domingo, 9 de enero de 2022

Aretha Franklin: La reina del soul

 


Aretha Louis Franklin nació el 25 de marzo de 1942 en Memphis (Tennessee, Estados Unidos), pero creció en Detroit. Era hija del predicador Clarence LeVaughn Franklin y de la cantante de gospel Barbara Franklin, y tuvo cuatro hermanos, dos niños y dos niñas. Su madre abandonó a la familia cuando Aretha tenía sólo 6 años y falleció cuatro después. En 1950, comenzó a cantar gospel con sus hermanas Erma, 4 años mayor que ella, y Carolyn, 2 menor, en la Iglesia Baptista de Detroit, que regentaba su padre, un predicador apodado "La Voz del millón de dólares", que era uno de los confidentes del líder Martín Luther King, en cuyo funeral cantó Aretha.

Tuvo a su primer hijo a los 15 años

La pequeña pronto se reveló como una estrella en ciernes. Impactado por el talento de su hija, Clarence quiso que Aretha tomase clases de piano, pero la niña prefirió aprender por sí misma escuchando grabaciones de los clásicos. Admiraba a Clara Ward, James Cleveland y a Mahalia Jackson, quienes, además de ser las estrellas del momento, eran conocidas de la familia.

Pese a vivir en un ambiente tan pío, la joven Aretha no llevaba una vida puritana y tuvo a su primer hijo, Clarence Jr., con sólo 15 años. A los 17, repitió maternidad dando a luz a Eddie. Ambos fueron criados por la abuela de Aretha para que ella pudiera seguir adelante con la que prometía ser una gran carrera musical. Con sólo 14 años Aretha había abandonado el colegio para recorrer el país con su padre dando recitales gospel y ya entonces grabó su primer disco, "The gospel-soul of Aretha Franklin". En él abundaban las composiciones gospel con un potente sonido soul y las melodías de piano, instrumento que dominaba.

Su éxito la animó a viajar a Nueva York en 1960 para recibir clases de técnica vocal y danza y allí empezó a grabar maquetas para enviar a las discográficas. El mítico sello Motown se interesó por la joven prodigio, pero, finalmente firmó con Columbia, donde no se sintió bien tratada ya que la catalogaron como artista de jazz. Tras grabar un disco tributo a Dinah Washington, Aretha abandonó la discográfica en 1964. Dos años antes, a los 19, se había casado con su representante, Ted White, con quien tuvo a su tercer hijo, Teddy, pero se divorció en 1969, según algunas fuentes a causa de los malos tratos.

Tras abandonar Columbia, fichó por Atlantic Records, donde le propusieron profundizar más en su lado soul. El primer single que grabó allí fue "I never loved a man the way I love you", considerado por muchos críticos como una de las canciones más importantes del género. El tema fue un éxito, pero su verdadera consagración llegó en 1967 con el mítico "Respect", una versión que hizo casi olvidar el original de Otis Redding.

El 10 de marzo de 1967 Aretha Franklin publicó su primer álbum, "I never loved a man the way I love you", que contenía los dos singles anteriores, además de versiones de temas de Ray Charles o Sam Cooke Good y composiciones de la misma Aretha, como el famosísimo "Dr. Feelgood". Crítica y público se rindieron ante su poderosa voz -que más tarde sería oficialmente reconocida como "Bien Natural del Estado de Michigan"- y ese mismo año, ganó dos premios Grammy, siendo la segunda mujer en conseguirlo. También en 1967 publicó su segundo disco.

Madrina de la cantante Whitney Houston

Incansable, al año siguiente la cantante volvió a enamorar al público con "Lady soul", que contenía temas hoy clásicos como "Chain of fools" o "A natural woman" y una bonita colaboración con Eric Clapton. Los coros del disco los hacían The Sweet Inspirations, un cuarteto femenino en el que cantaba Cissy Houston, la madre de Whitney Houston, de quien Aretha es madrina. Sólo seis meses después, se publicó "Aretha now", que la mantenía en los primeros puestos de las listas de éxitos con canciones tan conocidas como "Think" o el popular tema de Burt Bacharach "I say a little prayer".

Aretha es una mujer de una personalidad arrolladora y, sin ser guapa, enamoraba e intimidaba a los hombres por igual. Mantuvo numerosas relaciones, siendo una de las más largas la que la unió a Dennis Edwards, del grupo The Temptations, pero él no se animó a casarse y ella se cansó: "Dennis llegó 15 años tarde. Cuando se dio cuenta de lo que tenía, a mí ya no me interesaba". Por su parte, el músico reconoce que "debería haberme casado con Aretha, pero me daba miedo unirme a una superestrella de tal calibre".

A finales de los 60, Aretha empezó a versionar temas de estilos tan distintos al suyo como el rock y el pop, cantando canciones de los Beatles o de Simon & Garfunkel. A pesar de ese giro, sus fans la seguían fielmente y su éxito no decaía. En 1971, la artista, que mantenía un romance con su representante Ken Cunningham, se volvió a quedar embarazada y dio a luz a su cuarto hijo, Kecalf. En esa época, empezó a interesarse por la música del momento, la disco, y cambió de imagen, apareciendo en la portada de "Let Me in Your Life", de 1974, como una gran "diva", envuelta en un abrigo de piel, lo que desagradó a muchos de sus seguidores.

Boda con un actor y fracasos discográficos

En 1978, se casó con el actor Glynn Turman, con quien no tuvo hijos y, cansada de sus fracasos discográficos, la cantante comenzó la década de los 80 cambiando de sello. En Arista, el productor Clive Davis relanzó su carrera con un soul modernizado y Aretha Franklin consiguió volver a lo más alto, pero sin renunciar a sus orígenes y, en 1984, grabó un disco de gospel en vivo en honor a su padre, Clarence, que falleció ese mismo año tras cinco en coma a causa de un tiro disparado por un ladrón. No fue una buena etapa para la cantante en su vida familiar, pues a la muerte de Clarence se unieron las de su hermana Carolyn, su abuela y uno de sus hermanos así como su divorcio de Turman.

Emocionada en la investidura de Obama

En los años posteriores, Aretha colaboró con los mejores artistas del momento, como Keith Richards, de los Rolling Stones, Elton John, Whitney Houston o George Michael, con quien llegó al número 1 de las listas con su dúo "I Knew You Were Waiting (For Me)" en 1987, el mismo año en que se convirtió en la primera mujer del Rock And Roll of Fame. Pero la cantante ya se sentía mayor para llevar el frenético ritmo de las estrellas de primera fila y dosificó sus actuaciones y grabaciones. Demócrata comprometida, cantó ante Bill Clinton en su investidura como presidente de EEUU en 1993 y repitió en la de Barack Obama, donde se mostró muy emocionada.

En 1990 dejó de fumar porque su voz ya no era la misma y, dos años después, recibió el Grammy por toda su carrera musical y acabó trasladándose definitivamente a Detroit -meca de la música negra- para crear su propia discográfica, Aretha Records. Unida sentimentalmente a Willie Wilkerson y aún en activo, ha sido elegida la mejor voz femenina del mundo.

La cantante tuvo que cancelar en 2010 dos apariciones en el barrio de Brooklyn, una en la mítica Coney Island y otra en Wingate, a causa de una enfermedad por la que tuvo que ser hospitalizada, y operada, durante varios meses pero de la cual no quiso ofrecer más detalles, aunque los medios barajaron la posibilidad de que la estrella de soul sufriera un cáncer de páncreas.

Aretha Franklin falleció el 16 de agosto de 2018 en su residencia de Michigan a los 76 años debido a ese cáncer de páncreas.



viernes, 7 de enero de 2022

Arantxa Sánchez Vicario: La única tenista española que ha sido número uno

 


Arantxa Sánchez Vicario nació el 18 de diciembre de 1971 en Barcelona, donde sus padres, el ingeniero de caminos madrileño Emilio Sánchez Benito, y la abulense Marisa Vicario Rubio, hija de militar, se habían asentado en junio del mismo año, tras residir en Valladolid, León, Madrid y Pamplona. En la capital habían nacido sus dos hijos mayores, Marisa y Emilio; el tercero, Javier, vino al mundo en Pamplona en 1967.

Encauzar a la familia por la senda del deporte

Pese a que no tenían ningún antecedente tenístico en la familia, el padre quiso encauzar a la prole por la senda del deporte y, para favorecer su integración social en Barcelona, se hicieron socios del Real Club de Tenis Barcelona. Así, mientras sus hermanos mayores entrenaban, ella, con apenas un año de edad, jugaba con la raqueta de frontón que su madre le había dejado. "El primer día que la cogió ya emplataba todas las pelotas en el centro. Siempre he creído que es la más dotada de la familia", decía su hermano Emilio años después. Algo de eso debía de haber porque las primeras palabras que aprendió a decir fueron papá, mamá y "aqueta". Con sólo 4 años, Arantxa ya dio sus primeros golpes sobre una cancha y, a los 8, peloteaba a las órdenes de Juan Ventura, su primer entrenador. Ponía tanta ilusión en su juego que su padre la inscribió en la escuela del Real Club de Tenis Barcelona. Un buen día la vio jugar el extenista Andrés Gimeno y se la llevó al Club Vilana, convirtiéndose en su preparador. "Me levanto a las siete y media. Antes de desayunar hago gimnasia durante media hora. A partir de las nueve entreno y, por la tarde, también practico. Después juego al fútbol y al baloncesto para adquirir fuerza y rapidez en las piernas", explicaba Arantxa, hablando de lo que era una de sus jornadas. Acompañada siempre por su madre y con el respaldo de su padre, que se había puesto a trabajar a media jornada para poder dirigir la carrera tenística de sus hijos, Arantxa empezó a destacar en los torneos infantiles en los que participaba, asombrando por su potencia al golpear a la pelota y por su capacidad para llegar a todas las bolas pese a su baja estatura. En 1985, se proclamó campeona de España absoluta, convirtiéndose en la tenista más joven -tenía 13 años- que lo conseguía. A esa edad tuvo sus primeros premios: un coche Panda y un reloj que le regaló Juan Antonio Samaranch. Aquel año, la familia tomó una decisión fundamental en su vida: Arantxa dejaría los estudios, excepto el inglés, para ir a vivir a Marbella, donde entrenaría a las órdenes del holandés Eric van Harpen. Pero la primera época en aquella escuela, donde sólo se hablaba alemán, fue durísima para ella, hasta el punto de que llegó a escaparse en una ocasión "cogiendo prestada" la motocicleta del cocinero.

Tenista profesional con apenas 15 años

Hasta su traslado a Marbella, la joven había estudiado en el Centro Cultural Casa Nostra, una escuela mixta de carácter religioso, donde hizo amigos que todavía conserva. En mayo de 1986, tras siete meses de intensos entrenamientos en Marbella, entró en el circuito internacional profesional y empezó a ganar dinero, de cuya administración se encargaba su padre. Pocos meses después llegó a la final del Open de Argentina, aunque perdió ante Gabriela Sabatini, y, en 1988, fue derrotada en la final de Tampa por Chris Evert, una de las tenistas a las que Arantxa más admira.

El 10 de junio de 1989, en París, se convirtió en una fecha inolvidable para la barcelonesa, ya que, con 17 años y ocupando la décima posición en el "ranking" de la WTP, dio la sorpresa al imponerse en la final a la entonces número uno, Steffi Graf, y se adjudicó su primer Roland Garros. "Ganarlo a esa edad es como tocar el cielo, pero hacerlo frente a la número uno del mundo supera todo lo que uno pueda imaginar", escribe la extenista en "Arantxa ¡Vamos!", el libro de memorias que publicó y que provocó una fuerte polémica por las acusaciones que en él vierte contra su familia. A la inmensa alegría por la victoria de entonces, se sumó un regalo muy especial para ella: un cachorro de Yorkshire, que le regaló Pastas La Familia, la primera empresa que la patrocinó, y a la que puso el nombre de Roland.

En los años siguientes, la tenista también triunfó en dobles, especialmente cuando empezó a formar pareja con la aragonesa Conchita Martínez. Juntas se alzaron con la medalla de plata en dobles femeninos en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. La rumorología aseguraba que tenían una pésima relación fuera de la pista, pero Arantxa afirma que siempre fueron buenas amigas. En 1994, la barcelonesa conquistó su segundo Roland Garros, siendo felicitada personalmente por los Reyes de España, que vieron el partido. "¡El Rey me dio dos besos fortísimos y la Reina me dio tal abrazo que parecía que yo fuera su hija! Para mí fue tan emocionante que se me puso la piel de gallina", explicó días después.

El periodista Joan Vehils, su primer marido

Aunque lo mantuvo en secreto durante más de un año, en 1994 la tenista había iniciado un noviazgo con el periodista deportivo catalán Joan Vehils, que cubría los partidos de tenis para Antena 3. Pero no todo eran cosas positivas y el año se cerró con mal sabor de boca para la deportista, ya que Hacienda inició un proceso contra ella, reclamándole impuestos impagados entre 1989 y 1993. Durante esos años, Arantxa había fijado su residencia en Andorra, pero la Agencia Tributaria española consideraba que no había pasado los 183 días anuales preceptivos en aquel país, por lo que debía tributar en España. El contencioso entre ambas partes se alargaría más de 15 años y, en el 2009, el Tribunal Supremo estableció que Arantxa debía pagar una cantidad que ascendía a más de 3 millones de euros.

En las pistas, no obstante, la pequeña de los Sánchez Vicario siguió encadenando una victoria tras otra. En 1994, ganó el Open de Estados Unidos y, un año después, llegó a las finales de Wimbledon y Roland Garros, en las que fue derrotada por Steffi Graf. Estos éxitos la llevaron, en febrero de 1995, a ocupar durante tres meses el número uno del ranking de la WTP. El mismo año, también lideró la lista en la categoría de dobles, convirtiéndose en la segunda jugadora de la historia que se encontraba al mismo tiempo en lo más alto de ambas clasificaciones. A pesar de sentirse inmensamente feliz por este hecho, la tenista confesaba que sus triunfos la habían obligado a renunciar a muchas cosas. "Siempre he echado de menos mi infancia, porque ha sido un periodo de mi vida que no he podido disfrutar como cualquier otra niña. Y ahora, la verdad es que tampoco puedo disfrutar al 100% de mi juventud, porque, si realmente quiero seguir ocupando un lugar como el que ahora tengo en el tenis, tengo que dejar de lado muchas cosas. Yo no puedo salir con mis amigos por las noches, ni dispongo de tiempo para estudiar una carrera", explicaba.

Premio Príncipe de Asturias de los Deportes

Siendo parte del equipo español de la Copa Federación (el equivalente femenino de la Copa Davis), Arantxa saboreó la victoria en cinco ocasiones: 1991, 1993, 1994, 1995 y 1998. Con 26 años, ganó por tercera vez Roland Garros, imponiéndose a Mónica Seles en la final. Por esta victoria y por la ingente cantidad de éxitos conseguidos, fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes en 1998. En julio de 1999, la tenista hizo público su compromiso matrimonial con Joan Vehils y anunció que pasarían por el altar antes de su participación en los Juegos Olímpicos de Sydney del 2000. "No quiero que la boda afecte a mi carrera. En ningún momento mi futuro en el tenis dependerá de mi matrimonio, siempre he intentado mantener al margen el tenis de mi vida privada", declaraba. La pareja se dio el "sí, quiero" el 21 de julio del 2000 en los jardines del castillo de Sant Marçal de la localidad barcelonesa de Cerdanyola del Vallès. Más de 500 invitados asistieron al enlace, al que no faltaron famosos y personalidades políticas como el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, el presidente de la Generalitat de Catalunya, Jordi Pujol, o la infanta Pilar y su hijo Bruno Gómez-Acebo en representación de la Familia Real.

Retirada del tenis en noviembre de 2002

A los 10 meses de la boda, Arantxa emitió un comunicado en el que anunciaba el fin del matrimonio. "Quiero manifestar que, después de seis años de mantener una excelente relación con Joan, he decidido estar un tiempo sola", aseguraba. Separada, la tenista compaginó el tenis con la actividad solidaria que había emprendido años antes. Colaboraba con la Fundación Enriqueta Villavecchia, que trabaja con niños enfermos de cáncer, y con la Fundación Sánchez Vicario, creada por su familia y destinada a la ayuda de jóvenes tenistas sin recursos.

En verano del 2001, se la relacionó sentimentalmente con su nuevo entrenador, Antonio Hernández, su primera pareja tras su ruptura. Aunque no lo hizo público hasta un año después, por aquel entonces en la mente de Arantxa ya rondaba la idea de dejar el tenis. Una lesión sufrida en el 2000 mermó sus condiciones físicas, y, tras meditarlo mucho, decidió abandonar la competición. Lo comunicó en una rueda de prensa el 12 de noviembre del 2002, poco antes de cumplir los 31 años. "Nadie mejor que uno mismo conoce cuando ha llegado el momento, por mucho que te den consejos", declaró entre lágrimas, remarcando que era ella quien había tomado la decisión unilateralmente. "Ha llegado el momento de decir adiós y de empezar a pensar en mí misma. A partir de hoy lucharé por ser feliz y útil a la sociedad como una ciudadana más. Ahora empieza una nueva vida para mí. Me he sentido una privilegiada en todos los sentidos. No puedo pedir más", aseguró la ya extenista.

Retirada de la competición, Arantxa incrementó sus actividades solidarias y empezó a ser imagen pública de una conocida firma de joyería y complementos. Siguió vinculada al tenis haciendo de comentarista en Televisión Española y como directora deportiva del torneo Barcelona Kia. Tras romper con Antonio Hernández, salió con otro entrenador, Javier Rius, que después sería sustituido por otro joven, Jorge, hasta que en el 2007, llegó a su vida Pep Santacana. La pareja se conoció en una cena en casa de unos amigos y el flechazo fue inmediato. Pocos meses después, se fueron a vivir juntos y, en el 2008, decidieron formalizar su relación. Tras el anuncio de la segunda boda de la tenista, empezaron a surgir rumores sobre el precario estado financiero de su futuro esposo y se temió que el enlace no se celebrara, pero la extenista aseguró conocer los problemas de su prometido y siguió adelante con la boda, que se celebró el 12 de septiembre en el Castillo de Perelada, en la provincia de Girona, con la presencia de su familia, aunque se rumoreaba que Santacana no era muy del agrado de los Sánchez Vicario.

"Ser madre, el mejor partido de mi vida"

Apenas unos meses después de la boda, Arantxa hizo público que esperaba su primer hijo. La pequeña Arantxa vino al mundo el 27 de febrero del 2009 en la Clínica del Pilar de Barcelona. "Ni Roland Garros ni Wimbledon. Nada me ha dado tanta satisfacción como ser madre. Ese sí que ha sido el mejor partido de mi vida", declaró la excampeona. Encantada con la maternidad, repitió experiencia y, el 28 de octubre del 2011, dio a luz a su segundo hijo, Leo. "Así es mi vida en la actualidad: la de una madre dichosa y la de una esposa enamorada dedicada en cuerpo y alma a los suyos, que encuentra la razón de la existencia en el día a día de una familia bien avenida y feliz", escribe Arantxa, que además es capitana del equipo español de la Copa Federación.

En febrero de 2012 publicó su autobiografía Arantxa ¡Vamos! Memorias de una lucha, una vida y una mujer, donde acusó públicamente a sus padres de controlar en exceso su vida y dinero, y de arruinarla por su mala gestión económica (incluyendo el fijar su residencia en Andorra). También acusó a sus padres de quedarse con todo el dinero que ganó, arguyendo que su hermano Javier tenía más dinero y propiedades a pesar de haber ganado mucho menos dinero durante su vida. Su madre, Marisa Vicario, calificó dichas acusaciones como "falsas", al tiempo que acogió con dolor y sufrimiento las mismas

Sin embargo, años después pidió perdón públicamente a su familia por esas acusaciones, achacándolas a manipulaciones por parte de su segundo marido.



martes, 4 de enero de 2022

Chicho Ibáñez Serrador: El creador del mítico "Un, dos, tres"

 


Narciso Ibañez Serrador nació el 4 de julio de 1935 en Montevideo (Uruguay), ciudad donde sus padres -los actores Narciso Ibáñez Menta y Pepita Serrador- actuaban en el transcurso de una gira artística. Cinco generaciones de artistas precedieron su nacimiento. Su madre volvió a escena al poco del parto por lo que, casi desde recién nacido, Chicho quedó al cuidado de Antonia de Forno, mujer que siguió a las órdenes de Pepita Serrador cuando se separó de su marido. Chicho tenía entonces 4 años. También le cuidó su abuelo paterno, un personaje ingenioso, divertido e imaginativo.

Creció en un entorno de intelectuales españoles exiliados y su infancia no fue la de un niño normal. Enfermo de púrpura hemorrágica, una especie de hemofilia, no podía jugar ni pelearse porque cualquier pequeño golpe podía provocarle una gravísima hemorragia interna. Así que desarrolló otras capacidades y encontró en la lectura un refugio privilegiado y una forma de superar sus limitaciones. A los cinco años, leía a Emilio Salgari y, a los ocho, a Edgar Allan Poe, cuyas historias de terror no le causaban miedo alguno.

Su madre, una mujer que marcó su carácter

La personalidad de Chicho estuvo marcada por la figura de su madre, una mujer hermosa, de carácter muy fuerte y duro que hizo de padre y madre para él. "Mi madre me lo dio todo. Con ella aprendí a apreciar las cosas, a saber leer, a saber volver a los sitios donde se ha estado. Era inteligente y cultísima. Sus amigos eran Jacinto Benavente, Ortega y Gasset y Baroja. Escribía para el "ABC" y para "La Nación" y "La Prensa", en Argentina", explicaba Chicho de esta mujer que falleció a los 51 años tras ser mal diagnosticada.

"Tuve muy poca infancia", decía de aquellos primeros años que transcurrieron entre tertulias, viajes e inseguridad económica. Igual disponían de mucho dinero como no tenían para comprar alimentos básicos. "La cantidad de dinero que debes tener es la que te permita decir no, es la única forma de comprar tu libertad", le decían sus padres.

En 1947, cuando tenía 12 años, se instaló con su madre en España. Para entonces era un adolescente tan tímido que tartamudeaba, pero aprendió a camuflar sus problemas de dicción hablando despacio. Por sí mismo llegó a la conclusión de que, o vencía la timidez y el miedo al mundo, o el mundo le comería a él. A los 16 años, curado de su enfermedad, se lanzó a una vida de aventuras. "En Mallorca me enamoré de una muchacha que se llamaba Magdalena Alomar, hija de diplomático que vivían en El Cairo. Fui a su cumpleaños. No le llevé ningún regalo porque le prometí que algún día le llevaría rosas a El Cairo. Fue de esos amores que ni te besas ni te coges la mano, pero dejan un recuerdo imborrable". Al poco, se enroló en un mercante turco, con el que recorrió el Mediterráneo.

Un "cuentacuentos" en El Cairo

Cuando llegó a El Cairo, se dio cuenta de que había iniciado aquella singladura más para hacer realidad sus sueños infantiles de ver mundo que por Magdalena. En la capital egipcia se convirtió en un "cuentacuentos" que explicaba historias en francés por los cabarets y, sin conocer la ciudad, ejerció de guía turístico. Luego, se fue a Tánger, donde trabajó como fotógrafo de chicas en biquini. Estas fotos para calendarios se enviaban a España por lancha con artículos de estraperlo, como camisas, medias o tabaco rubio americano.

Pasado un tiempo, regresó a España e ingresó en la compañía de su madre donde pasó por todos los puestos técnicos y artísticos: maquinista, electricista, apuntador, escenógrafo, regidor, director... Debutó como actor en 1954 con la obra "Filomena Marturano" y en los siguientes tres años representó hasta 34 títulos. Se inició como director en el teatro Windsor de Barcelona con "El zoo de cristal", de Tennessee Williams, autor al que conocía porque era amigo de su madre. También escribió novelas radiofónicas y, en 1957, estrenó su primera comedia, "Obsesión", que firmó como Luis Peñafiel, seudónimo que correspondía a su tercer nombre y su cuarto apellido.

En 1958, Chicho se fue a Buenos Aires, donde residía su padre, para representar como actor "Ornifle" de Jean Anouilh, y "El amor de los cuatro coroneles", de Peter Ustinov. En la capital argentina empezó a trabajar en televisión, un medio recién nacido que él había visto por primera vez en la ciudad brasileña de Recife.

Boda religiosa con una "miss" argentina


En Argentina escribió y dirigió programas de televisión de todo tipo, consiguiendo éxitos y premios por espacios como "Los Premios Nobel", "Obras maestras del terror", "Cuentos para mayores", "Zarzuelas de ayer y hoy" o "España y su teatro", un ciclo que supuso el debut en televisión de la actriz catalana Margarita Xirgu, gran amiga de la familia y a la que Chicho siempre consideró una figura irrepetible del teatro. En aquellos años, Ibáñez Serrador llegó a tener a su cargo hasta cuatro programas semanales. También entonces conoció a Adriana Gardiazábal, una joven "miss" argentina de la que se enamoró. Tras un cortísimo noviazgo se casaron, pero muy pronto se dieron cuenta de que había sido un error y acabaron divorciándose, en 1961, sin haber tenido hijos.


En 1963, regresó a España y volvió a los escenarios teatrales con "Aprobado en inocencia", comedia que ya había representado en Argentina y que estuvo cuatro años en cartel en el madrileño Teatro Lara. Al año siguiente de su vuelta, entró en TVE, que, en 1963, produjo sus famosas "Historias para no dormir", una espléndida serie de 13 programas que combinaba el terror efectista, el suspense, la ciencia-ficción y las referencias a los clásicos del género en la literatura y el cine. Imaginativos y excelentemente resueltos, fueron el primer gran éxito de Ibáñez. El capítulo "El asfalto", con Narciso Ibáñez Menta, Fiorella Faltoyano y Joaquín Dicenta en los principales papeles, fue uno de los mejores episodios y, en 1967, fue premiado con la Ninfa de Oro del Festival de Montecarlo, certamen en el que "El diablo sobre ruedas", de Steven Spielberg, quedó segundo.


Obsesivo, perfeccionista y adicto al trabajo

A raíz del éxito, Chicho fue nombrado, en 1968, director de Programas para el Exterior de Televisión Española y, en 1969, se estrenó como director de cine con la película "La residencia", protagonizada por Lilli Palmer. "Cuando se estrenó tenía tal incertidumbre que me escondí en un retrete", decía este hombre que se autorretrataba como un obsesivo del perfeccionismo y un adicto al trabajo. "Cuando no trabajo, pienso en hacerlo compulsivamente o empiezo a ponerme malo y a desear meterme en la cama, que es un síntoma de depresión. Soy sensible a estados depresivos, el trabajo me mantiene vivo y, cuando no tengo nada que hacer, me lo busco, porque es como si se acabara el mundo", contaba este barbudo hiperactivo que no dejaba de pensar ni un minuto.

Viajero incansable, Chicho alternó el trabajo con sus viajes: visitó la mayoría de los países europeos, recorrió el norte de Africa, India, Tailandia, Camboya y Birmania. Residió una temporada en Hong Kong, donde hizo un documental para le BBC. Entró en la China comunista y fue testigo, en Saigón, de la guerra de Vietnam. Logró llegar hasta un monasterio en la frontera de Nepal y Tíbet y convivió un tiempo con una congregación de lamas.

A principios de los 70, TVE le encargó a Chicho poner en marcha un concurso inspirándose en uno que había hecho en Argentina, Chicho creó "Un, dos, tres... responda otra vez", uno de los programas de más éxito de la historia de la televisión. Basando su estructura en combinar juegos de preguntas, de habilidad y psicológicos, en enero de 1972 se emitió el primer programa en el que todavía no había un tema central, ni actores, ni prácticamente decorado. Presentado por el peruano Kiko Ledgard, las mejores bazas del programa eran la amenaza de la calabaza, el premio gordo del coche, las minifaldas de las azafatas y Don Cicuta, un personaje contrario a los concursantes que interpretaba Valentín Tornos. En esa primera edición del "Un, dos, tres" se emitieron 83 programas con audiencias de 23 millones de personas.

Dos hijos con una azafata del "Un, dos, tres"

En el ámbito personal, el programa fue importantísimo para Chicho, ya que se enamoró de una de las azafatas (apenas duró un par de semanas como tal), la venezolana Diana Nauta, de 20 años, con la que se casó el 14 de noviembre de 1974 y tuvo dos hijos: Pepita, nacida en 1977, y Alejandro Narciso, que vino al mundo en 1980. 

Antes, en 1976, Chicho estrenó su segunda película, "¿Quién puede matar a un niño?" y volvió con la segunda entrega de "Un, dos, tres", nuevamente con Kiko Ledgard como presentador y en la que destacaba la jovencísima Victoria Abril como azafata. La enorme popularidad del programa fue un trampolín a la fama para muchos de los que participaron en esas primeras dos ediciones y en las que se sucederían en los 22 años que, con intervalos de descanso estaría el programa en antena. Fue el caso de Mayra Gómez Kemp, Bigote Arrocet, Raúl Sénder, las hermanas Hurtado (Las Tacañonas), el Dúo Sacapuntas, Juan Tamarit, Silvia Marsó, Beatriz Carvajal, Lydia Bosch, Miriam Díaz Aroca, Jordi Estadella, Fedra Lorente (La Bombi), Nina, Arévalo o María Casal, entre otros. Durante 1981 y 1982 (año en que también se emitió la segunda edición de "Historias para no dormir"), Chicho hizo "Mis terrores favoritos", programa donde presentaba con maestría películas de suspense.

Fórmula exportada a otras televisiones


Cuando el concurso estrella de TVE (que contaba con un presupuesto semanal de siete u ocho millones de pesetas) iba por su tercera temporada, se empezó a vender el formato a otras televisiones, al tiempo que llovían los premios y se introducían pequeños cambios para renovarlo sin cambiarlo. La última edición del concurso fue en 1993, con Josep María Bachs como presentador. Ese mismo año se supo que Chicho y su mujer llevaban varios años separados. Una separación en la intimidad, de la que pocos sabían, porque Diana acompañaba a su marido a muchos actos públicos. Chicho cenaba en la casa, pero trabajaba y dormía en el estudio, situado en un piso superior del inmueble del domicilio familiar.


En 1988, durante una de las épocas de descanso de "Un, dos, tres", Chicho volvió a triunfar con "Waku Waku", un programa sobre animales cuya primera edición presentó Consuelo García Berlanga y, la segunda, Nuria Roca. En el programa concursaban famosos que donaban sus ganancias a asociaciones y ONG. En 1990, Chicho puso en marcha otro programa que supuso un gran atrevimiento y marcó un hito en la historia de TVE. Presentado por la psicóloga Elena Ochoa, "Hablemos de sexo" se convirtió en el primer programa de información y divulgación sexológica de la cadena pública. El espacio consiguió tal éxito que tuvo su secuela: "Luz roja", también presentado por Elena Ochoa, con la que se rumoreó que Chicho mantenía un idilio. Nada cierto, ya que en el corazón del realizador había entrado una joven farmacéutica 30 años menor que él, Lorena Martínez, con la que se casó en 1993.


Otro de los programas que causó impacto fue "El semáforo", que presentaban Jordi Estadella y Marlene Mourreau y donde cualquier persona podía participar haciendo lo que quisiera con la única condición de someterse al juicio del público. "Resultó un experimento fascinante, desconcertante", decía Chicho de un  programa que fue antesala de otros posteriores donde la gente de a pie se convierte en protagonista.


Un regreso que no tuvo el favor del público


Con algunas incursiones en la radio y el teatro, Chicho volvió al medio televisivo en 2003 con un concurso sobre animales, "Jimanji Kanana", y con "Un, dos tres... a leer esta vez". Pero el éxito no acompañó a este notable conversador, aficionado a los puros habanos y al que no le acababan de gustar los vientos que soplaban en la televisión. Aseguraba que sus hijos "son lo mejor que he hecho en esta vida" y mantuvo una estrecha relación con ellos. Pepa es documentalista en la BBC y Alejandro trabaja como diseñador gráfico.


El 15 de mayo de 2004 fallecía su padre, a los 91 años, tras una larga enfermedad.


Enfadado con TVE por la manera en que dieron carpetazo al fracasado "Un, dos, tres... esta vez a leer", en 2005 la cadena privada Telecinco le pidió la grabación de varias películas de televisión bajo el título Películas para no dormir, para las que Chicho contó con directores como Álex de la Iglesia o Enrique Urbizu entre otros. Sin embargo, la cadena no se decidió a emitirlas hasta 2007, y el espacio fue relegado a las pocas semanas a los canales de TDT del grupo. Anteriormente, las películas habían sido publicadas en un pack de DVD.


Su última creación fue "Memoria de elefante" (2003-2008), un programa presentado por Patricia Pérez y poco conocido por haber sido emitido por la cadena autonómica Castilla-La Mancha TV. Era un concurso de 25 minutos de duración en el que los concursantes aparecían montados en un gran elefante y vestidos al estilo Las mil y una noches, teniendo que asociar imágenes ayudándose de su memoria.


En sus últimos años de vida, Ibáñez Serrador se vio afectado por una enfermedad degenerativa que le hizo perder movilidad, requiriendo de una silla de ruedas para desplazarse. Pese a haber sido una persona locuaz, la enfermedad le había dificultado el habla.


Residía en su casa de Somosaguas, una lujosa urbanización al noroeste de Madrid, donde vivía completamente retirado del trabajo. Seguía disfrutando de la lectura, pero se había refugiado en los textos que ya conocía: “Me gusta lo conocido para encontrar giros que me habían pasado inadvertidos. Estoy en una época decadente”.Las dificultades para moverse también le hacían pasar muchas horas frente al televisor.


Pese a su enfermedad, intentó acudir a los diversos premios y homenajes que se le realizaron. De este modo, en 2009 fue homenajeado en la Seminci de Valladolid, acto al que acudió personalmente, y por el Festival de Cine de Alicante por su contribución en el cine fantástico y de terror. En 2010, fue galardonado por el Ministerio de Cultura con el Premio Nacional de Televisión en reconocimiento a toda su trayectoria. En 2016 reapareció en el programa Late motiv de Andreu Buenafuente para dar una sorpresa al director de cine de terror Juan Antonio Bayona. Un año después, Ibáñez Serrador participó en el programa de TVE Imprescindibles: Historias para recordar, que giraba en torno a su trayectoria. Su último acto público tuvo lugar en febrero de 2019, al recibir el Goya de Honor que otorga la Academia de Cine, pero su estado de salud le impidió acudir a Sevilla, donde se realizaba la ceremonia, realizándose un acto especial en Madrid, que sirvió también como su despedida de la vida pública. 


El 7 de junio de 2019, falleció en un hospital de Madrid a los 83 años. Sus restos mortales descansan en Granada, enterrados junto a los de su madre.


        

        


Antonio Mercero: Director de cine y realizador de series de televisión.

 


Antonio Mercero Juldain nació el 7 de marzo de 1936 en Lasarte, Guipúzcoa. Se crió solo con su madre porque, cuando tenía apenas 6 meses, su padre fue asesinado al principio de la Guerra Civil por comandos anarquistas que consideraron un enemigo a aquel hombre que trabajaba como jefe de personal de la fábrica local de Michelín. Los trabajadores de la empresa hicieron todo lo posible para que la madre entrara a trabajar allí y pudiera sacar adelante al pequeño huérfano. Aquella tragedia no marcó su carácter, y Antxon, o Txomin, como le llamaban, fue un niño alegre, que jugó muchísimo con sus amigos. En su infancia feliz en Lasarte tiene un lugar privilegiado el recuerdo de cuando, como él explicaba en una entrevista, "nos colábamos en el hipódromo y, con los papeles de las apuestas a la espalda, corríamos como si fuéramos caballos".

A los 13 años, se fue a estudiar con los Marianistas en un colegio de San Sebastián, pero en las vacaciones volvía siempre a Lasarte. Acabado el bachillerato, optó por cursar Derecho en la Universidad de Valladolid para satisfacer la ilusión de su madre de tener un hijo notario. En aquella ciudad castellana, hospedado en el Colegio Mayor de Santa Cruz, Antonio descubrió la magia del teatro y, sobre todo, del cine. Estudió, leyó y actuó de la mano del padre Martín Descalzo, agitador cultural y organizador de la Semana de Cine de la ciudad.

Actor e imitador en los festivales de su pueblo

La interpretación le caló tan hondo que, cuando volvía en verano a su pueblo, montaba festivales y se subía al escenario para hacer sketches y parodias, imitando a quien se pusiera por delante. Tenía mucha gracia actuando, pero lo que él realmente quería era explicar historias a través del cine. "El día que le dije a mi madre que no iba a ser notario sino que quería ser director de cine, ella se llevó un disgusto monumental. Tuve muchos problemas familiares por eso", recordaba en una entrevista el director, al que un cura del pueblo intentó convencer para que siguiera por los caminos del derecho en lugar del efervescente ambiente de la farándula. Educado y respetuoso, pero firme en su decisión, Antonio Mercero no dio su brazo a torcer, y después de un tiempo, consiguió entrar en la Escuela de Cine de Madrid, donde se diplomó como realizador en 1962. Su madre no pudo evitar emocionarse el día que proyectaron en el cine "Trotín Troteras", trabajo de fin de diplomatura que fue premiado en la Bienal de Arte de París. También estaba allí su novia, Isabel, con la que se casó en 1963, con la que ha tenido 6 hijos.

Su primer largometraje fue un gran fracaso

Después de trabajar como ayudante de dirección de Jorge Grau y Herald Reinl, hizo su primer cortometraje, "Lección de arte", que ganó la Concha de Oro del prestigioso Festival de San Sebastián y el galardón del Círculo de Escritores Cinematográficos. Aquellos premios le granjearon la posibilidad de dirigir su primer largo, "Se necesita chico". "Mi primera película fue un fracaso. No fue nadie a verla, vamos que no gustó y se me cerraron las puertas. Fue una lucha tremenda. Durante seis años lo pasé muy mal. Estuve a punto de tirar la toalla y hacer las oposiciones a notarías como quería mi madre. Era tremenda la sensación de haberme equivocado", aseguraba. Tuvo la suerte de que un amigo, Horacio Valcárcel, le consiguiera trabajo en el departamento de cine y publicidad del Instituto Nacional de Consumo, donde estuvo durante dos años. Tras un tiempo dedicado a guiones y publicidad, en 1969, rodó un corto titulado "La balada de los cuatro jinetes", que le brindó la Espiga de Oro del festival de Valladolid y, al poco, entró a trabajar en Televisión Española, donde hizo primero documentales y después series. La primera de ellas fue "Crónicas de un pueblo" (1971), a la que siguieron "Verano azul" (1982), "Turno de oficio" (1986) -con Juan Echanove como su alter ego- y, con la llegada de las televisiones privadas, dirigió para Antena 3 "Farmacia de guardia" (1991), cuyo capítulo final batió récords de audiencia que ninguna otra serie de ficción española ha podido superar. "Trabajar era una fiesta, una verdadera gozada. Éramos unos críos de 14 años y, en ningún momento nos levantó la voz, rodar con él era como un juego. Tenía mucha autoridad; si te decía que había que estudiar más, te ponías las pilas. En el fondo él mismo era un actor y le veías poniendo la cara del Piraña o de Tito para dirigirlos. Yo nací como actor gracias a él. Me enseñó que éste es un mundo de sueños donde se puede crear una realidad distinta y se puede hacer jugando", aseguraba en una entrevista Juan José Artero, uno de los actores adolescentes que encarnaron a los chavales de "Verano azul", protagonizada por Antonio Ferrandis, que se ha repuesto hasta siete veces en TVE y que tuvo también una enorme difusión internacional.

"La cabina", una obra maestra con Emmy

Pero antes de los "bombazos" que supusieron sus series, Mercero rodó una verdadera pieza obra maestra. Realizada en 1972, en formato de 30 minutos e interpretada por un inconmesurable José Luis López Vázquez, "La cabina" ganó un Emmy (los oscar de la televisión), una hazaña que ningún realizador español ha repetido. En aquel inquietante y desasosegador guión trabajó José Luis Garci. "La cabina" que para Mercero ha sido "su mejor película porque, a pesar del tiempo, sigue estando vigente", fue galardonada con el Premio de la Crítica Internacional de Montecarlo, el Premio Marconi de Milán y el Quijote de Oro al Mejor Director.

Los trabajos para televisión ocupan un importante espacio en la carrera profesional de Mercero, pero sus incursiones en la pantalla grande han dejado también una marca profunda en los aficionados al Séptimo Arte. En 1977, dirigió "La guerra de papá", un largometraje inspirado en la novela "El príncipe destronado", de Miguel Delibes, uno de sus novelistas favoritos. Protagonizada por Verónica Forqué y el niño Lolo García, la película supuso un taquillazo que le permitió estrenar, al año siguiente, "Tobi" también con Lolo y que iba de un niño al que le salían alas. En 1982, tras un paréntesis ocupado por el rodaje de "Verano azul", que le hizo descubrir la localidad malagueña de Nerja, Mercero volvió al cine con "La próxima estación", una pequeña joya no suficientemente valorada y protagonizada por Lola Herrera y Alfredo landa. Al año siguiente, dirigió la película infantil "Buenas noches, señor monstruo" y, en 1987, estrenó el largometraje "Espérame en el cielo", un delicioso filme sobre el supuesto doble del dictador Francisco Franco. A "El tesoro" (1988), basada en otra obra de Delibes, le siguió "Don Juan, mi querido fantasma" (1989). Su siguiente trabajo para la pantalla grande, "La hora de los valientes" (1998), con un anarquista como protagonista, dejó bien claro que Mercero es un hombre que no conoce el rencor. Excelente conversador, optimista, amante de la buena mesa, forofo de la Real Sociedad y con un sentido del humor que le hace reírse muchas veces al día, algunos de los que han trabajado con él le describen como "el niño que se hizo genio, pero que supo seguir siendo niño". Dotado de una paciencia infinita para dirigir a niños (un elemento que, con los animales, convertía un rodaje en un infierno según Hitchcock), Mercero siempre ha dicho de sí mismo que no es "un hombre de proyectos, sino más bien de realidades". Por eso y aunque el cine es su gran pasión, pone por delante a su familia. "La familia me equilibra. Soy un poco gallina clueca y quiero tenerles a todos bajo mis alas. Mi casa siempre está llena, nos juntamos muchos", explicaba cuando ya peinaba canas y malcriaba nietos.

El alzheimer, eje central de su último trabajo

Poseedor de una fórmula magistral para combinar dolor y ternura, Mercero llevó al cine el guión que Albert Espinosa escribió sobre los 10 años que pasó enfermo de cáncer. "Antes de cada día de rodaje, Mercero hablaba con una fotografía de de John Ford que tiene en su casa. Mercero le comentaba cómo iba a rodar la secuencia y le pedía consejo al maestro", contaba Espinosa, añadiendo que en su cine "siempre hay homenajes a 'Cantando bajo la lluvia' (su película favorita) y a los sonidos hechos con la boca (él hace sinfonías con sus carretes)". Mercero demostró su gran humanidad al hacer del alzheimer, enfermedad que sufre, el tema de su último trabajo: "¿Y tú quién eres?".

El 14 de febrero de 2010 Mercero recibió el Goya de Honor por los casi 50 años que este hombre, de 73, ha pasado tras las cámaras. Demasiado enfermo para asistir a la gala, mercero recibió en su casa el galardón, que después ha agradecido públicamente su familia.


lunes, 3 de enero de 2022

Antoni Tàpies: Uno de los grandes pintores contemporáneos

 


Antoni Tàpies i Puig nació el 13 de diciembre de 1923 en Barcelona en el seno de una familia burguesa, catalanista y culta. Su padre, Josep Tàpies Mestres, era un prestigioso abogado y su madre, María Puig Guerra, pertenecía a una familia de libreros y editores. Desde su más tierna infancia estuvo influenciado por la actividad política de su abuelo y por las personalidades de la cultura y el republicanismo catalanista más importantes del momento.

Tifus, fiebre de Malta y enfermo del corazón

Entre el 1926 y el 1932, pasó por varias escuelas de Barcelona, donde estudió primaria y, al igual que sus hermanos, enfermó de tifus. Tras el estallido de la Guerra Civil española, prosiguió sus estudios en el Liceo Práctico de Barcelona mientras, en sus horas libres, aprendía a pintar y dibujar de forma autodidacta. Gracias a la revista catalana "D'Ací i d'Allà", en la que había reproducciones de artistas de la talla de Picasso, Kandinsky o Miró, empezó a familiarizarse con el arte contemporàneo. Sus estudios de bachillerato se vieron interrumpidos por unas fiebres de Malta y un grave problema de corazón. "Fue uno de los golpes más duros de mi vida, me dieron casi por muerto y me llegaron a dar los últimos sacramentos", explicó en una ocasión. Se recuperó, aunque al poco tiempo sufrió una enfermedad pulmonar que le obligó a guardar reposo durante dos años en varios sanatorios. A los 21 años, ya restablecido y a instancias de su padre, empezó Derecho en la Universidad de Barcelona, donde hizo amistad con el poeta Jaime Gil de Biedma y el político y exdirector de RTVE Alberto Oliart. Pero, debido al influjo del poeta y crítico de arte Josep M. Junoy dejó la carrera y se dedicó al arte. Impresionado por la guerra y el lanzamiento de la bomba atómica, las primeras obras que realizó datan de 1946. Al año siguiente, descubrió en el cartón el soporte material más adecuado para su temperamento "porque su color es anónimo y como material permite la violencia. Podía rascarlo, frotarlo, destrozarlo y, al mismo tiempo, hacerlo vivir". Centró su interés en la tierra, la materia, el polvo y las partículas, que se convirtieron en los materiales que le gustaba emplear, ajenos a la expresión plástica academicista. En aquellos años conoció a las personalidades que más influencia tendrían en su obra: Dalí, Miró y el poeta Joan Brossa, con el que fundó la revista "Dau al Set", elemento fundamental en el aperturismo en el mundo del arte. En esos momentos sus dibujos mostraban su fascinación por el esoterismo, el jazz, los sueños o el simbolismo.

Artista abstracto con un estilo inconfundible

En 1950, hizo su primera exposición en solitario en Barcelona y se marchó a París becado por el Instituto Francés. En la capital gala conoció a Picasso y se familiarizó con el cubismo, el marxismo, el existencialismo y las vanguardias del momento, que le llevaron a convertirse en artista abstracto, con un estilo tan propio que resultó inconfundible desde el principio. En 1952, participó en la prestigiosa Bienal de Venecia y realizó varias muestras individuales. Especialmente importante fue la de Nueva York, en la galería de Martha Jackson, que se convertiría en su marchante americana hasta el fallecimiento de ésta. Al año siguiente, Tàpies usó una técnica llamada "mixtura" en la que mezclaba polvo de mármol con pintura al óleo con el objetivo de resaltar el carácter matérico de su obra. "Negro con macha roja" (1954) es uno de los cuadros hechos así.

El artista utilizó elementos tan diversos a lo largo de su carrera artística como la caligrafía, los signos y símbolos pertenecientes a su universo interior relacionados con la muerte o la sexualidad. Así, eran habituales en él el círculo ("Óvalo blanco", 1957), el cuadrado ("Puerta gris", 1958), el triángulo ("Forma triangular sobre gris", 1961) y, sobre todo, la cruz -latina, griega, en aspa o en forma de T, asociada a la inicial de su apellido-, que simbolizaba la meditación o el límite del conocimiento humano frente a la naturaleza o el espíritu.

Artista comprometido con la lucha social

A principios de los 50, se convirtió en el precursor de lo que los críticos llamaron "muros", al buscar la expresividad en los materiales más que en las formas y el color, y al usar en los cuadros tierras, incisiones o "collages". Nunca olvidó su compromiso social y en todas sus obras se plasmaban sus inquietudes nacionalistas, poéticas, políticas e intimistas.

Culto, reservado y apasionado por Oriente, en 1954 se casó con Teresa Barba, con la que tuvo 3 hijos: Antoni, Clara y Miquel. Uno de los elementos más representativos de su arte -la silla- surgió de un sueño de Teresa. "Me contó con emoción que había soñado que estaba sentada en una silla, que aparecía como elevada y suspendida en el espacio y a sus pies observaba briznas de paja, desperdicios y objetos rotos. Aquella imagen tan sencilla la plasmé en seguida en un cuadro", explicó sobre esta mujer fundamental en su vida y su obra, cuya etapa más importante fue a finales de los 50 y principios de los 60. De entonces es la obra más cara del pintor: "Blanc amb signe vermellós", de 1963, vendida por 1.14 millones de euros.

A principios de los 60 se compró una antigua masía en Campins, en el Montseny, donde instaló un taller, que simultaneaba con un gran espacio en su casa barcelonesa de Sant Gervasi. Antifranquista a ultranza y defensor del catalán -no renunció al acento abierto de la "a" de su apellido ni a ser Antoni-, firmó numerosos manifiestos y participó en muchas manifestaciones y actos contra el régimen de Franco. De semblante serio y distante, aunque tenía un gran sentido del humor, no tenía reparos en confesar que "me gusta ensuciarme cuando trabajo. Voy con el clima, con el buen tiempo. Cuando llega la primavera siento ganas de pintar. En verano puedo trabajar casi desnudo, me levantó muy temprano, trabajo en pijama y levanto mucho polvo. En otoño hago los encargos que tengo pendientes y en invierno, hiberno". Su gama cromática fue desde el colorido neutro con predominio de grises, negros, blancos y ocres, hasta tonos más vivos como amarillos, azules, rojos, naranjas y rosas. Artista polifacético, ha trabajado en pintura, escultura, serigrafía, tapices y mosaicos. Entre sus obras más representativas figuran "Homenaje a Picasso" (1990), "Nocturno y Gesto" (1995) y el cartel del centenario del Fútbol Club Barcelona (1999). Influido por el budismo, llegó a decir que "conocer el dolor hace que sus efectos atenúen y mejore la calidad de vida". Uno de los golpes más duros como artista se produjo en 1992 cuando el Museo Nacional de Arte de Cataluña le encargó una escultura. Tàpies propuso un calcetín roto de 18 metros de largo, pero la maqueta de la obra fue rechazada. Sin embargo, no renunció a ella y hace unos años instaló una versión más pequeña -sólo 2.75 metros- en la Fundació Tàpies -creada en 1990- donde comparte protagonismo con otra obra polémica, "Núvol i cadira", ubicada en el tejado de su sede.

Ni capilla ardiente, ni funeral ni homenajes

Los Reyes le otorgaron en el 2010 el título de marqués de Tàpies a este hombre que, a lo largo de su vida, ha obtenido los galardones más prestigiosos del mundo y cuya producción artística -cifrada en unas 8.000 piezas- está repartida por más de 100 museos y figura en las más prestigiosas colecciones privadas. Con la salud muy deteriorada a causa de dolencias cardíacas, intestinales y de la vista, su última aparición pública fue a finales de 2011 en la inauguración de la que sería su postrera exposición en la galería de su hijo. Tras una cortísima agonía, Antoni Tàpies falleció el pasado 6 de febrero de 2012 en su casa. Tenía 88 años y con su muerte se perdía uno de los más grandes artistas contemporáneos. Por expreso deseo de su familia y pese a que los elogios hacia el artista se extendieron por todo el planeta, no se instaló capilla ardiente, ni hubo funeral ni ningún otro tipo de homenaje institucional. Sólo se abrieron las puertas de la Fundació para que, quien quisiera, firmara en el libro de condolencias, llamamiento al que respondieron, con emoción contenida, miles de barceloneses.