacifista y conciliador no admite dudas. Pero si tuviera que echar mano de los recuerdos más tristes, su mente se transporta a Haití. "Niños que morían en mis brazos. Es repugnante ver cómo pasa el tiempo y los Gobiernos no hacen nada por esa gente tan pobre. La tienen olvidada y eso me duele en el alma".

Hoy, Mensajeros de la Paz tiene unas 700 casas de acogida por todo el mundo, ayuda a más de 45.000 niños y a más de 10.000 ancianos. "Formamos una gran familia, de muchas razas, colores y religiones, y todos nos llevamos bien. En todos nosotros reina el cariño hacia los demás. Tenemos programas de atención a la infancia, de ayuda a jóvenes y adolescentes, a discapacitados, a niñas embarazadas prematuramente, a enfermos de sida, programas de protección a la mujer, a los mayores... Hemos formado la Asociación Edad Dorada para ancianos, el Teléfono Dorado (900.22.22.23) para aquellos mayores que se encuentran solos... No paramos de trabajar". Es tan atrevido, que le dejó al Papa Juan Pablo II su número de móvil, tras confesarle el Pontífice que también los Papas se sentían muchas veces solos, "pero nunca me llamó".

Premio Príncipe de Asturias de la Concordia

Una vida plagada de reconocimientos, como el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia (1994), el de la Fundación por la Paz, el de Español Universal en 2005 y uno de sus más queridos, el Asturiano Universal ese mismo año. "No presumo de los premios. Cuando tienes cierta edad, que te premien no es lo que más te satisface. Al contrario, un premio, a mí, me encoge. Es como si te dieran un funeral en cuerpo presente. Mi mayor galardón es hacer lo que más me satisface en la vida: ayudar a los demás. No hace mucho, conocí a un niño salvadoreño de 7 años, que ahora está en Madrid tratándose de una enfermedad. Le di un beso y le dije que le quería mucho. Ver que me contestaba 'y yo también a ti, papi', me emocionó profundamente. Es mi mejor premio, el regalo que Dios me ha dado al final de mi vida. Este niño es el hijo que no he tenido nunca. Por otro lado, cumplir 50 años como cura es también un gran premio, por el que solamente tengo que darle gracias a Dios. Me siento gozoso y feliz".

Admirador de Teresa de Calcuta y Vicente Ferrer

Recibe entre 700 y 800 llamadas al día, lleva encima cuatro teléfonos móviles y procura atender a todos los que se ponen en contacto con él. Es forofo del Oviedo, el club de fútbol de su tierra, y en menor medida del Real Madrid, pero tiene poco tiempo para ver a sus equipos en el campo. Admira, como si fueran santos, a la madre Teresa de Calcuta y al padre Vicente Ferrer, y elogia la humanidad de Cantinflas (de él asegura suscribir especialmente la frase que el cómico decía: "Yo no quiero que se acaben los ricos, lo que quiero es que se acaben los pobres") y de tantos personajes anónimos. Y reconoce que si pudiera canonizar a alguien, canonizaría a sus propios padres, "por lo buenas personas que siempre fueron".

Le precede su fortaleza vital, pero hay un triste episodio en su vida, que muy poca gente conoce: hace unos años se encontraba en África y empezó a sentirse mal. Al regresar a Madrid le hicieron un reconocimiento y le descubrieron un cáncer de colon. Su médico le dijo que había que operar inmediatamente, pero él, terco como siempre, pidió que le dejaran asistir a la entrega del Príncipe de Asturias de ese año, porque se había comprometido a ir y no quería faltar al acto. "Al saber que tenía un cáncer se me cayó el mundo encima. Estaba convencido de que me moría. Lloraba sin que me viera nadie y me fui despidiendo de la gente a la que quiero. Lo que más me dolía es que iba a marcharme de este mundo con muchas cosas por hacer. Entré en el quirófano con el convencimiento de que no saldría vivo de la mesa de operaciones. Pero la cosa salió bien y, a los dos días, bajé en pijama a decir misa en la capilla del hospital. Diez días después viajé a Covadonga, a darle las gracias a la Virgen por mantenerme con vida". Tenía entonces 70 años y asegura que, desde entonces, se humanizó más. Hoy, admite que le quedan muchas cosas por hacer, que en su vocabulario no tiene cabida la palabra jubilación y que allí donde haya alguien necesitado, Mensajeros de la Paz tiene trabajo. Y si en algún momento le flaquean las fuerzas, la solución es tan fácil como ésta: "rechino los dientes y miro al cielo".


jueves, 2 de diciembre de 2021

Olivia de Havilland: La dulce Melania de "Lo que el viento se llevó

 


Olivia Mary de Havilland nació el 1 de julio de 1916 en Tokio (Japón). Fue la primogénita del abogado inglés y aristócrata Walter August de Havilland y la actriz norteamericana Lillian Ruse. Al año siguiente nació la segunda y última hija del matrimonio, Jean de Beauvoir, que años más tarde sería la actriz Joan Fontaine. En 1919, el médico aconsejó que las niñas, a las que no sentaba nada bien el clima de la capital japonesa, visitasen a un médico en EEUU. Instaladas madre e hijas en Saratoga (California), la mejoría física fue notable. Las cosas fueron muy bien hasta que el padre envió un telegrama a su mujer diciéndole que le pedía el divorcio para casarse con su sirvienta. La mujer accedió y, al poco tiempo, también ella volvió a casarse con George Fontaine, propietario de un almacén de suministros industriales.

Nueve veces pareja de cine de Errol Flynn


Olivia tenía entonces 8 años y tanto ella como su hermana habían recibido una buena educación, que incluía clases de canto y declamación. Ambas hermanas se interesaron por la interpretación. Con 17 años, Olivia entró en un grupo de teatro aficionado y su actuación en "Alicia en el país de las maravillas" fue muy bien recibida. Aunque su padrastro se negaba a que fuera actriz, su firme empeño venció todas las dificultades y, en 1935, debutó en el cine de la mano del director Max Reinharth en "El sueño de una noche de verano". Inmediatamente, la Warner Bross la contrató para rodar "El capitán Blood" (1935), emparejándola con el atractivo Errol Flynn bajo la dirección de Michael Curtiz. La fórmula funcionó tan bien que la pareja protagonizó nada menos que nueve películas, entre las que destacan "Robin de los bosques", "La carga de la brigada ligera", "Dodge City, ciudad sin ley", "Camino de Santa Fe" o "Murieron con las botas puestas". Unos años antes, cansada de encarnar siempre el mismo personaje, Olivia se presentó al casting para el papel de Scarlett O'Hara en "Lo que el viento se llevó", película que producía la Metro Golden Mayer. La rechazaron pero, días después, le ofrecieron el papel de la dulce Melania. Tras conseguir que la Warner la cediera, aceptó un personaje que dejaría huella en su vida ya que, estrenada en Atlanta el 15 de diciembre de 1939, "Lo que el viento se llevó" se ha convertido en título mítico del Séptimo Arte. Fue nominada al Oscar a la Mejor Actriz Secundaria, galardón que finalmente ganaría Hattie McDaniel por su inolvidable criada negra Mammy en una película que consagró a los actores Vivien Leigh, Clark Gable y Leslie Howard.


Enemistada de por vida con su hermana


A partir de ahí, Olivia luchó a brazo partido con la Warner para evitar que le dieran papeles sin importancia y conseguir librarse de su draconiano contrato. Cedida a la Paramount, volvieron a nominarla a la estatuilla como Mejor Actriz Protagonista por "Si no amaneciera" (1941), el mismo año en el que su hermana, Joan Fontaine, se llevó el galardón por su papel en "Sospecha", de Alfred Hitchcock. Aquello consolidó la mala relación de las dos hermanas, que siempre se habían llevado como el perro y el gato, y hasta la muerte de Joan en diciembre de 2003, nunca volvieron a hablarse. Mientras litigaba con la Warner, su vida sentimental trascurría entre romances con el multimillonario Howard Hughes, el actor James Stewart y el director John Houston. Ninguna de estas relaciones llegó a buen puerto e hicieron mella en la joven actriz, que llegó a demandar a sus jefes de la Warner por los papeles insulsos que le ofrecían. La tensión fue tan fuerte que, en represalia, Olivia estuvo casi tres años sin trabajar. En 1946, se casó con el novelista Marcus Aurelius Goodrich y consiguió su primer Oscar como protagonista por "La vida íntima de Julia Norris". Dos años después, en 1948, volvió a ser nominada por "Nido de víboras", que le valió un gran reconocimiento internacional, pero sería en 1949 cuando lo volvería a ganar por "La heredera", de William Wyler. La felicidad por el premio se completó con el nacimiento ese año de su primer hijo, Benjamín. Pero el que parecía un idílico matrimonio se rompió en 1953 y ella volvió a retomar su relación con John Houston.


Casada en segundas nupcias con un francés


En la década de los 50 su trabajo se resintió y empezaron a escasear sus apariciones en pantalla, aunque destacan sus papeles en "Mi prima Raquel", "No serás un extraño" o "La noche es mi enemiga". Poco después de romper con Houston viajó a Francia para asistir al Festival de Cine de Cannes y se enamoró del periodista Pierre Galante, con el que se casó en 1955. Tras la boda, la pareja se instaló en París y un año después nació su hija, Gisele Baptistine. Alejada del bullicio de Hollywood y asentada en la capital gala decidió dar prioridad al cuidado de sus dos hijos. Aficionada a la lectura y a la escritura, en 1962 publicó su primer libro, "Every Frenchman Has One" (Cada francés tiene uno), sobre las dificultades de una americana para adaptarse a la vida francesa. Combinó su escritura con apariciones en el cine como en "Luz en la ciudad" o "Canción de cuna para un cadáver", en 1964, que hizo junto a su gran amiga Bette Davis. A partir de los 70, tal y como ocurriera con la gran mayoría de las viejas glorias del cine, Olivia cayó en el olvido salvo para colaborar en algunas películas de éxito como "Aeropuerto 77" o "El quinto mosquetero", en 1979, y se refugió en la televisión, que se convirtió en cementerio de mitos vivientes. Intervino en las mini series "Raíces: la nueva generación", "El romance real de Carlos y Diana", "Anastasia: el misterio de Anna" o "Norte y Sur parte II", en 1986, y su último trabajo fue dos años después con la telemovie "La mujer que él amó", sobre la vida de los duques de Windsor.


Tras su divorcio de Pierre Galante, en el 79, se dijo que tuvo un romance con el primer ministro británico Edward Heath. Eso no fue impedimento para que ella siguiera siendo muy amiga de su ex marido. En 1991, sufrió la tragedia más grande de su vida al perder a su hijo Benjamín, víctima de un cáncer. Sin embargo, su gran fortaleza y fuerte vitalidad la salvaron de una gran depresión, así como el apoyo de su segundo marido y de su hija.


Cuidó de su ex marido, que murió de cáncer

Fue tal la amistad que quedó entre la pareja que, cuando a Pierre le diagnosticaron un cáncer, canceló todos sus compromisos y lo cuidó hasta su muerte, en 1998. Al año siguiente, participó en el documental y fiesta del 60º aniversario de "Lo que el viento se llevó".

Una de sus últimas apariciones fue como presentadora de uno de los premios de la 75ª edición de los Oscar, en 2003.

De Havilland narró el documental de 2009, Recuerdo mejor cuando pinto. La película trata sobre la importancia del arte en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer. El 22 de marzo de 2011, se presentó la película en una proyección especial en París.

El 17 de noviembre de 2008 a la edad de 92, Olivia de Havilland recibió la Medalla Nacional de las Artes.

El 9 de septiembre de 2010, a la edad de 94, fue nombrada Caballero de la Legión de Honor, una distinción que otorga el Presidente de la República Francesa.

En febrero de 2011, Olivia de Havilland apareció en la ceremonia de entrega de los Premios César. Jodie Foster la presentó y de Havilland recibió una ovación con el público puesto en pie.

En junio de 2017, con casi 101 años, Olivia fue nombrada Dama del Imperio Británico por la reina Isabel II

La afilada columnista de prensa americana Louella Parsons la consideró como "una de las actrices más inteligentes, cultas y educadas de Hollywood".

Falleció por causas naturales el 25 de julio de 2020 a los 104 años de edad en su residencia de París mientras dormía, apagándose así con ella la última estrella de la época dorada de los mejores años del cine de Hollywood de todos los tiempos.

 

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Niki Lauda: Gran piloto de Fórmula 1

 


Andreas Nikolaus Lauda nació el 22 de febrero de 1949 en Viena (Austria) en el seno de una familia acomodada. Su padre era un adinerado fabricante de papel nacido en Estados Unidos y su madre, una rica heredera austriaca. Debido a la relación distante con sus padres, Niki y su hermano, Florian, fueron educados por niñeras y por su abuela, Emmi, la primera de su familia que le apoyó cuando quiso correr en Fórmula 1. En el colegio le apodaban "ardilla" y "conejito" por culpa de su dentadura. Mal estudiante y con pocos amigos, falsificó sus notas finales y su certificado de estudios para que sus padres le dejaran tranquilo. Su educación fue un cúmulo de imposiciones -como aprender a montar a caballo-, pero, pasado el tiempo, Niki reconoció que aquello le sirvió para moverse con seguridad por el mundo. A los 15 años, se compró su primer coche, un VW Beetle convertible, que pagó haciendo trabajos como conductor. Ahí afloró su pasión por el mundo del motor, que su familia no aprobaba, por lo que, cumplidos los 18 años, se marchó de casa y se instaló en Salzburgo.

Al igual que muchos de sus colegas, Niki empezó a correr en competiciones locales con un Mini Cooper S hasta que, gracias a un préstamo que avaló nombrando al banco beneficiario de su seguro de vida, se compró un Porsche 911. En 1970, consiguió su primer contrato en el equipo de F-3 McNamara, aunque sin ningún resultado. Al siguiente año, con otro préstamo, compró una plaza en el equipo europeo de F-2 de March, donde tampoco obtuvo buena puntuación. Al poco tiempo, entró en la BRM (British Racing Motors), logrando un quinto puesto en Bélgica en 1973, situación que le abocaba a seguir su carrera en equipos de segunda.

Campeón del mundo con sólo 26 años de edad

Sin embargo, su suerte cambió cuando el empresario Luca Cordero di Montezemolo se convirtió en ayudante de Enzo Ferrari, propietario de la escudería del mismo apellido. Entonces el equipo "rosso" había fichado a Clay Regazzoni -compañero de Lauda en BRM- para organizar la escudería y Montezemolo necesitaba a un joven piloto frío y calculador. Lauda tenía estas características por lo que, a finales de 1973, firmó un contrato de tres años con el equipo, lo que le ayudó a saldar todas sus deudas. Pero fue un éxito porque, en 1975, Lauda, de 26 años de edad, ganó con Ferrari su primer campeonato del mundo. Niki tenía entonces una relación sentimental con la rica heredera Mariella von Reininghaus, su acompañante habitual en los circuitos, hasta que en una fiesta que en 1975 organizó el actor Curd Jürgens, conoció a la modelo austriaca de origen venezolano Marlene Knauss, entonces novia del intérprete germano. El flechazo fue inmediato. Niki y Marlene se casaron en febrero de 1976 y, cinco meses después, sobrevino el accidente que estuvo a punto de costarle la vida. 

Graves quemaduras en la cabeza y manos

Ese año, el campeonato había estado marcado por el enfrentamiento entre Lauda, al mando de Ferrari, y James Hunt, estrella de McLaren. La temporada había comenzado con dominio del piloto austriaco, pero el Gran Premio de Alemania cambió de golpe su destino. El 1 de agosto, en el circuito de Nürburgring (RFA), el coche de Niki Lauda se salió de la pista, chocó y quedó envuelto en llamas. Por suerte, el piloto italiano Arturo Marzario detuvo su máquina y, arriesgando su vida, sacó al austriaco del bólido, aunque no pudo evitar que Lauda, que en todo momento estuvo consciente, sufriera graves quemaduras en la cabeza y las manos, se fracturara varios huesos y sufriera una severa intoxicación por inhalación de gases. Aquella carrera la ganó Hunt, pero, contra todo pronóstico, seis semanas después del accidente, Niki volvió a ponerse a los mandos de su Ferrari en el circuito de Monza (Italia), quedando en cuarta posición y recuperando la cabeza de la clasificación al lado de Hunt. Pero, en la carrera decisiva, que tuvo lugar en Monte Fuji (Japón), el austriaco se negó a seguir conduciendo por la intensa lluvia y el británico ganó el campeonato. Protagonizada por Daniel Brühl (como Lauda) y Chris Hemsworth (Hunt), la película "Rush" relata con todo lujo de detalles el enfrentamiento entre estos dos míticos pilotos. Tras el estreno, Niki tuvo elogios para el actor español, del que dijo que "Daniel Brühl ha llegado a ser el auténtico Niki Lauda".

Con el apoyo de su mujer, el corredor obtendría un segundo campeonato del mundo en 1977, también para Ferrari. Una escudería de la que se fue, pese al sueldo millonario que allí tenía, por sus disputas con Enzo. Su actuación, al año siguiente, para la Brabham fue un desastre, por lo que, en 1979, tras el nacimiento de su hijo Lucas, se retiró.

Desde el accidente, Lauda se sometió a cuatro trasplantes de piel, que su sistema inmunitario rechazó uno tras otro, por lo que, cansado de tantas operaciones, decidió no volver a pasar por el quirófano, y empezó a usar una gorra roja para cubrir las cicatrices y los queloides que se convirtieron en su seña de identidad.

Una compañía de aviación ruinosa

Apasionado de la aviación, invirtió su fortuna en la creación de una compañía aérea, la Lauda Air, que empezó ofreciendo servicios chárter y de taxi aéreo para posteriormente hacer vuelos de larga distancia. Pero, lejos de ganar dinero, el negocio le generó cuantiosas deudas, que le obligaron a volver a los circuitos en 1982, un año después de que naciera su segundo hijo, Mathias, que ha seguido sus pasos profesionales.

Tras firmar un contrato millonario con McLaren, la suerte le sonrió porque su escudería, equipada con un moderno motor Porsche, se hizo imbatible y, en 1984, sus dos pilotos estrella, Niki Lauda y Alain Prost, se disputaron el título mundial, que conseguiría el austriaco, más experto y prudente. Retirado definitivamente de la competición en 1985, Niki se convirtió en asesor de diferentes escuderías y en comentarista deportivo y pudo dedicar más tiempo a su compañía aérea, aunque, finalmente, la vendió en el 2001 a Austrian Airlines.

Durante su matrimonio, Niki le fue infiel a Marlene y, en 1982, tuvo un hijo ilegítimo llamado Christoph. "Su madre decidió tenerlo ella sola y respeté su decisión. Le conozco, pero no tengo contacto con él", ha explicado en alguna ocasión. En 1991, el piloto y su mujer se divorciaron, pero de forma amistosa y siguen teniendo una excelente relación. Ese mismo año, un avión de su compañía se estrelló en Tailandia, muriendo 223 personas. "Fue uno de los momentos más tristes de mi vida", alegó.

Su actual mujer, Birgit, le donó un riñón

En 1997, sufrió un nuevo revés cuando le diagnosticaron una grave insuficiencia renal. Su hermano le cedió un riñón, que le fue trasplantado, pero el órgano empezó a fallar ocho años después. Como sus hijos eran incompatibles, se lo cedió su novia, Birgit Wetzinger. La joven era una azafata de FlyNiki, la nueva compañía aérea de bajo coste que había creado en el 2003. "En cuanto la vi por primera vez me enamoré de ella. Enseguida supe que era la mujer de mi vida", ha dicho de esta joven, bastantes años menor que él, con la que se casó el 25 de agosto del 2008. "Sin Birgit, yo ya estaría muerto. Es una heroína y la mujer con la que quiero compartir el resto de mis días". Al año siguiente de la boda, fueron padres de gemelos, Mia y Max, con los que vive a caballo entre sus casas de Viena e Ibiza. Este hombre, cuyo hijo Lucas le hizo abuelo en el 2010, tiene una fortuna de unos 300 millones de euros y está considerado como uno de los mejores pilotos de la historia de la Fórmula 1.

Lauda falleció el 20 de mayo de 2019, a la edad de 70 años, en un hospital en Zúrich. En 2018 había sido internado en reiteradas oportunidades, incluyendo una operación de trasplante de pulmón en agosto. A inicios de 2019 fue nuevamente internado por una infección. La muerte fue anunciada por su familia en un comunicado de prensa. Habría sido sometido a diálisis renal días antes de su fallecimiento.


L. Ron Hubbard: Fundador de la Iglesia de la Cienciología

 


Lafayette Ronald Hubbard nació el 13 de marzo de 1911 en Tilden, Nebraska (Estados Unidos). Fue el único hijo de Harry Ross, oficial de la Marina americana, y Ledora May, oficinista del Gobierno. En el rancho de su abuelo aprendió a montar a caballo, se divertía cazando coyotes e hizo sus pinitos como explorador tras hacerse hermano de sangre de indios de la tribu Pies Negros, que habitaban aquellas tierras. Estudió primaria en el Swavely Preparatory School y secundaria en el Woodward School for boys, pero, bajo la tutela de su madre, leyó siendo niño a los clásicos de la filosofía, de las ciencias y a los principales autores de la literatura occidental. A los 12 años, entró en los Boys Scouts donde logró el rango más alto de la organización, el Scout Águila.

Interés por los misterios de la mente humana

A esa misma edad, hizo su primer viaje en barco con su padre y conoció al comandante Thompson, alumno de Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, del que aprendió su interés por los misterios de la mente humana. A los 16 años, Ron visitó países tan remotos como India, China, Japón y Filipinas, donde estuvo en contacto con tribus primitivas, se introdujo en los monasterios budistas y estudió con el último de los magos de la corte de Kublai Khan.

En 1929, regresó a Estados Unidos para estudiar Ingeniería en la Universidad George Washington. Allí aprendió a usar la metodología científica para investigar el pensamiento humano. También asistió a clases de Física Nuclear, aunque su prioridad seguía siendo los estudios sobre la mente. En plena Gran Depresión dejó la universidad para convertirse en uno de los pioneros de la aviación acrobática, completó el primer estudio mineralógico de Puerto Rico y dirigió dos expediciones en el Caribe. Amante de las diferentes razas y culturas, empezó a escribir relatos de aventuras, ciencia ficción, intriga y fantasía en revistas populares, denominadas "pulp magazines". Usó 15 seudónimos diferentes para las más de 300 novelas y miles de relatos que escribió.

En 1932, empezó a interesarse por los problemas de la salud mental, ya que su principal obsesión era desarrollar un método que permitiera mejorar la condición de la vida humana. Parte de sus pensamientos los plasmó en el manuscrito filosófico "Excalibur" (1938), donde ponía en entredicho la teoría que sostenía que la vida era sólo una reacción fortuita y en cadena en un mar de amoníaco.

Un héroe de guerra que nunca combatió

En 1933, decidió casarse con Margaret Louise Grubb, "Polly", con la que tuvo dos hijos, Lafayette Ronald (1934) y Katherine May (1936). Al poco de su boda, publicó su primer artículo como escritor profesional en la revista "Sportman Pilot", al que siguieron muchos más para mantener a su familia. Hubbard aspiraba a ser guionista en Hollywood, espinita que se quitaría décadas después al captar para su Iglesia de la cienciología a muchas estrellas del cine. Considerado inútil para el servicio militar completo, al estallar la II Guerra Mundial fue asignado a un navío anclado en un puerto de Oregón. Alardeó siempre de haber sido un héroe de guerra, pero en realidad nunca llegó a combatir.

Al acabar la contienda, abandonó a su mujer y cometió bigamia al casarse con Sara Northrup. De puertas para afuera, el matrimonio parecía idílico, pero Sara vivía un auténtico infierno, ya que era objeto de malos tratos por parte de Ron, que incluso le provocó un aborto tras una paliza. En medio de ese agresivo ambiente conyugal, en 1949 publicó "Dianética: el poder del pensamiento sobre el cuerpo", un libro de autoayuda que fue la piedra angular del movimiento de la cienciología. Basándose en la existencia de vidas pasadas, el libro daba consejos para reforzar la autoestima y abordar problemas de orden mental.

Su tercera esposa, Mary Sue, decisiva en su éxito

Tras el nacimiento de su tercera hija, Alexis (1950), Sara amenazó con dejarle y Hubbard secuestró a la pequeña. Al tiempo que se convertía en un escritor rico y famoso, Sara pidió la separación alegando que Ron era un perturbado mental. Contó con el apoyo de la primera mujer, Polly, que reveló que también había sufrido malos tratos, y obtuvo el divorcio.

Durante una de las charlas que realizaba por Estados Unidos conoció a su tercera esposa, Mary Sue Whipp, con la que tuvo cuatro hijos, Diana, Quentin, Suzette y Arthur, y que fue la persona decisiva para hacer realidad su sueño mesiánico. "Me gustaría poner en marcha una religión. Ahí es donde está el dinero", confesaba Ron abiertamente y, en 1954, fundó la Iglesia de la cienciología. Consagrado como un dios terrenal, empezó a impartir seminarios, participaba en conferencias, asistía a lecturas y trabajó activamente para la implantación de la cienciología en Estados Unidos y Europa. Partía de la base de que "a menos que haya una enorme modificación en la civilización humana, en la forma en que va tropezando hoy en día, el hombre no estará aquí por mucho tiempo", citando como aspectos negativos las insurrecciones políticas, la violencia, el racismo, las drogas, el analfabetismo, el declive social y la homosexualidad.

Hermandad religiosa con sede en unos barcos

A finales de los 50 y principios de los 60, creó el E-Meter, un dispositivo para, presuntamente, detectar y eliminar las tendencias negativas de la personalidad. Hubbard fue el director ejecutivo y el administrador de toda la organización hasta 1966, fecha en la que se volcó únicamente en la investigación. Al año siguiente, creó la Organización del Mar, una hermandad religiosa de la cienciología ubicada en varios de los barcos que Hubbard reacondicionaba para reclutar a niños. En estas embarcaciones, la gente prestaba sus servicios casi sin cobrar, había malos tratos y estaban obligados a hacer caros regalos al líder. En 1975, Hubbard se instaló en Florida y, al año siguiente, su hijo Quentin, de 23 años y del que se dijo que era homosexual, algo que no aceptaba la cienciología, se suicidó porque no aguantaba las normas de la organización.

Recientemente, Lawrence Wright publicó "Going Clear: Cienciología, Hollywood y la cárcel de la creencia", en la que se ha basado la película "The Master", protagonizada por Joaquín Phoenix y Philip Seymour Hoffman. En sus páginas, el autor recogía declaraciones escalofriantes, como la de Spanky Taylor, una amiga de John Travolta, uno de los principales fieles de la cienciología. Crítica con esta Iglesia, se llevaron a su hija de 10 meses "para encerrarla junto a otros 30 bebés en la llamada Child Care Organization, un pequeño apartamento oscuro, maloliente y atestado de cunas, del que los niños apenas salían al exterior. A mí me encerraron en otro edificio". Gracias a la secretaria de Travolta, Spanky pudo recuperar a su hijita.

En 1982, un enfermo Hubbard cedió su puesto como líder de la cienciología a su fotógrafo personal, David Miscavige, quien obtuvo la presidencia de la Iglesia tras el fallecimiento del fundador, en enero de 1986. Durante su vida, Hubbard vendió más de 250 millones de ejemplares, escribió más de 5.000 artículos y dejó más de 3.000 conferencias grabadas en cintas.

Tom Cruise, aliado del actual líder, Miscavige

Desde la muerte de Hubbard, Miscavige ostenta un poder absoluto en la cienciología, contando con Tom Cruise como el aliado perfecto para difundir su mensaje. Se dice que al famoso actor le conceden todos los caprichos y que, incluso, se hizo un "cásting" para elegirle esposa tras su divorcio de Nicole Kidman. Cruise se casó con Katie Holmes, con la que tuvo una hija, Suri, pero ella se separó huyendo de las influencias de la Cienciología para que no afectaran a la pequeña. Otros famosos que son -o han sido- adeptos a la organización son los actores Dustin Hoffman, Kirstey Alley y Anne Archer, el productor Aaron Spelling y los escritores Gore Vidal y Mario Puzo, autor de "El Padrino". También se rumoreó que pertenecieron Penélope y Mónica Cruz, Priscilla Presley y su hija, Lisa Marie, y Will Smith. Pese a que, oficialmente, la cienciología se autodefine como "una religión del siglo XXI", para muchos se trata de una secta. En Francia y Alemania está prohibida y en España no está reconocida como religión. Desde su fundación, existen aproximadamente más de 8.500 organizaciones en 165 países, que poseen numerosas propiedades -especialmente en Hollywood- exentas de impuestos y valoradas en millones de euros.


martes, 30 de noviembre de 2021

Kathleen Turner: Mito erótico de los años 80



 

Mary Kathleen Turner nació el 19 de junio de 1954 en Springfield, Missouri (EEUU). Fue la tercera de los cuatro hijos del matrimonio formado por el diplomático Allen Richard Turner y su esposa, Patsy Magee. Apenas nació ella, su padre fue destinado a Canadá, pero, al poco, le trasladaron a La Habana y en Cuba vivió con su familia hasta que, tras el triunfo de la revolución socialista de Fidel Castro, dejaron la isla. Después de un intervalo en Washington, los Turner se instalaron en Caracas. En la capital venezolana, Kathleen aprendió castellano. El último destino diplomático de su padre fue Londres, donde aquella niña que destacaba en el Colegio Americano como gimnasta y estudiante, descubrió su pasión por el teatro, viendo los fines de semana las funciones de actores de la escena inglesa tan conocidos como Angela Lansbury y Christopher Plummer. Pese a no tener la autorización de su padre, que no veía con buenos ojos los ambientes artísticos, Kathleen se matriculó en la Central School of Speech and Drama para estudiar arte dramático. Allí se subió, por primera vez, a un escenario. En 1973, tras la muerte de su progenitor de un ataque al corazón, su madre decidió volver a Springfield.

Con el veneno del teatro ya en el cuerpo, en su ciudad natal tomó clases de voz en la Southwest Missouri State University, donde algunos de sus compañeros la veían como "una chica estirada, con un marcado acento inglés y unas piernas largas  y bonitas". Con su melena rubia, sus 1,80 metros de estatura y un ojo de cada color -uno marrón y otro azul-, la Turner se convirtió en una de las estudiantes más populares de la University of Maryland, donde en 1977 se graduó en teatro. Terminada esta etapa, ese mismo año se marchó a Nueva York y buscó trabajo como camarera. Era una joven ambiciosa, que leía con voracidad y que quería triunfar como actriz.

David Guc, su primera relación estable

Por azar conoció al agente artístico David Guc, que se convirtió en su primera relación sentimental seria. Los inicios profesionales fueron duros y, en 1978, protagonizó el culebrón televisivo "The doctors". Su nombre empezó a sonar entre el público, representó en Broadway las obras "Geminis" o "Travesties" y, en una de esas funciones, el director Lawrence Kasdan se fijó en ella y la citó al día siguiente para una audición. Su sugerente voz ronca -parecida a la de Lauren Bacall- y la sensualidad de su cuerpo le permitieron conseguir el papel de May Walker, la protagonista de "Fuego en el cuerpo" (1981). Aquel debut hollywoodiense, con William Hurt como pareja, le reportó 30.000 dólares y la ruptura con David tras cuatro años de convivencia. Después de hacer con Steve Martin "Un hombre con dos cerebros", rechazó varios guiones y, en 1982, regresó a Nueva York donde volvió a trabajar como camarera en un pub, participando de nuevo en culebrones y obras teatrales.

Boda con un millonario

El año 1984 marcaría un punto de inflexión en su vida profesional y personal. En agosto, se casó con un multimillonario promotor inmobiliario, Jay Weiss, y se estrenó "La pasión de China Blue", una película de alto contenido erótico que tuvo que ver  censuradas algunas de sus escenas para poder ser estrenada en EEUU. Muy diferente era su papel en la romántica "Tras el corazón verde", con Michael Douglas, con el que mantuvo un corto romance. Al año siguiente repitió de nuevo en las pantallas con Douglas en "La joya del Nilo", para dar vida a una escritora que vivía situaciones mucho más peligrosas que las imaginadas por ella misma en sus delirantes libros. Ese mismo año, intervino junto a Jack Nicholson, en "El honor de los Prizzi", una película de gran éxito, dirigida por John Huston, donde daba vida a una sentimental y despiadada asesina. En 1986, hizo con Nicolas Cage "Peggy Sue se casó", por la que fue nominada al Oscar a la Mejor Actriz y se convirtió en la "femme fatale" del cine de los años 80.

Una hija, Rachel Ann, y enferma de artritis

En 1987, a los tres años de casada, dio a luz a su única hija, Rachel Ann. A finales de la década volvió a trabajar con Hurt en "El turista accidental" y con Douglas en "La guerra de los Rose" y protagonizó la comedia "Interferencias" con Burt Reynolds y Christopher Reeve. Tras cosechar numerosos éxitos , los 90 no empezaron con buen pie para esta actriz que, en 1995, fue elegida por el Empire Magazine como una de las "100 estrellas más sexy". Sus fracasos en taquilla fueron continuos y, para colmo de males en 1992, le detectaron una artritis reumatoide que le impedía moverse. "Estaba condenada a vivir en una silla de ruedas, padecía dolores inmensos cada día y callé mi enfermedad porque tenía miedo de que no me dieran trabajo. En Hollywood aceptan mejor a un alcohólico o drogadicto antes que a un enfermo", confesaría años después. Para mitigar aquella pesadilla se refugió en el vodka, que le aplacó el dolor y enmascaró su pérdida de confianza, pero, junto con el consumo de esteroides, marcó su deterioro físico. "Perder el atractivo fue terrible, pero empecé a hundirme por cosas como lograr una posición sentada que no me doliera a buscar unos zapatos que no me hicieran daño", decía. En 1999, ingresó por decisión propia en una clínica de Pennsylvania para desintoxicarse del alcohol. Decidida a que la artritis no anulara su vida, probó nuevos medicamentos,  que combinó con una dieta estricta. Volvió a nadar cada día, hizo acupuntura y practicó yoga para mejorar la movilidad y la respiración. Por si esto fuera poco, la operaron también de la rodilla y le implantaron una de titanio.

La enfermedad remitió levemente y le permitió intervenir en filmes de poca calidad y volver al teatro. En el 2000, se instaló en Londres. Allí, interpretó "El graduado",en una de cuyas escenas aparecía desnuda junto a su joven amante. Volvió a EEUU, pasó por más clínicas de desintoxicación, participó en shows televisivos y triunfó con la obra "¿Quién teme a Virginia Wolf?". Se involucró en temas medioambientales y ha colaborado con el Partido Demócrata.

Un repaso a los actores con los que trabajó

A finales del 2007¡se divorció de su marido, "aunque seguimos siendo muy buenos amigos" y, en febrero del 2008 publicó su autobiografía "Send Yourself Roses:Thoughts on My Life, Love, and Leading Roles". En ella recuerda la adicción a las drogas de Anthony Perkins y, sobre Nicolas Cage, afirma que "su tío Francis Ford Coppola le enchufó en "Peggy Sue se casó", se negó a obedecerle durante el rodaje y tuvo problemas con la policía. Fue arrestado en dos ocasiones, una por conducir borracho y otra, según creo, por robar un chihuahua". El actor le ha interpuesto una querella por difamación. Sobre William Hurt explica que "era bastante salvaje, bebía de forma compulsiva, tomaba drogas y ni recuerdo la cantidad de mujeres que llegaron a pasar por el set de rodaje". Para ella, trabajar con Burt Reynolds "fue una de mis peores experiencias en el cine" y de Steve Martin asegura que "fuera de las cámaras es un ser antipático y frío que nada tiene que ver con su imagen pública". Reniega de la tiranía de Hollywood y alaba a los europeos, que "sí aprecian a las mujeres con experiencia y con una trayectoria a sus espaldas".

En 2014 vuelve a la pantalla grande, esta vez con la comedia protagonizada por Jim Carrey y Jeff Daniels, Dumb and Dumber To, en el papel de "Fraida Felcher".

En 2019 reaparece en un capítulo de la serie de comedia El Método Kominsky en el papel de una de las exesposas de "Sandy Kominsky" representado por Michael Douglas.